Guerra Civil Española
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La guerra tuvo múltiples facetas, pues incluyó lucha de clases, guerra de religión, enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo.5
A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando sublevado:
- El bando republicano estuvo constituido en torno al gobierno de España elegido democráticamente, formado por el Frente Popular, que a su vez se componía de una coalición de partidos republicanos —Izquierda Republicana y Unión Republicana— con el Partido Socialista Obrero Español, a la que se habían sumado los marxistas-leninistas del Partido Comunista de España y el POUM, el Partido Sindicalista de origen anarquista y en Cataluña los nacionalistas de izquierda encabezados por Esquerra Republicana de Catalunya. Era apoyado por el movimiento obrero y los sindicatos UGT y CNT, aunque ellos lo que perseguían era realizar la revolución social. También se había decantado por el bando republicano el Partido Nacionalista Vasco, cuando las Cortes republicanas estaban a punto de aprobar el Estatuto de Autonomía para el País Vasco.
- El bando sublevado, que se llamó a sí mismo bando nacional, estuvo organizado en torno a parte del alto mando militar, institucionalizado inicialmente en la Junta de Defensa Nacional sustituida por el nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo y Jefe del Gobierno del Estado. Políticamente, estuvo integrado por la fascista Falange Española, los carlistas, los monárquicos alfonsinos de Renovación Española y gran parte de los votantes de la CEDA, la Liga Regionalista y otros grupos conservadores. Socialmente fue apoyado por aquellas clases a las que la victoria en las urnas del Frente Popular les hizo sentir que peligraba su posición; por la Iglesia católica, acosada por la persecución religiosa desatada por parte de la izquierda nada más estallar el conflicto; por pequeños propietarios temerosos de una «revolución del proletariado» y también por muchas personas de clase baja de firmes convicciones religiosas.6
todo ello con escasas garantías procesales. Por su parte, los delitos
de los vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados, a pesar de
que algunos historiadores7 y juristas8 9 sostienen que hubo un genocidio10 en el que, además de subvertir el orden institucional, se habría intentado exterminar a la oposición política.11 12
Las consecuencias de la Guerra civil han marcado en gran medida la
historia posterior de España, por lo excepcionalmente dramáticas y
duraderas: tanto las demográficas (aumento de la mortalidad y descenso de la natalidad que marcaron la pirámide de población
durante generaciones) como las materiales (destrucción de las ciudades,
la estructura económica, el patrimonio artístico), intelectuales (fin
de la denominada Edad de Plata de las letras y ciencias españolas) y políticas (la represión en la retaguardia de ambas zonas —mantenida por los vencedores con mayor o menor intensidad durante todo el franquismo— y el exilio republicano), y que se perpetuaron mucho más allá de la prolongada posguerra, incluyendo la excepcionalidad geopolítica del mantenimiento del régimen de Franco hasta 1975.
Índice
- 1 Antecedentes
- 2 El detonante: el golpe de estado de julio de 1936
- 3 Las operaciones militares
- 3.1 Los dos ejércitos
- 3.2 Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campaña de Guipúzcoa
- 3.3 Noviembre 1936-marzo 1937: la batalla de Madrid y la toma de Málaga
- 3.4 Marzo-noviembre de 1937: la campaña del Norte y las batallas de Brunete y Belchite
- 3.5 Diciembre 1937-noviembre 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del Ebro
- 3.6 Diciembre 1938-Abril 1939: ofensiva sobre Cataluña y derrota de la República
- 4 La guerra naval
- 5 La guerra aérea y los bombardeos sobre poblaciones
- 6 Evolución de la zona sublevada
- 7 Evolución de la zona republicana
- 7.1 La reacción del gobierno a la sublevación militar
- 7.2 La revolución social de 1936 y el gobierno de José Giral (julio-septiembre 1936)
- 7.3 El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936-mayo 1937)
- 7.4 El gobierno de Juan Negrín (mayo 1937-marzo 1939)
- 7.5 El golpe de estado de Casado y el desplome de la República (marzo de 1939)
- 8 La dimensión internacional del conflicto y la intervención extranjera
- 9 La Iglesia y la Guerra Civil Española
- 10 La represión en las retaguardias
- 11 Consecuencias
- 12 Memoria histórica
- 13 La guerra civil en el arte
- 14 Véase también
- 15 Notas
- 16 Referencias
- 17 Bibliografía
- 18 Enlaces externos
Antecedentes
de agosto de 1930 y el martes 14 de abril el rey Alfonso XIII, ante las
dudas de la Guardia Civil y del Ejército a utilizar la fuerza para
frenar las multitudinarias manifestaciones prorrepublicanas que inundan
las principales ciudades, abandona el país. En Madrid el "comité
revolucionario" republicano-socialista proclama la República y asume el
poder como Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora.15
Durante el primer bienio de la Segunda República Española se aprueba la nueva Constitución republicana y el gobierno de coalición de republicanos de izquierda y de socialistas presidido por Manuel Azaña, formado el 15 de diciembre de 1931 tras rechazar el Partido Republicano Radical
su participación en el mismo por estar en desacuerdo con la continuidad
en el gobierno de los socialistas, profundiza las reformas iniciadas
por el Gobierno Provisional
cuyo propósito es modernizar la realidad económica, social, política y
cultural españolas. El nuevo gobierno se formó tras la elección de Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República, quien confirmó a Manuel Azaña
como Presidente del Gobierno. Pero el amplio abanico de reformas que
emprendió el gobierno "social-azañista" encontró gran resistencia entre
los grupos sociales y corporativos a los que se intentaba "descabalgar"
de sus posiciones adquiridas: los terratenientes, los grandes
empresarios, financieros y patronos, la Iglesia católica, las órdenes religiosas, la opinión católica, la opinión monárquica, el militarismo “africanista”. Este último organizó un fracasado golpe de estado en agosto de 1932 encabezado por el general Sanjurjo.16
Pero también existió una resistencia al reformismo republicano de signo
contrario: el de revolucionarismo a ultranza, que encabezaron las
organizaciones anarquistas (la CNT y la FAI). Para ellos la República representaba el "orden burgués" (sin demasiadas diferencias con los regímenes políticos anteriores, Dictadura y Monarquía) que había que destruir para alcanzar el "comunismo libertario".17 Así se produjeron una serie de levantamientos anarquistas (en enero y diciembre de 1933) reprimidos con dureza.
La coalición encabezada por Azaña se deshace y se convocan elecciones
para noviembre de 1933 (en las que votaron por primera vez las mujeres)
que son ganadas por la derecha católica de la CEDA, y por el centro-derecha republicano del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux.
Este forma gobierno con el objetivo de “rectificar” las reformas del
primer bienio, no anularlas, para incorporar a la República a la derecha
“accidentalista” (que no se proclamaba abiertamente monárquica, aunque
sus simpatías estuvieran con la Monarquía, ni tampoco republicana)
representada por la CEDA y el Partido Agrario, que le dan su apoyo parlamentario.18 Cuando la CEDA entra en el gobierno en octubre de 1934 se desencadena la Revolución de Octubre, una fracasada insurrección socialista que sólo se consolidó en Asturias
durante un par de semanas (el único lugar donde también participó la
CNT) aunque finalmente también fue sofocada por la intervención del
Ejército, que trajo del Protectorado español de Marruecos a las tropas coloniales de regulares y legionarios y, una vez finalizada, se produce una fuerte represión. Lo mismo sucedió con la proclamación por el presidente de la Generalidad de Cataluña Lluís Companys del "Estado Catalán" dentro de la "República Federal Española".19
La Revolución de octubre de 1934
hizo aumentar en el gobierno radical-cedista su temor a que en un
próximo intento la "revolución bolchevique" acabara triunfando. Esto
acentuó la presión sobre el Partido Radical, para llevar adelante una
política más decididamente legisladora o contrarrevolucionaria.20
Y en última instancia los sucesos de octubre de 1934 convencieron a la
CEDA de que era necesario llegar a alcanzar la presidencia del gobierno
para poder dar el "giro autoritario" que el régimen, según ellos,
necesitaba.21 El líder de la CEDA José María Gil Robles encontró su oportunidad cuando estallaron el escándalo del estraperlo y el del asunto Nombela que hundió a Lerroux y al Partido Republicano Radical, del que no se recuperaría.22
Pero el Presidente de la República Alcalá Zamora se negó a dar el poder
a una fuerza “accidentalista” que no había proclamado su fidelidad a la
República y encargó la formación de gobierno a un independiente de su
confianza. Manuel Portela Valladares el 15 de diciembre formó un gabinete republicano de centro-derecha y Alcalá Zamora convocó elecciones para el 16 de febrero de 1936.23
El resultado de las elecciones de febrero de 1936 fue un reparto muy
equilibrado de votos con una leve ventaja de las izquierdas (47,1%)
sobre las derechas (45.6%), mientras el centro se limitó al 5,3%, pero
como el sistema electoral primaba a los ganadores esto se tradujo en una
holgada mayoría para la coalición del Frente Popular.24
El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
El miércoles 19 de febrero, Manuel Azaña,el líder del Frente Popular, formaba gobierno que conforme a lo pactado
con los socialistas sólo estaba integrado por ministros republicanos de
izquierda (nueve de Izquierda Republicana y tres de Unión Republicana).25
Una de sus primeras decisiones fue alejar de los centros de poder a los
generales más antirrepublicanos: el general Goded fue destinado a la
Comandancia militar de Baleares; el general Franco, a la de Canarias; el
general Mola al gobierno militar de Pamplona. Otros generales
significados, como Orgaz, Villegas, Fanjul y Saliquet quedaron en
situación de disponibles.26
La medida más urgente que hubo de tomar el nuevo gobierno fue la amnistía de los condenados por los sucesos de octubre de 1934,
"legalizando" así el asalto a varias cárceles por la multitud pero
dando cumplimiento también al punto principal del programa electoral del
Frente Popular.27 Otra de las medidas urgentes era reponer en sus puestos a los alcaldes y concejales elegidos en 1931 y sustituidos durante el bienio conservador.28
Y el 28 de febrero el gobierno decretaba no sólo la readmisión de todos
los trabajadores despedidos por motivos políticos y sindicales
relacionados con los hechos de 1934, sino que, presionado por los
sindicatos, ordenaba a las empresas que indemnizaran a estos
trabajadores por los jornales no abonados.29 Asimismo fue restablecido el gobierno de la Generalidad de Cataluña cuyos miembros habían salido de la cárcel beneficiados también por la amnistía.27
La “cuestión agraria” fue otro problema que el nuevo gobierno tuvo
que abordar con urgencia a causa de la intensa movilización campesina
que se estaba produciendo con el apoyo decidido de las autoridades
locales repuestas y que amenazaba con provocar graves conflictos en el
campo, especialmente en Extremadura.30 31 Así el 19 de abril el ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes,
presentaba varios proyectos de ley, entre ellos uno que derogaba la Ley
de Reforma de la Reforma Agraria de agosto de 1935, que se convirtió en
ley el 11 de junio, por lo que volvía estar en vigor plenamente la Ley de Reforma Agraria de 1932.
Gracias a varios decretos y a esta ley entre marzo y julio de 1936 se
asentaron unos 115 000 campesinos, más que en los tres años anteriores.32
Sin embargo, continuó la alta conflictividad en el campo, debida sobre
todo a la actitud de los propietarios y a la radicalización de las
organizaciones campesinas, saldándose todo ello con incidentes
violentos. El caso más grave se produjo en Yeste (Albacete),
donde a finales de mayo de 1936 "la detención de unos campesinos que
pretendían talar árboles en una finca particular condujo a un sangriento
enfrentamiento entre la Guardia Civil y los jornaleros, en los que
murieron un guardia y 17 campesinos, varios de ellos asesinados a sangre
fría por los agentes".33
La actividad del parlamento estuvo paralizada casi todo el mes de
abril debido al proceso de destitución del presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora,
iniciado y aprobado por la izquierda, y su sustitución por Manuel
Azaña, que fue investido en su nuevo cargo el 10 de mayo de 1936, siendo
sustituido al frente del gobierno por su compañero de partido (Izquierda Republicana), Santiago Casares Quiroga.34 35
reformista que ya había iniciado el gobierno Azaña que consistía
fundamentalmente en volver a poner en vigor los decretos que habían sido
derogados o modificados durante el bienio radical-cedista y a los que
se añadieron algunos otros.36
Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue
la oleada de huelgas que se produjeron declaradas y sostenidas muchas
veces por comités conjuntos CNT/UGT, en las que en muchas de ellas se
hablaba de revolución,37
pero ni UGT ni CNT preparaban ningún movimiento insurreccional después
de los fracasos de 1932, 1933 y 1934, y la única posibilidad de que se
produjese alguno sería como respuesta a un intento de golpe militar.38
Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la división
interna del PSOE, el partido más importante del Frente Popular,39 que enfrentaba a los sectores "prietista" y "largocaballerista", ya que Francisco Largo Caballero, que dominaba UGT
y el grupo parlamentario del PSOE, continuó oponiéndose a la entrada en
el gobierno de los socialistas y defendiendo el entendimiento entre las
“organizaciones obreras” para esperar el momento en que el fracaso de
los “burgueses republicanos" facilitara la conquista del poder por la
clase obrera.40
Otro problema fue que en la CEDA el sector encabezado por José María
Gil Robles se decantó cada vez más por el boicot a las instituciones
republicanas y por el apoyo a la vía defendida por la derecha monárquica
del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo
que propugnaba abiertamente la ruptura violenta del orden
constitucional mediante un golpe de estado militar en cuya preparación
ya estaban colaborando (por su parte los monárquicos carlistas
aceleraron la formación de sus milicias requetés con vistas al alzamiento militar con cuyos dirigentes mantenían contactos).41
La violencia política
Los gobiernos del Frente Popular también tuvieron que hacer frente aun aumento de la violencia política provocada por el partido fascista Falange Española,
que a principios de 1936 era una fuerza política marginal pero que tras
el triunfo del Frente Popular recibió una avalancha de afiliaciones de
jóvenes de derechas dispuestos a la acción violenta, y por la respuesta
que le dieron las organizaciones de izquierda.42
El primer atentado importante que cometieron los falangistas fue el
perpetrado el 12 de marzo de 1936 contra el diputado socialista y
“padre” de la Constitución de 1931 Luis Jiménez de Asúa, en el que éste resultó ileso pero su escolta, el policía Jesús Gisbert, murió.43 La respuesta del gobierno de Azaña fue prohibir el partido y detener el 14 de marzo a su máximo dirigente José Antonio Primo de Rivera,
pero el paso a la clandestinidad no impidió que siguiera perpetrando
atentados y participando en reyertas con jóvenes socialistas y
comunistas.42 44
Los incidentes de mayor trascendencia se produjeron los días 14 y 15
de abril. El día 14 tuvo lugar un desfile militar en el Paseo de la
Castellana de Madrid en conmemoración del Quinto Aniversario de la
República y junto a la tribuna principal estalló un artefacto y se
produjeron a continuación varios disparos que causaron la muerte a
Anastasio de los Reyes, un alférez de la Guardia Civil
que estaba allí de paisano, e hirieron a varios espectadores.
Derechistas e izquierdistas se acusaron mutuamente del atentado. Al día
siguiente se celebró el entierro del alférez que se convirtió en una
manifestación antirrepublicana a la que asistieron los diputados José María Gil Robles, líder de la CEDA, y José Calvo Sotelo,
líder de la derecha monárquica antirrepublicana y antidemocrática,
además de oficiales del ejército y falangistas armados. Desde diversos
lugares se produjeron disparos contra la comitiva que fueron
respondidos, produciéndose un saldo de seis muertos y de tres heridos.
Uno de los muertos fue el estudiante Ángel Sáenz de Heredia, falangista y
primo hermano de José Antonio Primo de Rivera.44 También resultó herido un joven tradicionalista (carlista), José Llaguno Acha, y una muchedumbre intentó linchar al teniente José del Castillo Sáenz de Tejada al que se acusó de haberle disparado.
Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por
falangistas causaron más de cincuenta víctimas entre las organizaciones
de izquierda obrera, la mayoría de ellas en Madrid. Unos cuarenta
miembros de Falange murieron en esos actos o en atentados de represalia
de las organizaciones de izquierda.44
También fueron objeto de la violencia los edificios religiosos (un
centenar de iglesias y conventos fueron asaltados e incendiados)45 aunque entre las víctimas de la violencia política de febrero a julio no hubo ningún miembro del clero.46
El aumento de la violencia política y el crecimiento de las
organizaciones juveniles paramilitares tanto entre la derecha (milicias
falangistas, requetés carlistas) como entre la izquierda (milicias de
las juventudes socialistas, comunistas y anarquistas), y entre los
nacionalistas vascos y catalanes (milicias de Esquerra Republicana de
Catalunya y milicias del PNV), aunque no estaban armadas y su mayor
actividad principal era desfilar, provocó la percepción entre parte de
la opinión pública, especialmente la conservadora, de que el gobierno
del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga
no era capaz de mantener el orden público, lo que servía de
justificación para el "golpe de fuerza" militar que se estaba
preparando.47
A esta percepción también contribuyó la prensa católica y de extrema
derecha que incitaba a la rebelión frente al “desorden” que atribuía al “Gobierno tiránico del Frente Popular”, “enemigo de Dios y de la Iglesia”, aprovechando que la confrontación entre clericalismo y anticlericalismo
volvió al primer plano tras las elecciones de febrero con continuas
disputas sobre asuntos simbólicos, como el tañido de campanas o las
manifestaciones del culto fuera de las iglesias, como procesiones o
entierros católicos. Asimismo en el parlamento los diputados de la
derecha, singularmente Calvo Sotelo y Gil Robles, acusaron al gobierno
de haber perdido el control del orden público.46
En la tarde del domingo 12 de julio era asesinado en una calle
céntrica de Madrid por pistoleros de extrema derecha probablemente de la
Comunión Tradicionalista (o de Falange Española)48 el teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo Sáenz de Tejada, un militar instructor de las milicias socialistas.49 El teniente Castillo era muy conocido por su activismo izquierdista y se le atribuía la frase «Yo no tiro sobre el pueblo» tras haberse negado a participar en la represión de la Revolución de Asturias, acto de rebeldía que le costaría un año de cárcel.
Como represalia, los compañeros policías del teniente Castillo, dirigidos por un capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés, secuestraron en su propio domicilio y asesinaron en la madrugada del día siguiente a José Calvo Sotelo,
el líder de los monárquicos "alfonsinos" (que no tuvo nada que ver con
el asesinato del teniente Castillo), y abandonaron el cadáver en el
depósito del cementerio de la Almudena. En el entierro de Calvo Sotelo
el dirigente monárquico Antonio Goicoechea juró solemnemente “consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España”. Por su parte el líder de la CEDA, José María Gil Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la izquierda que “la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros” y acusó al gobierno de tener la “responsabilidad moral” del crimen por “patrocinar la violencia”.49
Según el estudio más completo que se ha realizado sobre las víctimas
mortales como resultado de la violencia política entre entre febrero y
julio de 1936, antes de iniciarse el golpe de estado, hubo un total de
189 incidentes y 262 muertos, de ellos 112 causados por la intervención
de las fuerzas de orden público. De las 262 víctimas, 148 serían
militantes de la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden
público y 45 sin identificar. Además ese estudio constata que el número
de víctimas mortales causadas por la violencia política fue
disminuyendo en esos cinco meses.50
La violencia política de los meses de gobierno en paz del Frente Popular, de febrero a julio de 1936,
fue utilizada después por los vencedores en la guerra civil como
justificación de su alzamiento. Hoy en día el debate sigue abierto,
aunque la mayoría de los historiadores opinan que en absoluto puede
hablarse de una "primavera trágica" en la que el gobierno del Frente
Popular hubiera perdido el control de la situación.51
Y la conclusión de la mayoría de ellos es clara: “La desestabilización
política real en la primavera de 1936 no explica en modo alguno la
sublevación militar [de julio de 1936] y menos aún la justifica".51
“La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de
crisis, lo cual no significa necesariamente que la única salida fuera
una guerra civil”.43
Durante los primeros meses de 1936 se produjo una polarización de la
política española, en cuyos extremos se situaba la izquierda
revolucionaria y la derecha fascista,
y en medio una izquierda moderada y una derecha republicana junto con
un centro anticlerical y una derecha de fuerte componente católico y
monárquico (que representaba a muchos militares, terratenientes y a la jerarquía
católica que veían peligrar su posición privilegiada y su concepto de
la unidad de España). Una división que podía remontarse al siglo XIX
cuando tuvo lugar el difícil proceso de cambio que se inició en 1808 para poner fin al absolutismo que lastraba al país, manteniendo fuertes diferencias económicas entre privilegiados y no privilegiados, y que el moderantismo
decimonónico sólo consiguió superar parte. El resultado fue una
población rural dividida entre los jornaleros anarquistas y los pequeños
propietarios aferrados a (y dominados por) los caciques y la Iglesia; unos burócratas conformistas y una clase obrera con salarios muy bajos y, por lo tanto, con tendencias revolucionarias
propias del nuevo siglo, hacen que también entre las clases pobres la
división fuese muy acusada. También provenía del siglo XIX la tradición
de que los problemas no se arreglaban más que con los pronunciamientos. No es extraño, pues, que en una España marcada por la reciente dictadura de Primo de Rivera e intentonas fallidas, como las de José Sanjurjo,
volviese a haber ruido de sables y se temiese un plan para derribar al
nuevo Gobierno establecido. Los acontecimientos darían la razón a los
pesimistas.
El detonante: el golpe de estado de julio de 1936
Véanse también: Organización Territorial Militar en la España de 1936 y Guerra Civil Española en Castilla y León.
La conspiración militar
Nada más conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones,se produjo un primer intento de “golpe de fuerza” por parte de la
derecha para intentar frenar la entrega del poder a los vencedores. Fue
el propio Gil Robles el primero que intentó sin éxito que el presidente
del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares
declarase el “estado de guerra” y anulara los comicios. Le siguió el
general Franco, aún jefe del Estado Mayor del Ejército, que se adelantó a
dar las órdenes pertinentes a los mandos militares para que declarasen
el estado de guerra (lo que según la Ley de Orden Público de 1933
suponía que el poder pasaba a las autoridades militares), pero fue
desautorizado por el todavía jefe de gobierno Portela Valladares y por
el ministro de la guerra el general Nicolás Molero.52
El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaquín Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la Herrán, Manuel González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME), en la que acordaron organizar un “alzamiento militar” que derribara al gobierno del Frente Popular recién constituido y “restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de España”. También se acordó que el gobierno lo desempeñaría una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, que en esos momentos se encontraba en el exilio en Portugal.53
Desde finales de abril, fue el general Mola quien tomó la dirección
de la trama golpista (desplazándose así el centro de la conspiración de
Madrid a Pamplona), adoptando el nombre clave de “El Director”. Este
continuó con el proyecto de constituir una Junta Militar presidida por
el general Sanjurjo, y comenzó a redactar y difundir una serie de
circulares o “Instrucciones reservadas” en las que fue perfilando la
compleja trama que llevaría adelante el golpe de Estado.54
La primera de las cinco “instrucciones reservadas” la dictó el 25 de
mayo y en ella ya apareció la idea de que el golpe tendría que ir
acompañado de una violenta represión.55
Mola consiguió comprometer en el golpe a numerosas guarniciones,
gracias también a la trama clandestina de la UME pero tenía dudas sobre
el triunfo del golpe en el lugar fundamental, Madrid, y también sobre
Cataluña, Andalucía y Valencia.54 Así pues, el problema de los militares implicados era que, a diferencia del golpe de estado de 1923, ahora no contaban con la totalidad del Ejército (ni de la Guardia Civil ni las otras fuerzas de seguridad) para respaldarlo.56
Una segunda diferencia respecto de 1923 era que la actitud de las
organizaciones obreras y campesinas no sería de pasividad ante el golpe
militar sino que como habían anunciado desencadenarían una revolución.
Por estas razones se fue retrasando una y otra vez la fecha del golpe
militar, y por eso, además, el general Mola, "el Director", buscó el
apoyo de las milicias de los partidos antirepublicanos (requetés y falangistas) y el respaldo financiero de los partidos de la derecha.57
Al gobierno de Casares Quiroga le llegaron por diversas fuentes
noticias de lo que se estaba tramando pero no actuó con contundencia
contra los conspiradores.58
era un levantamiento coordinado de todas las guarniciones
comprometidas, que implantarían el estado de guerra en sus
demarcaciones, comenzando por el Ejército de África, que entre los días 5
y 12 de julio realizó unas maniobras en el Llano Amarillo donde se
terminaron de perfilar los detalles de la sublevación en el Protectorado de Marruecos.
Como se preveía que en Madrid era difícil que el golpe triunfase por sí
solo (la sublevación en la capital estaría al mando del general
Fanjul), estaba previsto que desde el norte una columna dirigida por el
propio Mola se dirigiera hacia Madrid para apoyar el levantamiento de la
guarnición de la capital. Y por si todo eso fallaba también estaba
planeado que el general Franco, después de sublevar las islas Canarias,
se dirigiría desde allí al Protectorado de Marruecos a bordo del avión Dragon Rapide, fletado en Londres el 6 de julio por el corresponsal del diario ABC Luis Bolín gracias al dinero aportado por el financiero Juan March, para ponerse al frente de las tropas coloniales, cruzar el estrecho de Gibraltar y avanzar sobre Madrid.59 60 Una vez depuesto el gobierno de la República, se instauraría una dictadura militar siguiendo el modelo de la Dictadura de Primo de Rivera, al frente de la cual se situaría el exiliado general Sanjurjo.59
“Los sublevados llevaron a cabo su acción pretendiendo que se alzaban
contra una revolución absolutamente inexistente en la época en que
actúan, inventan documentos falsos que compuso Tomás Borrás
y que hablaban de un gobierno soviético que se preparaba, y de hecho lo
que representaban era la defensa de las posiciones de las viejas clases
dominantes, la lucha contra las reformas sociales, más o menos
profundas, que el Frente Popular pone de nuevo en marcha".61
El asesinato de José Calvo Sotelo
en la madrugada del 13 de julio aceleró el compromiso con la
sublevación de los carlistas y también de la CEDA, y acabó de convencer a
los militares que tenían dudas, entre ellos, según Paul Preston,
el general Franco. Además, Mola decidió aprovechar la conmoción que
había causado en el país el doble crimen, y el día 14 adelantó la fecha
de la sublevación que quedó fijada para los días 18 y 19 de julio de
1936.62
El golpe del 17 al 20 de julio
El 17 de julio por la mañana en Melilla,los dos coroneles y otros oficiales que estaban al tanto del alzamiento
militar se reúnen en el departamento cartográfico y trazan los planes
para ocupar el 18 los edificios públicos, planes que comunican a los
dirigentes falangistas. Uno de los dirigentes locales de la Falange
informa al dirigente local de Unión Republicana, llegando esta
información al General Romerales, Comandante Militar de Melilla, que a
su vez informa a Casares Quiroga.
Romerales envía por la tarde una patrulla de soldados y guardias de
asalto a registrar el departamento cartográfico. El coronel al mando del
mismo retrasa el registro y llama al cuartel de la Legión, desde donde
le envían un grupo de legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y
los sublevados proceden a arrestar a Romerales (que fue fusilado junto
con el delegado del gobierno y el alcalde de Melilla que se habían
resistido a la rebelión), proclaman el estado de guerra e inician
anticipadamente el levantamiento, informando a sus compañeros del resto
de Marruecos que habían sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase
en Marruecos la fecha prevista.63 En los tres días siguientes el golpe se extendió a las guarniciones de la península y a Canarias y a Baleares.
Esta España controlada por los sublevados era en general "la España
interior, rural, de formas sociales más retardatarias, de grandes y
medianos propietarios agrarios, y con extenso proletariado agrario
también".65
De los lugares donde ha triunfado la sublevación parten las ofensivas de las tropas rebeldes, a hacer lo que la propaganda "nacional" llamó la «Reconquista»,
para tomar las ciudades en manos de la República o a liberar los
lugares en manos de los rebeldes asediados por las tropas
gubernamentales, como son los casos del sitio de Oviedo y del Alcázar toledano.
En la zona sublevada la muerte en accidente de aviación del que iba ser el jefe de la rebelión, el general Sanjurjo, provocó que los generales sublevados decidieron crear el jueves 23 de julio una Junta de Defensa Nacional, que quedaría constituida al día siguiente en Burgos, y que estaría integrada por los generales Miguel Cabanellas, que fue nombrado presidente de la Junta por ser el general más antiguo entre los sublevados, Andrés Saliquet, Miguel Ponte, Emilio Mola y Fidel Dávila, además del coronel Montaner y el coronel Moreno Calderón.
En el Decreto nº 1 que publicó la Junta se establecía que ésta asumía
"todos los poderes del Estado" y que representaría al país ante los
poderes extranjeros, aunque en las semanas siguientes ningún país la
reconoció y siguió considerando como gobierno legítimo de España al de
Madrid presidido por el republicano de izquierda José Giral.66 El 27 de julio de 1936 llegó a España el primer escuadrón de aviones italianos enviado por Benito Mussolini.67
Las fuerzas republicanas, por su parte, consiguen sofocar el
alzamiento en más de la mitad de España, incluyendo todas las zonas
industrializadas, gracias en parte a la participación de las milicias recién armadas de socialistas, comunistas y anarquistas, así como a la lealtad de la mayor parte de la Guardia de Asalto
y, en el caso de Barcelona, de la Guardia Civil. El gobernador militar
de Cartagena, Toribio Martínez Cabrera, era simpatizante del Frente
Popular y la marinería también era contraria al golpe militar, lo que
unido a los tumultos populares de los días 19 y 20 hicieron fracasar el
movimiento golpista en la base naval de Cartagena y el resto de la provincia de Murcia.
La zona fiel a la República ocupa grosso modo la mitad este de la Península: la parte oriental oriental de Aragón (menos las tres capitales), Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía oriental (menos la ciudad de Granada), Madrid, Castilla la Nueva y La Mancha. En el oeste controlaba las provincias de Badajoz y de Huelva. Aislada de esta zona quedaba la franja cantábrica formada por Asturias (menos Oviedo y Gijón), Santander, Vizcaya y Guipúzcoa.
El territorio leal era superior en extensión al rebelde y se trataba,
por lo general, de las zonas de España "socialmente más evolucionadas,
con importante población urbana, más industrializadas y con núcleos de
obrerismo modernos organizados".65
Así pues, el resultado del levantamiento era incierto pues tuvo éxito
en unos sitios y fracasó en otros, por lo que España quedó dividida en
dos zonas: una controlada por los militares que se habían alzado contra
la República (la zona sublevada) y otra que permaneció fiel al gobierno (la zona republicana).
Aproximadamente un tercio del territorio español había pasado a manos
rebeldes, con lo que ninguno de los dos bandos tenía absoluta supremacía
sobre el otro. La intentona de derrocar de un golpe a la República
había fracasado estrepitosamente. Ambos bandos se prepararon para lo
inevitable: un enfrentamiento que iba a desangrar España durante tres
largos años. La Guerra Civil Española acababa de empezar.
Las operaciones militares
Véase también: Cronología de la Guerra Civil Española
Los dos ejércitos
Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayoría de loshistoriadores calculan que un 70% de los 15.000 jefes y oficiales en
activo en 1936 combatieron en el bando sublevado
(unos 1.500 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al bando
vencedor en cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte
de los 100 generales no se sublevaron. De los 210.000 soldados de tropa
y suboficiales que teóricamente formaban el ejército regular en 1936,
unos 120.000 quedaron en la zona sublevada, pero lo más decisivo fue que
entre ellos se encontraban los 47.000 que formaban el Ejército de África que constituían las mejores tropas del ejército español. La Guardia Civil, por su parte, quedó muy dividida entre los leales y los rebeldes a la República.65
Así pues, el bando sublevado
no tuvo que construir su ejército sino que contó desde el primer
momento con las unidades militares (y las fuerzas de orden público)
sublevadas durante el golpe ya organizadas y dirigidas por sus mandos,
entre las que destacaba el ejército del Protectorado de Marruecos, el llamado Ejército de África, compuesto por la Legión Extranjera y los Regulares
(tropas indígenas moras mandadas por oficiales españoles) que
constituía la fuerza militar más experimentada de todo el ejército
español.68 Por otro lado las milicias carlistas (requetés) y las milicias falangistas
que apoyaron a los sublevados fueron integradas en el ejército del que
se consideraban aliadas y no enemigas (al contrario de lo que sucedió en
el bando republicano donde las milicias obreras, especialmente las milicias confederales anarquistas, siempre desconfiaron de la institución militar, con la excepción de las milicias comunistas).69
En el bando sublevado el ejército alcanzó rápidamente la unidad de mando y dominó completamente la vida civil de la zona sublevada, que ellos llamaban zona nacional.68 La muerte en un accidente de aviación en los primeros días del golpe del general Sanjurjo, que era el militar elegido por sus compañeros para encabezar la sublevación, hizo que el mando en la zona sublevada quedara entonces repartido entre los generales Emilio Mola y Francisco Franco, pero sólo dos meses después, el 1 de octubre,
el general Franco asumió el mando único militar y político (el general
Mola murió en otro accidente de avión al año siguiente, el 3 de junio de 1937).68
"El fenómeno de la centralización militar del esfuerzo de guerra en
la zona sublevada hizo que no se permitiese nada que se asemejase a la
desunión política, al rencor entre grupos políticos y a la falta de
confianza en los mandos y jefes de la campaña, todo lo cual se manifestó
especialmente en la retaguardia republicana del norte, en Aragón y en Cataluña,
que es donde se perdió realmente la guerra. (...) A medida que la
República iba perdiendo la guerra, aumentaban el hambre y las
privaciones en la retaguardia, creándose una situación infernal, con
refugiados, bombardeos, escasez y frío".70
En cuanto a la ayuda extranjera, el bando sublevado recibió armas de todo tipo y aviones prácticamente desde el primer día por parte de la Alemania nazi y la Italia Fascista a la que pronto se añadieron unidades militares completas (la Legión Cóndor alemana y el CTV italiano) en un flujo continuo que nunca se detuvo a largo de la guerra.71
Por su parte el bando republicano
no pudo contar con prácticamente ninguna unidad militar completa
organizada y disciplinada con todos sus mandos y suboficiales y durante
los primeros meses la fuerza militar que se opuso al ejército sublevado,
tras la decisión del gobierno de José Giral de licenciar a las tropas para evitar que la sublevación se extendiera, estuvo constituida por columnas improvisadas integradas por unidades sueltas y por las milicias
de las organizaciones obreras, que cuando estaban mandadas por
oficiales de carrera éstos a menudo suscitaban sospechas de traición
entre los combatientes. Fue a partir de la formación del gobierno de Largo Caballero
el 5 de septiembre de 1936 cuando se inició el proceso de construcción
de un verdadero ejército, con la militarización de las milicias y su
integración en las brigadas mixtas, primer paso para la creación del Ejército Popular que sólo se logró tras la superación de la crisis de los "sucesos de mayo de 1937" y la formación a continuación del gobierno de Juan Negrín.
Pero el ejército republicano siempre tuvo un problema estructural de
difícil solución: la falta de mandos profesionales (según los cálculos
de Michael Alpert, sólo un 14% de los militares que figuraban en el Anuario Militar
de 1936 servían todavía en 1938 en el ejército de la República). Un
problema que fue especialmente acuciante en el caso de la Armada.68 Algo que reconoció el general republicano Vicente Rojo que escribió:69
Hemos creado un ejército con el nombre de tal, con toda laAdemás en el bando republicano
nomenclatura y sistema de mandos de un ejército regular... pero sólo
hemos subido los primeros peldaños para alcanzar la cumbre
la unidad de mando sólo se logró (y nunca fue completa) a mediados de
1937 cuando el Ejército Popular estuvo completamente estructurado y, por
otro lado, sólo a partir de ese momento las necesidades militares se
impusieron sobre las de la vida civil (marcada por la Revolución Social de 1936).
Y también, a diferencia del bando sublevado, era el gobierno quien
tomaba las decisiones pero siguiendo casi siempre las recomendaciones
del Jefe del Estado Mayor, el coronel y luego general Vicente Rojo, y de otros militares leales.68
En cuanto a la ayuda extranjera la República, a causa de que Francia y
Gran Bretaña no acudieron en su ayuda y además impulsaron el pacto que
dio nacimiento al Comité de No Intervención
(cuya prohibición de suministrar armas a alguno de los bandos
contendientes no fue cumplida ni por Alemania ni por Italia, a pesar de
haber firmado el acuerdo) la República tuvo que adquirir el material
bélico donde pudo, a menudo recurriendo a los traficantes de armas que
en ocasiones les vendieron material anticuado o en muy mal estado a
precios astronómicos. Esto le hizo depender de los suministros que le
proporcionó la Unión Soviética, después de que Stalin
superara sus dudas sobre la ayuda a los republicanos españoles, cuyo
material bélico (armas automáticas, tanques y aviones) acompañado de
instructores y consejeros militares soviéticos, junto con las Brigadas Internacionales reclutadas por la Internacional Comunista o Komintern,
no comenzó a llegar hasta octubre de 1936 y luego las sucesivas
entregas se interrumpieron en varias ocasiones en función de la
coyuntura internacional europea (que determinaron, por ejemplo, que el
gobierno francés abriera o cerrara la frontera) y del creciente bloqueo
impuesto por la Armada sublevada en los puertos republicanos.71
Monedas acuñadas por los bandos en conflicto.
Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campaña de Guipúzcoa
para que bloquearan el paso a la península de las tropas coloniales.
Gracias a que las dotaciones de esos barcos se rebelaron contra sus
oficiales, que estaban comprometidos en el golpe, los sublevados no
pudieron disponer inicialmente del Ejército de África, compuesto por la Legión Extranjera y los regulares (tropas formadas por marroquíes mandados por oficiales españoles).68
El mismo día 19 de julio en que fue sofocada la rebelión en Madrid salieron de la capital hacia la sierra de Guadarrama varias columnas compuestas por milicianos
y por tropas de las unidades militares que habían sido disueltas por
orden del gobierno para evitar que se pudieran sumar a la sublevación.
Allí consiguieron impedir que las columnas de los sublevados enviadas
por el general Mola
desde Castilla y León y desde Navarra consiguieran atravesar los
puertos de montaña de la sierra madrileña y llegar a la capital.72 El frente norte de Madrid quedó así estabilizado hasta el final de la guerra.73 Esta primera campaña de la guerra civil fue conocida con el nombre de batalla de Guadarrama.74
Desde Barcelona, también una vez sofocada la rebelión, salieron
varias columnas formadas rápidamente por las organizaciones obreras y
los partidos de izquierda para dirigirse a Aragón. Junto con las columnas del POUM y del PSUC (y una de Esquerra Republicana de Catalunya que salió desde Tarragona), el contingente más importante lo aportaron las milicias confederales de las organizaciones anarquistas (CNT, FAI, Juventudes Libertarias). La primera y más numerosa fue la columna Durruti, así llamada porque estaba encabezada por el líder de la FAI Buenaventura Durruti, que salió de Barcelona el día 24 en dirección a Zaragoza. Las también anarquistas columna Ascaso y columna Los Aguiluchos de la FAI
salieron en dirección a Huesca. Pero ninguna de ellas consiguió
alcanzar sus objetivos de liberar las tres capitales aragonesas (desde
Valencia había salido hacia Teruel la columna de Hierro), y el frente de Aragón quedó estabilizado, aunque los anarquistas llevaron la revolución a la mitad oriental de Aragón donde crearon el Consejo Regional de Defensa de Aragón.75
Desde Barcelona también se organizó una expedición a las islas Baleares, de las que sólo Menorca continuaba republicana. La operación iniciada el 8 de agosto al mando del capitán Bayo tuvo un éxito inicial al conseguir ocupar una franja de la costa de Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acabó en un completo fracaso.75 Otro fracaso fue la ofensiva de Córdoba
"donde la situación estaba indecisa, lo que constituyó una de las pocas
iniciativas estratégicas republicanas". Fue organizada desde Albacete por el general Miaja, cuyo jefe de Estado Mayor era el teniente coronel José Asensio Torrado, pero el avance se detuvo pronto (el general Miaja situó su cuartel general en Montoro)
y los republicanos no pudieron reconquistar la Andalucía occidental, en
manos de los sublevados especialmente después de la llegada de los
primeras unidades procedentes del Protectorado de Marruecos.75
La situación de bloqueo en que se encontraba el Ejército de África
(la principal fuerza de combate con que contaban los sublevados para
tomar Madrid, una vez detenidas las columnas del general Mola en la
sierra de Guadarrama) se pudo superar gracias a la rápida ayuda que
recibieron los sublevados de la Alemania nazi y de la Italia fascista. El 26 de julio
llegaron a Marruecos los primeros veinte aviones de transporte alemanes
Junker, que se podían convertir fácilmente en bombarderos, acompañados
por cazas, y cuatro días después, el 30 de julio, los primeros nueve
cazabombarderos italianos. Con estos medios aéreos el general Franco, jefe de las fuerzas sublevadas de Marruecos, pudo organizar un puente aéreo con la península
para transportar a los legionarios y a los regulares, y además
conseguir la superioridad aérea en el estrecho y así el 5 de agosto pudo
cruzarlo una pequeña flota llamada por la propaganda de los sublevados "Convoy de la Victoria".3
Sin embargo el desbloqueo completo del paso del estrecho no se
produciría hasta más tarde cuando el gobierno republicano decidió
transferir la mayoría de sus barcos de guerra al Cantábrico,
lo que según el historiador Michael Alpert constituyó "quizá el mayor
error de la Guerra Civil". Esta decisión estuvo motivada, entre otras
razones, por la negativa de Gran Bretaña,
que contaba con la flota naval de guerra más importante del
Mediterráneo, a que el gobierno republicano detuviera el tráfico neutral
dirigido al territorio enemigo, por lo que los buques de guerra
republicanos no podrían impedir que los barcos mercantes alemanes e
italianos desembarcaran material de guerra en los puertos de Ceuta,
Melilla, Cádiz, Algeciras o Sevilla, controlados por los sublevados.3
el general Franco da la orden de que las columnas de legionarios, moros
regulares y voluntarios avancen en dirección norte desde Sevilla para
dirigirse a Madrid a través de Extremadura, teniendo el flanco izquierdo
protegido por la frontera de Portugal, cuyo régimen salazarista
apoyaba a los sublevados. Además siguiendo esta ruta para llegar a la
capital se unirían las dos zonas controladas por los sublevados. Se
inicia así la Campaña de Extremadura.3 La llamada "columna de la muerte"76 a causa de la brutal represión que aplicó en las localidades extremeñas que fue ocupando, y cuyo hecho más destacado fue la matanza de Badajoz, avanzó rápidamente a un promedio de 24 kilómetros por día. El 10 de agosto tomó Mérida y el 15 Badajoz,
estableciendo a continuación contacto con las fuerzas sublevadas del
norte. El avance se volvió entonces en dirección noreste para alcanzar
el valle del Tajo y el 2 de septiembre caía Talavera de la Reina ya en la provincia de Toledo.77 El rápido avance de los sublevados hacia Madrid, unido a la noticia de la inminente caída de Irún (con lo que el norte quedaría completamente aislado del resto de la zona republicana), provocaron que el presidente José Giral, sintiéndose falto de apoyos y de autoridad, presentara la dimisión al presidente de la República Manuel Azaña. El 5 de septiembre se formaba un nuevo gobierno de "unidad antifascista" presidido por el socialista Francisco Largo Caballero,
que asumió personalmente la cartera de Guerra, con el objetivo
prioritario de organizar un ejército que pudiera detener el avance de
los sublevados y ganar la guerra.78
La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por Extremadura y el Tajo se debió fundamentalmente a que el Ejército de África
estaba integrado por las tropas mejor entrenadas y curtidas en combate
(legionarios y regulares), quizá las únicas verdaderamente profesionales
en los primeros caóticos meses de guerra.79
En cambio las fuerzas republicanas estaban integradas en su mayoría por
milicianos a los que les faltaba adiestramiento militar. "Eran
indisciplinadas y tendían a huir, presas del pánico, abandonando las
armas, las cuales constituían fusiles y piezas sueltas de artillería,
dado que el desbarajuste originado en la capital por la sublevación no
permitía una adecuada planificación militar. En julio y agosto se perdió
mucho material militar. En contraste, los sublevados se armaban cada
vez más con material extranjero, aparte del que tomaban al enemigo".77
Además los milicianos, cuya inmensa mayoría procedía de las
organizaciones obreras y los partidos de izquierda, desconfiaban de los
militares profesionales que pretendían mandarlos y por motivos
ideológicos rechazaban la disciplina y la organización militares, a
excepción de los comunistas que propugnaban la completa militarización
de las milicias y la creación de un Ejército Popular siguiendo el modelo del Quinto Regimiento organizado por ellos.80
para nombrar al general Franco como mando único y supremo de las
fuerzas sublevadas. Una semana después volverían a reunirse para
dilucidar el mando político. En el intervalo el general Franco decidió
desviar hacia Toledo las columnas que avanzaban hacia Madrid para levantar el asedio del Alcázar de Toledo, donde guardias civiles y algunos pocos cadetes de la Academia de Infantería al mando de su director, el coronel José Moscardó, llevaban dos meses resistiendo los ataques republicanos.81
Esta decisión, que según algunos historiadores hizo perder a los
sublevados la posibilidad de tomar Madrid antes de que se organizase su
defensa,82
ha suscitado un debate entre los historiadores. Para una buena parte de
ellos fue una decisión más política que militar pues afianzó el
prestigio del general Franco ante sus compañeros cuando se estaba
discutiendo ya el mando único político.82
"El Alcázar encerraba un tesoro de legitimidad simbólica: academia
militar, los sitiados resistían en medio de las ruinas, con los muros de
la poderosa fábrica medio destruidos, refugiados en los sótanos. Con su
liberación, Franco recibió un enorme capital político: el Alcázar era
el símbolo de la salvación de España que, como una mártir, resucitaba
del sepulcro al que la habían conducido sus enemigos".83
Además tuvo un enorme valor propagandístico para la causa de los
sublevados. "Del Alcázar se hizo posteriormente un mito por los
franquistas, cuyos principales extremos -el episodio de los diálogos de
Moscardó y su hijo en manos de los asediadores, por ejemplo- están hoy
absolutamente desacreditados".82
Sin embargo algunos historiadores afirman que también tuvo una
motivación militar. "Parece convincente la explicación usual: el
compañerismo militar y el valor propagandístico de rescatar a los
asediados en el Alcázar imponían levantar el asedio cuanto antes. Es
posible que hubiera motivos políticos, no separados de la ambición de
Franco de ser generalísimo y jefe civil, que impusieran ese gesto
heroico. Ahora bien, el hecho de tomar primero Toledo podía justificarse
militarmente: asegurar esta ciudad permitiría atacar Madrid desde el
sur y el este, protegiendo los flancos por el Tajo y contando con dos
carreteras de primera categoría en lugar de una".81
El mismo día que era levantado el asedio, el 28 de septiembre, el
general Franco era nombrado por sus compañeros de sublevación no sólo “Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire", sino también "Jefe del Gobierno del Estado Español, mientras dure la guerra".82
El día 8 de octubre el Ejército de África alcanzó San Martín de Valdeiglesias,
a unos cuarenta kilómetros de Madrid, donde tomó contacto con las
fuerzas sublevadas del norte al mando del general Emilio Mola, que
acababa de finalizar la campaña de Guipúzcoa tras tomar Irún, el 5 de septiembre y San Sebastián el 13 de septiembre,
quedando el norte republicano rodeado por tierra por los
"nacionalistas". Así pues a principios de octubre las fuerzas sublevadas
se habían desplegado en un semicírculo alrededor de Madrid que partía
de Toledo al sur y alcanzaba el noroeste a unos diez kilómetros al norte
de El Escorial,
y que se encontraba entre 40 y 55 kilómetros de la capital. Aunque las
fuerzas republicanas opusieron mayor resistencia gracias a la
reorganización militar emprendida por el gobierno Largo Caballero (con
la formación de las brigadas mixtas al mando en su mayoría de militares
de carrera y en las que fueron encuadradas las milicias, una
militarización acompañada de la creación de la figura de los comisarios
políticos), las fuerzas "nacionales" fueron estrechando el semicírculo
que atenazaba la capital (mientras que en el norte el 17 de octubre rompían el cerco de Oviedo)
y a principios de noviembre llegaron a los barrios del sur de Madrid.
"El ataque a Madrid marcó el final del primer periodo de la guerra".84
Noviembre 1936-marzo 1937: la batalla de Madrid y la toma de Málaga
punto de entrar en Madrid, el gobierno de Largo Caballero decidió
trasladarse a Valencia, encomendando la defensa de la ciudad al general Miaja que debería formar una Junta de Defensa de Madrid. "Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio explicación pública alguna".85
"Quienes se quedaron en Madrid no pudieron interpretar estos hechos
sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los madrileños
fueron capaces de organizar su defensa".86 Dos días después comenzó la batalla de Madrid.
Dado que las fuerzas de los "nacionales" no eran superiores a las
fuerzas republicanas que defendían Madrid (unos 23.000 efectivos), la
penetración en la capital tendría que ser rápida y en un frente muy
estrecho. Una columna atravesaría el río Manzanares al norte del Puente de los Franceses y avanzaría por la Ciudad Universitaria de Madrid para luego bajar por el Paseo de la Castellana. Otra columna cruzaría el Parque del Oeste para seguir por los bulevares y llegar a la plaza de Colón. Y una tercera cruzaría el barrio de Rosales para alcanzar la Plaza de España y la calle Princesa. Para apoyar este avance se consideraba fundamental tomar el cerro de Garabitas en la Casa de Campo
donde se podía situar la artillería y desde allí bombardear la ciudad.
El éxito de la operación dependía de que los republicanos creyeran que
el ataque se produciría por el sur y concentraran allí sus fuerzas, pero
en la noche de 7 al 8 de noviembre, precisamente en el momento que iba
comenzar la batalla de Madrid, el teniente coronel Vicente Rojo,
jefe del Estado Mayor de la defensa de Madrid, conoció los planes de
los atacantes gracias a los papeles encontrados en el cadáver de un
oficial muerto del ejército sublevado.87
Entre los días 8 y 11 de noviembre se produjeron violentos combates
en la Casa de Campo. El día 13 los "nacionales" ocupaban el cerro de
Garabitas y dos días después lograban cruzar el río Manzanares
adentrándose en la Ciudad Universitaria.
Pero de allí no pudieron pasar gracias a la resistencia que presentaron
las fuerzas republicanas, reforzadas por la llegada de las primeras Brigadas Internacionales, de unidades de tanques soviéticos T-26 (cuya primera intervención se había producido en la batalla de Seseña) y de 132 aviones rusos "Moscas" y "Chatos" que disputaron la superioridad aérea a los 117 aviones de la Legión Cóndor
alemana. El 23 de noviembre el "Generalísimo" Franco desistió de
continuar el infructuoso ataque frontal a la capital y el frente quedó
ese día estabilizado.88
un conflicto de rápidos movimientos envolventes, sino de batallas a gran
escala, de maniobras tácticas para alcanzar objetivos estratégicos, en
las que unos cuantos centenares de metros de terreno tendrían
significado y cuyo modelo sería la la guerra de 1914-1918, más que las campañas coloniales, única forma de guerra que los españoles conocían de modo directo".89
Al fracasar el ataque frontal los "nacionales" decidieron envolver
Madrid por el noroeste concentrando sus fuerzas para cortar la carretera
de La Coruña e intentar penetrar por allí en Madrid. En el primer
intento que tuvo lugar a finales de noviembre (primera batalla de la carretera de La Coruña)
sólo consiguieron avanzar tres de los siete kilómetros previstos,
quedando detenido el ataque. El segundo intento tuvo lugar en diciembre (segunda batalla de la carretera de La Coruña) y también resultó un fracaso. El tercer y último intento (la conocida como tercera batalla de la carretera de La Coruña) tuvo lugar a principios de enero de 1937 y constituyó la "primera batalla importante de la Guerra Civil en campo abierto".90 Los nacionales organizaron un importante ejército, llamado División Reforzada de Madrid, que contaba con tanques italianos, baterías antitanque para contrarrestar los T-26
soviéticos y artillería pesada. Frente a ella los republicanos
desplegaron un ejército compuesto de cinco divisiones, cada una con tres
brigadas, aunque algunas no estaban completas y muy pocas estaban
mandadas por oficiales de infantería de carrera (para mandar las cinco
divisiones se tuvo que recurrir a dos oficiales retirados por la ley Azaña de 1931, a dos oficiales provenientes de las fuerzas de seguridad, y a un miliciano, el comunista Juan Modesto).
Entre los días 6 y 9 de enero la División Reforzada atacó hacia el
norte y luego giró al este al llegar a la carretera de La Coruña, pero
las fuerzas republicanas resistieron y los "nacionales" tuvieron que
desistir en su avance.91
Fracasado el intento de envolver Madrid por el noroeste, los "nacionales" lo intentan por el sureste avanzando hacia el río Jarama para cortar la vital carretera de Valencia, por donde llegaban a Madrid la mayoría de sus suministros. La batalla del Jarama se inició el 4 de febrero con el ataque por unidades de la Legión Española y fuerzas regulares marroquíes, apoyadas por carros de combate, a las posiciones republicanas. El 11 de febrero tomaban el puente de Pindoque defendido por la compañía "André Marty" de la XII Brigada Internacional
que tuvo 86 muertos. Los "nacionales" prosiguieron su avance pero las
fuerzas republicanas apoyadas por unidades de tanques soviéticos
dirigidos por el general "Pablo" (el general Rodímtsev) y el dominio del aire de la aviación republicana gracias a los "Chatos" les obligó a detenerse y renunciar a alcanzar la línea Arganda-Morata de Tajuña. Sin embargo los republicanos no pudieron recuperar el terreno perdido y el frente quedó estabilizado el 23 de febrero de 1937. Fue el final de la batalla del Jarama.92
Mientras se iniciaba la batalla del Jarama, se producía la toma de Málaga por los "nacionales" el 8 de febrero de 1937, gracias especialmente a la intervención de las unidades motorizadas de la división de milicias fascistas italianas ("legionari" del CTV, Corpo di Truppe Volontarie) que había comenzado a llegar a España dos meses antes enviada por Mussolini,
imbuido de la idea de que el soldado fascista era muy superior al
combatiente "rojo". El ataque había comenzado el 14 de enero de 1937
avanzando desde Ronda por el norte, siguiendo la carretera costera avanzando hacia Marbella por el oeste (con el apoyo de los dos modernos cruceros Baleares y Canarias
que bombardeaban desde el mar y contra los que poco podían hacer los
destructores y los más viejos y peor armados cruceros republicanos) y
desde Granada hasta Alhama
por el noreste. Aunque las milicias republicanas consiguieron contener
el ataque tierra adentro, el día 5 de febrero convergieron varias
columnas sobre Málaga encabezadas por las fuerzas italianas. Esto obligó
a retirarse a las milicias a la capital pero allí faltas de mandos, de
fortificaciones para la defensa y del apoyo de la flota republicana no
tuvieron más remedio que emprender la huida hacia el este por la
carretera costera de Málaga y Almería acompañadas de miles de civiles
mientras eran ametrallados y bombardeados por la aviación italiana y los
barcos de guerra de los sublevados. A los pocos días los "nacionales"
llegaban a Motril haciendo numerosos prisioneros y obteniendo grandes cantidades de material.93
"Para el Gobierno republicano, la derrota demostró una profunda
ineficacia y una falta de energía moral y señaló el comienzo de la
decepción de los comunistas con respecto a la actuación de Largo Caballero
como Jefe de Gobierno y ministro de la Guerra. Las salpicaduras
llegaron a los mandos que Largo había nombrado, los cuales fueron
procesados como resultado de las investigaciones llevadas a cabo después
del desastre".94
y una vez tomada esta ciudad cortar la carretera de Valencia y entrar
en la capital. Para esta operación, en la se seguiría la táctica de lo
que los generales italianos llamaban "guerra relámpago"
(las previsiones eran que en una semana, entre el 8 y el 15 de marzo de
1937, Madrid sería conquistada), se desplegaron buena parte de los de
los 48.000 efectivos con que contaba entonces el CTV (integrados en
cuatro divisiones con 4.000 vehículos, 542 cañones y 248 aviones).95
integrado por italianos antifascistas), apoyadas por las unidades de
tanques soviéticos y por la aviación, y ayudadas por el mal tiempo (los
suelos embarrados por la lluvia dificultaba el avance de los vehículos e
impedía el despegue de los aviones de los campos encharcados, mientras
que los aviones republicanos sí disponían de campos de aviación
utilizables). El 12 de marzo las tropas republicanos lanzaron una
contraofensiva que hizo huir desmoralizada a la 3.ª División italiana y
permitió recuperar en los días siguientes Trijueque y Brihuega,
apoderándose de material abandonado por los italianos. El día 19 de
marzo las fuerzas republicanas detuvieron su avance y organizaron líneas
de defensa. El 23 de marzo terminó la batalla de Guadalajara
que la prensa internacional liberal y de izquierdas llamó la "primera
victoria contra el fascismo", destacando el hecho de que muchos
"legionari" del CTV habían sido capturados por los "garibaldini" de las Brigadas Internacionales.95
"Con la ayuda rusa la República había podido responder a la amenaza
que suponía la llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional. El Ejército Popular
ya no consistía en bandas sueltas de milicianos con improvisados
mandos. Había demostrado saber retirarse a fortificaciones preparadas,
resistiendo con pequeñas retaguardias a la espera de refuerzos.
Responder a esta técnica iba a exigir otras capacidades de las que
poseía el CTV".96
Marzo-noviembre de 1937: la campaña del Norte y las batallas de Brunete y Belchite
el ataque de las fuerzas sublevadas contra la franja cantábrica que
permanecía fiel a la República pero que estaba aislada por tierra del
resto de la zona republicana.
El objetivo de los "nacionales" era controlar sus importantes recursos
mineros e industriales (especialmente las siderurgias y las fábricas de
armas), además de que su conquista permitiría trasladar la flota
sublevada al Mediterráneo para intentar detener el tráfico marítimo que
se dirigía a los puertos republicanos.97 La ofensiva de las fuerzas sublevadas al mando del general Mola (unos 28 000 efectivos, incluidos los de las unidades del CTV italiano, apoyados por 140 aviones italianos y alemanes de la Legión Cóndor) se inició el 31 de marzo de 1937 desde las posiciones alcanzadas en octubre de 1936 en la campaña de Guipúzcoa, que se situaban a unos 35 kilómetros al oeste de San Sebastián, sobre las defensas de Vizcaya que había organizado el gobierno vasco presidido por José Antonio Aguirre desde octubre de 1936 tras haber aprobado las Cortes republicanas el Estatuto de Autonomía del País Vasco. El Ejército Vasco reclutado por Aguirre rechazaba la autoridad del general Francisco Llano de la Encomienda que era el jefe del Ejército del Norte, que teóricamente agrupaba a todas las fuerzas de Vizcaya, Santander y Asturias, y actuaba de forma independiente (en él no existía la figura del comisario político y tenía pocos mandos profesionales).98
las fuerzas "nacionales", aunque contaban con la superioridad naval y
aérea (el grueso de la flota republicana se encontraba en el
Mediterráneo y sólo había un pequeño número de cazas soviéticos),
avanzaron relativamente poco debido a la fuerte resistencia que
encontraron y a las malas condiciones meteorológicas. La segunda
ofensiva iniciada el 20 de abril tuvo más éxito alcanzando cinco días
después la línea Guernica-Durango. El día 26 de abril, tras haber bombardeado Jaén y Durango los días anteriores, se produjo el bombardeo de Guernica por aviones alemanes de la Legión Cóndor y aviones italianos del CTV
causando muchas víctimas civiles y una enorme destrucción porque además
de las bombas convencionales utilizaron bombas incendiarias. Tres días
después las fuerzas "nacionales" ocupaban la ciudad y el día 30 de abril
llegaban a Bermeo.99
Entonces ambos ejércitos se reorganizaron (el "lehendakari"
Aguirre en persona asumió el mando supremo del ejército vasco) para
atacar y defender respectivamente el conjunto de las fortificaciones
alrededor de Bilbao, el llamado "Cinturón de Hierro", que sin embargo había perdido gran parte de su utilidad porque el ingeniero que las había diseñado se había pasado al bando sublevado
con los planos de las mismas. Gracias a ellos los "nacionales" pudieron
penetrar por sus puntos débiles mientras la ciudad de Bilbao era
bombardeada por la artillería pesada y por la aviación. Finalmente
Bilbao cayó el 16 de junio, sin que el gobierno de Valencia, presidido
desde el 17 de mayo por el socialista Juan Negrín tras superar la crisis republicana de los "sucesos de mayo de 1937"
hubiera podido organizar algún ataque en otros frentes que hubiera
dificultado la gran concentración de medios terrestres y aéreos
desplegada por los "nacionales" en la Campaña de Vizcaya.100
Por fin a principios de julio las fuerzas republicanas lanzaron una
ofensiva en el frente de Madrid para aliviar la presión del ejército
"nacionalista" en el norte. Así el 6 de julio comienza la batalla de Brunete
llamada así porque la lucha por la conquista de ese pueblo situado al
oeste de Madrid por los republicanos (que pretendía seguir después en
dirección sureste para encontrarse con las otras fuerzas gubernamentales
que avanzarían desde el sur de la capital, lo que de tener éxito
obligaría a los "nacionales" a ordenar un repliegue general de sus
fuerzas si no querían verse cercados) se convirtió en el elemento
central de los combates. El ataque hacia Brunete fue lanzado por el
reorganizado V Cuerpo de Ejército republicano al mando del comandante de
milicias Juan Modesto apoyado por unidades de tanques T-26 soviéticos que ocupó la localidad casi sin resistencia, pero el general Franco reaccionó rápidamente y envió unidades de la Legión y de Regulares más las brigadas de Navarra
y unos 150 aviones italianos y alemanes retirados del frente del norte,
deteniéndose así el ataque hacia Santander. Esto permitió a las fuerzas
nacionales realizar el contraataque.101
"Empezó así una batalla de desgaste bajo el tremendo sol veraniego, sin
sombra ni agua, que terminó arrojando un saldo de 40.000 bajas. La dura
batalla concluyó el 26 de julio, por puro agotamiento. El Ejército Popular Republicano
había retenido importantes sectores del territorio que había
conquistado... aunque perdió Brunete. (...) [La batalla de] Brunete
coincidía con el aniversario del principio de la guerra. A partir de
unas cuantas columnas sublevadas que luchaban contra milicias improvisadas se habían formado dos ejércitos con un considerable apoyo de artillería y aviación".102 >
Terminada la batalla de Brunete las fuerzas "nacionales" se reorganizaron y reanudaron la Campaña del Norte atacando Santander desde el sur por el puerto de montaña de Reinosa y desde el este siguiendo la costa. La batalla de Santander comenzó el 14 de agosto con el ataque a Reinosa
que fue ocupada sólo dos días después y cuya fábrica de armamento no
fue destruida por los republicanos en su retirada en desbandada. La
resistencia republicana en la costa también se desplomó rápidamente ante
el avance de las unidades del CTV
italiano gracias especialmente a la superioridad aérea (los
republicanos no pudieron enviar aviación a aquella zona debido a la
lejanía de las bases) cuyos continuos bombardeos destrozaron y
desmoralizaron a las fuerzas republicanas mandadas por el general Mariano Gamir Ulibarri
nombrado el 6 de agosto. El 24 de agosto, sólo diez días después de
iniciada la ofensiva, la ciudad de Santander (donde escaseaban los
víveres y el combustible debido al bloqueo naval de la armada sublevada)
fue ocupada después de que las fuerzas de orden público, una vez
evacuados los mandos, izaron bandera blanca.103
"La historia de la campaña de Santander es la de un continuo avance,
con ocasionales y breves resistencias. Fueron muchos los prisioneros y
los que se "pasaron", lo que daba fe del estado de desmoralización de
las filas republicanas"104
"nacionales" en el Norte lllegó tarde pues comenzó el mismo día de la
caída de Santander. Esta vez se desarrolló en el frente de Aragón, que se mantenía prácticamente inalterado desde el inicio de la guerra cuando las columnas de milicias confederales anarquistas y del POUM salieron de Cataluña y ocuparon la mitad oriental de Aragón (donde crearon un ente casi independiente llamado Consejo de Aragón) aunque no consiguieron su objetivo de conquistar Zaragoza, y que tras los "sucesos de mayo de 1937" habían sido incorporadas a las unidades regulares del Ejército del Este. El 24 de agosto comenzó la ofensiva de Zaragoza cuyo propósito era romper el frente y alcanzar la capital aragonesa, lo que obligaría al general Franco a suspender su ofensiva del Norte. Al norte del Ebro combatían las divisiones anarquistas y al sur las comunistas dirigidas por Enrique Líster y los dos generales internacionales "Walter" y "Kleber". Después de la toma de los pueblos de Codo y Quinto cercaron Belchite el día 26, dando inicio a la batalla de Belchite el hecho bélico más destacado de la campaña. Los "nacionales" que defendían el pueblo resistieron encarnizadamente hasta el 3 de septiembre.
Cuatro días antes los "nacionales" habían iniciado la contraofensiva
que al norte del Ebro hizo retroceder a las divisiones anarquistas y al
sur en Fuentes de Ebro, un pueblo situado a 26 kilómetros de Zaragoza, consiguió derrotar a las unidades de tanques soviéticos BT5 y a la XV Brigada Internacional.105
Aunque Belchite permaneció en manos de los republicanos los dos objetivos de la ofensiva de Zaragoza
no se consiguieron: ni se tomó la capital aragonesa ni se detuvo el
avance "nacionalista" en el frente norte. Tras la ocupación de Santander
se inició el 1 de septiembre la ofensiva de Asturias
por la costa y por el interior para poner fin al último territorio de
la franja norte republicana. Unos días antes se había formado en Gijón (Oviedo continuaba ocupada por los "nacionalistas" desde el inicio de la guerra) el Consejo Soberano de Asturias y León bajo la presidencia del socialista Belarmino Tomás, uno de los antiguos dirigentes de la Revolución de Asturias
de octubre de 1934, que intentó organizar la defensa, pero su situación
eran tan difícil como la de Santander. Los asturianos no tenían apoyo
naval (sólo disponían del destructor Císcar)
ni apoyo aéreo (los pocos aviones con que contaban eran muy inferiores a
los de los atacantes) y estaban sometidos al bloqueo naval de la armada
sublevada lo que había provocado problemas de abastecimientos civiles y
militares agravados por la presencia de unos 300.000 refugiados
procedentes de otras zonas ocupadas por las tropas "nacionales". Así
pues la resistencia al avance "nacionalista" fue muy difícil de mantener
por la carencia de material y alimentos y por el abandono de la zona
desde aire y mar y la desmoralización de las tropas dio lugar a
retiradas desordenadas a causa del pánico. Sin embargo hasta el 20 de
octubre no fue tomado Gijón, el último reducto de la Asturias republicana y de todo el norte.106 La mayoría de los prisioneros del Frente Norte fueron recluidos en el campo de Miranda de Ebro.
Las consecuencias de la victoria "nacionalista" en la Campaña del Norte
fueron muy importantes para el curso de la guerra. "Franco pudo
concentrar todas sus fuerzas en el centro de España y en el
Mediterráneo, y obtuvo el beneficio de una industria no destruida. La
victoria restableció el orgullo de Mussolini [perdido por la derrota de
la batalla de Guadalajara],
que en adelante cooperaría de buena gana con Franco. La opinión
internacional juzgaba que, una vez perdido el norte, la victoria era
cuestión de tiempo".107
En noviembre de 1937 el gobierno republicano de Juan Negrín decidió trasladarse de Valencia a Barcelona (donde desde noviembre de 1936 ya se encontraba el presidente de la República Manuel Azaña) para "poner en pleno rendimiento la industria de guerra"
catalana, que en los meses siguientes quedó bajo la autoridad directa
del gobierno de la República, para que supliera la pérdida de las
importantes fábricas de armamento de Vizcaya, Cantabria y Asturias, y
también para "asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Cataluña", lo que relegó al gobierno de la Generalidad de Lluís Companys a un papel secundario.108
Diciembre 1937-noviembre 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del Ebro
El 12 de diciembre de 1937 la 11 División republicana al mando del jefe miliciano comunista Enrique Líster corta las de vías de comunicación de la ciudad de Teruel con la retaguardia "nacional". Así da comienzo la batalla de Teruel, cuya estrategia ha sido diseñada por el Jefe del Estado Mayor republicano, el coronel Vicente Rojo.El objetivo es conquistar este saliente que en las líneas enemigas
representaba Teruel además de impedir el ataque de los "nacionales"
contra Madrid previsto para el día 18 de diciembre y alcanzar un éxito
militar como era tomar una capital de provincia en manos de los
sublevados desde el inicio de la guerra para fortalecer la confianza
interior y exterior en la causa republicana tras la derrota de la Campaña del Norte en un momento en que la llegada de material bélico de la Unión Soviética
estaba reduciéndose a causa de las dificultades que estaba encontrando
para pasar la frontera francesa por la caída el gobierno del socialista Leon Blum.
El general Franco reaccionó inmediatamente para romper el cerco de
Teruel pero como no pudo conseguirlo en el primer intento tuvo que
enviar más fuerzas y suspender el ataque previsto sobre Madrid (con lo
que uno de los objetivos estratégicos republicanos la ofensiva sobre
Teruel se había conseguido). Las bajas temperaturas y las nevadas
dificultaron las acciones de los dos ejércitos e impidieron que los
"nacionales" rompieran el cerco, a pesar de gozar de superioridad aérea y
artillera, por lo que el coronel Domingo Rey d'Harcourt decidió rendirse el 8 de enero y las fuerzas republicanas (la 46.ª División al mando del miliciano Valentín González "El Campesino") ocuparon la ciudad.109
A partir de entonces las fuerzas "nacionales" redoblaron sus ataques
para reconquistar Teruel lanzando varias ofensivas que fueron minando
las defensas y la moral de las fuerzas republicanas. El 7 de febrero de
1938 alcanzaron la línea del río Alfambra
y el 21 de febrero la ciudad estaba cercada. La División 46 mandada por
"El Campesino" escapó o huyó, según las diferentes versiones, y la
ciudad fue reconquistada por los "nacionales".110
"El valor de unos soldados bisoños mal conducidos, armados y vestidos y
enfrentados por rencores políticos [anarquistas frente a comunistas]
poco podía hacer contra tropas experimentadas y bien equipadas y, sobre
todo, contra los bombardeos".111 El coronel Vicente Rojo le escribió al ministro de Defensa de la República Indalecio Prieto sobre la retirada de Teruel de la División 46:111
Tardaremos aún mucho tiempo para que los jefes de nuestro ejército se comporten como es debido
lo que indujo al "Generalísimo" Franco a posponer definitivamente el
ataque a Madrid para en su lugar lanzar la ofensiva de Aragón contra Cataluña y Valencia. El ataque, que iba a extenderse por todo el frente de Aragón, comenzó al sur del río Ebro el 9 de marzo donde el frente se derrumbó ante la gran concentración de fuego artillero y de aviación. El día 14 el CTV tomaba Alcañiz y el 17 los "nacionales" tomaban Caspe, después de haber "reconquistado" Belchite. Lo mismo sucedió al norte del Ebro donde tomaron Fraga el 27 de marzo y a principios de abril llegaron a Lérida (donde la 101.ª Brigada Mixta mandada por el jefe miliciano Pedro Mateo Merino impidió que cruzaran el río Segre por allí). Al norte de Lérida avanzaron hasta el Noguera Pallaresa y establecieron cabezas de puente en Balaguer y Tremp.
Una vez alcanzadas esas posiciones el "Generalísmo" Franco descartó
dirigirse hacia Barcelona y optó por avanzar hacia el Mediterráneo al
sur de la desembocadura del Ebro, objetivo que alcanzaron el 15 de abril al llegar a Vinaroz, con lo que la zona republicana quedó dividida en dos.112
El fracaso de la batalla de Teruel y el derrumbe del frente de Aragón provocaron la crisis de marzo de 1938 en el bando republicano cuando el presidente del gobierno Juan Negrín intentó que Indalecio Prieto cambiara de ministerio y dejara el de Defensa ya que, como el presidente de la República Manuel Azaña,
Prieto consideraba que lo que había sucedido mostraba que el ejército
republicano nunca podría ganar la guerra y que había que negociar una
rendición con apoyo franco-británico. Pero al no conseguirlo Negrín le
pidió a Prieto que abandonara al gobierno,113 recomponiendo a continuación su gabinete el 6 de abril y asumiendo Negrín personalmente el Ministerio de Defensa,114 con el coronel comunista Antonio Cordón
como subsecretario de Guerra, que procedió a la reorganización de las
fuerzas republicanas agrupadas en dos grandes grupos de ejércitos, en
consonancia con la división de la zona republicana provocada por la
llegada de los "nacionales" al Mediterráneo: el GERC (Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur) y el GERO (Grupo de Ejércitos de la Región Oreintal).115 Las posiciones del nuevo gobierno de Negrín con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron fijadas en su "Declaración de los 13 puntos", hecha pública en la significativa fecha del 1º de mayo de 1938.116
dirigir sus tropas contra Valencia en lugar de contra Barcelona, sede
del gobierno republicano, no porque temiera, según el historiador
Michael Alpert, que "Cataluña fuera un bocado difícil" sino porque "la
presencia de fuerzas alemanas e italianas en España hacía que un posible
acercamiento de Franco a la frontera francesa pudiera suscitar
tensiones internacionales".117 Se inicia así la ofensiva del Levante cuyo plan consistía en converger sobre Sagunto (a unos 20 kilómetros al norte de Valencia) avanzado por la costa desde Vinaroz y por el interior desde
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