viernes, 11 de septiembre de 2015

Acróstico - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Un acróstico (del griego ákros: extremo, y stikhos:
línea o verso) es una composición poética o normal en la que las letras
iniciales, medias o finales de cada verso u oración, leídas en sentido
vertical, forman un vocablo o una locución. Por extensión se llama
también acróstico a la palabra o locución formada por esas letras.



Índice

Historia

Los poetas provenzales son por algunos considerados como los primeros
que se dedicaron a este género de composiciones y de ellos al parecer
lo aprendieron los poetas castellanos.1


Este tipo de artificio literario se ha extendido especialmente en
momentos literarios en los que las formas rebuscadas han tenido más
predicamento, como el Barroco literario.


Acrósticos célebres


Acróstico de Odoario, Catedral de Santa María de Lugo
El acróstico hace referencia al tipo de cuadro que a diferencia al
crucigrama que va con palabras guiado, este va a través de números
guiado desde una imagen y se rige por medio de dos bloques de
definiciones: uno para las palabras horizontales y otro para las
palabras verticales.


Basados en una pista (definición), debemos encontrar una palabra con
un determinado número de letras, indicado por la cantidad de casillas en
blanco. Cada respuesta se escribirá horizontalmente (de izquierda a
derecha), horizontal-invertida (de derecha a izquierda), verticalmente
(de arriba a abajo) o vertical-invertida (de abajo hacia arriba), según
sea pedido. Las líneas horizontales son llamadas también


El acróstico más característico de la lengua española está constituido por los versos que conforman el Prólogo de La Celestina de Fernando de Rojas, (1499), en cuyas octavas se puede leer la siguiente frase:


El bachiller

El silencio escuda y suele encubrir
Las faltas de ingenio en las torpes lenguas;
Blasón que es contrario publica sus menguas
Al que mucho habla sin mucho sentir.
Como la hormiga que deja de ir
Holgando por tierra con la provisión,
Iactóse con alas de su perdición:
LLeváronla en alto, no sabe dónde ir.
El aire gozando, ajeno y extraño,
Rapiña es ya hecha de aves que vuelan;


En el Cancionero general castellano se lee una octava de arte mayor de Luis Tovar bien que embebida alguna letra, porque las iniciales dicen Francina y el nombre era Francisca.
Tiene además otra particularidad y es que en el cuerpo de cada verso se
incluye el nombre de otra dama, siendo los nombres nueve entre todos, á
saber: Eloísa, Ana, Guiomar, Leonor, Blanca, Isabel, Elena, Maria y Francina.

Feroz, sin consuelo y sañuda dama,
Remedia el trabajo a nadie creedero,
A quien le siguió martirio tan fiero,
No seas leon ó reina, pues t'ama.
Cien males se doblan cada hora en que pene,2
Y en tí de tal guisa beldad pues se asienta,
No seas cruel en así dar afrenta
al que por te amar ya vida no tiene.
Los diez libros de Fortuna de Amor que escribió el poeta sardo Antonio de Lofraso y publicó en Barcelona en 1573, concluyen con una composición titulada Testamento de Amor que consta de 168 versos en 56 tercetos cuyas iniciales dicen:

Antony de Lofraso sart de Lalquer mefecyt estant en Barselona en lany myl y sincosents setanta y dos per dar fi al present lybre de Fortuna de Amor compost per servysy de lylustre y my señor Conte de Quirra.
En el drama La Corte del Buen Retiro de Patricio de la Escosura se lee un soneto acróstico cuyas iniciales dicen Isabel de Borbón.

Ira del cielo, amor, fueron tus tiros:
Sobre el que adora un imposible objeto:
Arde y su fuego, que ocultó el respeto,
Bramando exhala en rápidos suspiros.
En vano ablandan bronces y porfiros
Lágrimas de dolor. ¡Cruel Aleto!
Dura suerte! No muda un solo afeto,
En tanto el hombre cambia en raudos giros.
Bárbaro amor, concede una esperanza,
O que á olvidar me mueva su desprecio:
Rompe, sino, los lazos de la vida:
Baste ya lo sufrido á tu venganza
Oh! no escuches, amor, ni ruego necio:
No: ingrata sea: nunca aborrecida.
En el poema Cuatro inviernos de Jesús Hernández Gormaz se puede leer la siguiente frase:


Stefy, aguanta, quiero casarme contigo.

Si solo amarnos hicimos, lo tienen por delito,
te juro que no me rindo, unidos por un destino,
esperemos ese momento, que llegara su tiempo,
fuertes aguantaremos, que solo son cuatro inviernos,
y al fin ver el triunfo, juro que será eterno.
Aullo mientras cada luna
guardando desconsuelo
un millar y medio yo tengo
amanece y no hay luna
noches hay con lamento
tener noches sin ayuda
a la espera de mi luna.
Que por ti es que vivo
únicamente por ti
intento yo no llorar
esperándote hallar
risueña mi amada
otra primavera más.
Cuento los días que aun nos faltan
a espera que pase el invierno
se que duele nuestra espera
a que pasen cuatro inviernos
recuerda en cada mañana
mi prometida eres amada
eres quien falta en nuestra casa.
Crece mientras tanto bajo el frío del invierno
otra primavera que recordaremos
no olvides que solo serán cuatro
te digo que los superaremos
imagina la vida que después será
gozando nosotros de la primavera
olvida el invierno, la primavera eterna por siempre.

Acrósticos más largos

Uno de los acrósticos más largos, en lengua castellana, se encuentra recogido en el libro Las palabras del aire (1984) de José María Lorite.
El libro está compuesto por 31 sonetos. Leyendo la primera letra de
cada verso de cada uno de los sonetos, podemos leer un soneto más
(objeto del acróstico). En total son 441 versos en acróstico. El objeto
del acróstico se reproduce a continuación.


Quiero hacer estos versos con tomillo (Objeto del acróstico)

Quiero hacer estos versos con tomillo,
Para que nazcan tímidos y amables.
No los quiero grandiosos y admirables,
Los quiero campechanos y sencillos.
Quiero hacer estos versos con tomillo,
para que nazcan limpios, impecables,
Como un agua que fluye interminable,
Entre campos verdosos y amarillos.
Quiero una canción blanca, una semilla
que más tarde dé a luz un canto inmerso
En la vida más simple y más sencilla.
Quiero un canto sencillo al universo.
Aunque al final me salga una cuartilla,
Manchada con el barro de mis versos.
J. LORITE

Referencias


  • El Trivio y el cuadrivio, Joaquín Bastús, 1868


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