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Cartas de Hades a Sutor (IV) por Publio Cornelio Continúa
la correspondencia entre Sutor, el zapatero reprendido por Apeles, y
Hades, venido de los infiernos, personajes mitológicos que todos podemos
identificar con hombres públicos de la actualidad, y se continua la
serie que en una primera entrega , una segunda y una tercera entrega nos lleva a reflexionar sobre el presente político y social |
Carta de Hades a Sutor. 23. Querido Sutor:
Ciertamente se han visto cosas grandes este fin de año. No las voy a
detallar, como comprenderás, pero por aquí nos han llegado unas
secuencias fenomenales. ¡Y qué decir de todo lo relacionado con tu
querida patria, país, Estado confederal, taifas unidas o como lo quieras
llamar! ¡Nos hemos reido de lo lindo viendo los programas de fin de
año, algunos cotillones y fiestas! En tele-Topo han pasado unas
secuencias que por poco me resucitan a algunos. ¡Bien, bien, se ha
pecado de lo lindo! ¡Esto debe ser motivo de orgullo para ti! Por
otra parte, he de decirte que tu intentona secreta de ir a comprar al
Tallant Anglés con barbas y bigote ha sido muy sonada. Ese ir sin
avisar, correctamente caracterizado, con una gabardina a lo “Colombus” y
sombrero a la Mac-Clown, con zapatos de Al-Melocotone, mirada perdida y
movil en la mano fue genial. Lástima que tuvieras aquel encuentro tonto
con la señora Benita, la que poco menos que te trajo al mundo, que en
cuanto te divisó subido a la escalera mecánica exclamó: “¡caray con el
señorito Sutor, qué disfraz se me ha puesto encima!”. Y ni corta ni
perezosa, comenzó a hacer aspavientos y a gritar: “¡Sutor, Sutor, praesides maximum!”.
Tú disimulaste un poco, porque a fin de cuentas ibas de barbudo
psoezcialista de los años setenta, pero ella gritaba más fuerte:
“¡Señorito Sutor, señorito Sutor! ¿No se acuerda de mí? ¡Soy la Benita,
que le crié a mis pechos!”. Al oir lo de los pechos se acercaron varios a
preguntarle si le pasaba algo, y la Benita les dijo que si no se daban
cuenta de que el mismísimo presidente estaba ahí, a tres metros,
saliendo a todo meter de la escalera mecánica. Aquí empezó lo
bueno, una auténtica persecución que demostró lo agil que estás. ¡Qué
zigzagueos! Diblaste muy bien a las dos primeras dependientas, a las
chicas que se estaban mirando blusas, a doña Felisa y doña Vicenta que
estaban cambiando los pantalones de doña Eulalia, porque no le cabían, a
la carterista de la planta de señoras, a Ricardito y Elvirita que se
estaban dando una vuelta por pasar el rato... Hasta que te tropezaste
con un maniquí, lo derribaste, se te quedó los bigotes y te dejó el lado
derecho de la barba un poco despegado. En esto se acercó presuroso otro
empleado, mientras tú te dabas a la zaga, porque la Benita y tres
dependientas más estaban a punto de darte alcance. El empleado
llamó al guarda de seguridad. Tú te metiste en el probador de señoras,
dejaste la gabardina de “Colombus”, y ya sin barba y sin sombrero de
Mc-Clown quisiste salir como si nada. El caso es que todo el mundo
estaba esperando a la salida, también el guarda de seguridad y cuando
vieron que el que salía disimulando era... ¡el presidente del
desgobierno!, hubo un momento de incertidumbre, de risa, de qué hacemos.
La Benita, que tenía imperiosas ganas de darte un beso y un abrazo
zanjó el asunto, dándote un beso sonoro que te dejó el carmín bien
marcado. Así y todo fue lo mejor, porque la cogiste del brazo y te
fuiste hablando como si nada, mientras el grupo comenzaba a disolverse
entre muchos y variados comentarios. Te salvaste porque no llegó a
tiempo la prensa, aunque siempre te quedó la duda de si había sido
filmada la persecución en las cámaras secretas del Tallant Anglés. Ya
has comprobado que sí. Ya sé que la vuelta a casa fue un poco
decepcionante, porque habías previsto darle una sorpresa grande a tu
mujer mirando y comprando todo aquello que deseabas para regalarle el
día de Reyes. De Reyes pero en honor del futuro presidente de la
república, porque no en vano has sustituido cualquier alusión navideña
por unas bolas en el árbol con las fotos de todos los ministros de la
segunda república que fueron radicales o de izquierdas, es decir de
setenta a ochenta. Fue una época en que lo mismo bajaba un taxi la
bandera para coger a un cliente, que se destituía a un ministro.
Llegaste sin gabardina ni sombrero, despeinado, tembloroso y con el rabo
entre las piernas, y el caso es que todo salió muy bien. ¡Tu cariño te
estaba esperando para que eligieras su vestido para el cotillón!
Eso fue todavía más divertido. Ya perdonarás, querido Sutor, que me haya
reído tanto contigo, pero visto a distancia y por tele-Topo, esto era
mejor que una película de los hermanos Marx. “No sabe con quién está
hablando”, dice la señora. “No me lo diga, no me lo diga: ¿mineral,
vegetal o animal?”, responde un Groucho impávido. Al final os
fuisteis los dos matrimonios al cotillón. Tu mujer de Dulcinea, tú de
don Quijote; Bonus de Sancho Panza y su mujer de gobernadora de la
ínsula Barataria. Lo hiciste muy bien, porque no en vano habías ensayado
en privado muchas horas. Pero lo mejor estaba por llegar, sí. ¡En el
cotillón coincidiste con otro que iba exactamente igual que tú! Os
mirasteis los dos desafiantes, echasteis la mano al espadín,
desenvainasteis y comenzó la pelea. Gritos de admiración, zozobra y
algún ¡toreador! Otros que si la entrada incluía espectáculo en vivo.
Algún rancés, que si en España los que no son toreros son quijotes. Un
austriaco que por qué se pelean como si fuera verdad, si es lo mismo que
en la fiesta haya dos o tres quijotes. Pero en el fondo los dos os
habías olido las respectivas colonias. ¡Sí, el otro Quijote era
Marianol, el de los tristes destinos! Al final, los buenos
oficios de Bonus lograron parar el singular combate, arrojando junto con
su mujer varias bandejas de langostinos sobre Marianol. El escudero del
dirigente del Pipi, que no era otro que Acerves, lanzó una batería de
panes que dieron en tu cocorota uno detrás del otro, mientras la mujer
de Acerves lanzaba los panes contra la mujer de Bonus. Esta agarró un
mantel y lo comenzó a mover para lanzarlo sobre su rival, atraparla y
darle toda clase de collejas y brincos encima. En esto el francés se
sintió herido en su disfraz, al caerle seis langostinos en la pechera, y
decidió entrar en combate con un poco de cava primero, y la botella
después. Eso fue el principio del fin, de tal manera que lo que iba a
ser un cotillón de primera, llevaba trazas de acabar como una refriega
de barrio. Al final todo se arregló y pudisteis convencer al
dueño de que todo lo pagarían al día siguiente las administraciones
correspondientes, que no en vano ambos quijotes erais parlamentarios, y
cabeza de grandes partidos nacionales. Que en todo diferían aunque
hubieran coincidido en el disfraz y en el lugar, pues nunca semejante
secreto se había guardado más celosamente. El propietario, que conocía
con todo lujo de detalles la llegada de ambos políticos, aceptó las
escusas como buenas y dobló el precio de la indemnización, que no fue
cuestionado por ninguno, al tratarse de la pólvora del rey. La
reconciliación llegó al final, cuando todos los matrimonios decidisteis
ir a ver juntos la llegada del nuevo año y a tomaros las uvas en señal
de hermandad. Hubo brindis y todo, vivas a la democracia y a Uropa,
besos, cambio de pareja, baile, moscatel, cava, risas, lloros y una
borrachera final con todos cantando “el vino que tiene Asunción, no es
blanco ni tinto ni tiene color”. Lo dicho Sutor, no paré de reir
ni un momento al ver la secuencia de tu final de año y comienzo de 2005.
¡Feliz año! ¡Haz mal, y no mires a quién! Te maldice una vez más, tu estimado, Hades. Carta de Sutor a Hades. 23. Querido Hades:
Lo cierto es que el fin de año ha resultado muy movido, y no solo por
lo de mis escapada al Tallan Anglés, que tan bien has descrito y por lo
del cotillón, sino por toda una serie de actuaciones de política y alta
política que tuve. Inmerso en mis preocupaciones habituales, se
me presentó Cacerolo con la portada de una revista en la que aparecía
que se casaban su pareja y él, osea dos él, él dos, positivo y positivo.
Que si de regalito de bodas no les iba a aprobar como había prometido
los matrimonios de almorrano-almorrano. Yo le contesté que era
compromiso electoral, palabrita de Manel Fazaña y que lo iba a cumplir.
Él me respondió que mientras no firmara, que se trasladaba a vivir a mi
palacio con novio y todo. ¡No, a mi palacete no, que está completo!
Imagínate, como mi mujer cogiera celos y me armara una zapatiesta. Todo
esto sucedía, además, el día veintiocho, el día de los inocentes. ¿No
será una inocentada de las tuyas, verdad Cacerolo? “No, me respondió
serio, cuando empeño mi palabra es como si empeñara el culo, y he dicho
públicamente que nos casamos por lo legal y lo vamos a hacer. Palabrita
de Sócrates”. Esto sonaba a amenaza y estuve a punto de enfadarme. Grité
para mis adentros: talante, talante, y no lo asesines ahora, que pueden
ser los votos del mañana. Así que me vi obligado a convocar
urgentemente reunión del consejo de ministros antes de finalizar el año,
para evitar que Cacerolo y su novio me chafaran la fiesta de fin de
año. Y esta es la razón de nuestra rápida aprobación de dichas uniones
de floros-floros, a pesar del parecer contrario de todos los cuerpos
intermedios, a los que escucho con toda la parsimonia que puedo,
mientras escucho música de Pictor Manuel y Mamma Belén. De la
borrachera de ayer todavía no me he repuesto del todo. Para que te hagas
una idea, no pude ni llamar a Phidelio para felicitarle por un año más
comiendo turrones y fumando cohibas, ni a Chivez por su revolución
imparable y petrolera y qué te diré de Koffee que no sepas ya. ¡Déjame
algo, le quería decir en inglés, que me lo había apuntado en un
papelito! Por cierto, que después de la monumental pelea que
tuvimos, un alemán que se había enterado de mi auténtica identidad me
dijo: Schuster. Y yo: “Schuster, no, Sutor. Yo no soy ningún futbolista,
sino el praesides maximum”. “Aber nein –me dijo-, auf Deutsch Schuster ist Sutor. Du heisst Sutor!”. Para
mis adentros no paraba de decir: tu padre por si acaso. Pero quizás sí
que sea así y Schuster sea Sutor en alemán. Tampoco está mal pensado,
porque fue jugador del Barça. Pero no, porque luego hizo traición y se
pasó al equipo merengue. ¡Brrr! De todas formas, desisto de
aprender alemán a estas alturas de la vida. No he hecho las tareas de
mates que tenía para las vacaciones, como para ponerme a aprender
alemán. A Peschroeder no le importará que utilice intérprete, porque en
realidad todos hacemos lo mismo, él incluido. Y no voy a ser tan
hupócrita y mentiroso como Ansar que decía que aprendía idiomas
periféricos en su intimidad hogareña y que ahí los practicaba. ¡Ansar
trolero y mentiroso! ¡Mentiste, mentiste y mentiste! De mis
ministros y menestras, lo más destacable es la gripe morrocotuda que
cogió la menestra de Educación. Tuvo fiebre que le hizo estar muy mal,
con delirios de todo tipo. Cuando le fui a ver –por videoconferencia,
claro, no fuera que me pasase el virus-, me dijo que era partidaria de
los conciertos actuales, de que había que dejar que los padres eligieran
libremente el centro escolar, que lo más progresista era el cheque
escolar y que había que respetar la libertad de los padres que deseaban
que sus hijos estudiaran la asignatura de religión. ¡Debía tener
cuarenta de fiebre por lo menos! ¡Cúrate, le dije, pero cúrate del todo!
¡No te quiero con secuelas reaccionarias! ¡Nada de libertad de los
padres para elegir! ¡Ya elegimos nosotros lo que es bueno para sus
hijos! Nosotros, los depositarios de la soberanía, los investidos de la
autoridad y de la potestad. La ministra de la Vivienda se fue a
esquiar y pasó momentos de gloria y también de infortunio. Todo iba como
anillo al dedo en sus vacaciones, venga a subir y bajar y ponerse
morena. Hasta que fue a topar con una solución habitacional en forma de igloo
contra la que se estampó bien estampada, hasta parecer un sello.
Después de un tiempo y de volver completamente en sí, bajó andando hasta
el inicio de las pistas, por tener los esquís partidos. El caso es que
en sus múltiples opciones para favorecer la vivienda de los pobres se
había olvidado de esta de los igloos, que es tan barata como
sólida. Eso sí, en nuestra piel de toro se trata de algo estacional,
pero eso no importa. Ha encargado a su equipo, que lo mismo que hay
establecimientos donde se puede esquiar con simulación de pistas, que se
haga algo parecido con los igloos. Me intentó convencer de que
construyera uno en mi palacete, pero no hay manera de que se mantenga
por la temperatura. Así que le dije que si quería hacerse una choza en
el jardín, que empleara algunas botellas de cava de las que nos quedan
varios miles; y que si deseaba llevárselas a su casita, lo mismo era.
Que le pediríamos el carretillo al jardinero y se le trasladarían a su
coche oficial las que quisiera. En esto me dijo: ¿y si construimos un
edificio con los vidrios de todas estas botellas? Una cosa un tanto
modernista, a lo gaudí. Yo le dije que hiciera lo que quisiera, pero que
tuviera cuidado con lo que trascendía a la prensa, que luego había como
recochineo. Ella me dijo que tranquilo, que ya tenía bien amaestrados a
los periodistas, que les daba un guioncito preparado y al que se salía
de él, ¡pumba!, reglazo que te pego. El ministro Caldereta fue
uno de los que más animados pasaron la nochevieja. Decidió hacer un
crucero como homenaje al pueblo trabajador, y sentir todo aquello que
dicho pueblo desea y no consigue. Así que las uvas se las comió con toda
parsimonia mientras el bullicio más absoluto se vivía a su alrededor,
pues en la discoteca donde se encontraba había unas mil personas. Luego,
como estaba previsto, muchos se dieron un bañito en cualquiera de las
seis piscinas interiores. Alguno dijo de lanzarse al mar con un
salvavidas, pero le dijeron que a los tiburones les gusta recenar,
también el primero de año. Caldereta, en solidaridad con el pueblo
trabajador y con el pueblo que había padecido el tsunami, se dedicó a
tirarse todo el rato haciendo la “bomba”, una y otra vez. ¡Ay,
ahora que menciono el tsunami, menudo apuro! Nosotros no sabíamos que
hacer. Bonus me decía: envío una expedición del ejército que a la gente
le gustará que colaboremos en la desgracia. Y yo le decía: ¿y si la
gente no quiere recibirnos? Pero Bonus insistía, diciendo que lo
importante era salir en los medios y demostrar que nuestra nación era
generosa con los desgraciados. Así que organizamos rápidamente un
barquito, a la par que mandábamos efectivos en aviones. No sé qué pasó
en diferentes naciones, que los tuvieron retenidos porque no se fiaban
de ellos. ¡Maldición! ¡La mano de Blues es larga, me dije! Pues así es,
porque en lugar de llegar al destino fijando, las autoridades del país
de marras les hicieron aterrizar y acampar donde quisieron, de tal
manera que su presencia ahí era poco más o menos inútil. Esto, querido
Hades, te lo digo a ti de tapadillo, porque si la gente se entera de
esta humillación –e improvisación de Bonus- se nos cae el pelo.
La chacha Valentina me dice que esto es un castigo por las maldades de
la gente, y que me vaya preparando a algo gordo, por no poner el belén
en el palacio y haberlo sustituido –entre otras cosas- por los retratos
de los ministros republicanos de izquierdas y del mandil. ¡Valentina!
–le espeté-, ¡recuerde que es usted votante de izquierdas de toda la
vida! “Sí, señorito Sutor, pero el belén lo pongo en mi casa y los Reyes
también”. Eso era demasiado, pero claro, no le iba a explicar a la
Valentina cosas de la gestión pública, así que me la despaché como pude.
“Ande, mire por fuera, que seguro que mis perritos París y Marrakesch
habrán hecho de las suyas”. Me miró con esos ojos del pueblo llano y me
dijo: “Sí, señorito Sutor. Una limpiadora ha de retirar las cacas de los
señoritos y de sus mascotas, eso es verdad. Pero el castigo será gordo,
y no se lo quitará tan fácilmente como yo voy a hacerlo con lo que me
espera ahí fuera”. Dio media vuelta y se marchó. ¡No sé hasta cuándo voy
a aguantar estos desplantes por parte de una limpiadora! Lo que más me
fastidia es que después de todo, va y nos vota. Eso sí. De
Lupaalcava qué te voy a escribir que no sepas. No se le ocurrió otra
cosa, para honrar a su apellido, que disfrazarse de Baco y dedicarse a
repartir champagne a tutiplén. Se juntaron unos diez u once bacantes,
con sus hojas de parra y todo, y se hicieron una foto para la
posteridad, que es tan indecente como las reproducciones antiguas o lo
reflejado por Murillo mismamente. Seguro que te encanta, porque este
ministro es realmente pérfido. Bueno, querido Mortimer, me voy a ver una peli de Hurry Ploter, a ver si aprendo algo de magia, aunque sea negra. Sutor. Carta de Hades a Sutor. 24. Querido Sutor:
Me alegran tus noticias sobremanera, aunque no deja de preocuparme lo
de la chacha Valentina. Tendrás que dedicar más tiempo y energías para
pervertirla del todo. Ya ves que no es suficiente con que sea votante
del Psoez, sino que es necesario que dé más pasos hasta dejar de ser
completamente católica, también en sus costumbres y tradiciones.
Por lo demás veo que me silencias algo que sale en todos los periódicos
de la piel de toro, y también en otros del extranjero. Muy calladito te
tenías el asalto al bebeuveahh!, con que ha comenzado el año.
Ciertamente, todo se presenta de una manera un tanto rocambolesca y como
si tu gobierno no tuviera nada que ver, pero también es cierto que
nadie, excepto la cadena de Palanca, se lo cree. La venganza puede ser
tremenda, y me alegra que tus ministros y gente de confianza a nivel
económico sea vengativa. Eso es señal de que odian, y donde hay odio hay
futuros clientes. Sí, Sutor, lo fundamental es odiar, el odio es el
motor de todo. Y así como tu antecesor Philipus Latronzalez se forró
bien forrado con la expropiación de Ruinasa, tú debes de hacerlo con la
operación del bebeuveahh!, que es un bocado bastante más grande, pero
está más compartido. No te debe de importar para nada el que estén
detrás un millón y medio de pequeños ahorradores porque esos ¿qué son si
están desunidos? Nada, como un azucarillo en una piscina, incapaz de
quitar el sabor a pis. Además has de agradecer el gesto de
Latronzález con su viaje al vecino del sur, donde siguieron
repartiéndose millones entre sonrisa y sonrisa. Jamás una derrota como
la tuya tuvo tantas sonrisas. Porque tus palabras de una semana más
tarde, perdona que te diga, fueron muy entreguistas, algo así como si
fueras el lacayo del gran rey. Primero te escupe en la pechera en una
entrevista –aunque el escupitajo iba dirigido a Ansar, no puedes olvidar
que ahora quien representa a la nación eres tú, y un escupitajo a tu
país ya no se lo dan a Ansar, sino que cae en tu rostro de pedernal-;
luego se mea en tu pierna cuando habla de la inmigración y del Serrajó.
Es la primera vez que el honrado pueblo de la piel de toro deja
desvalidos al pueblo serrajauri, lo que a causado pésima impresión entre
muchas personas y naciones. No puedes olvidar, querido Sutor, que lo
que agrada a unos desagrada a otros. Si quieres convertirte en un lider
mundial has de tener más empenta y no permitir que nadie te mee encima.
Por mucho que te hayas pavoneado diciendo que dabas plantón a Blues y a
Tonny, si luego cualquiera te mea encima, no tienes ningún futuro. Ni
siquiera el reparto del botín –de lo que te alabo el gusto- justifica
esto último. Pero lo peor te sucedió a la vuelta, cuando
Etarreche sacó la oreja y dijo que su plan tiraba para adelante, a pesar
de lo que tú y Marianol habiais convenido. Que los que tienen un RH
diferente han de tener la oportunidad de decidir con quién palotean y
con quién no, con quién juegan al corro de la patata y con quién no.
Esta argumentación que te resulta conocida, no es más que la aplicación
de tu doctrina de hacer lo que pida el pueblo, manejándolo
convenientemente y añadiendo tomate, sal y aceite al final del guiso.
Mas el momento no es nada oportuno, ahora que estás en mitad de campaña
para las elecciones del tratado prostitucional de Uropa. Ya sé que todos
los tratados prostitucionales son dabuten, pues corrompen todo lo
imaginable, pero se trata de disimular la infamia. Fíjate que el
tratadito en cuestión lo han hecho unos pocos burócratas, portadores de
tarjeta master-Hades, eso sí, pero de espaldas al pueblo y a los
respectivos parlamentos. A estos se les ha hurtado cualquier tipo de
opinión al respecto en el proceso de su redacción, tanto de este como de
los anteriores. A más a más, tampoco se ha informado al pueblo de su
contenido real, sino que se le ha ofrecido un resumen fragmentario en
plan potitos Bledone, para que lo trague mejor. ¡Muy hábiles! En esto he
de reconocer la maestría de tu equipo, comenzando por Lupaalcava.
Además, el dilema –falso- de que o se vota sí o el caos, es buenísimo,
porque se trata de una mentira bien gorda. ¡Magnífico Sutor! ¡Eres un
sinvergüenza de primera, y ya te tengo reservado un sitio de primera
aquí abajo! ¡No en vano te di la tarjeta oro en cuanto comenzaste a
despuntar un poco! Y claro, en mitad de tanta Uropa te sale
Etarreche, que es algo así como una pata de banco en tu camino
ascensional al estrellato mundial. Sí, ya sé que te reuniste con él
vestido de torero, y así acudirás a su comparecencia en el congreso. Le
darás unos pases con el capote. Te encuentras muy seguro de ti mismo,
pero te recuerdo que los toros tienen cuernos, y de vez en cuando hacen
pupa a los toreros. Este Etarreche, al que también le guardo un sitio
aquí abajo –como a todos los separatistas, cuyo mensaje de odio les
convierte en clientes míos con gran facilidad-, no me conseguirá tantos
clientes como tú. Además, ya te he escrito en otra ocasión que su tufo a
sacristía no me gusta nada. Mejor que no confíes mucho en él, y que
encargues un buen juego de banderillas a alguien de tu cuadrilla, y que
le den una vareada sensacional, para dejarlo flojo de cuartos delanteros
y también de los traseros. Que le quiten fuerza, para cuando te lances
tú con la muleta, jey, Etarreche, jey. Le tiendes el trapo rojo, que él
ve como verde, mientras mira tu camisa blanca y sonríe. Tú a lo tuyo y
piensa que al final de la faena, le debes de cortar el rabo y las
orejas. Si no, habrás cometido uno de los errores políticos más grandes
de tu vida. Además, si le jaleas el agua a Etarreche, corres
serio peligro de que una gran parte de tus votantes, estilo Valentina,
se vean defraudados y se queden en su casa en los próximos comicios. No
en los uropeos, que eso va a ser como un brindis al sol, sino en
elecciones de las que importan, las generales. Os pueden sobrar más
papeletas que botellas de cava este año. Por lo demás, aquí abajo
el clan de los toreadores me ha pedido en reiteradas ocasiones que
vuelva a pasar por tele-Topo todo lo relacionado con tus compras
–fallidas- en el Tallant Anglés. En primera fila se podían ver a
Kemingwey, Enricus Blandus Galvancito, Manel Fazaña, Largus Caballerus,
Indalecius Aprietus y Iulianus Bestiario, además de vuestro padre
fundador del Psoez, camarada Paulus Quemaiglesias. No solo pedían que se
repitiera, sino que también querían la moviola de los momentos más
interesantes. Tu popularidad crece por momentos, Sutor. Por
cierto, no me has contado si al final pudiste rellenar todos los
cuadernos de matemáticas que te puso de tarea tu ministro Insolvente.
¿No? ¡Sutor, Sutor, hay que calcular por uno mismo lo que se puede
robar! ¡Contar los clientes que me mandas y calcular el tanto por cierto
de los decesos! ¡Hay mil operaciones matemáticas que puedes realizar, y
además te da prestigio! Cinco por cinco más siete para dos menos nueve,
todo al cuadrado, ¿qué, Sutor? Para que te enteres, el Quijote sabía un
mogollón de mateas. Así que ya puedes espabilar. Te maldice y desea toda clase de desdichas, Hades. Carta de Sutor a Hades. 24. Querido Hades:
Menudo capón me has dado en tu última carta. Me recordaban los
discursitos de mi papá, mientras sacaba el cinturón. Los discursitos me
los pasaba por el forro, pero el cinturón era otra cosa. En una de estas
ocasiones, cuando me estaba dando una buena tunda en el culo, dije para
mis adentros: ¡A Dios pongo por testigo, que no me darán otra vez en el
culete si no es por propia voluntad! Eso lo dije tres o cuatro veces
más, pero la última ya fue verdad, y hasta ahora que me han investido de
praesides maximum. Ahora solo me fustiga quien quiero; a ti te
aguanto, porque en el fondo deseo tener un sitio preferente allí en tu
morada, rodeado de todos los buenos golfos que en el mundo han sido.
Pero me parece que el estirón de orejas se lo merecen más Etarreche o
Marianol que yo. Si quieres, la próxima vez que los vea, se lo doy de tu
parte, mientras les canto el cumpleaños feliz y les estiro la oreja un
palmo y medio. Por lo demás, me parecen bien tus consejos, aunque
tengo algunas dudas. Por ejemplo, ¿es mejor hervir a Etarreche o lo
frío? Si hervir, le echaré un poco de sal, le daré vueltas, luego echaré
la cebolla, que necesita bastante tiempo. Unos minutos más tarde, la
patata. Pero como la carne de semejante tipo seguro que está dura por
más que la hierva, la echaré un poco a la sartén. Al principio saltará,
por lo del agua, pero le pondré una tapadera. En cuanto se haya pasado
un poco, le echo todo el perejil del mundo, luego un poco de tomate y
hale, todo a la basura. Mi otra duda culinaria es la relacionada
con nuestro querido amigo del sur, que se nos quiere merendar nuestras
ciudades costeras, además del Serrajó. Todavía no sé si echarme en sus
brazos y decirle: tómame, que soy tuyo, o por el contrario ensartarlo en
un palo y hacerlo lentamente a last. ¿Cuál sería la salsa más sabrosa?
Como tenemos servicio, ya se me ha olvidado hasta de cómo se hace una
tortilla rancesa. Española jamás aprendí, porque en mi casa eso no se
estilaba. Siempre, como a mi ministro Moratones, nos gustó lo rancés, no
solo en lo sólido, sino también en lo líquido. Más de una vez fuimos a
Rancia para echar gasolina, pues era más buena y por supuesto mucho más
democrática. Ahora no, nos hemos puesto a la cabeza en cuanto a
petróleos democráticos, gases democráticos y petardadas democráticas.
¡Ay, se me olvidaba! Supongo que te habrás dado cuenta de la de
carteles de los buenos que hay este año con motivo de los carnavales.
Realizada la primera acometida en contra de los belenes, nos tocaba
ahora la burla blasfema con motivo de los carnavales. Como se trata de
algo simpático y transgresor, nos da manga ancha para insultar todo lo
que queramos a la Iglesia y a su fundador. Va a ser estupendo lo bien
que nos lo vamos a pasar y lo que nos vamos a reir, burlándonos de todo
lo sagrado, mientras los católicos se quedan calladitos en casa, muertos
de miedo, mirando a la pared con orejas de burro. Ya he pasado la
consigna de que hay que respetar la creatividad de los artistas, de que
hay que tener espíritu tolerante con las críticas, etcétera. Y al que
proteste lo pondremos de intolerante y de facha hasta la cabeza. ¡Ya
pasó la Inquisición, ya se murió el tío Paco, ya votamos lo que
queremos! Y al que no piense como nosotros, ¡caña, caña! En lo
del bebeuveahh! hemos tenido un pequeño tropezón, pero no dudo en que
todo salga según lo previsto. No en vano tenemos a Palanca cañoneando
sin parar para debilitar las posiciones del enemigo. Luego llegará la
fusilería, pero de momento hacemos lo que Blues en Caldea, la aviación.
Todo llegará. Por cierto, ahora que no se entera mi mujer, ¿está
Marilín Moonrow por ahí abajo? Recuerda que mi chalecito esté con vistas
al de Marilín. Te he de confesar que desde pequeñín soñé con ella, me
atraía mucho más que los libros de Derecho, he de reconocerlo. Y que
después de que ganara Ansar las elecciones, me dije en mi fuero interno:
bueno, siempre te queda el poster de Marilín. Así que el día que me
vaya para allá quiero sacar provecho a mi condición de portador de la
tarjeta de oro Master-Hades, y disfrutar de mi chalecito con vistas a
Marilín. Me darías un disgusto muy grande si me dijeras que no
está ahí, contigo, o que ya tiene un alma gemela. ¿Cómo se llamaba este
presidente? ¡Ah, ya me acuerdo!, sí, Bínnedy, John F. Bínnedy. Este
Bínnedy fue un listillo, pero nada más. No fue todo lo malo que pudo,
aunque dio lugar a bastantes escándalos todo hay que reconocerlo.
Incluso tuvo una doctrina que llegó a entusiasmar y engatusar a muchos,
que se quedó luego en un optimismo sin raíces, algo así como lo que yo
estoy vendiendo ahora a manos llenas. ¿Está usted preocupado? No se
preocupe, que Sutor le da kilo y medio de optimismo. ¿Y usted, don
Macario? Tenga, tres kilos. Y así. Luego, llegan a casa, abren la bolsa y
la encuentran vacía, lógicamente, porque el optimismo ni se crea ni se
destruye, solo se transforma. Así que este Bínnedy se dedicó a hacer de
prestidigitador, y llegó a convencer a millones de votantes de sus
delirios y deseos. Hasta mi padre seguía con intensidad las evoluciones
de Bínnedy y deseaba tener un vástago como él. ¡Te perdono, papá los
azotes en el culete, pero ese hijo soy yo! ¡Mírame, aquí estoy de praesides maximum, disputándole a brazo partido nada menos que a Marilín!
No acabó muy bien esta actriz, pero era algo previsible. Estos grandes
divos, estas grandes divas, acaban por estar tan alejados de la realidad
que mueren aplastados por su misma fama. ¡Ay, sí siento esa soledad del
gobernante! Cada vez que pienso en la odisea del Tallant Anglés me dan
ganas de llorar. ¿No me puedo comprar la ropa que quiera, sin necesidad
de que todo el mundo opine? ¿Si me gustan las camisetas interiores a
rayas verde moco y rosas, qué? ¿No eligen los demás? ¿Acaso el príncipe
de este mundo se va a condenar a comprar por catálogo? Este reproche de
mi mujer me viene una y otra vez a la cabeza y me atormenta más que
todas las tonterías de Etarreche de los últimos dos años. En fin,
así es la vida de un lider, de un lider mundial. Mi consuelo es que
contra viento y marea, el Barça se mantiene y consolida posiciones, ante
un auténtico mar proceloso para sus rivales. ¡Barça, Barça, Barça! Se despide tu amigo blaugrana, puño en alto, buscando en el baúl su próximo disfraz del carnaval, tu dilecto Sutor. Carta de Hades a Sutor. 25. Querido Sutor:
Una vez más has estado magnífico y me has sorprendido. Cierto es que
entre los mortales hay toda clase de golfos y tunantes, pero uno que lo
tenga casi todo y sea a la vez simpático no es tan frecuente. Esos,
además, no llegan tan lejos como tú; cuando quieren subir muy, muy
deprisa, se quedan estampados en cualquier pared. Los que van despacio,
muy despacio, se caen para atrás. Tú has saltado bien, y de momento vas
de liana en liana, por los pelos, pero te aguantas en el aire, mientras
te aplauden todos los monos. Si fracasas como presidente puedes intentar
ser “Sutor de los monos”, y exhibirte haciendo acrobacias. De tu
gran capacidad de actor no dudaba; lo que me ha sorprendido ha sido tu
excelente caracterización de los más variados personajes. Para
nochevieja te vestiste de Quijote, y la cosa anduvo bien porque hubo
bastos pero también copas. En esta ocasión todo ha sido un poco más
dificil, pues te has disfrazado de Julio César. Ya sé que ha habido
quien ha hecho muchas cábalas, pues Julio César, además de ser
republicano primero, general conquistador de las Galias después, fue
dictador, marchando contra Roma. De estas características, bien lo de ir
contra Roma, si se trata del diminuto Estado en él enclavado desde
época de Mussolini, que en mi seno está; lo de conquistador de las
Galias, hasta cierto punto, porque si bien los encuentros con los galos
se han prodigado, no tengo muy claro si les has conquistado para tu
futuro imperio o han sido ellos los que lo han hecho; de lo de
republicano, no me cabe la menor duda; y de lo de dictador, pues ya
sabes, hay momentos en los que uno se debe de sacrificar por la
colectividad. Lo malo es que, como no ignoras, poco pudo gozar Julio de
su dictadura, porque sus enemigos políticos, que amaban locamente las
esencias republicanas, lo asesinaron. Sí, cayó por amor a la república y
odio a la dictadura. ¡Sutor, te has disfrazado de dictador! ¡Si
Marianol se da cuenta, te hará trizas! Pero lo bueno es que nadie
te reconoció, o al menos no me han llegado aquí esas noticias. Y eso
que, nuevamente, y a pesar del riguroso secreto, volvisteis a coincidir
Marianol y tú en la fiesta de carnaval. ¿Lograste distinguir quién era?
Te daré tres opciones, a ver si aciertas. La primera, un romano
republicano, que no era otro sino Bruto, el justiciero –o asesino- de
César. El segundo, Harmodio, uno de los asesinos –o justicieros- del
tirano Pisístrato. El tercero, el anarquista Mateo Morral. ¿Qué, te
recuerdas o ni te fijaste? Fueron muy comentados, y hubo un momento en
que tuviste auténtico pánico, porque el arma que traía a un lado no
quedaba muy claro si era de plástico o de verdad... Las que sí se
vieron y distinguieron fueron vuestras esposas, cuando se encontraban
en el lavabo. Allí se retocaron un poco el rostro, momento en el cual se
reconocieron y dudaron durante un segundo, si abrazarse como durante la
borrachera de nochevieja, o tirarse de los pelos mutuamente. Al final
todo quedó en un desplante de nada. Las dos, que son muy astutas, no se
reunieron de inmediato con vosotros, para no delataros. Así que durante
todo el baile de disfraces la cosa estuvo bastante tranquila. Sí que es
verdad que había un alemán que no paraba de preguntar si es que hoy no
había un espectáculo incluido, aunque fuera de golpes y sin gambas.
Venía preparado, porque su atuendo era de noble vándalo, no sé si
asdingo o silingo. El camarero le dijo que no, y que si deseaba formular
una protesta en serio, le traería el libro de reclamaciones.
Ahora bien, para actuación buena la que tuviste antes y durante la
comparecencia de Etarreche en el Congreso de Desmemoriados. Te vi
perfectamente cuando ensayabas tus caras y muecas delante del espejo,
enarcabas las cejas, movías la oreja izquierda, la derecha, y te ponías
las manos como pantallas a la altura de las orejas, cerrando un poco los
ojos y diciendo para lo bajini: represento a los atávicos karistios,
uardulos y outrigones. Luego, cuando Etarreche intervino, te
dedicaste a hacer tanques de papel, soplando al final con ayuda de
Lupaalcava. Lograsteis movilizar en breve espacio de tiempo diez
unidades, todas apuntando hacia el posesor de un RH diferente y
diferenciador. Le apuntabas y le sonreías a la vez. Acerves,
levantándose un poco, intentaba ver qué tipo de papiroflexia hacías.
Pero el ángulo visual era muy malo. El caso es que entre Marianol y él
habían construido diez aviones, que en cualquier momento podían
atravesar el hemiciclo y disparar sus bombas en la presidencia. ¿Y qué
te imaginas que hacían los de Siu? Ni tanques ni aviones, sino huchas, per demanar calés. Y Lagordeta botijos. Al final de la sesión, el suelo se quedó hecho una lástima, esa es la verdad.
Pero lo mejor de todo fue, lógicamente, el encuentro en los urinarios
del Congreso. Ahí coincidisteis y tuvo lugar una conversación que pasará
a los anales de la historia como el “abrazo del urinario”. -Tienes la vejiga llena, eh Ibarreche. -Ya no, que aprovecho para mear de lo lindo en esta capital. -No me dirás que no te he dado una oportunidad para poder hablar aquí, entre tanto Desmemoriado.
-Sí, y lo agradezco. Pero como nadie me ha prestado un segundo de
atención, sino que os habéis dedicado a vuestras cositas, a vuestras
papiroflexias, yo también haré mis papeletas para votaciones. -Etarreche, ten cuidado que se me pueden hinchar las narices. -Y tú Sutor, mucho cuidado, que aún me queda vejiga para rato. -Chico, lo tuyo es como los pantanos del tío Paco, que no se acaban nunca. -Si tuvieras mi constitución racial no opinarías así. Nosotros, cuando orinamos, lo hacemos de cinco a seis minutos seguidos. -¡Oh! Resulta admirable. La verdad es que hace rato que he soltado la última gota, pero como veo que tú sigues...
-Hasta conseguir mis últimos objetivos. Al adversario hay que agotarlo.
Y superarlo en todo. Si meo durante más minutos que tú, es que tengo
derecho a decidir mi futuro como quiera. -No te pongas así, Etarreche. Porque si hacemos una competición de flexiones, no sabría quién iba a ganar. -¿Ah, sí? ¿Dónde quieres hacer las flexiones? ¿Apoyado en la pared, en el suelo, o subidos los pies a la taza del bater? -Lo del bater me parece muy original, Etarreche. Tú primero, anda. -Vale. Haré una primera tanda de diez flexiones y luego tú. Así hasta que uno de los dos falle. -Trato hecho. A la cuarta serie, cuando estabas hecho más que polvo, entró Marianol al servicio.
-¡Caramba, reunión secreta en los urinarios! ¿Qué veo? ¿Sutor haciendo
flexiones con los pies en el bater, mientras Etarreche mira divertido?
¿Qué es esto, cielos? Y salió corriendo. En el interior, Etarreche que lo había oido todo gracias a sus singulares radares, advirtió a Sutor. -Sutor, déjalo, que ha entrado Marianol y nos va a pillar aquí haciendo flexiones en el bater. -¡Uf, pues es verdad! Si nos pillan los del Pipi la fastidiamos.
-Un abrazo que recoja el espíritu del combate y el empate técnico
registrado hasta este momento, que se decidirá más adelante cómo queda. -Vale. A mis brazos, Etarreche.
Se abrazan los dos, mientras frotan sus manos con fruición en la
espalda del contrario, limpiándose. En ese justo momento, irrumpen
Marianol, Acerves, Zaplina y Nerón Rovira. -¡Se están abrazando! –grita Marianol-. -¡Se abrazan! –gime Acerves-. -¡Es un pacto de urinario, son ratas de alcantarilla! –exclama indignado Zaplina-. -¡Abrázate conmigo, Sutor! –exige Nerón Rovira-.
Etarreche se recompone, saluda con inclinación de orejas y se marcha un
tanto sonrojado. Sutor intenta salir, pero Nerón lo atrapa y le da un
nuevo abrazo con petons delante de los dirigentes del Pipi que se
lamentan de no haber traido una cámara o de tener un móvil nueva
generación con cámara incorporada. En fin, Sutor, como ves estoy
bien informado, pues he leído todo en el Inmundo y escuchado la radio
clerical, donde hablan del “pacto del urinario” casi a diario.
Cuídate y vete haciendo treinta flexiones todos los días. Ten en cuenta
que este Etarreche está más delgado que tú, y que no te puedes jugar la
integridad de la patria ni por el tamaño de la vejiga y la
correspondiente retención de la orina, ni por las flexiones que hagáis
con los pies en el bater. Por cierto, manda al tinte la americana, quedó fatal. Te maldice una y mil veces, Hades. Carta de Sutor a Hades. 25. Querido Hades:
Realmente fue tremendo todo aquello, aunque me asombra todo lo que
dices sobre la popularidad del mismo, y que se le llame y pase a los
anales de la historia como el “abrazo del urinario”. Me parece un poco
exagerado, pero no tengo esa visión histórica tan desarrollada como tú.
Mucho peor fue cuando tuve que dar explicaciones internas, a los de mi
partido, de todo lo sucedido en el urinario del Congreso. Desde los muy
susceptibles, como Cacerolo, que desde que volvió del viaje de novios
está muy, pero que muy sensible. Y se me dirige así, se acerca y dice: Tu quoque, Sutor mei?,
que me imagino lo que quiere decir, pero que como no estudié nunca
latín, pues se me escapa el matiz. Por otra parte, Lupaalcava me riñó
bastante, diciéndome que toda una brillante sesión parlamentaria se
puede venir abajo por una conversación tonta en el urinario. Bonus me ha
dicho que existe una braga-pañal muy buena, que absorbe todo; le he
respondido que se la regale a Etarreche, que seguro que se sobra a mares
y monta todo un espectáculo. Él me dijo que no, que han hecho la prueba
con un litro de agua y que lo aguanta todo. Yo le contesté que lo que
mea un tipo con un RH diferente y diferenciador no es una cosa normal,
sino superior. Bonus, el insolente Bonus, me dijo que si estaba tonto o
qué, así que le mandé a freir monas. El miedo lo tenía, no por lo
que me dijeran mis ministros, ni mis compañeros y compañeras de
partido, que iba a ser tremendo. Aunque también hubo alguna disputada
que me dijo: presi, cuando quieras me abrazo contigo. No, no, el
canguelo me entró cuando me iba acercando a mi palacio y sentía la
proximidad de mi esposa con el rodillo. Ya la imaginaba gritándome desde
lo alto de la escalera: “Descerebrado, obseso, qué has hecho en el
urinario? ¿Este es mi hombre, el que se abraza en los bateres con
Etarreche?”. Cuando quedaban doscientos metros antes de llegar, creo que
me hice “eso” en los pantalones. El chofer se debió dar cuenta porque
abrió la ventana. Me despedí con un: ¡menudo día he llevado! A lo que él
me repuso: “sí, sí, ya lo saben todos en la piel de toro”. Me quedé un
tanto corrido con la contestación, pero tenía prisa en llegar y
cambiarme de calzoncillos y pantalones, que estaba hecho un cisco.
Al ver mi mujer que sacaba el pantalón y el calzoncillo a donde la ropa
sucia, y que olía, me espetó: “¿no has llegado a tiempo o es por miedo?
¡Con lo orgullosa que estaba de ti, cuando te manifestabas e insultabas
a Ansar! ¡Pero ahora...!”. Eso me llegó al alma. “No, soy el valiente
de siempre, no lo dudes”. Me miró, y me dijo con lágrimas en los ojos:
“Lo del abrazo en los urinarios, ¿es cierto? ¿Hubo algo más?”. Yo la
tranquilicé: “No, cariño, no hubo nada más, palabrita de Manel Fazaña”.
En aquel momento me sentí derrotado del todo. Tras una jornada tan dura
y agotadora, finalizaba todo de esta manera. Experimenté una vez más la
soledad del líder, que ha de afrontar las cacas a destiempo a solas, o
casi. Empero, he de ser fuerte y luchar, luchar como Phidelio y no
desfallecer. Y quizá deba hacer caso al consejo de Bonus y comprarme una
braga-pañal que lo absorba todo. Al irnos a la cama, le insistí a mi mujer. -Cariño, palabrita de Manel Fazaña de que no ha habido nada entre Etarreche y yo, nada que no pueda contarte. -Pues seguro que ha habido algo más... -Bueno, lo que me admira es la vejiga que tiene y lo largo de su meada. -¡Qué dices! -Sí, sí. Etarreche, cuando mea, lo menos se pasa cinco que seis minutos. Es tremendo. -Cariño, ¿sabes bien qué es lo que estás diciendo?
-Por supuesto. Lo que hice, al ver que se me acababa el pis antes que a
él, fue plantearle otra actividad física, para defender la integridad
del territorio. -¿Otra actividad física, Sutor? ¿Pero qué me cuentas? -Sí, cariño. Nos apostamos a series de diez flexiones, con los pies en el bater, a ver quién aguantaba más. -¿Cuántas hiciste Sutor? -Menos mal que llegó Marianol, porque estaba ya que no podía más. -¿Y qué tal la vejiga de Marianol? -Pues no lo sé, porque se marchó escopeteado para buscar más testigos de la competición en los urinarios. -Momento que aprovechasteis para una despedida como buenos amigos... -Exacto. Pues un abrazo de despedida entre dos deportistas. Eso, dos deportistas.
-Me dejas mucho más tranquila, cariño. Desde mañana mismo, la próxima
vez que vea a la esposa de Marianol la retaré a hacer flexiones yo
también. Como estoy más cachas, le ganaré. -Buenas noches, pimpollo. -Buenas noches, atleta.
Y ése fue el final feliz de un día desgraciado. Pero como que me llamo
Sutor, que el próximo día, esto no quedará así. ¡Le haré morder el
polvo! Se despide con un abrazo, tu Sutor.•- •-• -••• •••-• Publio Cornelio
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