La
masonería europea nace allá por el año 1717, con la fundación de la
Gran Logia de Inglaterra y su difusión a partir de esa fecha por el
viejo y nuevo mundo.
Según documentos encontrados en la ciudad de
Buenos Aires y por otros existentes en el archivo de la Gran Logia de
Inglaterra, esta ultima, con fecha 17 de abril de 1735, siendo su Gran
Maestre Tomás, segundo vizconde de Weymouth, designa al caballero
Randolph Took como Gran Maestre Provincial para América del Sud.
Dado
que la Gran Logia de Inglaterra recién a partir de 1750 empezó a tener
matricula de sus miembros, carecemos de mayores datos sobre el antes
mencionado Took y los masones que pudo haber iniciado en aquella época.
Su nombre figura en 1730 como miembro de la Logia Emulación Nº 21 de la
ciudad de Londres, cuya fundación data en 1723.
Primer gran Maestre Provincial
En
una nomina de Grandes Maestros Provinciales, que aparentemente se
remonta al ano 1737, Took sigue figurando con el referido titulo así
como las Logias fundadas por el que continuaban en actividad: su nombre
no figura en cambia en los registros del ano 1750, lo cual hace presumir
que en el ínterin haya fallecido.
En la ciudad de Buenos Aires
encontramos a Took entre 1735 y 1737, ocupándose aparentemente de
negocios, ya que realiza varios viajes entre la ciudad de Buenos Aires y
la región del Caribe y Brasil.
Contrariamente a las afirmaciones
contundentes de Juan Canter, se ha podido comprobar como cierta la
existencia en Buenos Aires de una Logia denominada Independencia,
fundada a fines del siglo XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la
Grande Loge Generale Ecossaise de France, cuerpo este que fue absorbido
el 8 de enero de 1805 por el Gran Oriente de Francia, quedando la antes
mencionada Logia en libertad de acción sobre su futuro.
A fines
también del siglo XVIII, el portugués Juan de Silva Cordero, funda la
Logia San Juan de Jerusalén de la Felicidad de esta parte de América,
con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Maryland. Los títulos
distintivos de ambas Logias indican bien a las claras cuales eran las
fina1idades perseguidas por sus organizadores: la independencia y la
fe1icidad de esta parte de América.
Durante las Invasiones
Inglesas, en el seno de los regimientos que llegaron a Buenos Aires
había Logias que funcionaban con Carta Constitutiva de la Gran Logia de
Irlanda. Los miembros de esas Logias constituyeron en Buenos Aires las
Logias Hijos de Hiram y Estrella del Sur, ambas también con Carta
Constitutiva de la Gran Logia de Irlanda, y en cuyo seno fueron
iniciados muchos criollos.
La Masonería después de 1810
Al
producirse la Revolución de Mayo existía en Buenos Aires una logia
presidida por el doctor Julián B. Álvarez. Se desconoce con exactitud el
nombre de la referida logia, ya que unas veces aparece con el de San
Juan y otras con el de Independencia. Dado que todas las Logias
Masónicas se denominan Logias de San Juan, cabria la hipótesis de que el
de Independencia fuera el verdadero titulo distintivo de la Logia y
esta fuera la misma fundada a fines del siglo XVIII.
La Logia,
presidida par el doctor Álvarez, tiene una importancia fundamental por
cuanto de entre sus miembros fueron seleccionados aquellos que
secundarían a Alvear, San Martín, Zapiola y demás masones viajeros que
llegaron en la fragata Jorge Canning, para la fundación de la Logia
Lautaro de Buenos Aires.
La Logia Lautaro
La
Logia Lautaro fue fundada en 1812 y sus integrantes formaron
posteriormente las lautarinas o lautarias de las ciudades de San Fe,
Córdoba y Mendoza en la Argentina, y la de Santiago de Chile.
Además
de las Logias lautarinas, durante las guerras de la independencia hubo
sendas Logias en el Ejercito de los Andes y en el Ejercito del Norte, la
primera presidida por el Libertador y la segunda por Belgrano.
El
general Belgrano funda además la Logia Argentina de la ciudad de
Tucumán, denominada posteriormente Unidad Argentina y que trabajo con
Carta Constitutiva otorgada par la Masonería de Nueva Granada. Véase
respecto de las actividades masónicas del general Belgrano el estudio
realizado por Arturo Gambolini, organizador del Archivo Histórico de la
provincia de Salta.
Acerca de esas Logias se ha entablado una
polémica, mas de una vez apasionada, sobre si eran o no masónicas. Los
que les negaron tal carácter sostienen que "aparte del formulismo
masónico esas agrupaciones tenían fines patrióticos y que sus
componentes eran profundamente católicos".
Las condenas del Vaticano
Se
pone particular énfasis en esto ultimo por haber sido la Masonería
reiteradamente condenada par las autoridades del Vaticano desde el 28/4/
1738, en que apareció la "constitución" In Eminenti Apostolatus
Specula, de Clemente XII. Sobre esa encíclica se baso Felipe V en 1740
para legislar en contra de los masones, ejemplo que se imitó con el Real
Decreto del 2 de julio de 1751 y otras sucesivas medidas de las
autoridades españolas hasta la actualidad, en que el gobierno franquista
condena el "delito de Masonería" con una pena mínima de doce años y un
día de prisión.
Por su parte, el Vaticano ha seguido condenando a
la Masonería a trabes de las "constituciones" de Benedicto XIV, del 18
de mayo de 1751, titulada Próvidas Romanorum; de Pío VII, del 13 de
setiembre de 1821, titulada Ecclesiam a Jesu-Christo; de León XII, del
13 de marzo de 1825, Quo Graviora; las encíclicas de Pío VIII, del 21 de
mayo de 1829, Traditi Humilitati Nostrae; de Gregorio XVI, del 15 de
agosto de 1832, Mirari Vos, que esta dirigida contra los errores del
mundo moderno; de Pío IX, autor de varias, las más importantes de las
cuales son Qui Pluribus, del 9 de noviembre de 1846, Syllabus, del 8 de
diciembre de 1864, Multiplices Inter, del 21 de septiembre de 1865, Ex
Epístola, del 26 de octubre de 1865, Apostolicae Sedis, del 12 de
octubre de 1869, y Etsi Multa, del 21 de noviembre de 1873; y final
mente, León XIII, con su Humanum Genus, del 20 de abril de 1884, seguida
de una Instrucción Publica del Santo Oficio "De Secta Massonum", del 7
de mayo de 1884, "Proeclara Gratulationis", del 20 de junio de 1894,
Annum Igressi, del 18 de marzo de 1902, sin contar la declaración hecha
oficialmente el 19 de marzo de 1950, a través de las columnas del Osservatore Romano, órgano
periodístico oficioso del Estado Vaticano, en el sentido de que las
condenaciones de la Masonería se mantienen en toda su integridad.
Al
argumento de que siendo los patriotas de 1810 y de la independencia
argentina profundamente cató1icos no podrían ser masones, ya que la
Iglesia había "condenado la secta", se puede contestar que con ese
criterio esos mismos hombres, ante la aparición de las bulas de Pío VII,
del 30 de enero de 1816, y las de León XII, del 24 de septiembre de
1824 y del 10 de febrero de 1825, en que se condenaba a los movimientos
libertadores de América, debían abandonar las armas y volver a someterse
a Fernando VII y sus sucesores.
En 1821 un grupo de
constitucionalistas españoles 1legan a Buenos Aires, fundando la Logia
Aurora, bajo los auspicios de la Masonería española. Con la muei1e del
general Rafael del Riego y Núñez, varios de sus partidarios llegaron a
Buenos Aires, formando otra logia con el titulo distintivo de Libertad,
bajo los auspicios del Gran Oriente N. Español. De esa época datan
también la Logia Fénix, fundada bajo los auspicios de la Gran Logia de
Maryland, así como la Valeper, fundada por Lafinur.
La Southern Star, Estrella sureña
En
1825 un grupo de súbditos estadounidenses organizan Estrella Sureña
(Southern Star) con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Pensilvania.
En esa Logia incorporase don Bernardino Rivadavia. La Logia siguió
trabajando hasta que en el ano 1829, ya baja la influencia rosista,
fueron perseguidos sus integrantes, viéndose obligados muchos de ellas a
emigrar a Montevideo, donde formaron la Logia Asilo de la Virtud, con
Carta Constitutiva también de la Gran Logia de Pensilvania.
Durante
la tiranía surgieron numerosas Logias conocidas con la denominación
genérica de Unitarias, por cuanto la mayoría, si no todos sus
componentes, se oponían al régimen sanguinario de Rosas. En esas Logias
militaron muchos de los más allegados, e incluso cercanos parientes de
Rosas. Algunas de esas Logias llegaron hasta nuestros días: v.g., la de
San Juan de la Frontera, de la ciudad de San Juan; la Constante Unión,
de la ciudad de Corrientes; y la Jorge Washington, de la ciudad de
Concepción del Uruguay.
Por su parte, Garibaldi, durante su estada en Entre Ríos, en 1837, funda una Logia en Gualeguaychú.
Después
de Caseros los masones siguen agrupándose y surgen varias Logias
argentinas y algunas extranjeras. Entre las primeras cabe mencionar la
Logia Fraternidad de San Nicolás de los Arroyos, fundada por José A.
Melián, y las Logias Concordia, fundada en 1852, Constancia, en l 855,
Unión del Plata, en 1855, y Confraternidad Argentina, en 1856, estas
ultimas de la ciudad de Buenos Aires. Esas Logias trabajaban bajo los
auspicios de la Masonería brasileña o del Uruguay.
Entre las
Logias extranjeras recordamos la Logia Amie des Naufrages, integrada por
franceses y que trabajaba baja los auspicios de la Masonería francesa; y
la Logia Excelsior, fundada en 1853 por un grupo de residentes
ingleses, bajo los auspicios de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
La fundación de la Gran Logia
El
1 l de diciembre de 1857 siete de las Logias existentes en la ciudad de
Buenos Aires: Unión del Plata, Confraternidad Argentina, Consuelo del
Infortunio, Tolerancia, Regeneración, Lealtad y Constancia, se agrupan y
constituyen la actual Gran Logia de la Argentina, eligiendo como primer
Gran Maestre al doctor José Roque Pérez, distinguido jurisconsulto,
diplomático, hombre publico y eminente filántropo.
Acompañaron al
doctor José Roque Pérez en su gestión el doctor Pedro Díaz de Vivar, en
calidad de Pro Gran Maestre; el doctor Nicanor Albarellos y el coronel
Santiago Rufino Albarracín, como Grandes Vigilantes; el doctor Eustaquio
J. Torres, como Gran Orador; el doctor Fernando Cruz Cordero, como Gran
Secretario; don Federico Álvarez de Toledo, como Gran Tesorero; y el
doctor Alejandro Brown, como Gran Hospitalario.
El cuadro del 25 de julio de 1859
Según
un cuadro del 25 de julio de 1859, había las siguientes Logias: Unión
del Plata Nº 1 con 110 miembros y Venerable Maestro el doctor Federico
Pinedo; Confraternidad Argentina Nº 2 con 96 miembros y V. Maestro don
José Manuel Lafuente; Consuelo del Infortunio Nº 3 con 90 miembros y V.
Maestro el doctor Nicanor Albarellos; Tolerancia Nº 4 con 82 miembros y
V. Maestro el doctor Bernardo de Irigoyen; Regeneración Nº 5 con 56
miembros y V. Maestro don Mariano Billinghurst; Lealtad Nº 6 con 96
miembros y V. Maestro don Antonio Zinny; Constancia Nº 7 con 24 miembros
y V. Maestro don Esteban Senores; Sol de Mayo Nº 8, de la ciudad de
Buenos Aires como las anteriores, con 56 miembros y V. Maestro el doctor
Carlos Durand; Verdadera Iniciación Nº 9 de la ciudad de Buenos Aires,
en formación; Fraternidad y Beneficencia (actualmente llamada Unión y
Amistad) Nº 10 de San Nicolás de los Arroyos con 41 miembros y V.
Maestro el general Wenceslao Paunero; Filantropía Nº I l de la ciudad de
Rosario se hallaba en receso, Unión Italiana Nº 12 con 45 miembros y V.
Maestro el doctor José Salvarezza; Obediencia a la Ley Nº 13 de la
ciudad de Buenos Aires, al igual que la anterior, con 25 miembros y V.
Maestro el doctor Manuel Pereda; Verdad Nº 14 de la ciudad de Mercedes,
provincia de Buenos Aires, con 34 miembros y V. Maestro el doctor Manuel
H. Langenheim; y Dios y Libertad Nº 15 de la localidad de Los Ranchos,
de la antes mencionada provincia, con 20 miembros y V. Maestro el doctor
Benito Méndez González. Es decir, a veinte meses de la fecha de su
fundación, la Gran Logia de la Argentina contaba con 15 Logias que
agrupaban a casi 900 miembros. Ese impulso inicial lo ha mantenido a
través del siglo de su existencia y ha permitido la fundación de mas de
400 Logias en el país, para agrupar en su seno a unos 60.000 miembros.
Nuestros primeros domicilios: calle Bolivar, City Hotel, ex-teatro Colon en el hoy Banco Nación
El
primer asiento de la Gran Logia de la Argentina se hallaba en la calle
Bolívar, donde en la actualidad esta el edificio del City Hotel.
Posteriormente se traslado al primer piso del antiguo Teatro Colon, que
se erigía donde actualmente se halla el edificio del Banco de la Nación
Argentina, frente a la histórica Plaza de Mayo, y donde permaneció hasta
la inauguración de su actual casa, el 3 de marzo de 1872. Los planos
del Templo Masónico de la calle Cangallo 1242 fueron diseñados por el
ingeniero Carlos E. Pellegrini, pero al decaer su estado de salud
prosiguió la dirección de las obras el ingeniero Tamburini, autor del
plano inicial del actual edificio del Teatro Colon, ayudado por el
ingeniero Luis A. Huergo.
Los Grandes Maestres
Desde
su fundación ocuparon el cargo de Gran Maestre de la Gran Logia de la
Argentina los siguientes ciudadanos: doctor José Roque Pérez ( l
857-1861), doctor Pedro José Díaz de Vivar (1861-1864), doctor José
Roque Pérez (1864-1867), doctor Daniel Maria Cazón (1867-1870), doctor
Nicanor Albarellos (1870-1875), coronel Carlos Urien (1875-1876), doctor
Nicanor Albarellos (1876-1877), doctor Agustín Pedro Justo (1877-1879),
doctor Vicente Fidel López (1879-1880), doctor Manuel Hermenegildo
Langenheim (1880-1882), Domingo Faustino Sarmiento (188W 883), doctor
Leandro N. Alem (1883-1885), doctor Valentín Fernández Blanco
(1885-1887), escribano José Fernández (1887-1888), doctor Valentín
Fernández Blanco (1888-1891 ), doctor José Francisco Soler (1891-1892),
doctor Faustino Jorge (1 892-1893), general Bartolomé Mitre (1893-1894),
doctor Juan José Soneyra Urquiza (1894-1896), general Rudecindo Roca
(1896-1899), general Liborio Bernal (1899- 1900), doctor Faustino Jorge
(1900-1901), doctor Emilio Gouchon (1901-1902), doctor Pablo Barrenechea
(1902-190S), doctor Agustín Enrique Álvarez (1905-1906), doctor Juan
Balestra (1906-1907), doctor Emilio Gouchon (1907-1911), doctor Carlos
Conforti (1911-1913), doctor Enrique Jorge (1913-1914), doctor Cesar
Langenheim (1914- 1916), general doctor Juan Ángel Golfarini
(1916-1917), Francisco Basilio Serp (1917-1923), general Alejandro
Monbello (1923-1924), Andrés Supeña (1924-1926), coronel ingeniero
Carlos González (1926-1928), Fabián Onsari (1928-1936), Ricardo Pedro
Carrasco (1936-1939), Fabián Onsari (1939-1945), doctor Alberto José
Mazziotti (1945-19S1), Domingo Regino Sanfeliu (1951-l956), arquitecto
Luis San Luis (1956-1957), doctor Agustín Jorge Álvarez (1957-1958), lan
Gillespie Drysdale (1958-1960), doctor José Maria Fiorini (1960-1966),
Carlos Wilson (1966-1969), Cesar de la Vega (1972-1975), Luis San Luis
(1975-1976), Rolando M. Riviere (1976-1981), Carlos Wilson (1981-1987),
Alejo Neyeloff (1987-1993), Eduardo A. Vaccaro (1993).
Ocuparon el
cargo de Pro Gran Maestre, segundo en importancia, durante la centuria
los siguientes ciudadanos: doctor Pedro José Díaz de Vivar (1857-1861),
doctor Eustaquio J. Torres (1861-1864), doctor Nicanor Albarellos
(1864-1867), doctor José Roque Pérez (1867-1870), Mariano Billinghurst
(1870-1871), coronel Álvaro Barros (1871-1873), doctor Manuel Augusto
Montes de Oca (1873-1875), coronel Enrique Baltasar Moreno (1875-1876),
doctor Teófilo García (1876-1877), almirante doctor Pedro Mal lo
(1877-1879), doctor Juan Mariano Larsen (1879-1880), Coronel José
Natalio Romero ( l 880-1882), doctor Leandro N. Alem (1882-1883), doctor
Valentín Fernández Blanco (1883-1885), doctor Manuel H. Langenheim
(1885-1888), almirante doctor Pedro Mallo (1888-1889), coronel Pedro
Ángel Cáceres (1889-1890), doctor José Francisco Soler (1890-1891),
almirante doctor Pedro Mal]o (1892-1894), capitán de navío doctor
Eugenio Bachmann (1894-1896), doctor Servando Armando Gallegos
(1896-1900), profesor Francisco Felipe Fernández (1900-1901), escribano
Emilio del Valle (1901 -1902), coronel Luis Maria Arzac (1902-1905),
doctor Juan Balestra (1905-1906), profesor Alejandro Sorondo
(1906-1907), Leopoldo Lugones (1907-1908), Fabián Panelo (1908-1910),
coronel Luis Maria Arzac (1910-1911), doctor Enrique Jorge (1911-1912),
doctor Cesar Langenheim (1914-1916), doctor Eduardo Ladislao Holmberg
(19l6-1917), doctor Cesar Langenheim (1917-1920), general Alejandro Juan
Mombello (1920-1923), escribano Antonio Rodríguez Zúñiga (1924-1926),
Fabián Onsari (1926-1928), Vicente Cacciatore ( 1928-1929), doctor
Arquímedes A. E. Soldano (1929-1932), escribano Tomas Bravo (1932-1933),
doctor Carlos Rodríguez Brito (1933-1935), arquitecto Luis San Luis
(1935-1938), profesor Benigno V. Hernández Gwyne ( l 938-1940), Pedro
Alfredo Rome (1940- l941), doctor Adolfo Panigazzi (1941-1942), doctor
Alberto José Mazziotti (1942-1945), Domingo R. Sanfeliu (1945-1951),
arquitecto Luis San Luis (1951-1956), lan Gillespie Drysdale
(1957-19S8), Optimo José Muratore (1960-1966) y José González Ledo
(1966-1969).
La existencia de una entidad con más cien años de
vida activa e ininterrumpida en un país joven como la Republica
Argentina, que a la fecha de la fundación de la Gran Logia de la
Argentina hacia apenas cuatro décadas que había proclamado su
independencia y su resolución de constituirse en nación libre y
soberana, es sin lugar a dudas un hecho altamente significativo, sobre
todo si se tiene en cuenta la decisiva influencia que la Masonería con
sus principios y a través de sus hombres ha tenido en todos los ordenes
de la vida nacional.
Es comprensible que así sea, ya que en la
Masonería militaron destacadas figuras de la nacionalidad. Porque en
todos los países y en todos los tiempos fueron miembros de la Masonería
los mas destacados ciudadanos, por ser la única institución
verdaderamente neutral en los aspectos políticos y religiosos, donde en
un ambiente de respecto pueden actuar libremente, expresar sus ideas y
confiar sus anhelos e inquietudes, y encontrar la compresión y apoyo que
a veces son imprescindibles para llevar a la practica nobles
iniciativas.
MASONES DE LA ARGENTINA
Los Presidentes de la Nación
Es
así como se pueden mencionar 14 ciudadanos que ocuparon la Presidencia
de la Nación y que fueron masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y
Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre,
Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini,
Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Pena, Victorino de
la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P. Justo. De los vicepresidentes
fueron masones: Salvador Maria del Carril, Juan Esteban Pedernera,
Mariano Acosta, Adolfo Alsina, Francisco B. Madero, Norberto Quirno
Costa, y Julio A. Roca (H), aparte de otros ciudadanos que, en virtud de
la ley de acefalita, ocuparon transitoria o circunstancialmente la
vicepresidencia o ejercieron la primera magistratura, tales como Antonio
del Pino, Benito Villanueva y otros.
Escritores
Sin agotar
la nomina, pero a guisa de ejemplo, se dan algunos nombres mas: entre
los escritores, los de Bartolomé Hidalgo, José Hernández, Hilario
Ascasubi, Estanislao del Campo, Miguel Cane, José Mármol, Alejo Peyret,
Eduardo Wilde, José Ingenieros, Roberto J. Payró, Alejandro Korn,
Leopoldo Lugones;
Periodistas
En el periodismo los hermanos
Varela, los hermanos Gutiérrez, Olegario V. Andrade, Miguel Goyena,
Servando A. Gallegos, Ovidio Lagos, José S. Álvarez (Fray Mocho),
Joaquín V. González;
Científicos
Científicos
de la talla de Luis M. Drago, Juan Antonio Fernández, Teodoro Baca,
Manuel Augusto Montes de Oca, Eduardo Acevedo, Oscar Doering, José Maria
Ramos Mejía, Eliseo Canton, José Maria Moreno, José Miguel Guastavino,
Juan Maria Gutiérrez, Ricardo Gutiérrez, Carlos Murray, Florentino
Ameghino, Martín Spuch, Eduardo Logia Holmberg; e investigadores del
pasado como Lucio V. López, Manuel Trelles, Antonio Zinny, Alejandro
Rosa, José M. Pelliza, Adolfo Saldías, fueron masones.
Hombres de armas
Hombres
de armas como los almirantes Manuel Blanco Encalada, Luis Cabassa,
Bartolomé Cordero, Mariano Cordero, Edelmiro Correa, Antonio
Somellera,
Daniel de Solier, Enrique G. Howard, Enrique B. García; o los generales
Juan A. Gelly y Obes, Wenceslao Paunero, Emilio Mitre, Benjamín
Victorica, Félix Benavides, Eduardo Broquen, Emilio Conesa, Donato
Álvarez, Nicolás Levalle, Eleodoro Damianovich, Cesáreo Domínguez,
Rosendo Maria Fraga, Manuel Fernández Oro, Teodoro García, José M.
Francia, Eduardo Racedo, Zacarías Supisiche, Nicolás Vega, Francisco J.
Reynolds, Joaquín Viejobueno, Luis J. Dellepiane, sin olvidar figuras de
menor graduación pero no por eso menos recordadas y apreciadas, como
Luis Piedrabuena, Luis Py, Erasmo Obligado, Clodomiro Urtubey, Santiago
J. Albarracin, Felix Dufourcq o Jorge Reyes.
Hombres de teatro
Hombres
de teatro como Florencio Sánchez, Roberto Casaubon (conocido como
Roberto Casaux), Emilio Onrubia, F1orencio Parravicini, Enrique García
Velloso, Ezequiel Soria, Enrique Muiño, Enrique de Rosas, Luis Arata;
Artistas
o
artistas como Carlos Enrique Pellegrini, Ignacio Manzoni, Prilidiano
Pueyrredón, Mariano Agrelo, Martín Boneo, Ernesto de la Cárcova, Rogelio
Yrurtia.
De todos ellos y muchos otros se ofrecen breves síntesis
biográficas en la segunda parte de este libro, donde se da una extensa
nómina de masones de la Argentina, con indicación precisa en cada caso
de la actividad masónica que hemos podido comprobar.
El criterio
que prevaleció para la selección fue dar a conocer la nomina de aquellos
que tuvieron destacada actuación en el seno de la Gran Logia de la
Argentina durante la centuria transcurrida y de aquellos otros que
forjaron la libertad y grandeza del país en los diversos ordenes: las
ciencias, la enseñanza, las letras, las artes, el periodismo, las
profesiones liberales, las fuerzas armadas, las actividades políticas,
el campo de la producción, de la industria o del comercio y las
actividades gremiales.
Me he abstenido ex profeso de incluir
eclesiásticos. Esa omisión se debe al deseo de evitar que su memoria,
tan querida para los masones, sean ellos obispos, deanes o simples
miembros del clero regular o secular, se vea librada a la irracionalidad
del fanatismo.
Los Hermanos sacerdotes
En
cambio se han incluido los nombres de sacerdotes que en forma publica
rompieron sus vínculos con la Iglesia Católica Romana. Nombres como los
de Julián S. de Agüero, el doctor Emilio Castro Boedo, el doctor
Celestino Logia Pera, o el doctor José E. Labbe, es innecesario no
mencionarlos, ya que en su momento los casos respectivos tuvieron gran
notoriedad. La Iglesia, cuyos ministros fueron, en su hora tomó las
medidas que creyó convenientes y ellos supieron asumir su propia defensa
en la forma brillante que se recuerda. Además se incluyeron los nombres
de aquellos sacerdotes católicos cuya militancia masónica era conocida
en vida de ellos, como el caso de monseñor Miguel Vidal, del capellán de
las fuerzas armadas José de Sevilla Vázquez y otros.
La labor de un siglo
Al
rememorarse el primer centenario de la fundación de la Gran Logia de la
Argentina, su Gran Maestre a la sazón, el doctor Agustín Jorge Álvarez,
dijo: "La magnitud del aniversario implica la necesidad de hacer un
alto en el camino para contemplar con serenidad lo ya recorrido y hacer
un examen de conciencia para saber si continuamos cumpliendo o no con el
mandato de nuestros mayores y luego, de acuerdo con el resultado de ese
examen, regocijarnos si él nos es favorable, en caso contrario,
prometer enmienda, retemplar las fuerzas, volver la mirada hacia
adelante y reemprender la marcha hacia la meta ideal fijada, con anima
decidido y espíritu de sacrificio.
"Como todas las instituciones
humanas, sujetas a las pasiones y a las modalidades de quienes actúan en
ellas, a la influencia de las sociedades en que viven, que las nutren y
las orientan, las fomentan o les son hostiles – y a la acción de los
acontecimientos que van tejiendo incesantemente la trama de la historia
política, social y económica de su medio – es natural que la nuestra
haya tenido, en cien anos de vida, sus vaivenes, sus altibajos, sus
periodos de brillo y de relativa opacidad, aunque jamás perdieran sus
integrantes su fe en la importancia y dignidad de ella, en la necesidad
de su presencia como elemento imprescindible y fecundo de progreso
social, ni desmayaran en la labor constructiva de un mañana mejor.
"Ya
se ha relatado el nacimiento y desarrollo de la Gran Logia de la
Argentina, cuya vida se superpone a las ultimas y trascendentales etapas
de la vida nacional, ya que surge a la acción en 1857, como una
necesidad de la organización del país, convaleciente de la tiranía
rosista, y luego asiste a la transformación de la Nación inorgánica y
desgarrada por intereses y facciones localistas, que mediante una sabia y
previsora constitución, inspirada en las ideas mas generosas de la
época, se integra y unifica, vigorizada en sus entrañas por el aporte de
una abundante y laboriosa inmigración europea, y paso a paso avanza en
el camino de la civilización y cultura, paralelamente a sus otras
hermanas de América.
"Debo no obstante, mencionar las mas
destacadas iniciativas y realizaciones que jalonan, a lo largo del siglo
transcurrido, la marcha recorrida par nuestra institución.
"Fueron
sus hombres quienes lograron el apaciguamiento definitivo de los
espíritus y el establecimiento de la concordia en la crisis consecutiva a
la batalla de Caseros y a la caída de Rosas; fueron ellos también
quienes contribuyeron eficazmente a la sanción de la benemérita y
libérrima Constitución nacional de 1853, que con ligeras modificaciones,
sigue rigiendo nuestros destinos; quienes, haciendo casa omiso de
temores y alarmas, con recio coraje civil, organizaron, en 1868,
la Comisión Masónica de ayuda a las victimas del cólera
que
azoto a Buenos Aires y otras ciudades. Posteriormente crearon la de
ayuda a las victimas de la fiebre amarilla, durante la espantosa
epidemia de ese flagelo, que asolo a Buenos Aires en 1871, presidiendo
el cuerpo medico el doctor Juan José Montes de Oca.
"Esta ultima
comisión, que se transformaría en la famosa Comisión Popular de lucha
contra la fiebre amarilla, fue presidida, con abnegación y celo
infatigable, par el doctor José Roque Pérez, el primer Gran Maestre de
esta Gran Logia, quien, junto con muchos otros hermanos, como Argerich,
Pereyra Lucena, Keil, Guillermo Zapiola, Martinez de Hoz, perdieron la
vida en el noble desempeño de su humanitario deber, voluntariamente
asumido.
Terremoto de Mendoza, 1874, y movimiento armado de 1880
"Fueron
miembros de esta Gran Logia quienes acudieron en ayuda de las victimas
del terremoto de Mendoza o los que pusieron en pie, en 1874 así como en
1880, cuando hizo crisis en un movimiento armado el conflicto cuyo
epilogo seria la fijación de Buenos Aires como Capital Federal de la
Republica, un Cuerpo Masónico de Ayuda a los Heridos, germen fecundo,
entre nosotros, de esa benemérita institución, de origen masónico, la
Cruz Roja Argentina.
Cruza Roja Argentina, registro y matrimonio civil, Ley 1420, de educación común
Fueron
también ellos quienes promovieron la discusión y aprobación de la Ley
de Registro Civil y de Matrimonio Civil; quienes hicieron posible la
sanción de nuestra sabia Ley 1420 de Educación Común, estableciendo la
enseñanza primaria obligatoria, gratuita y laica, eficaz instrumento
civilizador, e imprescindible prolegómeno de la Ley Avellaneda sobre
enseñanza universitaria, que tanto ha contribuido a nuestro progreso
cultural y social. Fueron ellos quienes en diversas oportunidades
propiciaron la inclusión del divorcio absoluto en nuestra legislación,
fueron ellos quienes propugnaron siempre la equiparación de derechos
entre la mujer y el hombre; quienes han bregado por la difusión de la
cremación de los cadáveres.
"En todas partes donde ha habido en la
Republica masones agrupados en Logias han surgido, como testimonio de
su celo y actividad, instituciones progresistas, centros culturales,
bibliotecas y asociaciones filantrópicas.
Centro progresistas, culturales, bibliotecas, asociaciones filántropicas
"A
la iniciativa de nuestros hermanos, quienes constituyeron los núcleos
iniciales de múltiples obras de bien publica y de progreso, en todos los
campos de la actividad nacional, publica y privada, se deben: las
primeras bibliotecas populares que funcionaron, la primera Comisión
Municipal de esta ciudad, germen de su actual gobierno comunal, la
primera escuela de artes y oficios que se organizara en el país, la
Sociedad Tipográfica Bonaerense, la Sociedad Farmacéutica y Bioquímica
Argentina, el Colegio de Escribanos, la Sociedad Geográfica Argentina,
la Sociedad Amigos de la Astronomía, la Sociedad Rural Argentina, la
Sociedad Científica Argentina, la Academia de Medicina, el Circulo
Medico Argentino, el Instituto Geográfico Argentino, el Centro Naval, el
Circulo Militar, la Fraternidad, que agrupa y sigue agrupando a los
maquinistas ferroviarios, la Fraternidad de Concepción del Uruguay,
benemérita institución que ha tenido gran influencia en la formación de
ciudadanos progresistas en el litoral de la Republica, la Unión
Industrial Argentina, el Circulo de la Prensa, el Ateneo Iberoamericano
de Buenos Aires, el Asilo de Mendigos, el Asilo de Sordomudos, el
Hospital Durand, el Hospital de Niños y todos los hospitales de
colectividades extranjeras que hoy brindan sus servicios no sólo a esas
colectividades, sino también a gran parte de la población, y hasta la
Sociedad Protectora de Animales.
"La Gran Logia de la Argentina
puede mencionar también, en esta somera enumeración, la fundación y
sostenimiento de una obra mode1o en su genero, el Hogar Bernardino
Rivadavia, que tiene su sede en Máximo Paz, provincia de Buenos Aires,
donde muchos huérfanos gozan gratuitamente de sostenimiento, vestimenta,
techo y calor de hogar, y donde logran la cu1tura y la educación que
harán de ellas mañana hombre libre y de buenas costumbres, dignos
ciudadanos de una democracia.
"Sin vana jactancia ni exagerada
ostentación, podemos, pues, lucir con la frente alta y legitimo orgullo
un pasado en el que hemos dado reiteradas pruebas de nuestro patriotismo
y amor a la humanidad, nuestra devoción por cuanto atañe al hombre, sus
necesidades y sus derechos, y nuestra vocación altruista, filantrópica y
progresista, habiendo servido al país decorosamente y con acendrada
lealtad. Este pasado nos compromete a perseverar en la labor, siempre
inconclusa, del francmasón, inspirándonos en el honroso ejemplo de
quienes nos precedieron, esforzándonos por superarlos – si ella fuera
posible – siguiendo siempre la trayectoria que ellos recorrieron y
señalaron, hacia el logro de nobles y elevados ideales.
"Nuestro
mejor homenaje a quienes tanto y tan eficazmente han trabajado en pro de
nuestra patria y de cuantos habitan en ella debe consistir
sencillamente en proseguir su obra, la que nos corresponde como entidad
filosófica y escuela de ética, formadora de hombres dignos y de
ciudadanos responsables, y como institución filantrópica, que persigue
el logro de un mundo mejor, mas tolerante y mas justo, pues la igualdad y
la fraternidad no pasaran de amables utopías mientras persistan la
miseria, la ignorancia y la superstición. Continuaremos nuestros
trabajos ciñéndonos al ritual que nos vincula a la tradición masónica
universal, teniendo como objetivo primordial el perfeccionamiento
individual con un sentido eticista. Coincidimos con Julian Huxley, el
gran biólogo ingles, en su orgullosa afirmación de que ‘la personalidad
humana es el producto supremo del Universo’ y en que ‘la tarea más vital
de la era actual es la de formular una base social para la
civilización, destronando a los ideales económicos y reemplazándolos por
ideales humanos’. Ninguna institución se halla en mejores condiciones
que la nuestra para intentar esa magna tarea.
"Pese a los augurios
pesimistas de muchos espíritus, respecto del porvenir humano frente a
la liberación de la energía atómica, mantendremos incólume nuestra
confianza en la ciencia, y en la posibilidad de que, con su auxilio,
pueda el hombre llegar a resolver sus angustiantes problemas de toda
índole. Debemos procurar, por todos los medios, que el útil ice los
inmensos recursos que la ciencia y la tecnología le ofrecen, no para su
propio aniquilamiento, sino en favor del bienestar, de la concordia y de
la paz universales.
"Seguiremos combatiendo, pues, la ignorancia y el
analfabetismo, y procuraremos que cada vez penetre mas luz en mayor
numero de cerebros. Es menester que el hombre común, el hombre de la
calle, posea un mínimo de conocimientos científicos para poder
neutralizar la influencia perniciosa de la superstición y de los
prejuicios, y poder tomar conscientemente partido en las grandes
decisiones publicas libradas al juicio de la mayoría. Insistiremos
incansablemente en la necesidad de ‘educar al soberano’, esa frase
lapidaria que acunara e1 Maestro de América, nuestro ilustre predecesor
en esta Gran Maestría, don Domingo Faustino Sarmiento, y que
constituyera su constante leitmotiv.
"Nuestra posición, en lo que
respecta a los grandes problemas nacionales e internacionales, puede
resumirse en la defensa de tres objetivos capitales, la democracia, la
libertad y el laicismo.
"Defendemos la democracia porque
entendemos que es la forma de gobierno ‘del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo’ que mejor puede servir a una sociedad progresista y en la
cual el individuo – el ser humano – cuenta con mas probabilidades de ver
respetados sus derechos frente al Estado.
"Defendemos la 1ibertad
porque consideramos que es la condición sine qua non para el desarro1lo
integral de la personalidad humana; porque, como lo expresara en forma
sintética Albert Camus, el gran escritor francés, 'la libertad es la
posibilidad de ser mejor. La esclavitud es la certeza de lo peor...’. Y
a1 hablar de 1ibertad no solo nos referimos a la 1ibertad material, sino
también a esa otra, más sutil y más difícil de alcanzar, la libertad
espiritual. 'Una y otra están estrechamente vinculadas entre si’, dice
Albert Schweitzer, uno de los mayores valores de la humanidad actual.
‘La civilización presupone hombres libres, pues solo mediante hombres
libres puede ella ser concebida y realizada.’ Sin libertad, agreguemos
nosotros, es inconcebible una verdadera fraternidad.
"Para
consolidar la libertad y darle su cabal valor, estimamos necesario
bregar por que en el mundo alcancen una real vigencia los derechos
humanos, proclamados en e1 siglo XVIII y definidos y aprobados por la
Asamblea de las Naciones Unidas, en Paris, el 10 de diciembre de 1948.
"Defendemos
el laicismo, la neutralidad religiosa del Estado, con todas sus
consecuencias: separación de las Iglesias y el Estado, enseñanza publica
laica, control gubernamental democrático de la enseñanza privada,
matrimonio civil, secularización de los cementerios, etc., porque el
laicismo es inseparable de la libertad de conciencia y de cultos. Solo
él puede garantizarla.
"Creemos que el hombre es perfectible
física, mental y moralmente, y a su perfeccionamiento dedicamos lo mejor
de nuestras energías; sabemos que de ese perfeccionamiento depende el
progreso social, que no solo concebimos en su faz material, sino muy
especialmente en su faz ética.
"Encierran una gran verdad estas
palabras de Logan Pearsall Smith: 'La conducta moral de algunas personas
esta dictada por el temor a Dios, la de otras por el temor al agente de
policía y la de otras por el temor de sí mismas’. Aspiramos a que estos
pocos últimos se conviertan en la mayoría de la especie humana. Cuando
ello ocurra nuestro destino sobre el planeta habrá cambiado y reinaran
para siempre la paz y la concordia.
"Es posible que alguien pueda
considerarnos como retardatarios que todavía no han logrado librarse de
la euforia cientificista de fines del siglo pasado. Nosotros creemos,
por el contrario, que los constantes hallazgos de la ciencia deben
afirmarnos en nuestro optimismo.
"He de recordar a ese respecto un
concepto de un critico ingles a) referirse a la biografía de un masón
famoso, el Marques de Lafayette, que puso su brazo al servicio de las
dos grandes revoluciones libertadoras del siglo XVIII, la norteamericana
y la francesa. Dice así: ‘Los hombres denodados, obstinados, algo
estúpidos y perfectamente honorables, que tienen una fe ciega en la
libertad y en la perfectibilidad de la humanidad, son ridículos; por
otra parte, gracias a ellos, y únicamente gracias a ellos, existe la
posibilidad de civilizar la política del hombre y mejorar su suerte’.
Nos contamos entre esos hombres ridículos y algo estúpidos, y a mucha
honra."
masonería europea nace allá por el año 1717, con la fundación de la
Gran Logia de Inglaterra y su difusión a partir de esa fecha por el
viejo y nuevo mundo.
Según documentos encontrados en la ciudad de
Buenos Aires y por otros existentes en el archivo de la Gran Logia de
Inglaterra, esta ultima, con fecha 17 de abril de 1735, siendo su Gran
Maestre Tomás, segundo vizconde de Weymouth, designa al caballero
Randolph Took como Gran Maestre Provincial para América del Sud.
Dado
que la Gran Logia de Inglaterra recién a partir de 1750 empezó a tener
matricula de sus miembros, carecemos de mayores datos sobre el antes
mencionado Took y los masones que pudo haber iniciado en aquella época.
Su nombre figura en 1730 como miembro de la Logia Emulación Nº 21 de la
ciudad de Londres, cuya fundación data en 1723.
Primer gran Maestre Provincial
En
una nomina de Grandes Maestros Provinciales, que aparentemente se
remonta al ano 1737, Took sigue figurando con el referido titulo así
como las Logias fundadas por el que continuaban en actividad: su nombre
no figura en cambia en los registros del ano 1750, lo cual hace presumir
que en el ínterin haya fallecido.
En la ciudad de Buenos Aires
encontramos a Took entre 1735 y 1737, ocupándose aparentemente de
negocios, ya que realiza varios viajes entre la ciudad de Buenos Aires y
la región del Caribe y Brasil.
Contrariamente a las afirmaciones
contundentes de Juan Canter, se ha podido comprobar como cierta la
existencia en Buenos Aires de una Logia denominada Independencia,
fundada a fines del siglo XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la
Grande Loge Generale Ecossaise de France, cuerpo este que fue absorbido
el 8 de enero de 1805 por el Gran Oriente de Francia, quedando la antes
mencionada Logia en libertad de acción sobre su futuro.
A fines
también del siglo XVIII, el portugués Juan de Silva Cordero, funda la
Logia San Juan de Jerusalén de la Felicidad de esta parte de América,
con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Maryland. Los títulos
distintivos de ambas Logias indican bien a las claras cuales eran las
fina1idades perseguidas por sus organizadores: la independencia y la
fe1icidad de esta parte de América.
Durante las Invasiones
Inglesas, en el seno de los regimientos que llegaron a Buenos Aires
había Logias que funcionaban con Carta Constitutiva de la Gran Logia de
Irlanda. Los miembros de esas Logias constituyeron en Buenos Aires las
Logias Hijos de Hiram y Estrella del Sur, ambas también con Carta
Constitutiva de la Gran Logia de Irlanda, y en cuyo seno fueron
iniciados muchos criollos.
La Masonería después de 1810
Al
producirse la Revolución de Mayo existía en Buenos Aires una logia
presidida por el doctor Julián B. Álvarez. Se desconoce con exactitud el
nombre de la referida logia, ya que unas veces aparece con el de San
Juan y otras con el de Independencia. Dado que todas las Logias
Masónicas se denominan Logias de San Juan, cabria la hipótesis de que el
de Independencia fuera el verdadero titulo distintivo de la Logia y
esta fuera la misma fundada a fines del siglo XVIII.
La Logia,
presidida par el doctor Álvarez, tiene una importancia fundamental por
cuanto de entre sus miembros fueron seleccionados aquellos que
secundarían a Alvear, San Martín, Zapiola y demás masones viajeros que
llegaron en la fragata Jorge Canning, para la fundación de la Logia
Lautaro de Buenos Aires.
La Logia Lautaro
La
Logia Lautaro fue fundada en 1812 y sus integrantes formaron
posteriormente las lautarinas o lautarias de las ciudades de San Fe,
Córdoba y Mendoza en la Argentina, y la de Santiago de Chile.
Además
de las Logias lautarinas, durante las guerras de la independencia hubo
sendas Logias en el Ejercito de los Andes y en el Ejercito del Norte, la
primera presidida por el Libertador y la segunda por Belgrano.
El
general Belgrano funda además la Logia Argentina de la ciudad de
Tucumán, denominada posteriormente Unidad Argentina y que trabajo con
Carta Constitutiva otorgada par la Masonería de Nueva Granada. Véase
respecto de las actividades masónicas del general Belgrano el estudio
realizado por Arturo Gambolini, organizador del Archivo Histórico de la
provincia de Salta.
Acerca de esas Logias se ha entablado una
polémica, mas de una vez apasionada, sobre si eran o no masónicas. Los
que les negaron tal carácter sostienen que "aparte del formulismo
masónico esas agrupaciones tenían fines patrióticos y que sus
componentes eran profundamente católicos".
Las condenas del Vaticano
Se
pone particular énfasis en esto ultimo por haber sido la Masonería
reiteradamente condenada par las autoridades del Vaticano desde el 28/4/
1738, en que apareció la "constitución" In Eminenti Apostolatus
Specula, de Clemente XII. Sobre esa encíclica se baso Felipe V en 1740
para legislar en contra de los masones, ejemplo que se imitó con el Real
Decreto del 2 de julio de 1751 y otras sucesivas medidas de las
autoridades españolas hasta la actualidad, en que el gobierno franquista
condena el "delito de Masonería" con una pena mínima de doce años y un
día de prisión.
Por su parte, el Vaticano ha seguido condenando a
la Masonería a trabes de las "constituciones" de Benedicto XIV, del 18
de mayo de 1751, titulada Próvidas Romanorum; de Pío VII, del 13 de
setiembre de 1821, titulada Ecclesiam a Jesu-Christo; de León XII, del
13 de marzo de 1825, Quo Graviora; las encíclicas de Pío VIII, del 21 de
mayo de 1829, Traditi Humilitati Nostrae; de Gregorio XVI, del 15 de
agosto de 1832, Mirari Vos, que esta dirigida contra los errores del
mundo moderno; de Pío IX, autor de varias, las más importantes de las
cuales son Qui Pluribus, del 9 de noviembre de 1846, Syllabus, del 8 de
diciembre de 1864, Multiplices Inter, del 21 de septiembre de 1865, Ex
Epístola, del 26 de octubre de 1865, Apostolicae Sedis, del 12 de
octubre de 1869, y Etsi Multa, del 21 de noviembre de 1873; y final
mente, León XIII, con su Humanum Genus, del 20 de abril de 1884, seguida
de una Instrucción Publica del Santo Oficio "De Secta Massonum", del 7
de mayo de 1884, "Proeclara Gratulationis", del 20 de junio de 1894,
Annum Igressi, del 18 de marzo de 1902, sin contar la declaración hecha
oficialmente el 19 de marzo de 1950, a través de las columnas del Osservatore Romano, órgano
periodístico oficioso del Estado Vaticano, en el sentido de que las
condenaciones de la Masonería se mantienen en toda su integridad.
Al
argumento de que siendo los patriotas de 1810 y de la independencia
argentina profundamente cató1icos no podrían ser masones, ya que la
Iglesia había "condenado la secta", se puede contestar que con ese
criterio esos mismos hombres, ante la aparición de las bulas de Pío VII,
del 30 de enero de 1816, y las de León XII, del 24 de septiembre de
1824 y del 10 de febrero de 1825, en que se condenaba a los movimientos
libertadores de América, debían abandonar las armas y volver a someterse
a Fernando VII y sus sucesores.
En 1821 un grupo de
constitucionalistas españoles 1legan a Buenos Aires, fundando la Logia
Aurora, bajo los auspicios de la Masonería española. Con la muei1e del
general Rafael del Riego y Núñez, varios de sus partidarios llegaron a
Buenos Aires, formando otra logia con el titulo distintivo de Libertad,
bajo los auspicios del Gran Oriente N. Español. De esa época datan
también la Logia Fénix, fundada bajo los auspicios de la Gran Logia de
Maryland, así como la Valeper, fundada por Lafinur.
La Southern Star, Estrella sureña
En
1825 un grupo de súbditos estadounidenses organizan Estrella Sureña
(Southern Star) con Carta Constitutiva de la Gran Logia de Pensilvania.
En esa Logia incorporase don Bernardino Rivadavia. La Logia siguió
trabajando hasta que en el ano 1829, ya baja la influencia rosista,
fueron perseguidos sus integrantes, viéndose obligados muchos de ellas a
emigrar a Montevideo, donde formaron la Logia Asilo de la Virtud, con
Carta Constitutiva también de la Gran Logia de Pensilvania.
Durante
la tiranía surgieron numerosas Logias conocidas con la denominación
genérica de Unitarias, por cuanto la mayoría, si no todos sus
componentes, se oponían al régimen sanguinario de Rosas. En esas Logias
militaron muchos de los más allegados, e incluso cercanos parientes de
Rosas. Algunas de esas Logias llegaron hasta nuestros días: v.g., la de
San Juan de la Frontera, de la ciudad de San Juan; la Constante Unión,
de la ciudad de Corrientes; y la Jorge Washington, de la ciudad de
Concepción del Uruguay.
Por su parte, Garibaldi, durante su estada en Entre Ríos, en 1837, funda una Logia en Gualeguaychú.
Después
de Caseros los masones siguen agrupándose y surgen varias Logias
argentinas y algunas extranjeras. Entre las primeras cabe mencionar la
Logia Fraternidad de San Nicolás de los Arroyos, fundada por José A.
Melián, y las Logias Concordia, fundada en 1852, Constancia, en l 855,
Unión del Plata, en 1855, y Confraternidad Argentina, en 1856, estas
ultimas de la ciudad de Buenos Aires. Esas Logias trabajaban bajo los
auspicios de la Masonería brasileña o del Uruguay.
Entre las
Logias extranjeras recordamos la Logia Amie des Naufrages, integrada por
franceses y que trabajaba baja los auspicios de la Masonería francesa; y
la Logia Excelsior, fundada en 1853 por un grupo de residentes
ingleses, bajo los auspicios de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
La fundación de la Gran Logia
El
1 l de diciembre de 1857 siete de las Logias existentes en la ciudad de
Buenos Aires: Unión del Plata, Confraternidad Argentina, Consuelo del
Infortunio, Tolerancia, Regeneración, Lealtad y Constancia, se agrupan y
constituyen la actual Gran Logia de la Argentina, eligiendo como primer
Gran Maestre al doctor José Roque Pérez, distinguido jurisconsulto,
diplomático, hombre publico y eminente filántropo.
Acompañaron al
doctor José Roque Pérez en su gestión el doctor Pedro Díaz de Vivar, en
calidad de Pro Gran Maestre; el doctor Nicanor Albarellos y el coronel
Santiago Rufino Albarracín, como Grandes Vigilantes; el doctor Eustaquio
J. Torres, como Gran Orador; el doctor Fernando Cruz Cordero, como Gran
Secretario; don Federico Álvarez de Toledo, como Gran Tesorero; y el
doctor Alejandro Brown, como Gran Hospitalario.
El cuadro del 25 de julio de 1859
Según
un cuadro del 25 de julio de 1859, había las siguientes Logias: Unión
del Plata Nº 1 con 110 miembros y Venerable Maestro el doctor Federico
Pinedo; Confraternidad Argentina Nº 2 con 96 miembros y V. Maestro don
José Manuel Lafuente; Consuelo del Infortunio Nº 3 con 90 miembros y V.
Maestro el doctor Nicanor Albarellos; Tolerancia Nº 4 con 82 miembros y
V. Maestro el doctor Bernardo de Irigoyen; Regeneración Nº 5 con 56
miembros y V. Maestro don Mariano Billinghurst; Lealtad Nº 6 con 96
miembros y V. Maestro don Antonio Zinny; Constancia Nº 7 con 24 miembros
y V. Maestro don Esteban Senores; Sol de Mayo Nº 8, de la ciudad de
Buenos Aires como las anteriores, con 56 miembros y V. Maestro el doctor
Carlos Durand; Verdadera Iniciación Nº 9 de la ciudad de Buenos Aires,
en formación; Fraternidad y Beneficencia (actualmente llamada Unión y
Amistad) Nº 10 de San Nicolás de los Arroyos con 41 miembros y V.
Maestro el general Wenceslao Paunero; Filantropía Nº I l de la ciudad de
Rosario se hallaba en receso, Unión Italiana Nº 12 con 45 miembros y V.
Maestro el doctor José Salvarezza; Obediencia a la Ley Nº 13 de la
ciudad de Buenos Aires, al igual que la anterior, con 25 miembros y V.
Maestro el doctor Manuel Pereda; Verdad Nº 14 de la ciudad de Mercedes,
provincia de Buenos Aires, con 34 miembros y V. Maestro el doctor Manuel
H. Langenheim; y Dios y Libertad Nº 15 de la localidad de Los Ranchos,
de la antes mencionada provincia, con 20 miembros y V. Maestro el doctor
Benito Méndez González. Es decir, a veinte meses de la fecha de su
fundación, la Gran Logia de la Argentina contaba con 15 Logias que
agrupaban a casi 900 miembros. Ese impulso inicial lo ha mantenido a
través del siglo de su existencia y ha permitido la fundación de mas de
400 Logias en el país, para agrupar en su seno a unos 60.000 miembros.
Nuestros primeros domicilios: calle Bolivar, City Hotel, ex-teatro Colon en el hoy Banco Nación
El
primer asiento de la Gran Logia de la Argentina se hallaba en la calle
Bolívar, donde en la actualidad esta el edificio del City Hotel.
Posteriormente se traslado al primer piso del antiguo Teatro Colon, que
se erigía donde actualmente se halla el edificio del Banco de la Nación
Argentina, frente a la histórica Plaza de Mayo, y donde permaneció hasta
la inauguración de su actual casa, el 3 de marzo de 1872. Los planos
del Templo Masónico de la calle Cangallo 1242 fueron diseñados por el
ingeniero Carlos E. Pellegrini, pero al decaer su estado de salud
prosiguió la dirección de las obras el ingeniero Tamburini, autor del
plano inicial del actual edificio del Teatro Colon, ayudado por el
ingeniero Luis A. Huergo.
Los Grandes Maestres
Desde
su fundación ocuparon el cargo de Gran Maestre de la Gran Logia de la
Argentina los siguientes ciudadanos: doctor José Roque Pérez ( l
857-1861), doctor Pedro José Díaz de Vivar (1861-1864), doctor José
Roque Pérez (1864-1867), doctor Daniel Maria Cazón (1867-1870), doctor
Nicanor Albarellos (1870-1875), coronel Carlos Urien (1875-1876), doctor
Nicanor Albarellos (1876-1877), doctor Agustín Pedro Justo (1877-1879),
doctor Vicente Fidel López (1879-1880), doctor Manuel Hermenegildo
Langenheim (1880-1882), Domingo Faustino Sarmiento (188W 883), doctor
Leandro N. Alem (1883-1885), doctor Valentín Fernández Blanco
(1885-1887), escribano José Fernández (1887-1888), doctor Valentín
Fernández Blanco (1888-1891 ), doctor José Francisco Soler (1891-1892),
doctor Faustino Jorge (1 892-1893), general Bartolomé Mitre (1893-1894),
doctor Juan José Soneyra Urquiza (1894-1896), general Rudecindo Roca
(1896-1899), general Liborio Bernal (1899- 1900), doctor Faustino Jorge
(1900-1901), doctor Emilio Gouchon (1901-1902), doctor Pablo Barrenechea
(1902-190S), doctor Agustín Enrique Álvarez (1905-1906), doctor Juan
Balestra (1906-1907), doctor Emilio Gouchon (1907-1911), doctor Carlos
Conforti (1911-1913), doctor Enrique Jorge (1913-1914), doctor Cesar
Langenheim (1914- 1916), general doctor Juan Ángel Golfarini
(1916-1917), Francisco Basilio Serp (1917-1923), general Alejandro
Monbello (1923-1924), Andrés Supeña (1924-1926), coronel ingeniero
Carlos González (1926-1928), Fabián Onsari (1928-1936), Ricardo Pedro
Carrasco (1936-1939), Fabián Onsari (1939-1945), doctor Alberto José
Mazziotti (1945-19S1), Domingo Regino Sanfeliu (1951-l956), arquitecto
Luis San Luis (1956-1957), doctor Agustín Jorge Álvarez (1957-1958), lan
Gillespie Drysdale (1958-1960), doctor José Maria Fiorini (1960-1966),
Carlos Wilson (1966-1969), Cesar de la Vega (1972-1975), Luis San Luis
(1975-1976), Rolando M. Riviere (1976-1981), Carlos Wilson (1981-1987),
Alejo Neyeloff (1987-1993), Eduardo A. Vaccaro (1993).
Ocuparon el
cargo de Pro Gran Maestre, segundo en importancia, durante la centuria
los siguientes ciudadanos: doctor Pedro José Díaz de Vivar (1857-1861),
doctor Eustaquio J. Torres (1861-1864), doctor Nicanor Albarellos
(1864-1867), doctor José Roque Pérez (1867-1870), Mariano Billinghurst
(1870-1871), coronel Álvaro Barros (1871-1873), doctor Manuel Augusto
Montes de Oca (1873-1875), coronel Enrique Baltasar Moreno (1875-1876),
doctor Teófilo García (1876-1877), almirante doctor Pedro Mal lo
(1877-1879), doctor Juan Mariano Larsen (1879-1880), Coronel José
Natalio Romero ( l 880-1882), doctor Leandro N. Alem (1882-1883), doctor
Valentín Fernández Blanco (1883-1885), doctor Manuel H. Langenheim
(1885-1888), almirante doctor Pedro Mallo (1888-1889), coronel Pedro
Ángel Cáceres (1889-1890), doctor José Francisco Soler (1890-1891),
almirante doctor Pedro Mal]o (1892-1894), capitán de navío doctor
Eugenio Bachmann (1894-1896), doctor Servando Armando Gallegos
(1896-1900), profesor Francisco Felipe Fernández (1900-1901), escribano
Emilio del Valle (1901 -1902), coronel Luis Maria Arzac (1902-1905),
doctor Juan Balestra (1905-1906), profesor Alejandro Sorondo
(1906-1907), Leopoldo Lugones (1907-1908), Fabián Panelo (1908-1910),
coronel Luis Maria Arzac (1910-1911), doctor Enrique Jorge (1911-1912),
doctor Cesar Langenheim (1914-1916), doctor Eduardo Ladislao Holmberg
(19l6-1917), doctor Cesar Langenheim (1917-1920), general Alejandro Juan
Mombello (1920-1923), escribano Antonio Rodríguez Zúñiga (1924-1926),
Fabián Onsari (1926-1928), Vicente Cacciatore ( 1928-1929), doctor
Arquímedes A. E. Soldano (1929-1932), escribano Tomas Bravo (1932-1933),
doctor Carlos Rodríguez Brito (1933-1935), arquitecto Luis San Luis
(1935-1938), profesor Benigno V. Hernández Gwyne ( l 938-1940), Pedro
Alfredo Rome (1940- l941), doctor Adolfo Panigazzi (1941-1942), doctor
Alberto José Mazziotti (1942-1945), Domingo R. Sanfeliu (1945-1951),
arquitecto Luis San Luis (1951-1956), lan Gillespie Drysdale
(1957-19S8), Optimo José Muratore (1960-1966) y José González Ledo
(1966-1969).
La existencia de una entidad con más cien años de
vida activa e ininterrumpida en un país joven como la Republica
Argentina, que a la fecha de la fundación de la Gran Logia de la
Argentina hacia apenas cuatro décadas que había proclamado su
independencia y su resolución de constituirse en nación libre y
soberana, es sin lugar a dudas un hecho altamente significativo, sobre
todo si se tiene en cuenta la decisiva influencia que la Masonería con
sus principios y a través de sus hombres ha tenido en todos los ordenes
de la vida nacional.
Es comprensible que así sea, ya que en la
Masonería militaron destacadas figuras de la nacionalidad. Porque en
todos los países y en todos los tiempos fueron miembros de la Masonería
los mas destacados ciudadanos, por ser la única institución
verdaderamente neutral en los aspectos políticos y religiosos, donde en
un ambiente de respecto pueden actuar libremente, expresar sus ideas y
confiar sus anhelos e inquietudes, y encontrar la compresión y apoyo que
a veces son imprescindibles para llevar a la practica nobles
iniciativas.
MASONES DE LA ARGENTINA
Los Presidentes de la Nación
Es
así como se pueden mencionar 14 ciudadanos que ocuparon la Presidencia
de la Nación y que fueron masones: Bernardino Rivadavia, Vicente López y
Planes, Justo José de Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre,
Domingo Faustino Sarmiento, Miguel Juárez Celman, Carlos Pellegrini,
Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Pena, Victorino de
la Plaza, Hipólito Irigoyen y Agustín P. Justo. De los vicepresidentes
fueron masones: Salvador Maria del Carril, Juan Esteban Pedernera,
Mariano Acosta, Adolfo Alsina, Francisco B. Madero, Norberto Quirno
Costa, y Julio A. Roca (H), aparte de otros ciudadanos que, en virtud de
la ley de acefalita, ocuparon transitoria o circunstancialmente la
vicepresidencia o ejercieron la primera magistratura, tales como Antonio
del Pino, Benito Villanueva y otros.
Escritores
Sin agotar
la nomina, pero a guisa de ejemplo, se dan algunos nombres mas: entre
los escritores, los de Bartolomé Hidalgo, José Hernández, Hilario
Ascasubi, Estanislao del Campo, Miguel Cane, José Mármol, Alejo Peyret,
Eduardo Wilde, José Ingenieros, Roberto J. Payró, Alejandro Korn,
Leopoldo Lugones;
Periodistas
En el periodismo los hermanos
Varela, los hermanos Gutiérrez, Olegario V. Andrade, Miguel Goyena,
Servando A. Gallegos, Ovidio Lagos, José S. Álvarez (Fray Mocho),
Joaquín V. González;
Científicos
Científicos
de la talla de Luis M. Drago, Juan Antonio Fernández, Teodoro Baca,
Manuel Augusto Montes de Oca, Eduardo Acevedo, Oscar Doering, José Maria
Ramos Mejía, Eliseo Canton, José Maria Moreno, José Miguel Guastavino,
Juan Maria Gutiérrez, Ricardo Gutiérrez, Carlos Murray, Florentino
Ameghino, Martín Spuch, Eduardo Logia Holmberg; e investigadores del
pasado como Lucio V. López, Manuel Trelles, Antonio Zinny, Alejandro
Rosa, José M. Pelliza, Adolfo Saldías, fueron masones.
Hombres de armas
Hombres
de armas como los almirantes Manuel Blanco Encalada, Luis Cabassa,
Bartolomé Cordero, Mariano Cordero, Edelmiro Correa, Antonio
Somellera,
Daniel de Solier, Enrique G. Howard, Enrique B. García; o los generales
Juan A. Gelly y Obes, Wenceslao Paunero, Emilio Mitre, Benjamín
Victorica, Félix Benavides, Eduardo Broquen, Emilio Conesa, Donato
Álvarez, Nicolás Levalle, Eleodoro Damianovich, Cesáreo Domínguez,
Rosendo Maria Fraga, Manuel Fernández Oro, Teodoro García, José M.
Francia, Eduardo Racedo, Zacarías Supisiche, Nicolás Vega, Francisco J.
Reynolds, Joaquín Viejobueno, Luis J. Dellepiane, sin olvidar figuras de
menor graduación pero no por eso menos recordadas y apreciadas, como
Luis Piedrabuena, Luis Py, Erasmo Obligado, Clodomiro Urtubey, Santiago
J. Albarracin, Felix Dufourcq o Jorge Reyes.
Hombres de teatro
Hombres
de teatro como Florencio Sánchez, Roberto Casaubon (conocido como
Roberto Casaux), Emilio Onrubia, F1orencio Parravicini, Enrique García
Velloso, Ezequiel Soria, Enrique Muiño, Enrique de Rosas, Luis Arata;
Artistas
o
artistas como Carlos Enrique Pellegrini, Ignacio Manzoni, Prilidiano
Pueyrredón, Mariano Agrelo, Martín Boneo, Ernesto de la Cárcova, Rogelio
Yrurtia.
De todos ellos y muchos otros se ofrecen breves síntesis
biográficas en la segunda parte de este libro, donde se da una extensa
nómina de masones de la Argentina, con indicación precisa en cada caso
de la actividad masónica que hemos podido comprobar.
El criterio
que prevaleció para la selección fue dar a conocer la nomina de aquellos
que tuvieron destacada actuación en el seno de la Gran Logia de la
Argentina durante la centuria transcurrida y de aquellos otros que
forjaron la libertad y grandeza del país en los diversos ordenes: las
ciencias, la enseñanza, las letras, las artes, el periodismo, las
profesiones liberales, las fuerzas armadas, las actividades políticas,
el campo de la producción, de la industria o del comercio y las
actividades gremiales.
Me he abstenido ex profeso de incluir
eclesiásticos. Esa omisión se debe al deseo de evitar que su memoria,
tan querida para los masones, sean ellos obispos, deanes o simples
miembros del clero regular o secular, se vea librada a la irracionalidad
del fanatismo.
Los Hermanos sacerdotes
En
cambio se han incluido los nombres de sacerdotes que en forma publica
rompieron sus vínculos con la Iglesia Católica Romana. Nombres como los
de Julián S. de Agüero, el doctor Emilio Castro Boedo, el doctor
Celestino Logia Pera, o el doctor José E. Labbe, es innecesario no
mencionarlos, ya que en su momento los casos respectivos tuvieron gran
notoriedad. La Iglesia, cuyos ministros fueron, en su hora tomó las
medidas que creyó convenientes y ellos supieron asumir su propia defensa
en la forma brillante que se recuerda. Además se incluyeron los nombres
de aquellos sacerdotes católicos cuya militancia masónica era conocida
en vida de ellos, como el caso de monseñor Miguel Vidal, del capellán de
las fuerzas armadas José de Sevilla Vázquez y otros.
La labor de un siglo
Al
rememorarse el primer centenario de la fundación de la Gran Logia de la
Argentina, su Gran Maestre a la sazón, el doctor Agustín Jorge Álvarez,
dijo: "La magnitud del aniversario implica la necesidad de hacer un
alto en el camino para contemplar con serenidad lo ya recorrido y hacer
un examen de conciencia para saber si continuamos cumpliendo o no con el
mandato de nuestros mayores y luego, de acuerdo con el resultado de ese
examen, regocijarnos si él nos es favorable, en caso contrario,
prometer enmienda, retemplar las fuerzas, volver la mirada hacia
adelante y reemprender la marcha hacia la meta ideal fijada, con anima
decidido y espíritu de sacrificio.
"Como todas las instituciones
humanas, sujetas a las pasiones y a las modalidades de quienes actúan en
ellas, a la influencia de las sociedades en que viven, que las nutren y
las orientan, las fomentan o les son hostiles – y a la acción de los
acontecimientos que van tejiendo incesantemente la trama de la historia
política, social y económica de su medio – es natural que la nuestra
haya tenido, en cien anos de vida, sus vaivenes, sus altibajos, sus
periodos de brillo y de relativa opacidad, aunque jamás perdieran sus
integrantes su fe en la importancia y dignidad de ella, en la necesidad
de su presencia como elemento imprescindible y fecundo de progreso
social, ni desmayaran en la labor constructiva de un mañana mejor.
"Ya
se ha relatado el nacimiento y desarrollo de la Gran Logia de la
Argentina, cuya vida se superpone a las ultimas y trascendentales etapas
de la vida nacional, ya que surge a la acción en 1857, como una
necesidad de la organización del país, convaleciente de la tiranía
rosista, y luego asiste a la transformación de la Nación inorgánica y
desgarrada por intereses y facciones localistas, que mediante una sabia y
previsora constitución, inspirada en las ideas mas generosas de la
época, se integra y unifica, vigorizada en sus entrañas por el aporte de
una abundante y laboriosa inmigración europea, y paso a paso avanza en
el camino de la civilización y cultura, paralelamente a sus otras
hermanas de América.
"Debo no obstante, mencionar las mas
destacadas iniciativas y realizaciones que jalonan, a lo largo del siglo
transcurrido, la marcha recorrida par nuestra institución.
"Fueron
sus hombres quienes lograron el apaciguamiento definitivo de los
espíritus y el establecimiento de la concordia en la crisis consecutiva a
la batalla de Caseros y a la caída de Rosas; fueron ellos también
quienes contribuyeron eficazmente a la sanción de la benemérita y
libérrima Constitución nacional de 1853, que con ligeras modificaciones,
sigue rigiendo nuestros destinos; quienes, haciendo casa omiso de
temores y alarmas, con recio coraje civil, organizaron, en 1868,
la Comisión Masónica de ayuda a las victimas del cólera
que
azoto a Buenos Aires y otras ciudades. Posteriormente crearon la de
ayuda a las victimas de la fiebre amarilla, durante la espantosa
epidemia de ese flagelo, que asolo a Buenos Aires en 1871, presidiendo
el cuerpo medico el doctor Juan José Montes de Oca.
"Esta ultima
comisión, que se transformaría en la famosa Comisión Popular de lucha
contra la fiebre amarilla, fue presidida, con abnegación y celo
infatigable, par el doctor José Roque Pérez, el primer Gran Maestre de
esta Gran Logia, quien, junto con muchos otros hermanos, como Argerich,
Pereyra Lucena, Keil, Guillermo Zapiola, Martinez de Hoz, perdieron la
vida en el noble desempeño de su humanitario deber, voluntariamente
asumido.
Terremoto de Mendoza, 1874, y movimiento armado de 1880
"Fueron
miembros de esta Gran Logia quienes acudieron en ayuda de las victimas
del terremoto de Mendoza o los que pusieron en pie, en 1874 así como en
1880, cuando hizo crisis en un movimiento armado el conflicto cuyo
epilogo seria la fijación de Buenos Aires como Capital Federal de la
Republica, un Cuerpo Masónico de Ayuda a los Heridos, germen fecundo,
entre nosotros, de esa benemérita institución, de origen masónico, la
Cruz Roja Argentina.
Cruza Roja Argentina, registro y matrimonio civil, Ley 1420, de educación común
Fueron
también ellos quienes promovieron la discusión y aprobación de la Ley
de Registro Civil y de Matrimonio Civil; quienes hicieron posible la
sanción de nuestra sabia Ley 1420 de Educación Común, estableciendo la
enseñanza primaria obligatoria, gratuita y laica, eficaz instrumento
civilizador, e imprescindible prolegómeno de la Ley Avellaneda sobre
enseñanza universitaria, que tanto ha contribuido a nuestro progreso
cultural y social. Fueron ellos quienes en diversas oportunidades
propiciaron la inclusión del divorcio absoluto en nuestra legislación,
fueron ellos quienes propugnaron siempre la equiparación de derechos
entre la mujer y el hombre; quienes han bregado por la difusión de la
cremación de los cadáveres.
"En todas partes donde ha habido en la
Republica masones agrupados en Logias han surgido, como testimonio de
su celo y actividad, instituciones progresistas, centros culturales,
bibliotecas y asociaciones filantrópicas.
Centro progresistas, culturales, bibliotecas, asociaciones filántropicas
"A
la iniciativa de nuestros hermanos, quienes constituyeron los núcleos
iniciales de múltiples obras de bien publica y de progreso, en todos los
campos de la actividad nacional, publica y privada, se deben: las
primeras bibliotecas populares que funcionaron, la primera Comisión
Municipal de esta ciudad, germen de su actual gobierno comunal, la
primera escuela de artes y oficios que se organizara en el país, la
Sociedad Tipográfica Bonaerense, la Sociedad Farmacéutica y Bioquímica
Argentina, el Colegio de Escribanos, la Sociedad Geográfica Argentina,
la Sociedad Amigos de la Astronomía, la Sociedad Rural Argentina, la
Sociedad Científica Argentina, la Academia de Medicina, el Circulo
Medico Argentino, el Instituto Geográfico Argentino, el Centro Naval, el
Circulo Militar, la Fraternidad, que agrupa y sigue agrupando a los
maquinistas ferroviarios, la Fraternidad de Concepción del Uruguay,
benemérita institución que ha tenido gran influencia en la formación de
ciudadanos progresistas en el litoral de la Republica, la Unión
Industrial Argentina, el Circulo de la Prensa, el Ateneo Iberoamericano
de Buenos Aires, el Asilo de Mendigos, el Asilo de Sordomudos, el
Hospital Durand, el Hospital de Niños y todos los hospitales de
colectividades extranjeras que hoy brindan sus servicios no sólo a esas
colectividades, sino también a gran parte de la población, y hasta la
Sociedad Protectora de Animales.
"La Gran Logia de la Argentina
puede mencionar también, en esta somera enumeración, la fundación y
sostenimiento de una obra mode1o en su genero, el Hogar Bernardino
Rivadavia, que tiene su sede en Máximo Paz, provincia de Buenos Aires,
donde muchos huérfanos gozan gratuitamente de sostenimiento, vestimenta,
techo y calor de hogar, y donde logran la cu1tura y la educación que
harán de ellas mañana hombre libre y de buenas costumbres, dignos
ciudadanos de una democracia.
"Sin vana jactancia ni exagerada
ostentación, podemos, pues, lucir con la frente alta y legitimo orgullo
un pasado en el que hemos dado reiteradas pruebas de nuestro patriotismo
y amor a la humanidad, nuestra devoción por cuanto atañe al hombre, sus
necesidades y sus derechos, y nuestra vocación altruista, filantrópica y
progresista, habiendo servido al país decorosamente y con acendrada
lealtad. Este pasado nos compromete a perseverar en la labor, siempre
inconclusa, del francmasón, inspirándonos en el honroso ejemplo de
quienes nos precedieron, esforzándonos por superarlos – si ella fuera
posible – siguiendo siempre la trayectoria que ellos recorrieron y
señalaron, hacia el logro de nobles y elevados ideales.
"Nuestro
mejor homenaje a quienes tanto y tan eficazmente han trabajado en pro de
nuestra patria y de cuantos habitan en ella debe consistir
sencillamente en proseguir su obra, la que nos corresponde como entidad
filosófica y escuela de ética, formadora de hombres dignos y de
ciudadanos responsables, y como institución filantrópica, que persigue
el logro de un mundo mejor, mas tolerante y mas justo, pues la igualdad y
la fraternidad no pasaran de amables utopías mientras persistan la
miseria, la ignorancia y la superstición. Continuaremos nuestros
trabajos ciñéndonos al ritual que nos vincula a la tradición masónica
universal, teniendo como objetivo primordial el perfeccionamiento
individual con un sentido eticista. Coincidimos con Julian Huxley, el
gran biólogo ingles, en su orgullosa afirmación de que ‘la personalidad
humana es el producto supremo del Universo’ y en que ‘la tarea más vital
de la era actual es la de formular una base social para la
civilización, destronando a los ideales económicos y reemplazándolos por
ideales humanos’. Ninguna institución se halla en mejores condiciones
que la nuestra para intentar esa magna tarea.
"Pese a los augurios
pesimistas de muchos espíritus, respecto del porvenir humano frente a
la liberación de la energía atómica, mantendremos incólume nuestra
confianza en la ciencia, y en la posibilidad de que, con su auxilio,
pueda el hombre llegar a resolver sus angustiantes problemas de toda
índole. Debemos procurar, por todos los medios, que el útil ice los
inmensos recursos que la ciencia y la tecnología le ofrecen, no para su
propio aniquilamiento, sino en favor del bienestar, de la concordia y de
la paz universales.
"Seguiremos combatiendo, pues, la ignorancia y el
analfabetismo, y procuraremos que cada vez penetre mas luz en mayor
numero de cerebros. Es menester que el hombre común, el hombre de la
calle, posea un mínimo de conocimientos científicos para poder
neutralizar la influencia perniciosa de la superstición y de los
prejuicios, y poder tomar conscientemente partido en las grandes
decisiones publicas libradas al juicio de la mayoría. Insistiremos
incansablemente en la necesidad de ‘educar al soberano’, esa frase
lapidaria que acunara e1 Maestro de América, nuestro ilustre predecesor
en esta Gran Maestría, don Domingo Faustino Sarmiento, y que
constituyera su constante leitmotiv.
"Nuestra posición, en lo que
respecta a los grandes problemas nacionales e internacionales, puede
resumirse en la defensa de tres objetivos capitales, la democracia, la
libertad y el laicismo.
"Defendemos la democracia porque
entendemos que es la forma de gobierno ‘del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo’ que mejor puede servir a una sociedad progresista y en la
cual el individuo – el ser humano – cuenta con mas probabilidades de ver
respetados sus derechos frente al Estado.
"Defendemos la 1ibertad
porque consideramos que es la condición sine qua non para el desarro1lo
integral de la personalidad humana; porque, como lo expresara en forma
sintética Albert Camus, el gran escritor francés, 'la libertad es la
posibilidad de ser mejor. La esclavitud es la certeza de lo peor...’. Y
a1 hablar de 1ibertad no solo nos referimos a la 1ibertad material, sino
también a esa otra, más sutil y más difícil de alcanzar, la libertad
espiritual. 'Una y otra están estrechamente vinculadas entre si’, dice
Albert Schweitzer, uno de los mayores valores de la humanidad actual.
‘La civilización presupone hombres libres, pues solo mediante hombres
libres puede ella ser concebida y realizada.’ Sin libertad, agreguemos
nosotros, es inconcebible una verdadera fraternidad.
"Para
consolidar la libertad y darle su cabal valor, estimamos necesario
bregar por que en el mundo alcancen una real vigencia los derechos
humanos, proclamados en e1 siglo XVIII y definidos y aprobados por la
Asamblea de las Naciones Unidas, en Paris, el 10 de diciembre de 1948.
"Defendemos
el laicismo, la neutralidad religiosa del Estado, con todas sus
consecuencias: separación de las Iglesias y el Estado, enseñanza publica
laica, control gubernamental democrático de la enseñanza privada,
matrimonio civil, secularización de los cementerios, etc., porque el
laicismo es inseparable de la libertad de conciencia y de cultos. Solo
él puede garantizarla.
"Creemos que el hombre es perfectible
física, mental y moralmente, y a su perfeccionamiento dedicamos lo mejor
de nuestras energías; sabemos que de ese perfeccionamiento depende el
progreso social, que no solo concebimos en su faz material, sino muy
especialmente en su faz ética.
"Encierran una gran verdad estas
palabras de Logan Pearsall Smith: 'La conducta moral de algunas personas
esta dictada por el temor a Dios, la de otras por el temor al agente de
policía y la de otras por el temor de sí mismas’. Aspiramos a que estos
pocos últimos se conviertan en la mayoría de la especie humana. Cuando
ello ocurra nuestro destino sobre el planeta habrá cambiado y reinaran
para siempre la paz y la concordia.
"Es posible que alguien pueda
considerarnos como retardatarios que todavía no han logrado librarse de
la euforia cientificista de fines del siglo pasado. Nosotros creemos,
por el contrario, que los constantes hallazgos de la ciencia deben
afirmarnos en nuestro optimismo.
"He de recordar a ese respecto un
concepto de un critico ingles a) referirse a la biografía de un masón
famoso, el Marques de Lafayette, que puso su brazo al servicio de las
dos grandes revoluciones libertadoras del siglo XVIII, la norteamericana
y la francesa. Dice así: ‘Los hombres denodados, obstinados, algo
estúpidos y perfectamente honorables, que tienen una fe ciega en la
libertad y en la perfectibilidad de la humanidad, son ridículos; por
otra parte, gracias a ellos, y únicamente gracias a ellos, existe la
posibilidad de civilizar la política del hombre y mejorar su suerte’.
Nos contamos entre esos hombres ridículos y algo estúpidos, y a mucha
honra."
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