dirigir sus tropas contra Valencia en lugar de contra Barcelona, sede
del gobierno republicano, no porque temiera, según el historiador
Michael Alpert, que "Cataluña fuera un bocado difícil" sino porque "la
presencia de fuerzas alemanas e italianas en España hacía que un posible
acercamiento de Franco a la frontera francesa pudiera suscitar
tensiones internacionales".117 Se inicia así la ofensiva del Levante cuyo plan consistía en converger sobre Sagunto
(a unos 20 kilómetros al norte de Valencia) avanzado por la costa desde
Vinaroz y por el interior desde Teruel, para desde allí tomar Valencia.
La resistencia republicana fue dura especialmente cuando las fuerzas
"nacionales" tras conquistar Castellón de la Plana el 13 de junio alcanzaron la línea de fortificaciones llamada línea XYZ que se extendía desde Almenara, unos kilómetros al norte de Sagunto, en la costa hasta el río Turia en el interior. Allí las tropas "nacionales" tuvieron que detener su avance.118
enviada rápidamente por el general Franco dominó los aires y bombardeó y
ametralló constantemente las posiciones republicanas. Así que hacia el 2
o el 3 de agosto la maniobra republicana había fracasado ya que no se
iba a producir ninguna irrupción de unidades republicanas en el
territorio dominado por los sublevados.120
A partir de ese momento las operaciones se centraron en la bolsa de
territorio ganado por los republicanos al sur del Ebro, que estos
defendieron a toda costa mientras que los "nacionales" intentaban
desalojarlos de allí (a pesar de que algunos de los colaboradores del
general Franco le aconsejaron que abandonara el frente del Ebro una vez
detenido el avance republicano y reemprendiera la campaña contra
Valencia, pero Franco pensó, sin embargo, "que con la ayuda constante
que recibía desde Alemania e Italia en aviación y artillería pesada, con
su mayor flexibilidad logística (frente a un enemigo que no podía
llevar refuerzos a sus tropas por estar cerrada la frontera francesa) y
con el virtual bloqueo marítimo de las costas, podría destruir
lentamente lo mejor de las fuerzas de la República").121
Después de tres meses de duros combates, que causaron más de 60 000
bajas por cada bando, los republicanos tuvieron que retirarse y volver a
cruzar el Ebro en sentido contrario. El 16 de noviembre lo hacían las
últimas unidades poniendo fin así a la batalla del Ebro, la más larga de la guerra y que supuso una nueva victoria para el bando sublevado.122
Mientras se desarrollaba la batalla del Ebro estalló la crisis de los Sudetes de Checoslovaquia que podía conducir a la guerra en Europa. Negrín decidió entonces retirar las Brigadas Internacionales
para conseguir una actitud favorable hacia la República de las
potencias democráticas Francia y Gran Bretaña y lo mismo hizo el general
Franco al reducir la presencia de tropas italianas (aunque conservando
lo que realmente le interesaba de la ayuda fascista italiana: la
artillería, la aviación y los carros de combate) y garantizar a Gran
Bretaña y Francia que se mantendría neutral si estallara la guerra en
Europa. Sin embargo el cierre de la crisis con los acuerdos de Múnich del 29 de septiembre de 1938, según los cuales Checoslovaquia debería entregar los Sudetes
a Hitler, supuso una nueva derrota para la República en el plano
internacional porque el acuerdo significaba que las potencias
democráticas, Francia y Gran Bretaña, continuaban con su política de
"apaciguamiento" respecto de la Alemania nazi, y si no intervenían para
defender a Checoslovaquia menos lo harían para ayudar a la República
española.123 124
Diciembre 1938-Abril 1939: ofensiva sobre Cataluña y derrota de la República
pero los "nacionales" lograron rehacerse rápidamente por lo que a
principios de diciembre de 1938 ya estaban preparados para comenzar la ofensiva de Cataluña, "que sería la última significativa de la guerra",125 en un momento en que tras los acuerdos de Múnich
atacar Cataluña ya no implicaba el peligro de una reacción francesa
("Francia y Gran Bretaña habían aceptado, al menos tácitamente, la
continuación de la presencia italiana en España, y sólo deseaban el fin
del conflicto. Por su parte, Franco había garantizado su neutralidad en
caso de una guerra general").125
El ataque a Cataluña se retrasó a causa del mal tiempo y finalmente comenzó el 23 de diciembre
avanzando desde el sur y desde el oeste y encontrando una fuerte
resistencia durante las dos primeras semanas pero sobre el día 6 de
enero los restos del Ejército del Ebro habían quedado casi completamente diezmados, mientras que el otro grupo de ejércitos del GERO, el Ejército del Este, se batía en retirada. El jefe del Estado Mayor republicano el general Vicente Rojo
proyectó una maniobra de diversión en la zona centro-sur para aliviar
la presión sobre Cataluña pero ésta fracasó (hubo que desistir del
desembarco en Motril
por la debilidad de la flota republicana, "minada por la desidia, la
indisciplina y la falta de una clara dirección político-estratégica"; la
ofensiva en el frente de Extremadura tuvo escaso éxito dada la baja
moral y la falta de material y de medios de transporte que padecían los
ejércitos de la zona centro-sur (GERC) al mando del general Miaja).125
Así pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de
las tropas "nacionales" fue prácticamente imparable (gracias de nuevo a
la mejor preparación de sus mandos intermedios -comandantes,
tenientes-coroneles y coroneles-, a su superioridad artillera y aérea
por la presencia permanente de la Legión Cóndor
y de la aviación italiana y a que la flota sublevada bombardeó los
puertos impidiendo la llegada de material para las fuerzas
republicanas). Los "nacionales" en su avance hacían cada vez mayor
número de prisioneros, lo que "siempre constituye un indicio de la
descomposición de un ejército".126 Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero, Tárrega el 15, el 21 Villafranca del Panadés, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el río Llobregat.
Los destrozados ejércitos republicanos se retiraron hacia la frontera
francesa acompañados por una inmensa muchedumbre de civiles y de
funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras. El 26 de
enero los "nacionales" sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona,
abandonada por el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la
frontera francesa el 5 de febrero después de celebrar la última reunión
de lo que quedaba de las Cortes republicanas en el castillo de Figueras. Un día antes, el 4 de febrero, los "nacionales" habían ocupado Gerona.127 El general Vicente Rojo Lluch
comparó un año después desde el exilio lo que había sucedido en Madrid
en noviembre de 1936 y lo que había pasado en Barcelona en enero de
1939:128
¡Qué ambiente tan distinto! ¡Qué entusiasmo entonces! ¡Y quéEntre el 5 y el 11 de febrero los últimos restos de los dos ejércitos republicanos del GERO
decaimiento ahora! Barcelona cuarenta y ocho horas antes de la entrada
del enemigo era una ciudad muerta... [Se] perdió lisa y llanamente
porque no hubo voluntad de resistencia, ni en la población civil, ni en
algunas tropas contaminadas por el ambiente
cruzaron ordenadamente la frontera deponiendo sus armas y siendo
internados a continuación en campamentos improvisados situados en las
playas francesas a la intemperie.129
Mientras las tropas republicanas cruzaban la frontera francesa se producía la ocupación de Menorca por los "nacionales" gracias a la intervención británica, la única que se produjo en la Guerra de España.130 Para impedir que la estratégica isla de Menorca,
que durante toda la guerra había permanecido bajo soberanía
republicana, pudiera caer bajo dominio italiano o alemán, el gobierno
británico aceptó la propuesta del jefe franquista de la Región Aérea de
las Baleares, Fernando Sartorius, Conde de San Luis, para que un barco de la Royal Navy lo trasladara a Mahón
y negociar allí la rendición de la isla a cambio de que las autoridades
civiles y militares republicanas pudieran abandonarla bajo protección
británica. El gobierno británico puso en marcha la operación sin
informar al embajador republicano en Londres Pablo de Azcárate (que cuando más tarde se enteró presentó una protesta formal por haber prestado un buque británico a un "emisario de las autoridades rebeldes españolas"). Así en la mañana del 7 de febrero arribaba al puerto de Mahón el crucero Devonshire con el conde de San Luis a bordo, donde se entrevistó con el gobernador republicano el capitán de navío Luis González de Ubieta,
quien tras intentar infructuosamente contactar con Negrín, aceptó las
condiciones de la rendición al día siguiente. A las 5 de la madrugada
del 9 de febrero el Devonshire partía de Mahón rumbo a Marsella
con 452 refugiados a bordo. Inmediatamente Menorca fue ocupada por los
"nacionales" sin que participara ningún contingente ni italiano ni
alemán. La intervención británica dio lugar a un acalorado debate en la Cámara de los Comunes el 13 de febrero durante el cual la oposición laborista acusó al gobierno conservador de Neville Chamberlain
de haber comprometido al Reino Unido en favor de Franco. Al día
siguiente el representante oficioso del general Franco en Londres, el Duque de Alba, hizo llegar al secretario del Foreign Office Lord Halifax "la gratitud del Generalísmo y del gobierno nacional" por colaborar en "reconquistar Menorca"131
El día 9 de febrero
cruzó la frontera francesa el presidente del gobierno, Juan Negrín,
pero en Toulouse cogió un avión para regresar a Alicante al día
siguiente acompañado de algunos ministros con la intención de reactivar
la guerra en la zona centro-sur, el último reducto de la zona republicana.132
Allí se desató una última batalla entre los que consideraban inútil
seguir combatiendo y los que todavía pensaban que "resistir es vencer"
(esperando que las tensiones en Europa acabaran estallando y Gran
Bretaña y Francia, por fin, acudirían en ayuda de la República española,
o que al menos impondrían a Franco una paz sin represalias),133
pero el cansancio de la guerra y el hambre y la crisis de subsistencias
que asolaba la zona republicana estaban minando la capacidad de
resistencia de la población.124 El problema para Negrín, que instaló su cuartel general en una finca cercana a la localidad alicantina de Elda (cuyo nombre en clave era "Posición Yuste")
era cómo terminar la guerra sin combatir de manera distinta a la de
entrega sin condiciones. Su posición fue prácticamente insostenible
cuando el 27 de febrero,
Francia y Gran Bretaña reconocieron al gobierno de Franco en Burgos
como el gobierno legítimo de España, y al día siguiente el presidente de
la República Manuel Azaña que se encontraba en la embajada española en París renunció a su cargo.134
Mientas tanto estaba muy avanzada la conspiración militar y política
contra el gobierno Negrín dirigida por el jefe del Ejército del Centro,
el coronel Segismundo Casado, convencido de que "sería más fácil liquidar la guerra a través de un entendimiento entre militares" por lo que había entrado en contacto a través de la "quinta columna"
con el Cuartel General del "Generalísimo" Franco para una rendición del
ejército republicano "sin represalias" al modo del "abrazo de Vergara"
de 1839 que puso fin a la primera guerra carlista
(con la conservación de los empleos y cargos militares, incluida). Algo
a lo que los emisarios del general Franco nunca se comprometieron.
Casado consiguió el apoyo de varios jefes militares, entre los que
destacaba el anarquista Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo de Ejército, y de algunos políticos importantes, como el socialista Julián Besteiro,
que también había mantenido contacto con los "quintacolumnistas" de
Madrid. Todos ellos criticaban la estrategia de resistencia de Negrín y
su "dependencia" de la Unión Soviética y del PCE, que eran los únicos que apoyaban ya la política de Negrín.135
Probablemente en conexión con la conjura casadista, el 4 de marzo se produjo la sublevación de la base naval de Cartagena encabezada por militares profranquistas alentados por la quinta columna
que había desplegado una intensa actividad en la base y en la ciudad.
Durante el día 4 y el 5 tienen lugar combates entre los sublevados y los
resistentes republicanos. Y en medio de ellos, el almirante Miguel Buiza ordena a la flota republicana que abandone el puerto y la dirige a la base naval de Bizerta en el protectorado francés de Túnez, a pesar de que la sublevación había sido dominada en Cartagena por las fuerzas republicanas el día 7 de marzo.136 137
El 5 de marzo, al día siguiente del inicio de la sublevación de Cartagena, comenzó el golpe de Casado apoderándose sus partidarios de los puntos neurálgicos de Madrid y anunciando a continuación la formación de un Consejo Nacional de Defensa presidido por el general Miaja.
El Consejo emitió un manifiesto por radio dirigido a la "España
antifascista" en el que se deponía al gobierno de Negrín, pero no
hablaba para nada de las negociaciones de paz. Las unidades militares
controladas por los comunistas opusieron resistencia en Madrid y sus
alrededores pero fueron derrotados (hubo cerca de 2000 muertos). Al día
siguiente Negrín y su gobierno, junto con los principales dirigentes
comunistas, abandonaron España en avión para evitar ser apresados por
los "casadistas".138
Consumado el golpe de Casado, el general Franco se negó a aceptar un
nuevo "abrazo de Vergara", como Mola también lo había rechazado en el
primer día del golpe de 1936, y no concedió a Casado "ninguna de las
garantías imploradas casi de rodillas por sus emisarios [que sólo se
entrevistaron con miembros de baja graduación del Cuartel General], y
contestó a británicos y franceses, deseosos de actuar como
intermediarios en la rendición de la República para así contener la
influencia alemana e italiana sobre el nuevo régimen, que no los
necesitaba y que el espíritu de generosidad de los vencedores constituía la mejor garantía para los vencidos".139
sólo restaba preparar la evacuación de Casado y el Consejo Nacional de
Defensa. Estos embarcaron con sus familias el 29 de marzo en el
destructor británico que los trasladó a Marsella (el socialista Julián Besteiro decidió quedarse). Un día antes las tropas "nacionales" hicieron su entrada en Madrid y rápidamente los sublevados en su ofensiva final
ocuparon prácticamente sin lucha toda la zona centro-sur que había
permanecido bajo la autoridad de la República durante toda la guerra (el
29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Jaén, Almería y Murcia; el 30 de marzo Valencia y Alicante, y el 31 de marzo la ciudad de Cartagena).140 141 En Alicante
desde el día 29 de marzo unas 15.000 personas, entre jefes militares,
políticos republicanos, combatientes y población civil que habían huido
de Madrid y de otros lugares se apiñaban en el puerto a la espera de
embarcar en algún barco británico o francés, pero la mayoría no lo
lograron y fueron apresados por las tropas italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara. Muchos de los capturados fueron ejecutados allí mismo.142
El 1 de abril de 1939 la radio del bando rebelde ("Radio Nacional de España") difundía el último parte de la Guerra Civil Española, que decía lo siguiente:
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado
las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha
terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El
Generalísimo. Fdo. Francisco Franco Bahamonde.
sobre las marítimas y las marinas de ambos bandos evitaron las grandes
acciones de guerra por motivos políticos y estratégicos.143 Así después de los combates por el control del estrecho de Gibraltar
de 1936 las dos flotas no tuvieron "encuentros decisivos en el mar" y
"sus estrategias se movieron en contextos muy conservadores, tendentes
sobre todo a la conservación de sus efectivos".144
El historiador Michael Alpert en su estudio sobre "La guerra civil
española en el mar" afirma que las "dos marinas de guerra españolas
tuvieron que rehacerse" pero que la "gubernamental no consiguió estar a
la altura del momento y, a pesar de contar con la mayoría de las
unidades de la flota, desempeñó un papel defensivo durante la mayor
parte de la contienda". En cambio "la Marina de los sublevados aprovechó
al máximo sus exiguos recursos y la ayuda que recibió del extranjero".145
Desde principios del siglo XX
la función primordial de la marina de guerra ya no era destruir los
barcos del enemigo sino bloquear sus rutas marítimas, sus puertos e
impedir sus movimientos en la costa. Esto es lo que realizó cada vez con
más éxito la marina del bando sublevado
mientras que la marina que permaneció fiel al gobierno abandonó ese
objetivo después de las primeras semanas y adoptó una posición defensiva
cuyo objetivo era proteger las comunicaciones marítimas propias,
mientras los "nacionales" se esforzaban en interferirlas.146
Al principio de la Guerra Civil la marina del bando republicano era muy superior a la que quedó en manos de los sublevados pues estaba integrada por la práctica totalidad de la Armada española de entonces: el acorazado Jaime I (botado en 1914); los cruceros ligeros Libertad (botado en 1925), Miguel de Cervantes (botado en 1928) y Méndez Núñez (botado en 1923); dieciséis destructores en servicio o a punto de entregar; siete torpederos; doce submarinos (del submarino Isaac Peral (C-1) al submarino C-6 y del submarino B-1 al submarino B-6); un cañonero; cuatro guardacostas y la casi totalidad de la Aeronáutica Naval.147 148
A pesar de contar con una flota tan importante, el problema fue que a
lo largo de la guerra no se consiguieron superar los efectos de la
represión que tuvo lugar en el momento del golpe de estado de julio de
1936 cuando la marinería y los suboficiales se rebelaron para impedir
que los barcos se sumaran a la sublevación ya que la inmensa mayoría de
la oficialidad era partidaria del golpe.143 En una fecha tan avanzada como mayo de 1938 un informe presentado al presidente Juan Negrín sobre la situación de la flota señalaba la ausencia de eficacia y de disciplina. "En general la moral ofensiva de los mandos es pequeña y la moral de combate de las dotaciones es baja". Además apuntaba la presencia de la quinta columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de Cartagena ("Moral derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción", se decía). Informes posteriores indicaban que la situación no había mejorado.149
Además, a diferencia de lo que ocurrió con el bando sublevado que fue
apoyado por las armadas italiana y alemana, la República sólo recibió
de la URSS cuatro lanchas torpederas de clase G-5,
además de unos pocos mandos y especialistas en submarinos que, según un
informe "reservado y confidencial" presentado al presidente Negrín,
eran "considerados -dentro de la Flota- como huéspedes molestos a los
que hay soportar con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena".149
Por su parte, Francia y Gran Bretaña sólo participaron en alguna
ocasión puntual para evitar el apresamiento de buques propios por la
flota "nacional".
Así pues, por encima de alguna victoria ocasional, aunque espectacular, como el hundimiento del Baleares a principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos,
"la realidad era que la marina republicana se había centrado en el
servicio de protección del tráfico mercante, en el mantenimiento de un
canal suministrador de pertrechos de guerra y de alimentos".150
Pero ni siquiera esa función de escolta la desempeñó con pleno éxito,
como se señalaba en un informe del servicio secreto republicano (SIM)
de enero de 1939 en el que después de afirmar la "notoria inferioridad"
de la marina de guerra republicana respecto de la Marina de los
"nacionales" se decía:149
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin
hostilización por nuestra parte... y que su Marina Mercante navega sin
contratiempos por todos los mares, en tanto la nuestra, perseguida y
prácticamente indefensa, es presa fácil de los facciosos
a media que aumentaban las dificultades para el abastecimiento
procedente del exterior por vía terrestre, como consecuencia de los
cierres frecuentes de la frontera francesa, por lo que el mantenimiento
del "cordón umbilical" marítimo con la Unión Soviética
era vital para los republicanos. También cobraron cada vez más
importancia a medida que las derrotas republicanas se fueron acumulando y
el territorio de la zona republicana se redujo porque, especialmente tras la caída de Cataluña
a principios de febrero de 1939, "para los combatientes republicanos la
Base y la Flota eran una especie de salvaguarda para el caso de una
evacuación organizada o de última hora".151
Al principio de la Guerra Civil la marina del bando sublevado era muy inferior a la marina gubernamental pues sólo contaba con el acorazado España (botado en 1913 y que en julio de 1936 se encontraba en dique seco); los cruceros ligeros República, rebautizado como Navarra,
(botado en 1920 pero que se encontraba en reparaciones y no entró en
servicio hasta muy avanzada la guerra, en agosto de 1938), y el Almirante Cervera (botado en 1928); el destructor Velasco
(botado en 1923); cinco torpederos; tres cañoneras y cinco
guardacostas. Pero esta inferioridad se vio compensada muy pronto
gracias al control de los sublevados del principal astillero de la
marina en Ferrol donde estaba prácticamente terminado el crucero pesado Canarias -que entró en servicio en septiembre de 1936- y otro, el Baleares, a punto de ser entregado (entró en servicio en diciembre de 1936), junto con los dos únicos dragaminas de España (el dragaminas Júpiter, que entró en servicio a principios de 1937, y el dragaminas Vulcano, que entró en servicio a finales de ese mismo año).147 152
La inferioridad inicial de los sublevados se vio compensada también
con el apoyo con que contaron prácticamente desde el inicio de la guerra
de la Armada Italiana, que participó con cruceros auxiliares y
submarinos en el bloqueo de los envíos de armamento de la Unión Soviética, y de la alemana. El escándalo producido al hundir un submarino italiano por error un destructor británico, hizo que la Italia Fascista
dejara de participar directamente en acciones de guerra navales,
cediendo cuatro «submarinos legionarios» a los "nacionales" y
vendiéndoles cuatro destructores y dos submarinos.
Por su parte la Alemania nazi envió al Mediterráneo dos submarinos en la llamada Operación Úrsula, hundiendo un U 34 alemán el submarino republicano C3 frente a Málaga. Los alemanes aportaron cruceros, pero estos no intervinieron, salvo en el bombardeo de Almería por el Admiral Scheer el 31 de mayo de 1937, efectuado en represalia por el ataque aéreo que había sufrido el 28 de mayo de 1937 el acorazado de bolsillo Deutschland en Ibiza. Este llamado incidente del Deutschland
fue efectuado probablemente por tripulaciones rusas, sin conocimiento
por parte del mando republicano. Pero el escándalo internacional que
provocó hizo que la República dijese que era un error y que se trataba
de aviones republicanos que creían atacar al crucero pesado Canarias.
El bombardeo de Almería, que se había producido abiertamente
(exhibiendo el pabellón alemán), llegó a ser considerado como un posible
motivo para que la República declarara la guerra a Alemania (posición
defendida por el coronel Rojo
e Indalecio Prieto, en búsqueda de la generalización del conflicto a
toda Europa), pero finalmente se impuso la postura contraria de Negrín y
Azaña.153
Un informe del servicio secreto republicano (SIM)
de enero de 1939 señalaba la desventaja de la marina republicana
respecto de la "marina de guerra facciosa" que contaba con "un total de
cerca de 100 unidades -contando entre ellas un gran número de Cruceros auxiliares perfectamente artillados-".154
La guerra aérea y los bombardeos sobre poblaciones
La principal novedad en el campo de la guerra aérea de la contiendaespañola de 1936 a 1939 fue que "por primera vez en la historia la
aviación fue utilizada intensamente en misiones de bombardeo sobre la
retaguardia".155
</ref> Así "a partir de la guerra civil española las víctimas
podían estar a centenares de kilómetros de los lugares del
enfrentamiento bélico y ser sencillamente población civil indefensa".156
Dado que la aviación militar española en julio de 1936 estaba obsoleta
esto sólo fue posible porque ambos bandos recibieron ayuda de potencias
extranjeras que aportaron sus modernos bombarderos: el bando sublevado los Savoia-Marchetti S.M.81 y los Savoia-Marchetti S.M.79 de la Aviación Legionaria de la Italia fascista y los Junkers Ju 52 y Heinkel He 111 de la Legión Cóndor de la Alemania nazi; el bando republicano los Katiuskas de la Unión Soviética.156
El bando nacional
utilizó en repetidas ocasiones el "bombardeo de terror", como lo llaman
Solé i Sabaté y Villarroya, cuyo único objetivo era la población civil
para desmoralizarla y empujarla a la rendición. Esta estrategia la
inició en Madrid cuando en noviembre de 1936 fracasó el ataque frontal
contra la ciudad y la continuó con el bombardeo de Durango, el bombardeo de Guernica, el bombardeo de Lérida, los bombardeos aéreos de Barcelona en enero de 1938, los bombardeos aéreos de Barcelona en marzo de 1938,157 el bombardeo del mercado central de Alicante, el bombardeo de Granollers
y los bombardeos sobre diversas poblaciones catalanas en los meses
finales de la guerra, especialmente los de Figueras, y cuyas víctimas
principales fueron mujeres y niños en un momento en que el ejército
republicano ya no existía en Cataluña.158 El único posible caso de "bombardeo de terror" por parte del bando republicano fue el de Cabra
en noviembre de 1938, pero todo parece indicar que se trató de un
terrible error cometido por los pilotos que confundieron el mercadillo
de la ciudad con un campamento de tiendas de campaña de una unidad
italiana que, según la orden que habían recibido, había que buscar y
destruir.159
lista la encabezan las tres principales ciudades republicanas,
Barcelona, Madrid y Valencia, seguidas por Tarragona, Reus, Lérida, Badalona, Granollers, Gerona, San Feliu de Guíxols, Palamós, Figueras, Colera, Portbou y Perelló en Cataluña; Alicante, Sagunto, Gandía, Denia y Cartagena en la costa de Valencia y Murcia; y en Vizcaya Durango y Guernica, esta última convertida en el símbolo de las atrocidades de los bombardeos del bando sublevado, y que tuvo un enorme impacto a nivel internacional.160
En cuanto al número de víctimas también existe una enorme diferencia
entre las causadas por los bombardeos republicanos, unas 1100, y las
causadas por los bombardeos del bando franquista, alrededor de 9000 (Barcelona 2500 muertos; Madrid, 2000; Valencia, cerca de 1000; Alicante cerca de 500; Durango, Guernica, Lérida, Tarragona, Granollers, Figueras y Cartagena más de doscientos muertos cada una; Bilbao, Reus, Badalona y Alcañiz cerca de 200; Játiva más de 100 muertos; y pequeños pueblos cuyos muertos fueron inferiores a este número).161
Así fue como "la aviación se convirtió en un arma decisiva y la
actuación de la aviación italiana y alemana fue determinante en la
victoria del ejército franquista".156
Otros hitos de la guerra aérea durante la guerra civil española son
que durante la misma probablemente se efectuó el primer puente aéreo de
la historia; que en los aviones de caza empezó a primar el techo y la
velocidad lo que supuso el fin de los biplanos y además se demostró su
importancia para el dominio del aire y evitar así los bombardeos
enemigos (incluso por la noche); que se realizaron ataques aéreos a
unidades navales, en puerto y en el mar; que se emplearon aviones de
bombardeo en picado para lanzar víveres y mensajes de ánimo a posiciones
sitiadas, como el Alcázar de Toledo o el Santuario de Santa María de la Cabeza,
y para los "bombardeos ideológicos", mediante el lanzamiento de
octavillas y soflamas a las ciudades que estaban en la retaguardia, como
el "bombardeo del pan" sobre Alicante.
Evolución de la zona sublevada
fue el "Generalísimo" de las fuerzas sublevadas y el "Jefe del Gobierno
del Estado". Después del fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre
de 1936 y marzo de 1937) y con la perspectiva de que la guerra iba a ser
larga el "Generalísmo" Franco con la ayuda de su cuñado Ramón Serrano Suñer comenzó a configurar la organización política del "Nuevo Estado". El primer paso fue el Decreto de Unificación de abril de 1937 por el que todas las fuerzas políticas que apoyaban el "alzamiento nacional", y singularmente los falangistas y los carlistas que eran quienes con sus milicias más habían contribuido a la guerra, fueron integradas bajo un único partido denominado Falange Española Tradicionalista y de las JONS. El paso siguiente fue la organización del "Nuevo Estado" que fue la tarea encomendada por el "Generalísmo" a su primer gobierno nombrado el 30 de enero de 1938 (y que sustituyó a la Junta Técnica del Estado).162
La construcción del "Nuevo Estado" fue acompañada de la destrucción de todo lo que tuviera que ver con la República. Así en la zona sublevada, al contrario de lo que estaba sucediendo en la otra zona (en la que se había desencadenado la revolución), se procedió a una "contrarrevolución",
llevándose a cabo "una sistemática represión de las personas, las
organizaciones y las instituciones que en alguna forma, real o, incluso,
imaginaria, pudieran entenderse ligadas a esa República revolucionaria,
o en manos de revolucionarios, a la que se decía combatir".163
La Junta de Defensa Nacional
y en sucesivos decretos extendió el estado de guerra que los los
sublevados habían proclamado en cada sitio a toda España (lo que sirvió
de base para someter a consejos de guerra sumarísimos a todos los que se opusieran a la rebelión militar),166 ilegalizó los partidos y sindicatos del Frente Popular y prohibió todas las actuaciones políticas y sindicales obreras y patronales "mientras duren las actuales circunstancias" (Decreto del 25 de septiembre).167
Así el 21 de septiembre de 1936 tuvo lugar en una finca de los
alrededores de Salamanca la primera reunión a la que asistieron los
generales de la Junta de Defensa Nacional, con el añadido de los generales Orgaz, Gil Yuste y Kindelán. Allí los reunidos discutieron sobre la necesidad del mando único de las fuerzas sublevadas y nombraron para el cargo al general Franco pues era quien mandaba el ejército que estaba a punto de conseguir la entrada en Madrid (el Ejército de África estaba cerca de Maqueda a sólo 100 kilómetros de la capital) y el que había obtenido la ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista,
y que venía tratando con ellos. Pero una vez decidido el mando único en
el terreno militar aún quedaba por dilucidar el mando político.168
Entonces el general Franco realizó una "jugada maestra": ordenar que
las columnas que avanzaban hacia Madrid se desviaran hacia Toledo para liberar el Alcázar
y así levantar el cerco de dos meses al que llevaban sometidos un
millar de guardias civiles y falangistas además de algunos cadetes de la
Academia de Infantería al mando de su director, el coronel Moscardó,167 y que tenían retenidos "como rehenes a mujeres y niños de conocidos militantes de izquierda".169 "La toma del Alcázar agrandó la leyenda del general Franco. La famosa frase de Moscardó sin novedad en el Alcázar,
repetida ante Franco y numerosos periodistas dos días después de su
liberación, fue adecuadamente propagada. Franco era el salvador de los
héroes sitiados, el símbolo de un ejército dispuesto a ganar la guerra a
cualquier precio".170
El 28 de septiembre de 1936, el mismo día en que el Alcázar de Toledo
fue liberado, se celebró la segunda reunión de los generales en
Salamanca para decidir quién ostentaría el mando político. El elegido
fue el general Franco al que sus compañeros de sublevación nombraban no
sólo “Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire", sino también "Jefe del Gobierno del Estado español, mientras dure la guerra".83 Pero cuando fue publicado al día siguiente el decreto nº 138
de la Junta de Defensa Nacional con su nombramiento se había
introducido un importante cambio en el texto: se había suprimido la
coletilla "mientras dure la guerra", y al nombramiento del general Franco como "Jefe del Gobierno del Estado Español" se le añadía "quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado".
Este decreto de 29 de septiembre de 1936 sería el fundamento de la
legitimidad del poder del "Generalísimo" durante los siguientes 39 años.167
El general Franco, «Generalísimo» y «Caudillo»
Un día antes el obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel había hecho pública una pastoral en la que presentaba la guerra como "una cruzada por la religión, la patria y la civilización", dando una nueva legitimidad a la causa de los sublevados: la religiosa. Así el "Generalísmo”, no era sólo el "jefe y salvador de la Patria", sino también el "Caudillo" de una nueva "Cruzada” en defensa de la fe católica y del orden social.170
el hermano mayor del "Generalísmo". Su ocupación fue "rectificar toda
la legislación republicana volviendo las cosas a su punto anterior".167
La sede de la Junta Técnica del Estado se estableció en Burgos aunque la capital política de la "España nacional" era Salamanca donde residía el poder militar, pues allí se encontraba el Cuartel General del "Generalísimo" Franco.167
El Decreto de Unificación de abril de 1937
se produjo cuando tras el fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre
de 1936 y marzo de 1937) se planteó la necesidad de crear un "partido
único", siguiendo el modelo de la Dictadura de Primo de Rivera, a partir de la fusión de los carlistas y falangistas.173
Desde el Cuartel General del Generalísimo el nuevo asesor de Franco Ramón Serrano Súñer
(cuñado del "Caudillo" y antiguo diputado de la CEDA que había llegado a
Salamanca evadido de la "zona roja") propició un acercamiento entre la Comunión Tradicionalista y Falange Española y de las JONS
con vistas a su fusión, pero las diferencias ideológicas y políticas
que les separaban eran casi insalvables (pues eran las que separaban el tradicionalismo del fascismo),
y además había otro obstáculo que era innegociable: que al frente del
"partido único" se situara el propio general Franco. Es decir, que ambas
partes tenían que aceptar que la nueva formación política quedaría
supeditada al poder personal del "Generalísmo", vértice del poder
militar y político. Para apoyar esta idea se difundió desde el Cuartel
General de Salamanca el lema "Una patria, un Estado, un Caudillo", copia del lema nazi "Ein Volk, ein Reich, ein Führer" ('un pueblo, un Estado, un caudillo').174
Se produjeron contactos entre falangistas y carlistas pero no
fructificaron y todo el proceso no dejó de crear tensiones en el seno de
ambos partidos que se tradujeron en el caso de los falangistas en los "sucesos de Salamanca"
de abril de 1937, durante los cuales varios falangistas murieron en los
enfrentamientos entre los partidarios de la fusión y de la supeditación
al poder militar (encabezados por Sancho Dávila y Agustín Aznar) y los contrarios a ella (encabezados por Manuel Hedilla).175
Finalmente, el Cuartel General de Franco decidió actuar, y el mismo
día en que los falangistas contrarios a la fusión celebraron un Consejo
Nacional en el que eligieron a Manuel Hedilla como "jefe nacional", el
domingo 18 de abril,176 el propio general Franco anunció que se iba a promulgar al día siguiente un Decreto de Unificación de Falange y la Comunión Tradicionalista, que pasaban a estar ahora bajo su jefatura directa como "jefe nacional" del mismo.177
Franco una semana después mandó detener a Manuel Hedilla (junto con
otros falangistas disidentes) cuando se negó a integrarse en la Junta
Política del nuevo partido como simple vocal y además comunicó a sus
jefes provinciales que obedecieran únicamente sus propias órdenes.178
"Para que no quedara duda sobre la ubicación del poder en lo que ya
comenzaba a llamarse Nuevo Estado, Hedilla fue juzgado y condenado a
muerte por su manifiesta actuación de indisciplina y de subversión frente al Mando y el Poder únicos e indiscutibles de la España nacional. A todos debía quedar claro que la unidad de mando militar sería en el futuro unidad de mando político".179 Pero el "Generalísimo" Franco siguió los consejos de la hermana del "Ausente" Pilar Primo de Rivera
(líder del sector "puro" de Falange), de Serrano Suñer y del embajador
alemán e indultó a Hedilla, aunque éste pasó cuatro años en la cárcel y
cuando salió de ella quedo apartado de la vida política.180
En los estatutos del "partido único" publicados el 4 de agosto se
estableció que el "Caudillo" sólo sería "responsable ante Dios y ante la
Historia", y ante nadie más.181
Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campaña del Norte, el general Mola,
el "Director" de la conspiración militar que había dado el golpe de
estado de julio de 1936 con el que comenzó la Guerra Civil, moría cuando
el avión en el que viajaba se estrelló en una colina del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.182
Mola solía emplear el avión con frecuencia en sus desplazamientos y no
existen pruebas de que hubiera sabotaje, aunque la muerte favorecía
claramente a Franco al eliminar al "Director" como rival.182 El embajador alemán escribió poco después: "Sin duda Franco se siente aliviado por la muerte del general Mola".183
En octubre de 1937 fueron nombrados por el "Generalísmo" Franco los 50 miembros del Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pasó de ser un órgano meramente consultivo.184 Lo mismo se podía decir de la FET y de las JONS, cuya única actividad quedaba reducida en la práctica a efectuar propaganda.185
Sin embargo, los dirigentes de Falange ocuparon muchos de los puestos
más importantes en la administración del "Nuevo Estado" y en el partido.183
El nacimiento del «Nuevo Estado»
por la que se creaba una estructura administrativa que adoptaba la
forma ministerial, y con el nombramiento el 30 de enero de su primer
gobierno en el que el propio Franco asume la Presidencia, mientras que Francisco Gómez-Jordana (hasta entonces presidente de la Junta Técnica del Estado) era el Vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores. Sin embargo, el personaje más destacado del gabinete era Ramón Serrano Súñer, ministro de Gobernación y el cuñadísimo de Franco.186 En este gobierno se prefiguró ya la amalgama ideológica que sería siempre en el futuro el franquismo: "su conservadurismo tradicional, y su derechismo reaccionario".187
Será este gobierno el que inicie el proceso de institucionalización del "Nuevo Estado", con la promulgación del "Fuero del Trabajo", basado en la Carta del lavoro del fascismo italiano,188 y que constituyó la primera de las siete Leyes Fundamentales de la Dictadura Franquista que funcionaron a modo de "constitución" del nuevo régimen;189 190 la derogación del Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1932 y la promulgación de una serie de órdenes y decretos que prohibían el uso del catalán en los documentos públicos y en la conversación privada;190 la Ley de Prensa que sometía a los periódicos a la censura previa y atribuía al gobierno el nombramiento de los directores de periódicos;190 la reintroducción de la pena de muerte que había abolido la República;189 la aprobación de una Ley de Enseñanza Media que garantizaba a la Iglesia católica una absoluta autonomía en la educación secundaria.190
Según Julián Casanova el fascismo y el catolicismo
fueron las dos ideologías sobre cuya amalgama se construyó el "Nuevo
Estado". El proceso de fascistización era evidente por la exaltación del
líder, el "Caudillo", como el Führer o el Duce;
el saludo brazo en alto establecido como "saludo nacional"; los
uniformes y la simbología falangista; etc. Y al mismo tiempo
proliferaban los ritos y manifestaciones religiosas católicas como las
procesiones, las misas de campaña o las ceremonias político-religiosas
que imitaban supuestas formas medievales.188
El 19 de abril de 1939, diecinueve días después del "último parte" en el que el "Generalísimo" Franco declaraba "la guerra ha terminado", se celebró en Madrid el "desfile de la Victoria presidido por el "Caudillo". Antes de empezar la parada militar el general Varela le impuso "en nombre de la Patria" a Franco la "Gran Cruz Laureada de San Fernando",
"que tanto había ambicionado desde sus campañas africanas y que tuvo
que acabar autootorgándosela" en un decreto firmado por él mismo y que
fue leído por el general conde de Jordana al inicio del acto. Al día siguiente el diario ABC de Madrid titulaba su crónica: "España, en el gran desfile militar ante el Caudillo, muestra al mundo el poderío de las armas forjadoras del nuevo Estado".
Un mes después el general Franco ofrendaba su espada de caudillo
victorioso a Dios en una ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia
madrileña de Santa Bárbara y presidida por el cardenal primado de
Toledo Isidro Gomá.191
Evolución de la zona republicana
La reacción del gobierno a la sublevación militar
se había iniciado una sublevación militar. Al día siguiente la
sublevación se extendió a la península y las organizaciones obreras (CNT y UGT) reclamaron "armas para el pueblo" para acabar con ella, a lo que el gobierno de Santiago Casares Quiroga se negó.192
Por la noche de ese sábado 18 de julio Casares Quiroga presentó su dimisión al presidente de la República Manuel Azaña y éste encargó a Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes y líder de Unión Republicana,
que formara un gobierno que consiguiera "detener la rebelión" sin
recurrir al apoyo armado de las organizaciones obreras. Martínez Barrio
incluyó en su gabinete a políticos moderados y dispuestos a llegar a
algún tipo de acuerdo con los militares sublevados193
y en la madrugada del sábado 18 al domingo 19 de julio, habló por
teléfono con el general Emilio Mola, "El Director" de la sublevación,
pero éste se negó rotundamente a cualquier tipo de transacción. Así el
"gobierno de conciliación" de Martínez Barrio dimitió y Azaña nombró el
mismo domingo 19 de julio nuevo presidente del gobierno a un hombre de
su partido José Giral,
que formó un gobierno únicamente integrado por republicanos de
izquierda, aunque con el apoyo explícito de los socialistas, que tomó la
decisión de entregar armas a las organizaciones obreras, algo a lo que
también se había negado Martínez Barrio porque, al igual que Casares
Quiroga, consideraba que ese hecho traspasaba el umbral de la defensa
constitucional y "legal" de la República.194
A causa de esta decisión de "entregar armas al pueblo" el Estado
republicano perdió el monopolio de la coerción, por lo que no pudo
impedir que se iniciara una revolución social,
ya que las organizaciones obreras no salieron a la calle "exactamente
para defender la República... sino para hacer la revolución. (...) Un
golpe de estado contrarrevolucionario, que intentaba frenar la
revolución, acabó finalmente desencadenándola".195
La revolución social de 1936 y el gobierno de José Giral (julio-septiembre 1936)
Véase también: Revolución social española de 1936
La entrega de armas a los partidos y organizaciones obreras hizo que éstas constituyeran rápidamente "miliciasarmadas para hacer frente a la rebelión en el terreno militar y para
proceder a una profunda revolución social (desentendiéndose de las
autoridades republicanas, a las que no derribaron): incautaron y
colectivizaron explotaciones agrarias y empresas industriales y
mercantiles para asegurar la continuidad de la producción y distribución
de bienes, y se hicieron cargo del mantenimiento de las principales
funciones competencia del Estado. La producción, el abastecimiento de la
población, la vigilancia, la represión, las comunicaciones y el
transporte, la sanidad, quedaron en manos de comités sindicales, que en
no pocas localidades suprimieron la moneda para sustituirla por vales.
Ante el hundimiento de los mecanismos del poder público ["un gobierno
que reparte armas es un gobierno que se ha quedado sin instrumentos para
garantizar el orden público e imponer su autoridad"], surgió en el
verano de 1936 un nuevo poder obrero, que era a la vez militar,
político, social, económico”.196 "En el País Vasco, sin embargo, donde el PNV había rechazado la coalición con la CEDA en las elecciones de febrero de 1936 y apoyado a la izquierda en la tramitación del Estatuto de Autonomía,
finalmente aprobado el 1 de octubre de 1936, no hubo revolución social y
un partido católico y nacionalista se mantuvo hasta junio de 1937 al
frente de un gobierno autónomo con poder sobre poco más que el
territorio de Vizcaya".197
Los comités que surgieron por todas partes eran autónomos y no reconocían límites a sus actuaciones,198
pero la paradoja fue que al mismo tiempo la revolución no acabó con el
Estado republicano, sino que simplemente lo ignoró y lo redujo a la
inoperancia. En Cataluña se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas, pero el gobierno de la Generalidad no fue destituido y continuó en su puesto. En Valencia apareció el Comité Ejecutivo Popular. En Málaga y Lérida surgieron sendos Comités de Salud Pública. En Cantabria, Gijón y Jaén, comités provinciales del Frente Popular (Comité de Guerra de Gijón, Comité Popular de Sama de Langreo,
etc). En Vizcaya, una Junta de Defensa. En Madrid se constituyó un
Comité Nacional del Frente Popular, que organizaba milicias y la vida de
la ciudad, pero junto a él seguía existiendo el gobierno de José Giral formado sólo por republicanos de izquierda.199
Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus
manos, no dejó de actuar, especialmente en el plano internacional. Fue
este gobierno el que pidió la venta de armas al gobierno del Frente
Popular de Francia, y al no conseguirla, luego a la Unión Soviética, para lo cual dispuso de las reservas del oro del Banco de España.
En el plano interior destituyó a los funcionarios sospechosos de apoyar
la sublevación y dictó las primeras medidas para intentar controlar las
"ejecuciones" indiscriminadas, arbitrarias y extrajudiciales de
"fascistas" que llevaban a cabo decenas de "tribunales revolucionarios",
también conocidos como "checas", montadas por las organizaciones y partidos obreros que habían impuesto el "terror rojo"
en Madrid y en otros lugares. Así el gobierno Giral creó los tribunales
especiales "para juzgar los delitos de rebelión y sedición y los
cometidos contra la seguridad del Estado". Sin embargo estos "tribunales
populares" no acabaron con las actividades de las "checas" que
siguieron asesinando "fascistas" mediante los "paseos"
(detenciones ilegales que acababan con el asesinato del detenido y cuyo
cadáver eran arrojado en una cuneta o junto a la tapia de un
cementerio) o las "sacas" (excarcelaciones de presos que supuestamente iban a ser puestos en libertad pero que en realidad eran llevados al paredón).200
Cuando el 3 de septiembre de 1936 el Ejército de África sublevado tomó Talavera de la Reina (ya en la provincia de Toledo, después de haber ocupado Extremadura), y además también caía Irún en manos de los sublevados (con lo que el norte quedaba aislado del resto de la zona republicana), José Giral presentó la dimisión al presidente de la República Manuel Azaña.78
El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936-mayo 1937)
Véase también: Sucesos de mayo de 1937
una de las dos centrales sindicales que estaban protagonizando la
revolución. Largo Caballero, que además de la presidencia asumió el
ministerio clave de Guerra, entendió este gobierno como una gran
"alianza antifascista", y así dio entrada en el gabinete al mayor número
posible de representaciones de los partidos y sindicatos que luchaban
contra la rebelión "fascista" (como llamaban las organizaciones obreras a
la sublevación militar de julio). Pero el gobierno no se completó
realmente hasta dos meses después, cuando el 4 de noviembre (en el momento en que las tropas sublevadas ya estaban a las afueras de Madrid) se integraron en él cuatro ministros de la CNT, entre ellos la primera mujer que fue ministra en España, Federica Montseny.201
El nuevo gobierno de Largo Caballero, autoproclamado "gobierno de la
victoria", enseguida concluyó que había que dar prioridad a la guerra, y
de ahí el programa político que puso en marcha inmediatamente, cuya
principal medida fue la creación de un nuevo ejército y la unificación
de la dirección de la guerra (que incluía la incorporación de las milicias a las brigadas mixtas y la creación del cuerpo de comisarios).
Así pues, los dirigentes sindicales de UGT y CNT al aceptar e impulsar
este programa "estuvieron de acuerdo en que la implantación del
comunismo libertario, a que aspiraba la CNT, o de la sociedad
socialista, que pretendía la UGT, debía esperar al triunfo militar".202
Pero todas estas medidas no consiguieron paralizar el avance hacia
Madrid del Ejército de África y el 6 de noviembre ya estaba a punto de
entrar en la capital. Ese día el gobierno decidió abandonar Madrid y
trasladarse a Valencia, encomendando la defensa de la ciudad al general Miaja que debería formar una Junta de Defensa de Madrid. "Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio explicación pública alguna".85
"Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos
sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños
fueron capaces de organizar su defensa. Madrid resistió el primer embate
y rechazó los siguientes, deteniendo así el avance del ejército
rebelde".86
El segundo gran objetivo del gobierno de Largo Caballero fue restablecer la autoridad del gobierno y de los poderes del Estado.203
Pero no se resolvieron las tensiones con los gobiernos de las "regiones
autónomas" de Cataluña y el País Vasco, ni con los consejos regionales
que habían surgido en otros sitios. En Cataluña, el gobierno de la
Generalidad, que el 26 de septiembre incorporó a varios consejeros de la
CNT y del POUM por lo que el Comité de Milicias Antifascistas quedó disuelto, organizó su propio ejército y el 24 de octubre aprobó el decreto de colectividades,
cuestiones ambas que excedían el ámbito de sus competencias. En cuanto
al País Vasco, el 1 de octubre las Cortes aprobaban el Estatuto de
Autonomía de Euskadi y el nacionalista vasco José Antonio Aguirre fue investido "lehendakari"
del gobierno vasco, entre cuyos miembros no incluyó a ningún
representante de la CNT (en el País Vasco no había habido revolución
social ni apenas violencia anticlerical y las iglesias continuaron
abiertas). Aguirre construyó un Estado "cuasi soberano" sobre el
territorio vasco que todavía no había sido ocupado por el bando sublevado y que prácticamente se reducía a Vizcaya. Además de una policía vasca, la Ertzaina,
creó un ejército propio y no aceptó el mando del general que envió el
gobierno de Madrid para ponerse al frente del Ejército del Norte. En
cuanto al Consejo de Aragón, dominado por los anarquistas, el gobierno de Largo Caballero no tuvo más remedio que legalizarlo.204
En la primavera de 1937, tras la decisión del "generalísimo" Franco
de poner fin por el momento a la toma de Madrid después de la victoria
republicana en la batalla de Guadalajara,
se abría la perspectiva de una guerra larga y pronto estalló la crisis
entre las fuerzas políticas que apoyaban a la República.205 El conflicto fundamental fue el que enfrentó a los anarquistas de la CNT, que defendían la compatibilidad de la revolución con la guerra,206 207 y a los comunistas del Partido Comunista de España (PCE) y del PSUC
en Cataluña, que entendían que la mejor forma de frenar la sublevación
militar era restablecer el Estado republicano y aglutinar a todas las
fuerzas de la izquierda política,
incluidos los partidos de la pequeña y mediana burguesía, por lo que
debía paralizarse la revolución social y dar prioridad a la guerra. Sin
embargo, Santos Juliá
afirma, en contra de la opinión de otros historiadores, que en la
primavera de 1937 entre las fuerzas que apoyaban al gobierno de Largo
Caballero "la divisora no corría entre guerra y revolución sino entre
partidos y sindicatos" porque la prioridad dada a la guerra ya se había
decidido el 4 de septiembre cuando se formó el gobierno de Largo
Caballero, al que dos meses después se sumaron los cuatro ministros
anarquistas.208
La crisis estalló por los enfrentamientos iniciados en Barcelona el
lunes 3 de mayo de 1937 cuando un destacamento de la Guardia de Asalto
por orden de la Generalidad intentó recuperar el control sobre el
edificio de la Telefónica en la plaza de Cataluña, en poder de la CNT desde las jornadas "gloriosas" de julio de 1936. Varios grupos anarquistas respondieron con las armas y el POUM
se sumó a la lucha. En el otro bando, la Generalidad y los comunistas y
socialistas unificados en Cataluña bajo un mismo partido (el PSUC) hicieron frente a la rebelión, que ellos mismos habían provocado, y la lucha se prolongó varios días. El viernes 7 de mayo
la situación pudo ser controlada por las fuerzas de orden público
enviadas por el gobierno de Largo Caballero desde Valencia, ayudadas por
militantes del PSUC, aunque la Generalidad pagó el precio de que le fueron retiradas sus competencias sobre orden público.209 El enfrentamiento en las calles de Barcelona fue relatado por el británico George Orwell en su Homenaje a Cataluña.
Los "sucesos de mayo de 1937"
en Barcelona tuvieron una repercusión inmediata en el gobierno de Largo
Caballero. La crisis la provocaron el día 13 de mayo los dos ministros
comunistas que amenazaron con dimitir si Largo Caballero no dejaba el
Ministerio de la Guerra (el PCE especialmente desde la caída de Málaga
el 8 de febrero le hacía responsable de las continuas derrotas
republicanas), y que disolviera el POUM. En este ataque a Largo
Caballero contaban con el apoyo de la fracción socialista de Indalecio Prieto, que controlaba la dirección del PSOE, que como los comunistas querían eliminar del gobierno a las organizaciones sindicales, UGT y CNT, y reconstruir el Frente Popular.
Largo Caballero se negó a aceptar las dos condiciones de los comunistas
y al no encontrar los apoyos suficientes para su gobierno dimitió el 17
de mayo. El presidente Manuel Azaña, que también estaba en desacuerdo
con la presencia de las dos centrales sindicales en el gobierno, nombró a
un socialista “prietista”, Juan Negrín, nuevo jefe de gobierno. Al día siguiente el órgano de la CNT Solidaridad Obrera declaraba en su editorial: "Se ha constituido un gobierno contrarrevolucionario".210
El gobierno de Juan Negrín (mayo 1937-marzo 1939)
El nuevo gobierno que formó el socialista Juan Negrín en mayo de 1937 respondió al modelo de las coaliciones de Frente Popular:tres ministros socialistas ocupando las posiciones fundamentales (el
propio Negrín, que mantuvo la cartera de Hacienda que ya había ostentado
en el gobierno de Largo Caballero, Indalecio Prieto,
sobre el que recayó toda la responsabilidad en la conducción de la
guerra, al ser nombrado al frente del nuevo Ministerio de Defensa, y Julián Zugazagoitia en Gobernación), dos republicanos de izquierda, dos comunistas, uno del PNV y otro de Esquerra Republicana de Catalunya.211 Según Santos Juliá, detrás de este gobierno estaba Manuel Azaña,
que pretendía "un gobierno capaz de defenderse en el interior y de no
perder la guerra en el exterior. (...) Con Prieto a cargo de un
Ministerio de Defensa unificado, sería posible defenderse; con Negrín en
la presidencia, se podían abrigar esperanzas de no perder la guerra en
el exterior".212
La política del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos
ya iniciados por Largo Caballero: la culminación de la formación del Ejército Popular213
y el desarrollo de la industria de guerra (lo que llevó al gobierno a
trasladarse de Valencia a Barcelona en noviembre de 1937 para, entre
otras razones, "poner en pleno rendimiento la industria de guerra" catalana);108
la continuación de la recuperación por el gobierno central de todos los
poderes, con la justificación de que la dirección de la guerra así lo
reclamaba (fue disuelto el Consejo de Aragón, último baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a
No hay comentarios:
Publicar un comentario