La política del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos
ya iniciados por Largo Caballero: la culminación de la formación del Ejército Popular213
y el desarrollo de la industria de guerra (lo que llevó al gobierno a
trasladarse de Valencia a Barcelona en noviembre de 1937 para, entre
otras razones, "poner en pleno rendimiento la industria de guerra" catalana);108
la continuación de la recuperación por el gobierno central de todos los
poderes, con la justificación de que la dirección de la guerra así lo
reclamaba (fue disuelto el Consejo de Aragón, último baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a Barcelona para "asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Cataluña" relegó al gobierno de la Generalidad de Lluís Companys a un papel secundario).214
mantenimiento del orden público y la seguridad jurídica (con
Zugazagoitia en Gobernación e Irujo en Justicia, se redujeron las
ejecuciones "extrajudiciales" y las actividades de las "checas", pero en la "desaparición" del líder del POUM el gobierno dejó hacer a los comunistas y a los agentes soviéticos del NKVD);215 se dieron garantías a la pequeña y mediana propiedad;216
se intentó cambiar la política de "no-intervención" de Gran Bretaña y
Francia por la de mediación en el conflicto, para que presionaran a
Alemania e Italia y cesaran en su apoyo a los sublevados, con el
objetivo final de alcanzar una "paz negociada", pero no se consiguió
nada.217 El gran derrotado de esta línea política fue el sindicalismo, tanto el de la UGT y como el de la CNT.218
Por el contrario, los que resultaron más reforzados fueron los
comunistas, de ahí la acusación lanzada contra Negrín de ser un
"criptocomunista".
Azaña y Prieto consideraron que lo que había sucedido mostraba que el
ejército republicano nunca podría ganar la guerra y que había que
negociar una rendición con apoyo franco-británico. Frente a ellos Negrín
y los comunistas eran firmes partidarios de continuar resistiendo. La
crisis se abrió al intentar Negrín que Prieto cambiara de ministerio
(habiendo declarado su convicción de que la guerra estaba perdida,
Prieto era el peor de los ministros de Defensa posible), pero Azaña
respaldó a Prieto, así como el resto de los republicanos de izquierda y
los nacionalistas de Esquerra y del PNV. Sin embargo, éstos no
consiguieron articular ninguna alternativa a Negrín, y este acabó
saliendo reforzado de la crisis, con la consiguiente salida de Prieto
del gobierno.113
Negrín recompuso el gobierno el 6 de abril y asumió personalmente el
Ministerio de Defensa e incorporó al gabinete a los dos sindicatos, UGT y
CNT. Además José Giral fue sustituido en el ministerio de Estado por el socialista Julio Álvarez del Vayo.114 Las posiciones del nuevo gobierno con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron fijadas en su "Declaración de los 13 puntos",
hecha pública en la significativa fecha del 1º de mayo. En ella, "el
gobierno anunciaba que sus fines de guerra consistían en asegurar la
independencia de España y establecer una República democrática cuya
estructuración jurídica y social sería aprobada en referéndum; afirmaba
su respeto a la propiedad legítimamente adquirida, la necesidad de una
reforma agraria y de una legislación social avanzada, y anunciaba una
amplia amnistía para todos los españoles que quieran cooperar a la
inmensa labor de reconstrucción y engrandecimiento de España. En su
intento de aparecer ante las potencias extranjeras con la situación
interior controlada, Negrín inició gestiones infructuosas con el
Vaticano para restablecer relaciones diplomáticas y abrir las iglesias
al culto".116
Negrín era consciente de que la supervivencia de la República no sólo dependía del fortalecimiento del Ejército Popular
y de que se mantuviera la voluntad de resistencia de la población civil
en la retaguardia, sino también de que Francia y Gran Bretaña pusieran
fin a la política de "no intervención" o de que al menos presionaran a
las potencias fascistas para que éstas a su vez convencieran al
"Generalísimo" Franco para que aceptara un final negociado. Negrín
pensaba que su política era la única posible. Como dijo en privado "no se puede hacer otra cosa". Así pues, su idea era resistir para negociar un armisticio que evitara el "reinado de terror y de venganzas sangrientas"
(las represalias y fusilamientos por parte de los vencedores sobre los
vencidos) que Negrín sabía que Franco iba a imponer, como efectivamente
acabó sucediendo.219
Además Negrín, el general Vicente Rojo Lluch,
jefe del Estado Mayor, y los comunistas, creían posible que el ejército
republicano aún era capaz de una última ofensiva, que se inició el 24
de julio de 1938, dando comienzo así a la batalla del Ebro,
la más larga y decisiva de la guerra civil. Pero después de tres meses
de duros combates, se produjo una nueva derrota del ejército republicano
que tuvo que volver a sus posiciones iniciales, "con decenas de miles
de bajas y una pérdida considerable de material de guerra que ya no
podría utilizarse para defender Cataluña frente a la decisiva ofensiva franquista".124
Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo otro
hecho que también fue determinante para la derrota de la República, esta
vez procedente del exterior. El 29 de septiembre de 1938 se firmaba el acuerdo de Múnich
entre Gran Bretaña y Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por
otro, que cerraba toda posibilidad de intervención de las potencias
democráticas a favor de la República. De las misma forma que ese acuerdo
supuso la entrega de Checoslovaquia a Hitler, también supuso abandonar a la República Española a los aliados de nazis y fascistas.124 De nada sirvió que en un último intento desesperado de obtener la mediación extranjera Negrín anunciara ante la Sociedad de Naciones el 21 de septiembre, una semana antes de que se firmara el acuerdo de Múnich,
la retirada unilateral de los combatientes extranjeros que luchaban en
la España republicana, aceptando (sin esperar a que los "nacionales"
hicieran lo propio) la resolución del Comité de No Intervención
que proponía un Plan de retirada de voluntarios extranjeros de la
Guerra de España. El 15 de noviembre de 1938, el día de antes del fin de
la batalla del Ebro, las Brigadas Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal de Barcelona.
En el campo rebelde, por su parte, en octubre de 1938, seguros ya de su
superioridad militar y de que la victoria estaba cerca, decidieron
reducir en un cuarto las fuerzas italianas.220
La última operación militar de la guerra fue la campaña de Cataluña,
que acabó en un nuevo desastre para la República. El 26 de enero de
1939 las tropas de Franco entraban en Barcelona prácticamente sin lucha.
El 5 de febrero ocupaban Gerona.132 Cuatro días antes, "el día 1 de febrero de 1939, en las sesiones celebradas por lo que quedaba del Congreso en el castillo de Figueras,
[Negrín] redujo los 13 puntos a las tres garantías que su gobierno
presentaba a las potencias democráticas como condiciones de paz:
independencia de España, que el pueblo español señalara cuál habría de
ser su régimen y su destino y que cesara toda persecución y represalia
en nombre de una labor patriótica de reconciliación. Pocos días
después, hizo saber a los embajadores francés y británico que estaba
dispuesto a ordenar un cese inmediato de las hostilidades si su gobierno
obtenía garantías de que no habría represalias. Pero no las recibió".221
El día 6 de febrero, las principales autoridades republicanas,
encabezadas por el Presidente Azaña, cruzaban la frontera seguidos de un
inmenso éxodo de civiles y militares republicanos que marchaban al
exilio. El día 9 de febrero hacía lo mismo el presidente del gobierno, Juan Negrín, pero en Toulouse cogió un avión para regresar a Alicante el día 10 de febrero
acompañado de algunos ministros con la intención de reactivar la guerra
en la zona centro-sur. El único apoyo con el que contaba ya Negrín,
además de una parte de su propio partido (el PSOE quedó dividido entre
"negrinistas" y "antinegrinistas") eran los comunistas.132
El golpe de estado de Casado y el desplome de la República (marzo de 1939)
una última batalla entre los que consideraban inútil seguir combatiendo y
los que todavía pensaban que "resistir es vencer" (esperando que las
tensiones en Europa acabaran estallando y Gran Bretaña y Francia, por
fin, acudirían en ayuda de la República española, o que al menos
impondrían a Franco una paz sin represalias),133
pero el cansancio de la guerra y el hambre y la crisis de subsistencias
que asolaba la zona republicana estaban minando la capacidad de
resistencia de la población.124 Pero el problema para Negrín era cómo terminar la guerra sin combatir de manera distinta a la de entrega sin condiciones.
El día 24 de febrero, Negrín abandonó Madrid tras celebrar un consejo
de ministros e instaló su cuartel general en una finca cercana a la
localidad alicantina de Elda (la "Posición Yuste",
que era su nombre en clave). Tres días después, el 27 de febrero,
Francia y Gran Bretaña reconocían al gobierno de Franco en Burgos como
el gobierno legítimo de España, y el día 28 de febrero, ante este
reconocimiento internacional, se hacía oficial la renuncia a la
Presidencia de la República de Manuel Azaña y su sustitución provisional por el presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio (ambos se encontraban en Francia). Después de todos estos hechos la posición de Negrín era insostenible.135
Mientas tanto estaba muy avanzada la conspiración militar y política
contra el gobierno Negrín dirigida por el jefe del Ejército del Centro,
el coronel Segismundo Casado, que había entrado en contacto a través de la "quinta columna"
con el Cuartel General del "Generalísimo" Franco para una rendición del
ejército republicano "sin represalias" al modo del "abrazo de Vergara"
de 1839 que puso fin a la primera guerra carlista
(con la conservación de los empleos y cargos militares, incluida). Algo
a lo que los emisarios del general Franco nunca se comprometieron.
Casado consiguió el apoyo de varios jefes militares, entre los que
destacaba el anarquista Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo de Ejército, y de algunos políticos importantes, como el socialista Julián Besteiro,
que también había mantenido contacto con los "quintacolumnistas" de
Madrid. Todos ellos criticaban la estrategia de resistencia de Negrín y
su "dependencia" de la Unión Soviética y del PCE.135
El 5 de marzo el coronel Casado movilizaba sus fuerzas (convencido de que "sería más fácil liquidar la guerra a través de un entendimiento entre militares") y se apoderaba de los puntos neurálgicos de Madrid y a continuación anunciaba la formación de un Consejo Nacional de Defensa presidido por el general Miaja e integrado por dos republicanos, tres socialistas (entre ellos Julián Besteiro) y dos anarquistas. El Consejo emitió un manifiesto por radio dirigido a la "España antifascista"
en el que se deponía al gobierno de Negrín, pero no hablaba para nada
de las negociaciones de paz. Las unidades militares controladas por los
comunistas opusieron resistencia en Madrid y sus alrededores pero fueron
derrotados (hubo cerca de 2000 muertos). El 6 de marzo Negrín y su
gobierno abandonaron en avión España para evitar ser apresados por los
"casadistas" y poco después hicieron lo mismo los principales dirigentes
comunistas.222
Consumado el golpe de Casado, el general Franco se negó a aceptar un
nuevo "abrazo de Vergara" y no concedió a Casado "ninguna de las
garantías imploradas casi de rodillas por sus emisarios [que se
entrevistaron con miembros del Cuartel General], y contestó a británicos
y franceses, deseosos de actuar como intermediarios en la rendición de
la República para así contener la influencia alemana e italiana sobre el
nuevo régimen, que no los necesitaba que el espíritu de generosidad de los vencedores constituía la mejor garantía para los vencidos".139
Franco sólo aceptaba una "rendición sin condiciones" por lo que sólo
restaba preparar la evacuación de Casado y el Consejo Nacional de
Defensa. Estos embarcaron con sus familias en Gandía el 29 de marzo en
el destructor británico que los trasladó a Marsella (Julián Besteiro
decidió quedarse). Un día antes las tropas "nacionales" hicieron su
entrada en Madrid y rápidamente los sublevados ocuparon prácticamente
sin lucha toda la zona centro-sur que había permanecido bajo la
autoridad de la República durante toda la guerra. En Alicante
desde el día 29 de marzo unas 15 000 personas, entre jefes militares,
políticos republicanos, combatientes y población civil que habían huido
de Madrid y de otros lugares se apiñaban en el puerto a la espera de
embarcar en algún barco británico o francés, pero la mayoría no lo
lograron y fueron apresados por las tropas italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara. El 1 de abril de 1939 la radio del bando rebelde ("Radio Nacional de España") difundía el último parte de la guerra civil española.142
La dimensión internacional del conflicto y la intervención extranjera
una repercusión inmediata en las complicadas relaciones internacionales
de la segunda mitad de la década de los años treinta.223 En Europa existía una pugna política, diplomática, ideológica y estratégica a tres bandas entre las potencias democráticas, Gran Bretaña y Francia; las potencias fascistas, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini; y la Unión Soviética de Stalin; y el "asunto español" fue enfocado por cada Estado europeo desde sus intereses concretos.224
Los regímenes fascistas europeos (Alemania e Italia) y el Portugal salazarista
apoyaron desde el principio a los militares sublevados, mientras que la
República, tras negarle su ayuda Francia y Gran Bretaña que optaron por
la política de No Intervención, obtuvo el apoyo de la URSS y de las Brigadas Internacionales a partir de octubre de 1936 (también recibió el apoyo casi simbólico de México).
Este "apoyo internacional a los dos bandos fue vital para combatir y
continuar la guerra en los primeros meses. La ayuda italo-germana
permitió a los militares sublevados trasladar el Ejército de África
a la península a finales de julio de 1936 y la ayuda soviética
contribuyó de modo decisivo a la defensa republicana de Madrid en
noviembre de 1936".225 226
Hay un aspecto humanitario de la dimensión internacional de la guerra civil que no hay que olvidar: que la mayoría de las embajadas y legaciones extranjeras de Madrid y algunos consulados de capitales de provincia dieron asilo político a miles de españoles de ambos bandos que se encontraban en peligro de muerte.227
La política de «no intervención» de Gran Bretaña y Francia
Gran Bretaña y Francia veían que la "guerra de España" podíacomplicar aún más el difícil juego estratégico que se desarrollaba a
escala europea. Por ello, la primera orientación de la diplomacia de
esas potencias fue la de procurar el aislamiento del conflicto
español. A esa estrategia se debió la política sobre la
"No-Intervención" al que se sumaron 27 países de Europa y que dio
nacimiento al Comité de No Intervención con sede en Londres.228
La "no intervención" estuvo determinada por la política británica de "apaciguamiento" (appeasement policy) de la Alemania nazi,
a la que se vio arrastrado el gobierno del Frente Popular de Francia,
que sólo contaba con los británicos ante una posible agresión alemana.
Además las simpatías del gobierno conservador británico se fueron
decantando hacia el bando sublevado, ante en el temor de que España cayera "en el caos de alguna forma de bolchevismo" (en palabras del cónsul británico en Barcelona) si ganaba la guerra el bando republicano.224 229
La idea partió del gobierno francés consciente de que ya que no
podían ayudar a la República (porque ello supondría abrir un gran
conflicto interno en la sociedad francesa y además enturbiaría las
relaciones con su aliado "vital", Gran Bretaña), al menos podrían
impedir la ayuda a los sublevados. El gobierno británico se sumó
enseguida al proyecto, aunque el mismo "ponía en el mismo plano a un
Gobierno legal y a un grupo de militares rebeldes".229
Pero en la práctica la política de "no intervención" se convirtió en
una "farsa", como la calificaron algunos contemporáneos, porque
Alemania, Italia y Portugal no suspendieron en absoluto sus envíos de
armas y municiones a los sublevados.230 La República, que a partir de octubre de 1936 comenzó a recibir la ayuda soviética, denunció ante la Sociedad de Naciones la intervención de las potencias fascistas en favor de los sublevados, aunque éstas nunca fueron amonestadas.224
La intervención extranjera en favor de los sublevados
Ante el fracaso del golpe de estado de julio de 1936 (en cuanto a latoma inmediata del poder), los militares sublevados obtuvieron ayuda
rápidamente de la Italia fascista y de la Alemania nazi. Las ayudas en hombres al bando sublevado se materializaron en la Legión Cóndor alemana (unos 6000 hombres) y el Corpo di Truppe Volontarie italiano (un máximo de 40 000), más un contingente de combatientes portugueses denominados Viriatos.231 Para que no hubiera duda de su compromiso con la causa del bando sublevado, el 18 de noviembre de 1936 (en plena batalla de Madrid), Italia y Alemania reconocieron oficialmente al "Generalísimo" Franco y a su Junta Técnica del Estado como el gobierno legítimo de España.232 En cuanto a armamento, según Julio Aróstegui,
los sublevados recibieron de Italia y de Alemania 1359 aviones, 260
carros de combate, 1730 cañones, fusiles, y municiones para todo ello.231
Los combatientes alemanes, italianos y portugueses eran soldados
regulares a los que se les proporcionaba una paga en su país de origen,
aunque la propaganda de los sublevados siempre los presentó como
"voluntarios". Los voluntarios genuinos fueron unos mil o mil quinientos
hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa del general Eoin O'Duffy, integrada por unos 500-900 efectivosnota 12 que habían venido a combatir a España para "librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo" (aunque sólo participaron en la batalla del Jarama y unos meses después volvieron a Irlanda), y 300-500 franceses de la organización ultraderechista Croix-de-feu (luego convertida en el Partido Social Francés) que constituyeron el batallón Jeanne d'Arc.235 nota 13 También hay que contar entre los extranjeros que participaron en el bando sublevado a los miles de marroquíes del Protectorado español de Marruecos que fueron enrolados de forma intensiva en las tropas de Regulares del Ejército de África a cambio de una paga.232
La razón principal de la ayuda de la Alemania nazi a Franco fue que Hitler
consideró que en la "inevitable" guerra europea que iba a estallar en
los próximos años sería mejor contar en España con un gobierno favorable
encabezado por militares anticomunistas que por uno republicano que
reforzaría sus vínculos con Francia (y con su aliada Gran Bretaña) y con
la Unión Soviética.237 En la decisión de Hitler también contaron otros dos factores, uno ideológico (según la propaganda nazi la guerra de España era una confrontación entre "fascistas" y "marxistas", responsabilizando a la Unión Soviética y al "comunismo internacional" de haberla causado)238 y otro militar (experimentar nuevas armas y nuevas tácticas, lo que se concretó en el despliegue en la zona sublevada de una unidad aérea completa, apoyada por tanques y cañones antiaéreos, denominada la "Legión Cóndor").232 Se probaron los cazas Messerschmitt Bf 109 y Junkers Ju 87 A/B y los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Asimismo estrenó en España sus tácticas de bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el único, el más famoso fue el bombardeo de Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica, expuesto en el pabellón español de la Exposición Universal de París de 1937.
era ganar un aliado para el proyecto de Mussolini de construir un
imperio en el Mediterráneo, y de esa forma debilitar la posición militar
de Francia y de Gran Bretaña. También como los nazis utilizó el
anticomunismo en su propaganda para justificar la intervención en la
guerra civil española.239
Aunque menos aireada, la ayuda a los sublevados por parte de la dictadura de Oliveira Salazar de Portugal
también fue importante, sobre todo en los primeros meses de la guerra
porque dejó que los militares rebeldes utilizaran sus carreteras,
ferrocarriles y puertos para comunicar la zona norte con Andalucía, y
además devolvió a la zona sublevada
a los republicanos que huían de la represión. Después Portugal
constituyó una base de operaciones para la compra de armas y además fue
un firme aliado de los sublevados en la "farsa" de la "no intervención",
a quienes siempre defendió ante el Comité de No Intervención y en la Sociedad de Naciones.240
La intervención extranjera en favor de la República
respondió positivamente a la petición de ayuda formulada por el
gobierno republicano no inmediatamente sino cuando se convenció de que
si la República española era derrotada aumentaría el poder de las
potencias fascistas en Europa lo que supondría una amenaza para la Unión
Soviética (igual que para Francia, una posible aliada). Así fue como en
septiembre de 1936 Stalin decidió enviar material bélico a la República
española y ordenó además a la III Internacional o Komintern que organizara el envío de voluntarios, que formarían las Brigadas Internacionales.241
Por las Brigadas pasaron un total aproximado de 40 000 hombres y el
material de guerra soviético que la República recibió, cuyos primeros
envíos llegaron al puerto de Cartagena a principios de octubre de 1936,
fueron 1100 aviones, 300 carros de combate y 1500 cañones (a los que
habría que añadir algunas pequeñas partidas francesas, de artillería y
aviones, y fusiles y munición mexicanos).242 Otros autores precisan más las cifras y afirman que la URSS envió 680 aviones (cazas Chato y Mosca y bombarderos "Katiuska"), 331 carros de combate, 1.699 piezas de artillería, 60 coches blindados, 450 000 fusiles Mosin-Nagant, 20.486 ametralladoras y ametralladoras ligeras DP y 30 000 toneladas de munición.243 Este material de guerra fue acompañado de unos 2000 técnicos, pilotos y asesores militares (y también agentes del NKVD, la policía secreta estalinista, bajo el mando de Alexander Orlov). Asimismo envió combustible, ropa y alimentos, parte de ellos sufragados con donaciones populares.244 Los soviéticos, como los alemanes y los italianos, probaron armas y tácticas de combate.245 246 247
La inmensa mayoría de los que se alistaron fueron verdaderamente
"voluntarios de la libertad" (como decía la propaganda republicana)
llegados desde los países dominados por dictaduras y por el fascismo,
como Alemania, Italia o Polonia, pero también de los países democráticos como Francia (que aportó el mayor número de brigadistas, unos 9.000), Gran Bretaña y Estados Unidos (con el famoso batallón Lincoln). Por tanto las Brigadas Internacionales no fueron el "Ejército de la Komintern" como aseguraba la propaganda del bando sublevado, instrumento de la política de Stalin.248 El centro de entrenamiento en España se situó en Albacete y allí se organizaron las cinco brigadas numeradas de la XI a la XV, cuya entrada en combate se produjo en la batalla de Madrid.249
México apoyó la causa republicana de forma militar, diplomática y moral: proveyendo a las fuerzas leales de 20 000 rifles,
municiones (se habla de un aproximado de 28 millones de cartuchos), 8
baterías, algunos aviones y comida, así como creando asilos para cerca
de 25 000 españoles republicanos, dando protección, techo, alimentación y
comida a miles de intelectuales, familias y niños que llegaron al
puerto de Veracruz. Argentina cooperó en la evacuación de asilados hacia Francia con dos buques de la Armada Argentina, el ARA 25 de Mayo y el ARA Tucumán.
La financiación de la guerra y el "Oro de Moscú"
La República financió la guerra con las reservas de oro del Banco de España que envió a la Unión Soviética (lo que la propaganda franquista llamó el "oro de Moscú"),menos una cuarta parte que fue vendida a Francia (el "oro de París" del
que la propaganda franquista nunca habló). El "oro de Moscú" estaba
destinado "al pago del armamento adquirido a Rusia y otros países que
hubo de abonarse siempre, mientras que las entregas alemanas e italianas
[a los sublevados] eran gratis o con pago diferido en mercancías. Se
evalúa el oro salido [hacia Moscú] en 510 toneladas, con un valor de 530
millones de dólares de la época. Hoy sabemos que no hay más "oro de
Moscú" que ese, que fue invertido en su totalidad en la compra de
armas".250
La oportunidad y el acierto de la decisión del gobierno de Largo Caballero de depositar en Moscú la mayor parte de las reservas de oro del Banco de España
(a donde llegaron a principios de noviembre de 1936) ha sido objeto de
polémica entre los historiadores. Unos afirman, siguiendo
fundamentalmente las investigaciones de Ángel Viñas,
que el gobierno republicano no tenía otra opción, debido a la
hostilidad que habían mostrado hacia la República los bancos de Gran
Bretaña y Francia, por lo que la Unión Soviética era la única que
garantizaba armamento y alimento a cambio de oro. Por el contrario Pablo Martín-Aceña,
un investigador especializado en la financiación de la guerra civil,
cree que el gobierno de la República decidió con precipitación antes de
haber explorado otras opciones, como Francia e incluso Estados Unidos.251
La propaganda franquista dijo que el oro del Banco de España (al que llamó el "oro de Moscú") había sido robado por la República y entregado a Stalin sin contrapartidas,252 pero las investigaciones de Ángel Viñas han demostrado que el "oro de Moscú" se gastó en su totalidad en compras de material bélico. Por su parte el Banco de Francia
adquirió 174 toneladas de oro, una cuarta parte del total de las
reservas, por las que pagó a la Hacienda republicana 195 millones de
dólares. En total, entre el "oro de Moscú" (tres cuartas partes de las
reservas del Banco de España) y el "oro de París" (una cuarta parte, del
que la propaganda franquista nunca habló) las autoridades republicanas
obtuvieron 714 millones de dólares que fue el coste financiero de la
guerra civil para la República. En Rusia no quedó nada del oro español y
las reservas estaban prácticamente agotadas en el verano de 1938. El
problema fue que debido a la política de "no intervención" en muchas
ocasiones los emisarios de la República fueron estafados por los
traficantes de armas que les vendieron equipos obsoletos a precios mucho
mayores del coste real.253 Los gobiernos republicanos también fueron estafados por la propia Unión Soviética, como ha señalado Gerald Howson, o por Polonia y otros países que abusaron de la precaria situación republicana para venderles "chatarra bélica".254
Por su parte el bando sublevado,
como no contaba con oro, sufragó la mayor parte del coste de la guerra
(unos 700 millones de dólares, una cantidad similar a la gastada por la
República) mediante créditos obtenidos de Italia y de Alemania.255 La Alemania nazi se cobró una parte del material de guerra que suministró "en especie" (un sistema ideado por Hermann Goering)
con alimentos, materias y primas y minerales españoles que llegaban a
Alemania a través de dos compañías creadas con tal fin. Algo parecido
ocurrió con Italia, por lo que las dos potencias fascistas sustituyeron a
Francia y Gran Bretaña como los primeros clientes comerciales de
España.256
Asimismo los sublevados también obtuvieron ayuda económica y financiera
de empresas y hombres de negocios de Gran Bretaña, Francia y Estados
Unidos, especialmente de aquellos que más simpatizaban con la "causa
nacional" (por ejemplo, la empresas norteamericanas y británicas Texaco y Shell les vendieron a crédito petróleo durante toda la guerra).257 El bando sublevado también recibió ayuda financiera de españoles ricos como Juan March, que aportó 15 millones de libras esterlinas, o del exrey Alfonso XIII, que donó 10 millones de dólares.258
La Iglesia y la Guerra Civil Española
La Iglesia católica en la zona sublevada
Aunque la motivación religiosa no aparece en ninguno de los bandos de pronunciamiento del golpe de estado en España de julio de 1936,259la conversión del golpe de estado en una “cruzada” o “guerra santa” en
defensa de la religión, se produjo rápidamente, lo que resultó muy
oportuno para legitimar el golpe militar.260 Esta "sacralización" de la guerra se acentuó sobre todo cuando comenzaron a llegar a la zona sublevada las primeras noticias de la "salvaje persecución religiosa" que se había desencadenado en la zona republicana, donde el alzamiento militar había fracasado.261 José María Pemán, uno de los principales ideólogos del bando sublevado escribió: “el
humo del incienso y el humo del cañón, que sube hasta las plantas de
Dios, son una misma voluntad vertical de afirmar una fe y sobre ella
salvar un mundo y restaurar una civilización”.262
pronunciara antes de hacer pública su visión de la guerra, pero esto no
ocurrió hasta el 14 de septiembre de 1936 cuando el papa Pío XI pronunció el discurso “La vostra presenza” en su residencia veraniega de Castelgandolfo en una audiencia pública a un grupo de unos 500 católicos españoles que habían conseguido huir de la zona republicana,
muchos de ellos gracias a la ayuda de las autoridades republicanas,
especialmente de la Generalidad de Cataluña. Pero en el discurso el Papa
no utilizó el término de “cruzada” para referirse al conflicto bélico
en España sino el de “Guerra Civil” “entre los hijos del mismo pueblo, de la misma madre patria” e hizo una exhortación final a amar a los enemigos.263 De hecho en la zona sublevada del discurso sólo se publicaron aquellos párrafos que parecían ratificar la condición de cruzada
de la guerra civil y se suprimió toda la segunda parte en que se
exhortaba a amar a los enemigos. Los obispos españoles, que al principio
sólo conocieron el discurso de Pío XI en esta versión propagandística,
hicieron públicas inmediatamente encendidas pastorales a favor de los
sublevados, entre las que destacó la del obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel
publicada el 30 de septiembre de 1936, sólo un día antes de que el
general Franco fuera proclamado “Generalísmo” y “Jefe del Gobierno del
Estado”, bajo el título “Las dos ciudades” y en la que declaraba la
guerra como una “cruzada por la religión, la patria y la civilización”
(cuando Pla y Deniel conoció la versión completa no se retractó en
absoluto de su pastoral, como tampoco lo hicieron el resto de obispos).264 De esta forma "Franco contó con el apoyo y bendición de la Iglesia católica".265 En el mismo sentido se expresó el cardenal Isidro Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España:
¿La guerra de España es una guerra civil? No; una lucha de los sin
Dios [...] contra la verdadera España, contra la religión católica.
La Guerra de España, 1936–1939, página 261.
no hubo persecución religiosa, ninguna iglesia fue incendiada ni
clausurada y el culto católico se desarrolló con normalidad), lo que
echaba por tierra la concepción de la guerra civil como una "cruzada".
Por eso el 6 de agosto de 1936, solo tres semanas después del golpe de julio, el obispo de Vitoria (cuya diócesis abarcaba entonces también Vizcaya y Guipúzcoa, además de Álava) Mateo Múgica y el obispo de Pamplona Marcelino Olaechea, publicaron conjuntamente una "Instrucción Pastoral" (que en realidad había sido escrita por el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá) en la que instaban a los nacionalistas vascos a que pusieran fin a su colaboración con la República.266
En la "instrucción pastoral", y en otros escritos posteriores del
cardenal Gomá sobre la "cuestión vasca", se hace referencia a los
sacerdotes asesinados en las primeras semanas de la guerra por los
"nacionales", y no por los "rojos", y cuya muerte en cierta forma
justifica por ser "separatistas". El asesinato de estos sacerdotes
motivó las protestas del obispo de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu que fue respondida por la Junta de Defensa Nacional con la exigencia al Vaticano
de que fuera destituido de su obispado y abandonara España, a pesar de
haber apoyado el "alzamiento" (el 14 de octubre de 1936 el obispo Múgica
salió camino del exilio).267
Esta "cuestión vasca" reapareció cuando el País Vasco republicano fue
ocupado por los "nacionales" en junio de 1937, a causa de que la
represión también incluyó a numerosos sacerdotes vascos "separatistas"
que fueron encarcelados por el delito de "rebelión".268
Dos meses después se hizo pública la Carta colectiva de los obispos españoles con motivo de la guerra en España que fue redactada por el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá a instancias del "Generalísimo" Francisco Franco que le pidió el 10 de mayo de 1937 que, dado que el episcopado español le apoyaba, publicara "un
escrito que, dirigido al episcopado de todo el mundo, con ruego de que
procure su reproducción en la prensa católica, pueda llegar a poner la
verdad en su punto".269
La "verdad" que pretendía el general Franco que se difundiera en este
documento estaba destinada a contrarrestar la condena hecha por amplios
sectores del catolicismo europeo y americano más avanzado de los
asesinatos cometidos por los "nacionales" de catorce sacerdotes en el País Vasco y de miles de obreros y campesinos en toda la zona sublevada, además de su rechazo a considerar a la guerra civil española como una cruzada o guerra santa.270
El objetivo que perseguía Franco con la carta colectiva de ganarse a la opinión católica mundial en favor de la causa del bando sublevado
lo logró plenamente porque prácticamente los obispos de todo el mundo
adoptaron a partir de entonces el punto de vista sobre la Guerra Civil
Española que manifestaba la carta colectiva, sobre todo por la
descripción que se hacía en ella de la persecución religiosa que se
había desencadenado en la zona republicana.271 Sin embargo, cinco obispos no la suscribieron. Entre ellos se encontraba el obispo exiliado de Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu que "no podía firmar un documento en el que, respondiendo a la acusación de que en la zona franquista también había una dura represión, se elogiaban los principios de justicia y el modo de aplicarla de los tribunales militares".272 Tampoco la firmó el cardenal Vidal y Barraquer,
que era sin duda el caso más significativo de los cinco porque se
trataba tal vez de la figura más destacada de aquel momento de la Iglesia Católica en España.
La negativa a firmar la carta se basó en que él "creía que en aquella
guerra fratricida la Iglesia no debía identificarse con ninguno de los
dos bandos, sino más bien hacer obra de pacificación".272
que sustituiría al "delegado papal" Ildebrando Antoniutti, que desde
julio de 1937 había detentado la representación pontificia ante el
"Generalísimo" Franco. El designado por el papa Pío XI fue monseñor Gaetano Cicognani.
Presentó sus cartas credenciales a Franco el 24 de mayo, y un mes
después, el 30 de junio, hacía lo mismo "en solemnes audiencia" ante Pío
XI el embajador de la "España nacional" ante el Vaticano, José Yanguas Messía.273
Cuando se produjo el triunfo de los "nacionales" en la guerra, la
"Iglesia española, que se había adherido masivamente al alzamiento, se
volcó con entusiasmo en las fiestas de la victoria sobre la otra media. Y
la misma Santa Sede, que durante la mayor parte del conflicto se había
mostrado tan reticiente, al final se sumó también a las celebraciones".274 El 1 de abril de 1939, el mismo día en que el "Generalísmo" Franco emitió el famoso "último parte" en el que proclamaba "la guerra ha terminado", el papa Pío XII
(el cardenal Pacelli que el día 2 de marzo había sido nombrado papa
tras la muerte de Pío XI) felicitaba telegráficamente a Franco por su "victoria católica":275 Dos semanas después, el 16 de abril de 1939, Radio Vaticano difundió un mensaje leído por el propio papa Pío XII que decía:276
Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de laEl 20 de mayo de 1939, un mes después del desfile de la Victoria presidido en Madrid por el "Generalísmo" Franco", tuvo lugar en la Iglesia de Santa Bárbara de Madrid) una ceremonia político-religiosa
Católica España, para expresaros nuestra paterna congratulación por el
don de la paz y de la victoria, con que Dios se ha dignado coronar el
heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probado en tantos y tan
generosos sufrimientos
"medievalizante que quería representar en forma de drama sacro la
ideología de la guerra santa que acababa de concluir" en la que el
general Franco con uniforme de capitán general, camisa azul (de Falange) y boina roja (de los requetés)
acompañado de su esposa entró bajo palio en el templo (mientras el
órgano hacía sonar el himno nacional) donde ofrendó la espada de la
victoria a Dios.277 A continuación el cardenal Gomá,
que presidía la ceremonia acompañado de diecinueve obispos (y en
presencia del nuncio del Vaticano monseñor Cicognani), bendijo al
"Caudillo" hincado de rodillas ante él:278
El señor sea siempre contigo. Él, de quien procede todo Derecho y
todo Poder y bajo cuyo imperio están todas las cosas, te bendiga y con
amorosa providencia siga protegiéndote, así como al pueblo cuyo régimen
te ha sido confiado. Prenda de ello sea la bendición que te doy en el
Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
La Iglesia católica en la zona republicana
se desató una "salvaje persecución religiosa" con asesinatos, incendios
y saqueos cuyos autores fueron "los extremistas, los incontrolados y
los delincuentes comunes salidos de las cárceles que se les sumaron",
todo ello inmerso en la ola de violencia desatada contra las personas y
las instituciones que representaban el "orden burgués" que quería
destruir la revolución social española de 1936 que se produjo en la zona donde el alzamiento militar fracasó.261
"Durante varios meses bastaba que alguien fuera identificado como
sacerdote, religioso o simplemente cristiano militante, miembro de
alguna organización apostólica o piadosa para que fuera ejecutado sin
proceso".279
En cuanto al número de víctimas un folleto de propaganda franquista
editado en París en 1937 cifró el número en 16.750 sacerdotes y el 80%
de los miembros de las órdenes religiosas. Estas cifras se mantuvieron
como las oficiales durante las dos primeras décadas de la dictadura franquista hasta que en 1961 el sacerdote Antonio Montero Moreno
(que después sería obispo de Badajoz) publicó el único estudio
sistemático y serio que se ha realizado hasta ahora, citando por sus
nombres a las víctimas. Según ese estudio titulado Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939280 fueron asesinados en la zona republicana 12 obispos, 4184 sacerdotes seculares, 2365 religiosos y 263 monjas.281
Queda pendiente conocer el número de los seglares católicos que fueron
asesinados no por lo que supuestamente hubieran hecho individualmente
sino por pertenecer a una asociación confesional católica o meramente
por ser católicos practicantes.282
Lo que las investigaciones posteriores a la de Montero Moreno han
aclarado es que el mayor número de asesinatos se produjo entre julio y
septiembre de 1936 cuando los miembros del clero eran apresados y
ejecutados sin ningún tipo de juicio. A partir de la última fecha
comenzaron a funcionar los tribunales populares
bajo el impulso del nuevo gobierno de Largo Caballero que dieron unas
mínimas garantías jurídicas a los detenidos y las condenas solían acabar
con penas de prisión y no con la muerte. Tras los sucesos de mayo de 1937 y la formación del gobierno de Juan Negrín en el que el ministerio de justicia fue ocupado por el católico del PNV
Manuel de Irujo cesaron completamente los asesinatos y la mayoría de
los sacerdotes que estaban en prisión fueron puestos en libertad. Sin
embargo, la prohibición del culto público católico continuó así como
otras medidas revolucionarias. Sólo al final de la guerra con la
desbandada del ejército republicano hacia la frontera francesa volvieron
a producirse nuevas víctimas entre los miembros del clero, entre las
que destaca el obispo de Teruel Anselmo Polanco Fontecha.283 Así pues, según el historiador y monje benedictino Hilari Raguer,
"no se puede negar la trágica realidad de las matanzas del verano del
36, pero es confusionario pretender que el terror hubiera durado hasta
el final de la guerra".283
Las autoridades republicanas (especialmente los gobiernos autónomos
de Cataluña y del País Vasco) intentaron evitar los asesinatos de
sacerdotes y religiosos, y en general de las personas de derechas y de
militares. En el País Vasco el gobierno de José Antonio Aguirre
consiguió dominar la situación y allí no hubo persecución religiosa. En
Cataluña, a pesar de que el poder efectivo lo tenían los cientos de
comités revolucionarios fundamentalmente anarquistas que habían surgido
tras la derrota de la sublevación del 19 de julio, la Generalidad presidida por Lluís Companys
consiguió poner a salvo a miles de personas de derechas amenazadas, y
entre ellas numerosos sacerdotes (empezando por la cabeza de la Iglesia
en Cataluña, el arzobispo de Tarragona cardenal Vidal y Barraquer que había sido detenido por un grupo de milicianos) y religiosos (entre ellos 2142 monjas),284 concediéndoles pasaportes y fletando barcos franceses e italianos para que pudieran huir al extranjero,285 aunque no pudo evitar que cientos de ellos fueran ejecutados por ser católicos.286
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas, la Iglesia y el culto católico en la zona republicana,
excepto en el País Vasco, habían desaparecido. En un informe interno
presentado ante el Consejo de Ministros el 7 de enero de 1937 el
ministro católico sin cartera del PNV Manuel Irujo denunció que en el "territorio leal" "todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido". Asimismo, afirmaba Irujo, "todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos" y "sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados o derruidos". "Sacerdotes
y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin
formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan
aún".287
Acabado su informe Irujo pidió al resto de miembros del gobierno de
Largo Caballero que aprobaran el restablecimiento de la libertad de
conciencia y de la libertad de cultos reconocida en la vigente Constitución de 1931,
pero su propuesta fue rechazada por unanimidad por entender que la
opinión pública lo desaprobaría debido al alineamiento de la Iglesia
católica con el bando sublevado,
además de aducir el viejo (y falso) argumento, pero muy extendido, de
que desde los templos se había disparado contra las fuerzas leales y
contra "el pueblo"288
En el gobierno que formó el socialista Juan Negrín tras los sucesos de mayo de 1937 el católico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocupó el ministerio de Justicia
que era el departamento que tradicionalmente en España se ocupaba de
los asuntos religiosos. El encargo que recibió Irujo de Negrín fue que
intentara normalizar la vida religiosa en la zona republicana.289
El primer fruto de la nueva política fue la tolerancia al culto
doméstico por lo que las misas celebradas en casas particulares ya no
fueron perseguidas ni, con algunas pocas excepciones, daban lugar a
detenciones, a pesar de que en ocasiones se convertían en reuniones
favorables a los sublevados.290
En cuanto al restablecimiento del culto público el gobierno se
encontró con la rotunda oposición de los anarquistas, por un lado, y,
por otro, por la de algunos católicos republicanos y de las autoridades
eclesiásticas que pensaban que las iglesias no se podían reabrir sin más
olvidando los asesinatos y los incendios de los primeros meses de la
guerra, además de que todo ello se podría convertir en un instrumento de
la propaganda republicana.291
El gobierno llegó a enviar en secreto a Roma a un eclesiástico para que
hiciera saber al Vaticano su propósito de normalizar la vida
eclesiástica y reconciliarse con la Iglesia.292 Pero la respuesta del Vaticano fue evasiva sin comprometerse en nada.293
Un nuevo gesto de reconciliación con la Iglesia se produjo el 17 de
octubre de 1938 cuando cuatro ministros del gobierno presidieron el
entierro católico del oficial vasco capitán Vicente Eguía Sagarduy muerto en combate, al que se le dio gran publicidad en la prensa y que tuvo gran impacto a nivel internacional.294
El paso siguiente fue la creación el 8 de diciembre de 1938 del
Comisariado de Cultos de la República encargado de proteger la libertad
religiosa y de cultos, al frente del cual Negrín nombró a un colega
católico y amigo suyo Jesús María Bellido Golferichs,que
aceptó el cargo "cumpliendo un deber de católico". Pero el culto
público no tuvo tiempo para ser restablecido a causa de la ofensiva de Cataluña
que lanzó el "Generalísimo Franco" el 23 de diciembre de 1938 y que en
sólo mes y medio ocupó toda Cataluña. Así pues, la reapertura de los
templos católicos en Cataluña no fue obra de la República sino que la
trajeron las tropas de Franco (cuando ya se habían hecho los
preparativos para reabrir al culto una de las capillas de la catedral de Tarragona, los "nacionales" entraron en la ciudad el 15 de enero).295
La represión en las retaguardias
Durante los primeros días, unas 50.000 personas que quedaronatrapadas en el bando contrario fueron ejecutadas mediante los llamados paseos.
Estos eran realizados por grupos armados que iban a buscar a la gente a
sus casas o las cárceles donde se hallaban presos y bajo el eufemismo
de vamos a dar un paseo los llevaban a cualquier carretera o a las tapias del cementerio y los ejecutaban.
Posiblemente el más divulgado de tales ajusticiamientos entre los
llevados a cabo por el bando nacional, debido a la relevancia del
protagonista, sea el del poeta y dramaturgo Federico García Lorca en el barranco de Víznar en Granada. También adquirió gran relevancia la masacre de Badajoz, perpetrada por las tropas sublevadas tras la toma de la ciudad.
Por parte del bando republicano la mayor serie de asesinatos masivos fueron las Matanzas de Paracuellos
entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, sacas de los
presos de las cárceles de Madrid (entre los que se encontraba el dramaturgo Pedro Muñoz Seca junto otras personas, intelectuales, religiosos, políticos y militares) y asesinados, la mayoría, en la localidad de Paracuellos.
En el contexto de la guerra fueron muchos los que se aprovecharon
para realizar tan macabros actos, a veces por venganza sin relación con
la propia contienda, y cuando una zona caía en manos de uno u otro
bando, no tardaban en llegar los paseos. Especialmente cruel para
la población fue el caso de las localidades que fueron
intermitentemente ocupadas por ambos bandos, con las consiguientes y
repetidas ejecuciones y venganzas.
En la zona bajo control de la República, los enfrentamientos entre
milicias y facciones opuestas también sirvieron de coartada a episodios
de represión sangrientos, como en el caso de las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, narradas por el escritor inglés George Orwell en su obra Homenaje a Cataluña, basada en su experiencia de primera mano.
El militar Ramón Salas Larrazábal
estudió las cifras de víctimas que pudieron morir en estas
retaguardias. Consideró, según sus estudios que todas las víctimas
fueron inscritas en los Registros Civiles, haciendo un cálculo aproximado de las muertes de la Guerra. En el Anexo:Mortalidad en la Guerra Civil Española, por inscripción en juzgados, se puede ver un resumen de sus conclusiones. Sin embargo en estudios posteriores, y por ejemplo, en Navarra que el consideraba lugar testigo, se ha podido comprobar que las víctimas de la represión eran muy superiores a las cifras que él había calculado.
Investigación de los crímenes
Terminada la guerra, el bando republicano fue acusado por el bando sublevado de la comisión de crímenes desde los primeros días de la guerra. Las principales acusaciones se refieren a la persecución religiosa contra los católicos,296 297 la creación de centros de detención semiclandestinos (checas) donde se torturaba y asesinaba a los sospechosos de simpatizar con el bando contrario298 y la realización de asesinatos masivos como las matanzas de la Cárcel Modelo de Madrid299 y de Paracuellos.300 El régimen franquista promovió una extensa investigación sobre estos hechos conocida como Causa General301 302que, pese a haber sido realizada con parcialidad y sin las suficientes
garantías procesales, contó con abundantes pruebas documentales y
testificales.
Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados. Numerosas voces del ámbito jurídico como Baltasar Garzón (ex-magistrado español de la Audiencia Nacional), Carlos Jiménez Villarejo (fundador de la asociación Justicia Democrática),8 Raúl Zaffaroni (penalista y magistrado de la Corte Suprema de Argentina),9 así como diversas asociaciones de víctimas del franquismo y otros, sostienen que el bando sublevado cometió actos de genocidio y crímenes contra la humanidad,
ya que en la documentación ahora disponible, como los archivos
militares de la época, se demostraría que sus planes incluyeron el
exterminio y persecución sistemática de la oposición política, la
violación de las mujeres de la zona republicana,303 304 la imposición de tests físicos y psicológicos a presos para vincular su ideología con enfermedades mentales o el robo sistemático de niños a padres republicanos para eliminar la "contaminación" ideológica, a los que todavía se oculta su verdadera identidad.
Por considerar que dichos actos, por su naturaleza de crímenes contra la humanidad no pueden prescribir
ni ser absueltos, Baltasar Garzón inició un proceso para investigar los
hechos, basándose en el que ya había impulsado infructuosamente contra
el exdictador chileno Augusto Pinochet, buscando la justicia y la reparación de las víctimas del Franquismo. Entre otras consideraciones, argumentó la acusación de genocidio,305
citando al auto 211/2008 del Juzgado Central de Instrucción núm. 2
(Caso SS-Totenkopf o Genocidio nazi), mediante el cual se consideraba
delitos de genocidio y lesa humanidad los cometidos contra los españoles
recluidos en los campos de concentración nacional-socialistas con
motivaciones políticas o ideológicas.11 12 306
La Audiencia Nacional de España
decidió por mayoría de votos y sin hacer ninguna valoración acerca del
carácter delictivo de los hechos denunciados, que el Juzgado Central de
Instrucción nº 5 dirigido por Garzón carecía de competencia objetiva
para investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad criminal de los investigados a causa de su fallecimiento.307
Los magistrados discrepantes consideraron que el juzgado sí era
competente al ser los hechos investigados "delitos de lesa humanidad y
genocidio", por constituir una "sistemática y masiva eliminación de
adversarios políticos" tras la Guerra Civil.308
Consecuencias
Económicas
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. Elhaber usado el gobierno republicano las reservas de oro para comprar
armamento acabó con las reservas monetarias de la zona republicana. El
bando sublevado tuvo que abonar mucho dinero tras finalizar el
conflicto, en gran parte dejando que Alemania explotara las reservas
mineras de la península y del África Española del momento, por lo que
hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial
casi no tuvieron posibilidad alguna de obtener ingresos. España había
quedado devastada en algunas zonas, con pueblos totalmente asolados. La economía española tardaría décadas en recuperarse.[cita requerida]
Víctimas de la Guerra Civil
exageradamente que la cifra se situaría entre 500 000 y 1 000 000 de
personas.2 Muchas de estas muertes no fueron debidas a los combates, sino a la represión en forma de ejecuciones sumarias y paseos.
Esta se llevó a cabo en el bando sublevado de manera sistemática y por
orden de sus superiores, mientras en el bando republicano se produjo de
manera descontrolada en momentos en que el gobierno perdió el control de
las masas armadas.309
Los abusos se centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar con
el bando contrario. En el bando sublevado se persiguió principalmente a
sindicalistas y políticos republicanos (tanto de izquierdas como de derechas), mientras en el bando republicano esta represión se dirigió hacia simpatizantes de la reacción o sospechosos de serlo y sacerdotes de la Iglesia Católica, llegando a quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos,
sacerdotes, religiosos y religiosas. Es incalculable la pérdida en el
patrimonio histórico y artístico de la Iglesia Católica, pues se
destruyeron unos 20 000 edificios —entre ellos varias catedrales—
incluyendo su ornamentación (retablos e imágenes) y archivos.310 311
El número de muertos en la Guerra Civil española sólo puede ser
estimado de manera aproximada. El bando sublevado estableció una cifra
de 500.000, incluyendo además de los muertos en combate, a las víctimas
de bombardeos, ejecuciones y asesinatos. Estimaciones recientes arrojan
esa misma cifra de 500.000 muertos o algo menos, sin incluir a quienes
murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por la
guerra. La cifra de un millón de muertos, a veces citada, procede de una
novela de Gironella, que la justifica entre los 500.000 reconocidos y
otros tantos cuya vida resultó irremediablemente destrozada.
La represión franquista de la posguerra y el exilio republicano
Tras la guerra, la represión franquista inició un proceso represivocontra el bando perdedor, iniciándose una limpieza de la que fue llamada
La España Roja y contra cualquier elemento relacionado con la
República, lo que condujo a muchos al exilio o la muerte, produciéndose
el robo de bebés de padres republicanos, que aún a día de hoy
desconocen, en muchos casos, su identidad. Durante ese tiempo, hablar de
democracia, república o marxismo era ilegal y perseguible.
El exilio forzoso de muchos represaliados antes, durante y después de
la guerra es difícil de cuantificar. Según su situación geográfica y
sus preferencias políticas se optó entre salir por mar, cruzando el
océano para pasar a países sudamericanos en su mayoría o el mar los más
pudientes para ir a Inglaterra o Francia. O por tierra cruzando los
Pirineos al lado galo, país que muchos eligieron por su cercanía con
España y su creencia de buena acogida, demostrándose su error con hechos
como los campos de concentración de Bram.
El exilio republicano se produjo en tres momentos. El primero fue la campaña del Norte (marzo-noviembre de 1937); el segundo la caída de Cataluña,
enero-febrero de 1939, durante la cual pasaron a Francia alrededor de
400 000 personas (una cantidad tan importante que desbordó a las
autoridades francesas que tuvieron que improvisar diversos campos de
concentración, incluso en las playas, donde los recluidos padecieron
unas duras condiciones de vida), aunque casi la mitad de ellas acabarían
retornando a España; la tercera y última oleada se produjo al final de
guerra, en los últimos días de marzo de 1939, cuando miles de
republicanos se dirigieron a los puertos de Levante para conseguir un
barco que los llevara al exilio, pero muy pocos lo consiguieron.312
Se calcula que en el mes de marzo de 1939 sólo pudieron abandonar
España entre 7000 y 7500 personas, incluidos los marinos de la dotación
de la Flota que huyó a Bizerta.313
Entre los exiliados se encontraba una parte significativa de las
élites intelectuales españolas que buscaron acomodo en otros países,
especialmente en México, lo que supuso una enorme pérdida de capital
humano para España. Así por ejemplo, "en febrero de 1942 el consulado
general de México en Vichy
censó a 13 400 españoles de formación superior que deseaban salir de la
Francia ocupada; entre ellos 1743 médicos, 1224 abogados, 431
ingenieros y 163 profesores de los 430 que poseía España en 1936".314
Relaciones internacionales
Las repercusiones políticas y emocionales de la guerra trascendieronde lo que es un conflicto nacional, ya que, por muchos otros países, la
Guerra Civil española fue vista como parte de un conflicto internacional
que se libraba entre la religión y el ateísmo,
la revolución y el fascismo. Para la URSS, Alemania e Italia, España
fue terreno de prueba de nuevos métodos de guerra aérea y de carros de
combate. Para Gran Bretaña y Francia, el conflicto representó una nueva
amenaza al equilibrio internacional que trataban dificultosamente de
preservar, el cual se derrumbó en 1939 (pocos meses después del fin de
la guerra española) con la Segunda Guerra Mundial.
El pacto de Alemania con la Unión Soviética supuso el fin del interés
de ésta en mantener su presión revolucionaria en el sur de Europa.
En cuanto a la política exterior, la GCE supuso el aislamiento de
España y la retirada de embajadores de casi todo el mundo. Sólo unos
pocos países mantuvieron relaciones diplomáticas con España desde el
final de la II Guerra Mundial hasta el inicio de la Guerra Fría.
A partir de los años 50, las relaciones internacionales españolas, con
el apoyo de EE.UU, pasan a ser casi normales, salvo con los países del Bloque Soviético.
Las «Regiones Devastadas»
Durante la Guerra Civil Española de 1936 a 1939, muchos pueblos yciudades resultaron total o parcialmente destruidos. Una vez finalizada
la guerra, se constituyó la Dirección General de Regiones Devastadas que asumió la función de reconstruirlos.
Entre muchas poblaciones devastadas, se encontraron las siguientes:
- Asturias: La Foz, Oviedo, Pendones, Tarna, Villamanín.
- Vizcaya: Guernica, Durango y en menor medida Barakaldo.
- Cantabria: Las Rozas de Valdearroyo.
- Castellón: Benafer, Xilxes.
- Extremadura: Mérida.
- Guadalajara: Gajanejos, Hita, Masegoso de Tajuña.
- Guipúzcoa: Éibar.
- Huesca: Banariés, Banastás, Huerrios, Igriés, Lascascas.
- Madrid: Brunete, La Hiruela, Prádena del Rincón, Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo.
- Teruel: Híjar.
- Zaragoza: Belchite.
Memoria histórica
Igualmente, otras administraciones económicas han actuado en la misma línea,317 llegando a pronunciarse a favor la ONU318
La guerra civil en el arte
El tema de la Guerra Civil es el de mayor producción literaria de toda la historiografía española,319 así como el más polémico y generador de debate social y político (véase memoria histórica). Aunque hay un acuerdo casi unánime en las fechas, los denominados revisionistas próximos al franquismo, proponen la revolución de 1934 como inicio de la guerra. La propia declaración del estado de guerrafue divergente en ambos bandos: el gobierno republicano no declaró el
estado de guerra hasta casi su final (para mantener el control civil de
todas las instituciones), mientras que el gobierno de Franco no levantó
la declaración hasta varios años después de terminada (para garantizar
su control militar).
Cine
Véase Categoría:Películas sobre la Guerra Civil Española320Realizadas durante la propia guerra, aunque también hubo películas de ficción (las republicanas Aurora de esperanza —Antonio Sau, Barcelona, 1937—, Barrios bajos —Pedro Puche, Barcelona, 1937— y Nuestro culpable —Fernando Mignoni, 1938— y cinco películas nacionales de Benito Perojo y Florián Rey rodadas en los estudios alemanes de la UFA, de género folclórico —ambiente reconstruido en La niña de tus ojos, Fernando Trueba, 1998—),321 fueron fundamentalmente de género documental:
Bando republicano:
- España 1936 (Luis Buñuel)
- Sierra de Teruel (La esperanza o L'Espoir, de André Malraux, que también escribió una novela con ese mismo título).
- Tierra de España (Joris Ivens) producción estadounidense.
- Noticiario Español, 32 documentales (precedentes del NODO)
- ¡Vivan los hombres libres! (Edgar Neville, 1939)
- Romancero marroquí (1938-39), sobre la intervención de tropas marroquíes
- Fueron mucho menos numerosas, debido a la menor cantidad de productoras (ocho frente a más de cincuenta republicanas);322 aunque existen documentales portugueses (O caminho de Madrid), italianos (Arriba Spagna. Scene della guerra civile in Spagna) y alemanes (In Kampf Gegen den Weltfeind o Legión Cóndor).323
- Defensores de la Fe (Russell Palmer, 1938)324
- Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptación de la novela homónima del mismo autor326
- Sin novedad en el Alcázar (Augusto Genina, 1940) italoespañola
- Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
- Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su orientación falangista
- El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
- Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
- Dragon Rapide, que utiliza como título el nombre del avión en el que Franco salió de Canarias
- El largo invierno
- Los niños de Rusia
- Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
- Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984) adaptación de la obra de Fernando Fernán Gómez
- La vaquilla (Luis García Berlanga, 1985)
- Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985) adaptación de la novela de Sender
- ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
- Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
- Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
- La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
- La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
- El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
- Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
- La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
- La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
- Morir en Madrid (Frederic Rossif, 1963)
- La vieja memoria (Jaime Camino, 1976)
- Retablo de la guerra civil española (Basilio Martín Patino, 1980); el mismo autor previamente había tratado la posguerra en Canciones para después de una guerra (1971) y la figura de Franco en Caudillo (1974).
- La Guerra Civil Española (Granada Televisión, 1983)
- El honor de las injurias (Carlos García Alix, 2007)328
- El perro negro (historias de la Guerra Civil Española) (Péter Forgács, 2005)329
- Los niños de Morelia (Juan Pablo Villaseñor, 2004, México)330
Novela
- La guerra civil española en la novela331
- Por quién doblan las campanas (Ernest Hemingway), se hizo adaptación cinematográfica.
- Frente de Madrid (Edgar Neville)
- La forja de un rebelde (Arturo Barea)
- Réquiem por un campesino español (Ramón J. Sender)
- Contraataque (Ramón J. Sender)
- La fiel infantería (Rafael García Serrano)
- Plaza del castillo (Rafael García Serrano)
- Cumbres de Extremadura (José Herrera Petere)
- Niebla de cuernos (José Herrera Petere)
- Cuerpo a tierra (Ricardo Fernández de la Reguera)
- La retaguardia (Concha Espina)
- Alas invencibles (Concha Espina)
- Madrid, de corte a checa (Agustín de Foxá)
- Los cipreses creen en Dios (José María Gironella)
- Un millón de muertos (José María Gironella)
- Ha estallado la paz (José María Gironella)
- El corazón helado (Almudena Grandes)
- El laberinto mágico (Max Aub), serie de cinco novelas:
- Las últimas banderas (Ángel María de Lera)
- Los que perdimos (Ángel María de Lera)
- El mono azul (Aquilino Duque)
- Tanguy (Michel del Castillo)
- Duelo en el Paraíso (Juan Goytisolo)
- La novela número 13 (Wenceslao Fernández Flórez)
- Sanco Panco (Salvador de Madariaga)
- Volverás a Región (Juan Benet)
- Herrumbrosas lanzas (Juan Benet)
- Las hermanas coloradas (Francisco García Pavón)
- El otro árbol de Guernica (Luis de Castresana)
- Los años únicos (Carmen Díaz Garrido)
- San Camilo, 1936 (Camilo José Cela)
- Mazurca para dos muertos (Camilo José Cela)
- Soldados de Salamina (Javier Cercas)
- Tiempo de memoria (Carlos Fonseca)
- La Capitana (Elsa Osorio)
- El muro (Jean Paul Sartre)
- El lápiz del carpintero (Manuel Rivas)
- Cuentos de Madrid (César Arconada)
- Capital de la gloria (Juan Eduardo Zúñiga)
- El agente confidencial (Graham Green)
- 377A, madera de héroe (Miguel Delibes)
- Inquietud en el Paraíso (Óscar Esquivias)332
- La mula (Juan Eslava Galán)333
- Un caso de narración contrafactual es la novela En el día de hoy de Jesús Torbado.
- Relatos autobiográficos de gran valor literario e histórico son:334
- Homenaje a Cataluña (George Orwell)
- L'Espoir o La esperanza, (André Malraux, que también dirigió la película homónima)
- Los grandes cementerios bajo la luna (Georges Bernanos)
- La voz dormida (Dulce Chacón) sobre la que se hizo La voz dormida, adaptación cinematográfica
- (en francés) Pas pleurer (Lydie Salvayre)
- Mil días de fuego (José María Gárate Córdoba)335
Cuento y relato
Muchos de los cuentos basados en la Guerra Civil española son, según Ignacio Martínez de Pisón,«relatos concebidos desde el compromiso explícito con uno u otro
bando... los autores de algunos de esos relatos colaboraron muy
activamente en labores de propaganda: Arturo Barea y María Teresa León para la España republicana; Edgar Neville, José María Pemán o Agustín de Foxá
para la nacional. Sin duda, en el fragor de la contienda fueron muchos
los escritores que se adaptaron a la situación de emergencia y alteraron
su sistema de prioridades: contribuir a la victoria bélica, aunque
fuera con algo tan modesto como una narración o un poema, estaría
siempre por encima de cualquier otra consideración».336
Literatura infantil y juvenil
A pesar de lo comprometido del tema, hay tratamiento del mismo en la literatura infantil y juvenil.337 338 339Teatro
Bando sublevado:- Cruz y espada, romance patriótico en cinco retablos (José Gómez Sánchez-Reina, Granada, 1938)
- A Madrid: 682, escenas de guerra y amor (presentado como guion para una película, Juan Ignacio Luca de Tena)
- De ellos es el mundo (José María Pemán, Sevilla y Zaragoza, 1938)
Bando republicano:
- Velada en Benicarló (Manuel Azaña, no representado hasta 1980)
- Noche de guerra en el Museo del Prado (Rafael Alberti, 1956) recreando el traslado de obras del Museo del Prado en 1936
- Radio Sevilla (del mismo autor, pieza satírica breve representada durante la propia guerra)
Poesía
Bando sublevado- Poema de la Bestia y el Ángel (José María Pemán, el juglar de la Cruzada)
- Canciones de guerra (Antonio Machado)
- Viento del pueblo. Poesía en la guerra (Miguel Hernández)
- España, aparta de mí este cáliz (César Vallejo)
- España en el corazón: himno a las glorias del pueblo en la guerra (Pablo Neruda)
Música
Bando republicano- Verdades escondidas (Lucía Sócam, CD de 2010)
- Republicana (Lucía Sócam, CD de 2011)
- 1936 un pueblo en Armas - Sin Dios (Guerra a la guerra, 1997)
Revistas satíricas
Bando sublevado- La ametralladora (por los que posteriormente trabajarán en La Codorniz)
- Be negre, Papitu (ambas catalanas); dibujantes: Tísner, Kalders (en Diari de Barcelona), Puyol (en Frente Rojo).341
- La Traca (valenciana); dibujantes: Bluff (fusilado después de la guerra), Carnicero, Méndez Álvarez, Palmer
- En las trincheras llegaron a circular más de 500 cabeceras342
Historieta
Bando sublevado- Flechas
- Pelayos (dibujante: Valentín Castany)
- Flechas y Pelayos (producto de la fusión de ambas, paralela a la fusión de las distintos partidos en FET y de las JONS)
- Chicos (Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás)
En la democracia
- Eloy o Río Manzanares de Antonio Hernández Palacios
- 36-39 Malos tiempos (2007-2008) de Carlos Giménez
- Las serpientes ciegas (2008) de Felipe Hernández Cava y Seguí
- El arte de volar (2009) de Antonio Altarriba/Kim
- El ángel de la retirada (2010) de Serguei Dounovetz/Paco Roca
- Nuevas Hazañas Bélicas (2011) de Hernán Migoya con varios dibujantes
- Un médico novato (2013) de Sento
- Los surcos del azar (2013) de Paco Roca
Pintura y escultura
La Exposición Internacional de París de 1937 alojó un Pabellón de España gestionado por el gobierno de la República en que, entre otros testimonios de la guerra, se presentó el Guernica de Pablo Picasso, la Fuente de Mercurio de Alexander Calder, La Montserrat de Julio González, El campesino catalán en rebeldía de Joan Miró, Descubierta y Fusilados de Modesto Ciruelos, Aviones Negros de Horacio Ferrer o El pueblo español tiene un destino que conduce a una estrella de Alberto Sánchez Pérez.Artes gráficas, cartelismo y revistas
Bando sublevado:- Vértice (revista)343
- Jerarquía (revista)
- Ilustradores: Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y Carlos Sáenz de Tejada.
- Hora de España
- Mono Azul
- Fotomontador: Josep Renau.
- Cartelista: Carles Fontseré.344
- Gran difusión tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Miró.
Fotografía
- Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la polémica instantánea Muerte del miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podría ser otro de los muertos en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo XX.345
- Agustí Centelles
- Pelayo Más, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucción de la Iglesia en la España roja (80 de ellas de Toledo).346
- Guglielmo Sandri, teniente del ejército italiano, tomó 4000 fotografías, recuperadas en 1992.347
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la Guerra Civil Española:- 1936, España en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty 2.
- El juego completo Sombras de guerra.
- El juego Hearts of Iron 2.348
Véase también
Notas
- Julián Casanova menciona 300 combatientes franceses,233 sin embargo otros estudios apuntan un número superior, en torno a 500.236 234
Referencias
- Steve Butts (7 de enero de 2005). «Hearts of Iron 2 The most complex and rewarding World War 2 strategy game to date». IGN (en inglés). Consultado el 25 de agosto de 2013.
Bibliografía
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- Aróstegui, Julio (2006). Por qué el 18 de julio… Y después. Barcelona: Flor del Viento Ediciones. ISBN 84-96495-13-2.
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- García Nieto, Mª Carmen. Guerra civil española, 1936–1939. Salvat Editores, Barcelona, 1982. ISBN 84-345-7996-0
- Fuertes Palasí, Juan Francisco; Mallench Sanz, Carlos (2013). La Batalla Olvidada. Castellón: Divalentis. ISBN 978-84-939522-9-7.
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- Martínez Bande, J. La batalla de Teruel. Ed. San Martín (Madrid). ISBN 84-7140-088-X
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- Thomas, Hugh (1976). La Guerra Civil española (Ed. Debolsillo (2011) edición). Barcelona: Grijalbo. ISBN 978-84-9908-087-1.
- Tuñón de Lara, Manuel (1986). La batalla de Teruel. Zaragoza: Instituto de Estudios Turolenses. ISBN 84-505-5073-4.
- Viñas, Ángel; Hernández Sánchez, Fernando (2009). El desplome de la República (Ed. rústica (2010) edición). Barcelona. ISBN 978-84-9892-108-3.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre la Guerra Civil Española.
- Wikisource contiene obras originales sobre la Documentos de la Guerra Civil española.
- Wikiquote alberga frases célebres sobre la Guerra Civil Española.
- Texto de la Constitución de la República Española
- La Guerra Civil, 70 años después — Elmundo.es
- Historia de España — La Guerra Civil Española (1931–1936) en Historiasiglo20.org
- Memoria republicana: «Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil Española»
- La intervención alemana en la guerra civil española, por Walther L. Bernecker
- En el sitio web The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
- La República en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de 2003
- Liberados del Olvido Memorial sobre la guerra civil en Aragón.
- Ebre 38: revista internacional de la Guerra Civil 1936–1939, texto completo.
- Juan Pablo Fusi, "En el fuego del combate", El País, 15 de abril de 2012.
Predecesor: Segunda República |
Periodos de la Historia de España Guerra Civil Española |
Sucesor: Dictadura de Francisco Franco |
durante toda la guerra, pero a partir del la creación del Ejército
Popular Republicano muchas milicias se unieron a éste, algunas aún
seguían su propio camino, como es el caso de las milicias del POUM. Desde 1937 quedaron integradas en el Ejército Popular.
se enviarían hombres de ideología comunista principalmente de diversos
países del mundo para ayudar a la Segunda República, éstos serían
integrados en las Brigadas Internacionales.
en lugar de la bandera republicana, excepto los batallones socialistas,
comunistas y anarquistas. Desde la primavera de 1937 se integraron en
el Ejército Popular.
Por lo tanto, los militares rebeldes muertos en ese periodo jamás
combatieron bajo la bandera bicolor, sino bajo la tricolor republicana
(a excepción de los que actuaron en Navarra).
número de pérdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre
500 000 y un millón de personas fallecieron. Con los años, los
historiadores disminuyeron estas cifras, y estudios modernos concluyen
que 500 000 muertes es la cifra más acertada. Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899–901, inclusive.
por las armas, en la que alguien podía morir por cubrirse la cabeza con
un sombrero o calzarse con alpargatas los pies, pero no fue en menor
medida guerra de religión, de nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana, entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo».
p. 24. «Aunque una parte de los militares iniciara la contienda, la
guerra no puede definirse —como a veces sigue haciéndose— como la lucha
de los militares —o del Ejército más un puñado de terratenientes ricos y
jerarcas eclesiásticos— contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de
muchos españoles -en especial de las clases medias y altas, pero
también de las humildes: millones de pequeños propietarios y gente
religiosa-, el alzamiento no se hubiera convertido en guerra civil, pese
a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al
principio».
artículo 2 del Convenio para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio, aprobado por la Asamblea Genera de las Naciones Unidas el 9
de diciembre de 1948 y ratificado por España y muchos otros Estados,
define el delito de genocidio en los siguientes términos: "En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal:
a) Matanza de miembros del grupo. b) Lesión grave a la integridad
física o mental de los miembros del grupo. c) Sometimiento intencional
del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su
destrucción física, total o parcial. d) Medidas destinadas a impedir los
nacimientos en el seno del grupo. e) Traslado por fuerza de niños del
grupo a otro grupo."
[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que habían sido
desalojados en el invierno de 1934-35 [por los gobiernos
radical-cedistas]. Se producía así un hecho consumado, que obligó al
Ministerio de Agricultura a adoptar medidas oportunas para volver a
poner en vigor la legislación del primer bienio».
pp. 112-116. «De esta forma, el gobierno quedó desasistido por sus
aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada
oposición monárquica que arrastraba ya con fuerza a los católicos y
desde la izquierda por un sector del PSOE que, si había renunciado a la
revolución esperaba con impaciencia la hora de sustituir al gobierno
republicano por uno exclusivamente socialista».
p. 115. «Las divisiones que se habían manifestado en el seno del propio
ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un
singular grado de virulencia con la creación de uniones militares
enfrentadas por la cuestión del régimen político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la republicana Unión Militar Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho más reducida]».
p. 25. «Azaña y muchos elementos de su partido, y el propio Casares
Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que después de haber
neutralizado con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ejército
hubiera capacidad para preparar una acción seria, estimando además que
tenían controlados a los posibles cabecillas y que en el caso de que esa
rebelión se produjese sería fácil abortarla».
pp. 421-422. «la base de Cartagena podría convertirse, por sus
condiciones naturales y su magnífico emplazamiento, en el bastión sobre
el que se asentara cualquier hipótesis de una resistencia escalonada».
contra Hitler. Documentos inéditos prueban que el coronel Vicente Rojo,
jefe del Estado Mayor de la República, propuso al Gobierno de Negrín
que provocara una guerra con la Alemania nazi, El País, 18 de octubre de 2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el año 2009.
«Yo soy comunista, estoy a favor del acuerdo y creo que con una
descentralización inteligente y un intercambio continuo de informaciones
podrían llegar a organizarse los necesarios intercambios de productos y
satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al símbolo moneda.
Como todo buen comunista aspiro a la abolición del dinero, y como todo
buen revolucionario creo que será necesario desarmar a la burguesía,
desvalorizando todos los signos de riqueza que puedan servir para vivir
sin trabajar».
p. 77. «Es verdad que España estuvo "invadida" de presencia extranjera
en los dos bandos, pero fue más la que se observó del lado del gobierno
de Burgos y, sobre todo, ésta persistió hasta el final. Y es indudable
que el argumento que esgrimía Negrín de que el bando nacional no era
español, sin ser ni mucho menos verdad, tenía mucha más razón de ser que
cuando Burgos afirmaba que la España republicana era prácticamente un
satélite de Stalin»..
pp. 273-274. «[A partir del inicio de la batalla de Madrid], la guerra
ya no era un asunto interno español. Se internacionalizó y con ello ganó
en brutalidad y destrucción. Porque el territorio español se convirtió
en campo de pruebas del nuevo armamento que estaba desarrollándose en
esos años de rearme, previos a una gran guerra que se anunciaba [la
Segunda Guerra Mundial]»..
p. 277. «De los voluntarios genuinos [que combatieron en las tropas del
ejército de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
católicos irlandeses... Sólo combatieron en la batalla del Jarama, en
febrero de 1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy
airosos y unos meses después volvieron a su patria. Además de ese medio
millar de "camisas azules" irlandeses, hubo en las tropas de Franco
rusos blancos curtidos en la lucha contra los bolcheviques, un grupo
variado de fascistas y antisemitas procedentes de la Europa oriental y
unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batallón Jeanne d'Arc».
p. 42. «El problema de la evaluación cuantitativa de esas entregas de
armamento sigue en pie y la valoración de su utilidad también»..
Para jefe de la flotilla de los tres
submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombró al ruso Burmistrov,
pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque no tengo
noticia de que llegara a hundir ningún barco, sí que, por lo menos,
mantuvo a su submarino en actividad hasta el último momento. Ambos
alcanzarían el almirantazgo en la Marina soviética, y Eguipko
desempeñaría en los años setenta el puesto de almirante-jefe de la base
de Leningrado.
pp. 287-288. «Sin ese petróleo, la maquinaria de guerra del ejército de
Franco no hubiera funcionado, pues Italia y Alemania, como España,
dependían del petróleo angloamericano para sus suministros. Franco
recibió 3.500.000 toneladas de petróleo a crédito, más del doble de las
importaciones que consiguió la República, y además algunos de esos
magnates del petróleo entorpecieron el comercio hacia la República y
bloquearon los créditos a su sistema bancario»..
pp. 354-358. «Así, por unos pocos días, no fue posible restablecer el
culto público en un punto de la España republicana, ni siquiera en una
sola capilla, antes de la llegada de los "cruzados" vencedores».
de Llano: "Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a
los rojos lo que es ser hombre. De paso también a las mujeres de los
rojos que ahora, por fin, han conocido hombre de verdad y no castrados
milicianos. Dar patadas y berrear no las salvará", Unión Radio Sevilla,
julio de 1936.
de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial,
religioso o determinado por la discapacidad de sus integrantes".
de procesamiento de Johann Leprich, Anton Tittjung y Josias Kumpf por
actos de persecución contra prisioneros españoles en los campos
nacional-socialistas de Mauthausen y Sachsenhausen., Juzgado central de instrucción nº 002, Audiencia Nacional. Madrid.
bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca. Se ha dicho
que supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran
conflicto del siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es
cierto. (Carlos Artola: Reseña de España traicionada). Una búsqueda en Dialnet da 5108 documentos. Una búsqueda en una librería especializada da 571 libros comercializados a 2 de julio de 2009.
cuanto a la visión de los «perdedores», en la democracia he
contabilizado 44 películas sobre la Guerra Civil, casi tantas como en
cuarenta años de dictadura. Así, en la Transición se produjeron 15
títulos, en la primera época socialista otras 17 películas, en el
período del Partido Popular llegaron a 11, y en la presente etapa del
PSOE de momento sólo hay un film de ficción: Iris, de Rosa Vergés.
un documental que se adentra en el horror de la guerra y del fanatismo a
través de la figura de Felipe Sandoval, pistolero anarquista que se
quitó la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de
detención», El País, 8 de noviembre de 2008
|isbn=
incorrecto (ayuda).RBA, 2009: «Cuando reuní los 35 cuentos de 31 autores de diferentes
generaciones, diferentes lugares, que hablan del campo y en la ciudad,
desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antología
abarcase la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a
sustituir a esa novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha
escrito; y no sabemos si alguna vez se escribirá» (Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil española, por David González Torres, en Avión de Papel, 15 de febrero de 2009). Los autores citados son: Ignacio Aldecoa, Bernardo Atxaga, Max Aub, Francisco Ayala, Arturo Barea, Pere Calders, Juan Campos Reina, Manuel Chaves Nogales, Miguel Delibes, Jesús Fernández Santos, Juan García Hortelano, Francisco García Pavón, Rafael García Serrano, Xosé Luis Méndez Ferrín, Ana María Matute, Edgar Neville, Lino Novás Calvo, Ramiro Pinilla, Fernando Quiñones, Manuel Rivas, Mercè Rodoreda, Tomás Segovia, Ramón J. Sender, Manuel Talens, Andrés Trapiello, Juan Eduardo Zúñiga.
vista por un fascista italiano. El teniente Sandri tomó 4.000
fotografías durante su servicio en la Guerra Civil - El material,
rescatado de la basura, devuelve la memoria de la contienda a Roma, El País 6 de noviembre de 2008; Álbum de guerra del teniente Sandri (cuatro fotografías en la galería del mismo artículo).
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