lunes, 15 de junio de 2015

Un dermatólogo en el museo

Un dermatólogo en el museo











































domingo, 14 de junio de 2015






Los tatuajes del reportero vertiginoso


C. Schad. El reportero Egon Erwin Kirsch (detalle)





 Christian Schad 

El reportero Egon Erwin Kirsch (detalle)

(1919)


Óleo sobre lienzo.

Kunsthalle, Hamburg


Christian Schad (1894 - 1982) fue un pintor alemán relacionado con el movimiento Neue Sachlichkeit (Nueva objetividad).
En 1915, huyendo de la Primera Guerra Mundial se instaló en Suiza,
donde participó en el movimiento artístico dadaísta. A partir de 1918
elabora técnicas basadas en la fotografía (él las denominaba
schadografías). En los años 20 se estableció primero en Viena y luego en Berlín, vinculándose a los pintores de la Nueva objetividad.
Aunque contrario al nazismo, sus pinturas no fueron tan censuradas por
los nazis como las de Otto Dix, Max Beckmann y George Grosz.  




Egon Erwin Kirsch (1885
- 1948) fue un reportero checo, de origen judío, que escribía en
alemán. Comunista, antifascista y judío, fue detenido en la noche del
incendio del Reichtag, siendo internado en la cárcel de Berlín-Spandau.
Participó más tarde en la Guerra Civil Española, donde llegó a dirigir
durante algún tiempo un batallón de las Brigadas Internacionales. Tras
la derrota se exilió en México, hasta que tras el final de la Segunda
Guerra Mundial, regresó a Praga. Conocido como Der Rasenden Reporter (el reportero vertiginoso), Kirsch ha sido considerado el mejor reportero de habla alemana de su tiempo. 




Schad
retrata a Kirsch semidesnudo, mostrando con cierto orgullo diversos
tatuajes en su cuerpo. Mira al espectador de reojo, en un gesto entre
tímido y curioso que concentra todo un manifiesto psicológico del
personaje. 




En
la actualidad en Alemania se concede un premio periodístico con su
nombre en su aniversario de nacimiento, valorando tanto la calidad del
trabajo periodístico como su nivel de compromiso. 





Christian Schad: 










viernes, 12 de junio de 2015






La señora Delicado de Imaz






Vicente López: La señora Delicado de Imaz.  


 Vicente López 

La señora Delicado de Imaz

(1833)


Óleo sobre lienzo. 109 x 86 cm

Museo del Prado, Madrid


Vicente López Portaña (1772
-1850) fue un pintor valenciano de familia de tradición pictórica. Fue
discípulo de Maella en la Real Academia de San Fernando. 
A
partir de 1815 se instaló definitivamente en Madrid llegando a ser el
pintor de cámara de Fernando VII, y Director del Real Museo de
Pinturas. 

En su obra, influída por el movimiento romántico destacan los retratos de aristócratas y otros personajes ilustres. 

Vicente López: La señora Delicado de Imaz (detalle)
En el Retrato de la señora Delicado de Imaz nos
encontramos con un retrato típico de la época. La dama, ricamente
ataviada, está sentada en una butaca, mirando al espectador. Tras de sí
tiene una ventana y un cortinaje que da gran teatralidad a la escena.
Vicente López se entretiene en plasmar minuciosamente los encajes de la
mantilla, caída sobre los hombros con gran precisión y detallismo.

La
señora presenta una frente amplia y cejas muy pobladas que cubren
parcialmente el entrecejo. En el labio superior presenta una pilosidad
mayor que la habitual y una ligera sombra en el mentón hace sospechar
que también en esta zona había vello, tal vez rasurado. En definitiva,
un caso de hirsutismo con evidentes signos de androgenización. 










jueves, 11 de junio de 2015






Cabezudos con lunares




L'esquivamosques, uno de los cabezudos más populares de Girona.







Cabezudos de Girona 

(1957)


Cartón piedra

Museu d'Història de la Ciutat, Girona


En
el Museu d'Història de la Ciutat de Girona encontramos algunas figuras
de imaginería festiva, entre las que se cuentan los cabezudos que suelen
desfilar en las fiestas y celebraciones, como parte del folklore
local. 




Originariamente,
los cabezudos desfilaban en la procesión del Corpus Christi,
acompañando a los gigantes y al águila, símbolo del poder del municipio.
Menos solemnes que los entremeses citados, los cabezudos (capgrossos o nans, en catalán) 
representan
personajes populares, con aire ligeramente satírico y que están
vinculados a algunos de los barrios o calles de la ciudad vieja. Tres de
ellos hacen referencia al mundo del comercio y de los negocios, tres
tienen connotaciones religiosas, dos a los payeses del entorno, uno a la
gente de armas y  otro 
a la política del Ayuntamiento. Finalmente, el más popular de todos, llamado Esquivamosques hace alusión a la tradición y la leyenda. 





Efectivamente,
en Girona existe la leyenda de Sant Narcís, el santo obispo patrón de
la ciudad, que auxiliado por su ayudante S. Félix, introdujo el
cristianismo en Girona.  Durante el sitio al que sometió a la ciudad
Felipe el Atrevido de Francia, los gerundenses rogaron a su patrón ayuda
y protección frente a la invasión. Cuentan que del sepulcro del santo
salieron unas moscas que picaban exclusivamente a los 


sitiadores, propagando entre 

ellos
una peste. Ante este imprevisto descalabro, el ejército francés optó
por la retirada y St. Narcís se llevó con él nuevamente a las mortíferas
moscas. 




Sin embargo al parecer, St. Narcís no se llevó todas las moscas. El cabezudo llamado Esquivamosques
es un personaje bufo que presenta una mosca permanentemente adherida a
su nariz y por mucho que lo intenta no logra ahuyentarla. Está enfadado
con el santo por haberse olvidado de llevarse tan molesto insecto. Suele
abrir la comitiva con golpes de latiguillo, en un frustrado intento de
espantar a la mosca. 


Cabezudos de Girona: El Ciutadà.
El Ciutadà es
un personaje que encarna a los antiguos ediles de la ciudad. De porte
más distinguido que el resto, lleva el vestido y el tocado propio de su
dignidad. Representa la burguesía que emergió en la ciudad durante el s.
XIV y que pronto se constituyó en un poder ciudadano frente al poder
feudal de la aristocracia y del obispo de Girona  (uno de los señores
fuedales con más poder en la época). Naturalmente, a este cabezudo se le
relaciona con el carrer de Ciutadans, en la parte "nueva" del burgo. 






Finalmente otro cabezudo es el conocido como el Tricorni, personaje tocado con este tipo de sombrero, que tal vez alude a un alguacil o a un soldado mercenario. 



Tanto éste como el Ciutadà y l'Esquivamosques (también llamado En Berruga) presentan
unos visibles nevus pigmentarios en la cara. Esta circunstancia hace
reflexionar sobre el papel peyorativo y satírico que tenían los lunares
en la cultura popular, poniendo así de manifiesto que eran general
motivo de risas y chanzas. 




  


miércoles, 10 de junio de 2015






Kaposi, el dermatólogo que cambió de nombre


Busto de Moriz Kaposi en la Universidad de Viena.






Johannes Benk 



Busto de Moriz Kaposi  

(1837 -1902)

Universidad de Viena  

Moritz Kohn, llamado Kaposi
(1832 -1902), nació
en la pequeña ciudad húngara de Kaposvár. De modesta familia y origen
judío, decidió ir a Viena a estudiar Medicina. Su apellido delataba su
origen hebraico, lo que era un inconveniente en la católica Viena
imperial. Así que decidió convertirse al catolicismo y en 1871 cambió su
apellido por el de Kaposi, nombre que hacía
referencia a su ciudad natal, Kaposvár, y al río Kapos, que le da su
nombre.
Esta costumbre era bastante frecuente en aquel tiempo y se conocía como
magiarización.  


Tras doctorarse en la universidad de
Viena, fue durante unos años el ayudante de Ferdinand von Hebra, el gran dermatólogo austríaco, y al poco tiempo se casó con su
hija. Como su maestro, llegó a ser una celebridad en dermatología, y a la
muerte de Hebra, se convirtió en su sucesor. Como maestro, Kaposi estaba a la
altura de Hebra, y los estudiantes de todo el mundo siguieron asistiendo a las
lecciones de dermatología en Viena.






Retrato de Kaposi. Óleo sobre lienzo. 
Kaposi contribuyó a la dermatología
con diversos cuadros clínicos, ya que la clínica era su principal punto de
interés. En 1869, todavía con el nombre de Kohn, publicó sus primeros trabajos
sobre lupus eritematoso. En 1872, ya como Kaposi, trató con mucho mayor detalle
esta enfermedad. En otras muchas publicaciones (hasta un total de 110) se ocupó
de variados temas, como eritema multiforme, rinoscleroma, micosis, etc.


De carácter bastante vanidoso,
gustaba de aplicar a las enfermedades que él había descubierto el calificativo
latino
mihi, para significar descrito por mí. Así, se refería por ejemplo al xeroderma
pigmentosum mihi
. Aparte del xeroderma
pigmentosum
(1870), definió el lupus eritematoso sistémico (1872), la dermatitis papillaris capillitii y la
erupción varioliforme de Kaposi (1887). Pero sobre todo, en la actualidad se le
recuerda por su descripción del sarcoma múltiple pigmentado o sarcoma de Kaposi
(1872), que ha cobrado en los últimos años una inusitada importancia por su
vinculación con el sida.

Además de publicar el libro de
Hebra, como ya hemos mencionado, Kaposi escribió su propia
Pathologie und Therapie der Hautkrankheiten (1881), que fue
traducida al francés por Besnier y al inglés por Johnson. Su atlas, en tres
volúmenes , aparecido entre 1898 y 1900 contiene una de las más extensas y
valiosas colecciones de iconografía dermatológica, sintetizando por primera vez
las enseñanzas de las escuelas de París y de Viena.
Busto de Kaposi. 

Sociedad Japonesa de Dermatología, Tokio. 


Desde el punto de vista doctrinal,
Kaposi siguió fielmente los criterios anatomopatológicos de su suegro, Hebra,
combatiendo la teoría, más difusa e intuitiva, de las
discrasias. Podemos decir pues que la dermatología, tal como la
entendemos hoy, fue 
reconstruída
sobre criterios de anatomía macro y microscópica gracias a las aportaciones de
Hebra y Kaposi.
  


martes, 9 de junio de 2015






La oración de los niños tiñosos




I. Pils (1813-1875), La prière des enfants teigneux


 Isidore Pils 

La oración de los niños tiñosos

(1853)


Óleo sobre lienzo.

Musée de l'Assistence Publique des Hôpitaux de París


Isidore Pils (1813 - 1875) fue un pintor francés que destacó sobre todo por obras religiosas y más tarde algunas de temas patrióticos (La Marsellesa, Tropas aliadas en Crimea)  


El
cuadro que encabeza este escrito refleja un episodio que debía ser
bastante habitual a mediados del s. XIX. Unos niños, sin duda recogidos
en una institución religiosa de caridad se disponen a la oración en
grupo, que dirige una monja. Muchos de ellos presentan la cabeza
cubierta con gorros o vendajes, sin duda para ocultar su enfermedad, por
estar realizando algun tratamiento paliativo o para evitar el contagio.
El niño que ocupa el centro del cuadro, con la cabeza inclinada y la
mirada huidiza muestra el cuero cabelludo, claramente afectado por la
tiña: placas alopécicas o con los cabellos cortados, más o menos
redondeadas y descamativas.


La tiña era muy frecuente en el s. XIX, como lo había sido en los siglos anteriores. Sólo en París se diagnosticaban más de mil casos anuales
en aquel tiempo. La Medicina podía ofrecer poco: no se conocían
tratamientos efectivos fuera de la aplicación de tinturas de iodo que
apenas si tenían un efecto paliativo. Abundaban los charlatanes que
preconizaban métodos brutales, como era el caso de la
calota,
practicada por los hermanos Mahon, que embadurnaban la cabeza de los
pobres niños con una mezcla de brea, miel y unos polvos que preparaban
ellos. Posteriormente se procedía a vendarla. Al cabo de unos días el
vendaje, adherido firmemente a la piel, era retirado violentamente,
provocando así una depilación brutal, en la que a veces seguían jirones
de piel y se producían cuantiosas hemorragias. Este terrible método (que
llegó a causar algunas muertes) fue practicado por estos curanderos
durante los años 1809 a 1813. 




Lo
único que se podía hacer era reunir los niños tiñosos en instituciones
aisladas, para evitar el contagio. Al lado del hospital de Saint-Louis
de París, el dermatólogo Charles Laillier (1822-1893)
fundó una escuela de niños tiñosos con este fin (1866). Probablemente
el momento que recoge el cuadro que presentamos aquí correspondiera a
una institución de este tipo. 

lunes, 8 de junio de 2015






La sífilis terciaria de Maupassant


Feyen-Perrin: Retrato de Guy de Maupassant 


 François Nicolas Augustin Feyen-Perrin 

Retrato de Guy de Maupassant  




Óleo sobre lienzo

Palacio de Versalles




Guy de Maupassant (1850-1893)
fue un escritor francés, autor de gran número de cuentos y de algunas
novelas. Destacan en su obra algunos cuentos de terror, que tal vez
fueron reflejo de su miedo interior y de su particular circunstancia.
Lejano ya a los planteamientos del Romanticismo, y cercano en muchos
planteamientos al naturalismo constituye uno de los grandes exponentes
de la literatura francesa del s. XIX. 



Muy promiscuo y de proverbial avidez sexual, que se aprecia al leer algunos de sus poemas como por ejemplo Désirs (Deseos), contrajo
la sífilis a los 27 años, tras una relación con una de sus amigas con
las que gustaba navegar por el Sena. Él mismo lo comentaba en una carta
escrita el 2 de marzo de 1877 a su amigo Pinchon: 


"No
adivinarías nunca el maravilloso descubrimiento que mi médico acaba de
hacer en mí... La sífilis... Tengo la sífilis, la verdadera, no las
miserables purgaciones, no la gota eclesiástica, no las burguesas
crestas de gallo o las leguminosas coliflores... no: la sífilis, de la
que murió Francisco I. La verdadera, la elegante sífilis (...) Y estoy
orgulloso, pardiez, tengo la sífilis y por consiguiente ya no tengo
miedo de contagiarme"


El
11 de marzo recibió un tratamiento a base de arsénico y de yoduro
potásico, pero le causó transtornos digestivos y tuvo que suspenderlo.
Realizó curas de aguas sulfatadas, y tomó otros remedios habituales en
la época como el jarabe de Gibert, píldoras de Ricord y licor de Van
Swieten. 








Paul-Émile Boutigny (1854-1929), Boule de suif (1884), inspirada en una obra de Maupassant
Óleo sobre lienzo 200 x 145 cm.
Musée des Beaux-Arts de Carcassonne.




En
1880 comenzó a presentar transtornos en un ojo, que se le agravan al
año siguiente. En 1888, uno de los ojos estaba en midriasis, mientras
que el otro en miosis. Al poco tiempo ya no reaccionaban a la luz.  En
1890 escribía: 


"Esta
imposibilidad  de servirme de mis ojos hace de mí un mártir. Sufro
atrozmente (...) Ya no puedo escribir, ya no veo. Es el desastre de mi
vida"
A
partir del otoño de 1889 aparecieron los primeros transtornos ligados a
la parálisis general progresiva (sífilis terciaria). Su actividad
literaria había disminuído mucho y era ya casi nula. Maupassant iba de
un balneario a otro, pero sobre todo comenzó a hacer excentricidades. Un
día gesticulaba por la calle en pleno Boulevard Haussmann, insultando a
viandantes imaginarios. Otro día luchaba con su bastón con tres perros
rabiosos imaginarios, o se quejaba de estar impregnado de sal, que le
causaba intolerables dolores de estómago...






Ernest Jean Delahaye (1855-1921), Mademoiselle Fifi (1889), inspirada en una obra de Maupassant
Óleo sobre lienzo 140 x 180 cm.
Presentado en el Salon des artistes français (n°599).




Comienza
a quejarse de una neuralgia craneal y ocular, de disminución de la
visión y de continuas alucinaciones auditivas. Vive en un miedo
permanente de volverse loco:






«Tengo
miedo de mí mismo, tengo miedo del miedo, pero, ante todo, tengo miedo
de la espantosa confusión de mi espíritu, de mi razón, sobre la cual
pierdo el dominio y que se enturbia por un miedo opaco y misterioso».


 Su aspecto se vuelve decrépito: su cara envejecida contrasta con un cuerpo todavía fuerte. 



En 1891 confiesa a su amigo el pintor Fournier: 

"Nadie
me reconoce ya, es un hecho. Cada vez sufro más de horribles migrañas.
Solamente la antipirina me da un poco de calma. Yo creo que es a causa
de este veneno que tengo ahora terribles lagunas en la memoria. Me
faltan las palabras más elementales. Si necesito decir la palabra
"cielo" o "casa", estos vocablos desaparecen súbitamente de mi cerebro.
Estoy acabado"
La
 etapa final de la parálisis general progresiva de Maupassant comenzó
la noche del 2 de enero de 1892. François y el marino Raymond se
despertaron por un gran estrépito que provenía de la habitación del
escritor. Lo encontraron ensangrentado y a punto de tirarse por la
ventana. Había intentado dispararse con una pistola (pero su  asistente
había prudentemente retirado las balas del revólver) y luego intentó
degollarse con un abrecartas. Se vieron obligados a reducirlo y atarlo.
Maupassant pasó la noche gritando:


"¿François, estás preparado? Nos vamos. Se ha declarado la guerra"
Informada
su mujer, lo internaron en una clínica psiquiátrica en Passy (la
clínica del Dr. Blanche, la misma donde Gérard de Nerval estuvo
internado 40 años antes). Allí desarrolló sus ideas megalomaníacas y
delirantes (típicas de la parálisis general progresiva de la sífilis
terciaria):


"Los Rothschild no han pagado todavía mi pensión?" 
"Ollendorf y Havard han quebrado. Los 40 millones están puestos a mi nombre" 
"Dios ha declarado desde lo alto de la Torre Eiffel que M. de Maupassant es el Hijo de Dios" 
"Jesucristo se acostaba con mi madre, por eso soy Hijo de Dios"  
Durante
las últimas semanas, Maupassant se quedó inmóvil, excepto durante
algunos violentos episodios de epilepsia. Finalmente cayó en coma y
murió el 6 de julio de 1893, completamente solo y sin ninguna presencia
de amigos ni de familia. Está enterrado en el cementerio de
Montparnasse. 




(Traducciones de textos franceses de Maupassant: Xavier Sierra) 





Désirs, de Maupassant: 









Désirs

Le rêve pour les uns serait d'avoir des ailes,

De monter dans l'espace en poussant de grands cris,

De prendre entre leurs doigts les souples hirondelles,

Et de se perdre, au soir, dans les cieux assombris.



D'autres voudraient pouvoir écraser des poitrines

En refermant dessus leurs deux bras écartés ;

Et, sans ployer des reins, les prenant aux narines,

Arrêter d'un seul coup les chevaux emportés.



Moi ; ce que j'aimerais, c'est la beauté charnelle :

Je voudrais être beau comme les anciens dieux,

Et qu'il restât aux coeurs une flamme éternelle

Au lointain souvenir de mon corps radieux.



Je voudrais que pour moi nulle ne restât sage,

Choisir l'une aujourd'hui, prendre l'autre demain ;

Car j'aimerais cueillir l'amour sur mon passage,

Comme on cueille des fruits en étendant la main.



Ils ont, en y mordant, des saveurs différentes ;

Ces arômes divers nous les rendent plus doux.

J'aimerais promener mes caresses errantes

Des fronts en cheveux noirs aux fronts en cheveux roux.



J'adorerais surtout les rencontres des rues,

Ces ardeurs de la chair que déchaîne un regard,

Les conquêtes d'une heure aussitôt disparues,

Les baisers échangés au seul gré du hasard.



Je voudrais au matin voir s'éveiller la brune

Qui vous tient étranglé dans l'étau de ses bras ;

Et, le soir, écouter le mot que dit tout bas

La blonde dont le front s'argente au clair de lune.



Puis, sans un trouble au coeur, sans un regret mordant,

Partir d'un pied léger vers une autre chimère.

- Il faut dans ces fruits-là ne mettre que la dent :

On trouverait au fond une saveur amère.

domingo, 7 de junio de 2015






Picasso y el sol


Cerámica de tauromaquia. Museu d'Art Modern, Céret.




 Pablo Picasso 

Escena de tauromaquia 

(1957)


Cerámica

Museu d'Art Modern, Céret






Pablo Picasso era un gran aficionado a los toros. Asistía
a las corridas siempre que podía. En el sur de Francia son habituales
los espectáculos taurinos, algunos en eescenarios tan grandiosos como
los anfiteatros romanos de Nîmes o Arles. También en el pequeño pueblo
pirenaico de Céret, en la Catalunya Nord hay una pequeña plaza de toros.
Picasso frecuentaba Céret, donde había vivido de 1911 a 1914 y donde su
amigo el escultor Manolo Hugué tenía una casa en la que Pablo
pasaba temporadas. Por cierto que delante del coso taurino se levanta el
monumento a los toreros de todo el mundo, obra de Manolo Hugué. 




Por
la casa de Manolo Hugué pasaron grandes pintores, especialmente durante
la Primera Guerra Mundial y la inmediata postguerra, donde se asilaron,
huyendo de París. Personajes como Juan Gris, George Braque,
Metzinger, Gleizes, André Lothe, Auguste Herbin, Pierre Brune, Chaïm
Soutine, Pignon, Frank Burty Haviland, Max Jacob, Dubuffet...
pasaron
por Céret y dejaron recuerdos de su arte. Céret se convirtió en la Meca
del Cubismo. Los recuerdos de estos artistas se han reunido en el
actual Museu d'Art Modern de Céret, un pequeño y precioso museo que
reúne obras de todos estos maestros. 






Pablo Picasso: La plaza de toros,
y la arena incendiada por el sol.
Musée d'Art Moderne, Céret




En
el museo de Céret se agrupan también numerosas cerámicas sobre
tauromaquia, realizadas por Pablo Picasso en 1957. Son cerámicas
coloristas, que resaltan con vivos colores el amarillo del albero de la
plaza bañado por el sol. En la que encabeza este escrito el artista
destaca la potencia del sol, pintando sus rayos que caen inmisericordes
sobre la plaza y los espectadores.




El
sol. Picasso pinta el sol y la acción de sus rayos en muchas de sus
obras. El sol, cálido y omnipresente. El sol, amigo y enemigo, causa y
motivo de alegrías y penas. 




Salgo
del museo pensando en el sol de Picasso y me encuentro con el sol de
verdad. Los rayos de sol, apenas filtrados por los plátanos de la calle,
caen a plomo sobre las tranquilas terrazas de los bares. Sigo pensando
en el sol y en sus efectos. El sol que nos ilumina y alegra, pero que
también es el causante de tantas quemaduras en los imprudentes que se
exponen a él de forma inmoderada. O de la alta tasa de cáncer de piel
que afecta, cada vez más a la población expuesta de forma crónica a sus
rayos. Un abuelo, con la frente llena de manchas me mira, por encima del
diario que parece hojear, mientras toma a sorbos su vasito de pastís. 
Suenan
a lo lejos, acompasadas, las notas de un viejo acordeón. Un perro se
despereza y bosteza lentamente. Hay que ver lo difícil que es evitar
tomar el sol cerca del Mediterráneo!






Museu d'Art Modern de Céret: 











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