martes, 4 de agosto de 2015

El Metodo de Rashi sobre el comentario biblico - El metodo de Rashi sobre el comentario biblico y el enfoque del Rebe sobre la obra de Rashi - Biblioteca

El Metodo de Rashi sobre el comentario biblico - El metodo de Rashi sobre el comentario biblico y el enfoque del Rebe sobre la obra de Rashi - Biblioteca





















El Metodo de Rashi sobre el comentario biblico

El Metodo de Rashi sobre el comentario biblico

El metodo de Rashi sobre el comentario biblico y el enfoque del Rebe sobre la obra de Rashi






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Plus ça change, plus c’est la même chose: cuanto más cambian
las cosas, más iguales permanecen. A pesar de que el pueblo judío se
encuentra disperso por todo el mundo, inmerso en una amplia variedad de
culturas diferentes, algo que no ha cambiado es su dedicación y empeño
hacia las enseñanzas de Rashi, acrónimo de Rabí Shlomó Itzjaki, un sabio
francés del siglo XI.


A diferencia de Moshé, Rashi no recibió la Torá de Di-s en el monte
Sinaí, ni fue reverenciado como un profeta. Sin embargo, 900 años
después de su muerte, judíos de todas las edades y convicciones buscan
su inspiración semanal en los comentarios de Rashi sobre la Torá. Y él
sigue siendo el principal exponente del Talmud, el libro central del
legado intelectual del judaísmo. Los comentarios de Rashi han adquirido
tal importancia que resulta imposible separarlos del texto. Nadie
estudia la Torá sin estudiar los comentarios de Rashi. Por lo tanto, se
ha convertido en el padre de todos los comentaristas. En palabas de
Nahmánides, “Él (Rashi) tiene el derecho de los primogénitos”. (En
relación a Deuteronomio 21:17)


Incluso durante su vida, su fama se expandió más allá de las
fronteras del norte de Francia y de las provincias alemanas del Rin.
Poco después de su muerte, comenzó a ser conocido no solo en Provenza,
sino también en España y en los países del este. Exégetas españoles,
entre ellos Abraham ibn Ezra y Nahmánides, y talmudistas como Zerajia de
Gerona, reconocieron su autoridad (a pesar de contradecir sus opiniones
con frecuencia).


Otra prueba del éxito de Rashi es que sus comentarios sobre la Torá
constituyeron el primer libro hebreo impreso (en Regio en 1475) y de ahí
en más, casi todas las biblias hebreas se han impreso con sus
comentarios.


Y si el mérito de un trabajo es proporcional a la actividad que evoca
y a la bibliografía a la cual da origen, pocos textos pueden superar
aquellos de Rashi. Solamente en relación a los comentarios a la Torá de
Rashi existen otros 300 libros publicados sobre “comentarios extras”,
que reevalúan sus palabras y sus comentarios en relación al Talmud y han
alentado incluso más análisis y debates.


Por lo tanto, luego de 900 años, la pregunta se torna aún más
consistente: ¿cómo consiguió Rashi tanto éxito y reconocimiento?, y ¿qué
podemos aprender del acercamiento de Rashi en nuestra vida cotidiana?


Un maestro de lo simple

El tema central de la vida y enseñanza de Rashi era la simplicidad.
No poseía una educación secular formal. Tampoco escribió ningún libro
filosófico trascendente. Sus escritos no estaban llenos de controversia.
Su objetivo era esclarecer los textos de la Torá, con un acercamiento
menos académico, para que las personas pudieran estudiarlos
adecuadamente. No poseía un estilo propio ni dio origen a una nueva
corriente de pensamiento, pero representó al judaísmo de la forma más
simple y profunda.


La cualidad principal de Rashi era su perfecta claridad: sus
explicaciones siempre parecían adecuadas. Rara vez planteaba cuestiones
propias, sino que solía anticiparse a las dificultades que sus
estudiantes podrían enfrentar y les proveía soluciones concisas. Sin
embargo, no por ello era menos riguroso con sus enseñanzas. Una sola
palabra suele alcanzar para resumir una observación o para anticipar una
pregunta.


A simple vista, Rashi parece deberle su éxito a haber tomado varios
textos clásicos y haberlos hecho accesibles a una gran cantidad de
lectores.


Como judíos, sin embargo, hemos aprendido a percibir el éxito dentro
de un contexto más amplio de asistencia y aprobación divina. Tal como
Moshé le advirtió al pueblo judío antes de ingresar a la tierra de
Israel: “Dirás en tu corazón: ‘Solo mediante la fuerza de mis propias
manos he conseguido mis riquezas’. Sin embargo, debes recordar que Di-s,
tu señor, es quien te ha dado la capacidad para conseguir esas
riquezas” (Deuteronomio 5:17).


Por lo tanto, el éxito sin igual de Rashi fue una clara señal de aprobación divina, tanto de su trabajo como de su carácter.


El judaísmo comprende tres formas inseparables de amor: el amor por
Di-s, el amor por la Torá y el amor del pueblo judío a toda la
humanidad. La debilidad en cualquiera de estos tres amores disminuye
cualquiera de los otros. Considero que fue la dedicación excepcional de
Rashi hacia las tres formas de amor lo que impulso su ascenso.


El sorprendente calibre ético de Rashi ha sido documentado de forma
extensa. A pesar de haber sido un erudito por excelencia, Rashi no se
permitía descuidar las necesidades de sus compatriotas judíos y por ende
mantuvo un rol activo dentro de su comunidad, tal como puede observarse
mediante los numerosos responsa que perduran hasta la actualidad.


Lo que parece menos perceptible es el hecho de que las obras escritas
de Rashi también se vieron motivadas por el profundo amor que tenía por
el pueblo judío y no simplemente por su amor a la Torá. La mayoría de
los autores suelen ser eruditos que desean publicitar y eternizar sus
propios puntos de vista. Incluso si un libro está escrito pensando en el
lector, el autor no resigna completamente su propio interés en pos de
beneficiar a sus lectores, sino que intenta llegar a un punto medio para
complacer los intereses del lector y los propios.


Sin embargo, Rashi se destaca por encontrar su motivación en las
necesidades del lector. Su único interés parecía ser que los judíos
pudieran estudiar su legado adecuadamente, motivo por el cual se
aferraba a las interpretaciones más sencillas. Pasaba por alto aquellos
temas que consideraba podían llegar a confundir al lector y nunca se
permitía ceder ante la academia, ya que ¿cuál sería el objetivo de
explayar sus proezas intelectuales si de hacerlo excluiría a los
estudiantes menos adeptos? (por supuesto, en sus responsa, cuando
era necesario, Rashi exponía sus pensamientos originales y sus análisis
exhaustivos sobre temas profundos, lo cual nos da una pauta más precisa
de cuánto debe haberse limitado al momento de escribir sus
comentarios).


Otro punto ejemplar es que los comentarios de Rashi sobre la Torá,
los cuales fueron escritos en primera instancia para niños, datan del
último tiempo previo a su muerte, luego de haber escrito la mayoría de
sus comentarios sobre el Talmud. Uno creería que, luego de explicar el
Talmud, Rashi hubiera avanzado en dirección a un tema más complejo o
esotérico, a fin de expandir su carrera académica. Pero, una vez más,
Rashi optó por incluir en vez de excluir,1
y eligió escribir un comentario simple de la Torá para asegurarse de
que todos los niños judíos pudieran apreciar su legado desde una edad
temprana.


Por lo tanto, sumado a su amor por la Torá, los escritos de Rashi
están impregnados de amor y preocupación por el pueblo judío y esto, a
mi entender, fue lo que garantizó la aceptación divina que hizo exitosa
su empresa.


Críticas a Rashi

Si bien la grandeza de Rashi ha sido aceptada mundialmente, existe un
área puntual en la que ha sido bastante criticado. Hay quienes sugieren
que Rashi no poseía un “método científico”. Al parecer, no utilizaba un
acercamiento sistemático al momento de escribir sus comentarios, ni
tampoco parece haberse adherido de forma rigurosa a ningún principio de
fondo.


Peor aún, la única “declaración de objetivos” que Rashi plantea (en
sus comentarios sobre la Torá), luego la desestima. Con relación a
Génesis 3:8, Rashi escribe: “solo he podido explicar el significado
literal de la escritura”; sin embargo, a posteriori, vemos una
innumerable cantidad de veces en las que Rashi abandona el enfoque
literal (al cual se adhieren muchos comentaristas), en pos de una
interpretación midráshica, absolutamente no literal.


Por último, a Rashi parece habérsele perdonado su aparente inconsistencia, ya que su mezcla entre pshat, la interpretación literal, y drash,
la interpretación homilética, agrega profundidad a sus comentarios y
conecta al lector con un aspecto más místico del pensamiento judío. En
defensa de Rashi, varios sostienen que no fue su intención limitarse a
una interpretación exclusivamente literal, sino a ideas más simples y
directas que se encontraban en la tradición midráshica.


Sin embargo, la “declaración de objetivos” de Rashi, que a primera
vista parece proponer un acercamiento estrictamente literal a los
textos, ha resultado a la mayoría de los estudiosos un tanto
inconsistente.


Otro ejemplo de la aparente falta de sistematización de Rashi es el
hecho de que muchos aspectos centrales, que son eje de extensos
comentarios de casi todos los autores, no son abordados por él. A
propósito del episodio en el que los judíos adoran el becerro de oro
unos días antes de presenciar la revelación divina, todos los
comentaristas parecen quedar perplejos, mientras que Rashi permanece en
silencio. Y la lista continúa. Existen cientos de esas lagunas en los
comentarios de Rashi, que parecen ser prueba fiel de su falta de método.


Evaluar nuevamente a Rashi después de 860 años

A pesar de lo improbable que esto parezca, el entendimiento clásico
de Rashi ha sido puesto a prueba y revisado en profundidad durante los
últimos 40 años.


En 1964, el rebe de Lubavitch comenzó su campaña de alrededor de 800
charlas públicas que duro más de 25 años, en las cuales abordaba los
comentario de Rashi sobre la Torá. El objetivo principal del rebe, a mi
entender, era exponer la falacia en torno a la concepción popular de que
Rashi carecía de un “método científico”. En cada charla, el rebe
ofrecía una interpretación nueva de algún comentario de Rashi, basándose
en principios que él había seguido aparentemente al momento de escribir
sus comentarios. Cada charla se entrelazaba con la anterior, de forma
tal que paulatinamente iban ensamblando una imagen totalmente acabada de
los comentarios de Rashi y de su sistema exegético de la Torá.


Muchos de los presentes recuerdan cómo las “charlas sobre Rashi” constituían el momento más destacado de cada shabat por la tarde, a fines de los sesenta y principios de los setenta.2
Invitados de honor que pasaban tiempo en Crown Heights se sorprendían
al encontrarse con discusiones de tal calibre académico sobre los
“principios científicos” de Rashi entre jasídicos en las tardes de shabat.
Al poco tiempo comenzó a difundirse la información entre los círculos
rabínicos del mundo entero de que el rebe de Lubavitch estaba en proceso
de formular un nuevo y destacado acercamiento al estudio de Rashi.


Por supuesto, no todos acordaban con dicho acercamiento, pero sin
embargo resultaba imposible para cualquier erudito ignorar el caudal de
nuevos comentarios que se estaban investigando meticulosamente. También
resultaba imposible no reparar en lo original de tal investigación, en
el carácter racional de la presentación y en la lucidez y pasión con la
que era expuesto el tema.


De más está decir que este nuevo enfoque para entender a Rashi se
convirtió en “el chisme del barrio” entre muchos círculos. Cuando se
sabía previamente cual sería el tema de la charla del Rebe, cientos de
seguidores esperaban con ansias saber cómo sería abordado. En años
posteriores, surgieron una gran cantidad de periódicos de la academia,
en los que los estudiantes analizaban estas nuevas interpretaciones de
Rashi, y en sus charlas, el rebe solía referirse a esos artículos.


Mientras que todas las charlas fueron publicadas casi inmediatamente
en forma de transcripción (palabra por palabra), cientos de ellas fueron
exhaustivamente revisadas por un grupo de eruditos de Jabad que
analizaban nuevamente los argumentos conforme a criterios estrictamente
académicos y reconstruían la charla en forma de publicación académica,
acompañadas de numerosas notas al pie (posteriormente publicadas en los
39 volúmenes de Likutei sijot). Dicho equipo trabajaba junto al
rebe, quien editaba el escrito varias veces y supervisaba el proceso.
Según el testimonio de uno de sus asistentes personales, el rebe solía
dedicarle unas 18 horas semanales a esta tarea.


En 1980, rabí Tuvia Bloy publicó una colección de “principios
científicos” de los comentarios de Rashi sugeridos por el rebe, en el
cual destacaba 207 principios. A pedido del rebe, Bloy preparó un
segundo volumen, más completo, cuyo resultado fue una segunda edición,
en 1991, en la cual se identificaban 389 principios.3
(Otro académico me comentó en privado que él había identificado más
principios en las charlas del rebe solamente acerca del libro del
Génesis).


Mi incursión en el tema fue bastante posterior. Habiéndome criado
fuera del marco Lubavitch, mi acercamiento llegó a principios de los
noventa, cuando comencé a frecuentar varios amigos del movimiento
jasídico Lubavitch, y así fue como comencé a estudiar las “charlas sobre
Rashi”. Más allá de la claridad académica de las charlas, lo que me
inspiró fue el coraje intelectual del rebe para evaluar nuevamente el
entendimiento clásico de textos de 850 años de antigüedad. Al igual que
me inspiró la fortaleza de sus convicciones. El rebe parecía ser
bastante ortodoxo respecto de su admiración por los comentarios clásicos
y su respeto por la tradición. Sin embargo, al mismo tiempo, de sus
análisis surgía un enfoque totalmente nuevo y refrescante. Sus
resoluciones eran siempre brillantes y a la vez sencillas. A medida que
surgían nuevas preguntas y aparentes fallas en el razonamiento de Rashi,
daba la sensación de que “sería imposible salir de ese embrollo”; pero
cuando finalmente surgía la respuesta resultaba algo tan obvio que uno
no podía entender como no se le había ocurrido antes. Nunca soñé con
seguir una carrera rabínica (o un estilo de vida rabínico, para el
caso), pero las charlas sobre Rashi me proporcionaron un acercamiento
académico casi irresistible debido a la armonía de sus detalles, su
rapidez y su genialidad, que nunca antes había experimentado en otra
área de la academia.


Siempre me perturbó el hecho de que esas charlas fueran tan
brillantes y sin embargo no estuvieran disponibles para los lectores de
habla inglesa. Durante diez años ideé y paulatinamente llevé a la
práctica una forma de hacerlos accesibles –al igual que muchas otras de
las fascinantes ideas del rebe– para el público en general. Así, en 2002
surgió la “edición Gutnick” de la Torá, y este año –a 900 años de la
muerte de Rashi y 40 desde que el rebe comenzara con sus charlas–
finalmente se publicó. Los cinco volúmenes abarcan unas 1600 páginas y
contienen la adaptación de aproximadamente 500 charlas sobre Rashi junto
con otras 500 charlas del rebe. También incluye una traducción nueva de
la Torá, que es la primera en incluir la mayoría de los comentarios de
Rashi en el texto propiamente dicho, y más de 80 fuentes clásicas que
han sido antologadas a modo de un comentario continuo. De más está decir
que el solo hecho de incluir tales figuras en mi escrito me hace
“regocijarme con temblor” (Salmos 2:11).


Los principios de Rashi

Probablemente ya hayan notado que el “método científico” de Rashi es
un tema bastante amplio y con una lógica algo compleja, pero en las
líneas restantes intentaré hacer un breve acercamiento a la mente
“científica” de Rashi, de la cual ya hemos tomado conciencia.


Si bien no podremos abordar los 389 principios, sí es posible
destacar algunos puntos, incluyendo las críticas en contra de Rashi
expuestas anteriormente:


1. Ausencia de introducción. El motivo por el cual Rashi no escribió
una introducción para sus comentario no es la falta de una metodología
seria, sino que sus escritos estaban dirigidos a niños que, a su
entender, aprenderían los principios a medida que se fueran presentando.
Los adultos pueden aprender primero la teoría y luego ponerla en
práctica, pero cuando se trata de niños, el aprendizaje se realiza
mediante la experiencia y no a raíz de conceptos abstractos.


2. Falta de adhesión a su objetivo primordial. Quizás el “eje
central” de las discusiones de todas las charlas del rebe es que Rashi
sí se adhería de manera estricta y fiel a su objetivo primordial, que
era “explicar el significado literal de las escrituras”. En incontables
oportunidades, la charla comenzaba con un caso sobre el cual muchos
comentaristas parecían haber ofrecido una interpretación literal,
mientras que Rashi parecía haberse “desviado” hacia lo alegórico, lo
milagroso o hasta lo místico, desafiando aparentemente su objetivo
principal.


El rebe sostenía que este no era el caso en absoluto. El problema
radica en la distinción entre una interpretación literal y una no
literal. A diferencia del drash (la interpretación no literal) que no precisa mostrar ningún tipo de consistencia entre un versículo y el siguiente, el pshat
(la interpretación literal) es un sistema único y unificado que debe
ser consistente a lo largo de toda la Torá. Cada detalle debe ser una
progresión lógica de aquellas que la precedieron y cada frase o idea
debe encajar en el contexto. Más aún, cada evento o acción debe
responder a un razonamiento exhaustivo. A menos que se indique lo
contrario, un viaje debe durar un cierto tiempo, una guerra solo puede
ganarse por medio del uso de armas poderosas, y las leyes de la
naturaleza, por lo general, prevalecen.


Por ende, si a simple vista pareciera ser que Rashi rechaza la
interpretación más simple de otros comentaristas y plantea una
interpretación menos literal es porque, en contexto, la respuesta que
parece ser más sencilla resulta inconsistente con otro versículo o
frase, o porque la solución midráshica resulta imprescindible para atar
algunos “cabos sueltos”. Por ende, debemos “ampliar nuestro espectro”
para descubrir cómo los comentarios de Rashi resultan necesarios para
mantener la consistencia general unificada de la interpretación literal.


A modo de ejemplo, consideremos el comentario de Rashi de Éxodo 4:20,
en el cual se describe cómo Moshé emprende el regreso a Egipto con toda
su familia montada a lomo de burro, para redimir al pueblo judío. Rashi
comenta que se trata de un “burro particular”, el mismo que Abraham
utilizo al momento del sacrificio de Itzjak, y el mismo que utilizará el
mashíaj al momento de su revelación. Ahora bien, a simple vista,
esto parece una interpretación completamente alejada de la literalidad,
lo cual no parece encajar en un trabajo que pretende “explicar el
significado literal del texto”. Sin embargo, el rebe explica que si
“ampliamos nuestro espectro” de entendimiento, y consideramos el pasaje
anterior, resulta evidente que Rashi hace referencia a este midrash
a modo de respuesta a un problema literal sin resolución. En los
versículos 10-17, Moshé intenta rechazar su misión argumentando que a)
Di-s debería enviar a su hermano Aarón, o b) ya que Moshé no fue
destinado a la redención final, Di-s debería enviar directamente al mashíaj
en su lugar. Cualquier lector astuto, sin embargo, se daría cuenta de
que Di-s nunca responde ante las quejas de Moshé. Simplemente leemos que
Di-s se enoja, lo cual hace callar a Moshé. Pero, ¿cuál fue la
respuesta a los aparentemente válidos argumentos de Moshé?


Para responder de forma literal a este problema, Rashi nos enseña que
Di-s le envía a Moshé un “burro particular” para su misión, que fue el
mismo que utilizó Abraham y el que utilizará el mashíaj. De esta
forma Di-s estaba intimando a Moshé: “No quieres aceptar esta misión
porque crees que tu hermano es más importante. ¿Por qué no aprendes de
Abraham, quien no me cuestionó? Y me pides que envíe al mashíaj en tu lugar porque crees que no estás conectado de forma alguna con la redención final. ¡Te equivocas! El mashíaj solo llegará porque tú iniciaste el camino de la redención”. (Ver Likutei sijot, vol. 31, pp. 15-19).


Este es solo uno de los cientos de ejemplos de cómo un comentario de
Rashi que a simple vista parece ser disonante y alejado de la
literalidad es, de hecho, el necesario para asegurar una consistencia
unificada en la narrativa a nivel literal.


3. Las lagunas en los comentarios de Rashi. Respecto del hecho de que
Rashi no fue capaz de explicar muchas cuestiones clave del texto, el
rebe nos ofrece una respuesta maravillosa que nos remonta a los orígenes
de nuestra discusión: el amor de Rashi por el pueblo judío. Como el
maestro de excelencia que era, Rashi se preocupaba por impartir su
conocimiento en, por así decirlo, cómodas cuotas a sus alumnos. Recibir
demasiada información puede resultar tan peligroso como recibir muy
poca, ya que aquel alumno que no debe esforzarse no mejorará sus
capacidades.


Por ende, sumado al hecho de guiar al lector con mucha información
útil, Rashi también se preocupaba por no resolver demasiados problemas
para los lectores. Si Rashi percibía que el lector podía llegar a
resolver cierto tema utilizando su conocimiento previo (de un versículo o
un comentario anterior) y aplicando la lógica, entonces, en pos del
crecimiento genuino del lector, Rashi permanecía en silencio.


Respecto de este tema en particular, el rebe explica cuántas de las
aparentes “omisiones” de Rashi en verdad no precisan un comentario al
respecto, ya que el lector puede inferir la respuesta por sí mismo
utilizando simplemente los conocimientos previos que Rashi ya ha
expresado en comentarios anteriores, sumado a un poco de esfuerzo y
bastante sentido común.


4. El mensaje cabalístico de Rashi. El último punto que no puede
quedar sin mencionar es la observación respecto de que los comentarios
de Rashi a la Torá contienen una referencia indirecta a ciertos
conceptos de la cabalá. No queda claro si esto fue intencional o
no, pero sí sabemos por medio de la tradición que Rashi ayunó 613 veces
antes de escribir sus comentarios a la Torá, y por ende fue merecedor de
cierto grado de inspiración divina, lo cual podría explicar el motivo
de la aparición de ciertos conceptos místicos entre sus palabras.


La presencia de estas ideas cabalísticas llevaron al rab Shnueur
Zalman de Liadi a decir que “los comentarios sobre la Torá de Rashi son
como ’el vino de la Torá’. Abren el corazón y revelan el amor y el miedo
genuino a Di-s”, y en muchas de sus charlas profundiza este punto
demostrando la presencia de enseñanzas cabalísticas y jasídicas
subliminales en las palabras de Rashi.


En mérito de nuestro estudio de la Torá en general y de Rashi en
particular, quiera Di-s que pronto presenciemos la construcción del
tercer templo –el cual, según Rashi, ya está construido en los cielos y
está esperando descender a la tierra– con la llegada del mashíaj prontamente en nuestros días.


Notas al Pie
1. Aquí hay otra enseñanza que podemos aprender de Rashi. Las personas
suelen verse tentadas a pensar que pueden ser más especiales e
importantes al excluir a otras de sus círculos, de sus entornos o
incluso de grupos religiosos. Rashi nos demuestra que el verdadero
camino hacia la grandeza se encuentra al ser lo más inclusivos que
podamos.
2. Durante el cual el rebe daría una serie de charlas, intercaladas con cantos jasídicos y brindis con vino.
3. Klealei Rashi (Los principios de Rashi), de rabí Tuvia Bloy (edición ampliada, 1991, Kehos Publication Society).
Por Chaim Miller
Chaim Miller es el autor del Jumash Gutnick, publicado por Kol Menachem.
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Discusión (1)
3 Julio, 2015
Rashí
Primeramente, doy gracias al expositor por esta información, y, humildemente, participo mi punto de vista
Toda
persona que lee la Torah, creyendo que es Palabra de Hashem, con el
tiempo se da cuenta que todas las narraciones, hasta la más sencilla,
tienen una enseñanza oculta al ojo del que lee sin creer que es Palabra
de Hashem. Ahora, la revelación de lo invisible no es algo que se da
totalmente en un momento, sino gradualmente. Así, Rashí y cualquier
maestro explican lo metafórico que ya pudieron ellos ver; y lo que no,
lo siguen explicando literalmente, y, a veces, explican lo metafórico en
profundidad dependiendo de la audiencia.
Manuel López
Celaya, México.
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