Cada acto puede ser evaluado de acuerdo al acto
en sí mismo y a la persona que realiza ese acto:
Desde la perspectiva del acto: cada acto bueno
es juzgado por los resultados que produce.
Una persona será elogiada por sus actos de
manera acorde. De acuerdo al grado en el cual
los resultados sean beneficiosos, un acto será
considerado mejor desde el punto de vista
cualitativo. Todos los buenos actos pesarán a su
favor. Este principio fue expresado por nuestros
Sabios cuando dijeron: “Un buen acto tiene
una [recompensa] principal y tiene frutos [una
recompensa adicional]; una trasgresión tiene
un [castigo] principal y no tiene frutos [no hay
castigos adicionales]” (Kidushín 40).
Desde la perspectiva de la persona que realiza el
acto: cada buena acción es evaluada por la calidad
del esfuerzo que requiere su cumplimiento, tal
como enseñaron nuestros Sabios: “De acuerdo al
esfuerzo es la recompensa” (Pirkei Avot 5). Y lo
mismo ocurre con cada acto malo, que es juzgado
de acuerdo a la calidad del esfuerzo que hubiera
sido necesario para evitar cometerlo. Mientras más
difícil era evitarlo, menos severa se considera la
responsabilidad, tal como dijeron nuestros Sabios:
“Rabi Meir dijo: ‘Es mayor el castigo por no usar
hilos blancos en el tzitzit que el castigo por no
usar el hilo azul [el cual es mucho más difícil de
conseguir]” (Menajot 43).
¿Con qué puede compararse esto? Con un rey de
carne y hueso que tenía dos sirvientes. A uno de
ellos le ordenó: “Tráeme un sello hecho de yeso”;
y al otro le ordenó: “Tráeme un sello hecho de
oro”. Ninguno le hizo caso y no le llevaron al rey
aquello que pidió. ¿Cuál debe recibir el castigo
más grande? ¡Obviamente aquél que ni siquiera le
llevó el sello hecho de yeso!
A esto se refiere el Rambam [citado en la fuente
número 4 más arriba]: ningún individuo puede
llegar a estimar las consecuencias de sus actos
para poder llegar a juzgar el valor de sus mitzvot
y de sus pecados de acuerdo a aquello que éstas
provocarán. Similarmente, ninguna persona
puede llegar a evaluar el gran esfuerzo que se
invierte para cumplir la Torá y las mitzvot.
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