Isabel I de Castilla
Madrigal de las Altas Torres, 22 de abril de 1451-Medina del Campo, 26 de noviembre de 1504) fue reina de Castillaa desde 1474 hasta 1504, reina consorte de Sicilia desde 1469 y de Aragón desde 1479,2 por su matrimonio con Fernando de Aragón. Es llamada «la Católica», título que les fue otorgado a ella y a su marido por el papa Alejandro VI mediante la bula Si convenit, el 19 de diciembre de 1496.3 Es por lo que se conoce a la pareja real con el nombre de Reyes Católicos, título que usarían en adelante prácticamente todos los reyes de España.
Se casó en 1469 con el príncipe Fernando de Aragón. Por el hecho de ser primos segundos necesitaban una bula papal de dispensa que solo consiguieron de Sixto IV a través de su enviado el cardenal Rodrigo Borgia en 1472. Ella y su esposo Fernando conquistaron el reino nazarí de Granada y participaron en una red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, heredase las coronas de Castilla y de Aragón, otros territorios europeos y se convirtiese en emperador del Sacro Imperio Romano.4
Isabel y Fernando se hicieron con el trono tras una larga lucha, primero contra el rey Enrique IV (véase Conflicto por la sucesión de Enrique IV de Castilla) y de 1475 a 1479 en la Guerra de Sucesión Castellana contra los partidarios de la otra pretendiente al trono, Juana. 5
Isabel reorganizó el sistema de gobierno y la administración,
centralizando competencias que antes ostentaban los nobles; reformó el
sistema de seguridad ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para
reducir la deuda que el reino había heredado de su hermanastro, y
predecesor en el trono, Enrique IV. Tras ganar la guerra de Granada los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de sus reinos6 y, años más tarde, también a los musulmanes.
Isabel concedió apoyo a Cristóbal Colón en la búsqueda de las Indias occidentales, lo que llevó al descubrimiento de América.7 8 Dicho acontecimiento provocaría en el futuro la conquista de las tierras descubiertas y la creación del Imperio español.
Isabel vivió 53 años, de los cuales gobernó 30 años como reina de Castilla y 26 como reina consorte de Aragón al lado de Fernando II.
El lugar y la fecha de nacimiento han sido históricamente discutidos,
toda vez que cuando nace, nadie es consciente de la importancia que esa
niña iba a tener en el futuro.b Madrigal era entonces una pequeña villa de realengo donde circunstancialmente residía su madre, Isabel de Aviz, y de ella recibe el nombre que entonces no era frecuente en España.
Dos años después, en Tordesillas, nació su hermano Alfonso. Con anterioridad, fruto del matrimonio entre Juan II de Castilla y María de Aragón, y por lo tanto hermano de Isabel por parte de padre, había nacido Enrique, que accedería al trono en 1454 como Enrique IV.
A la muerte de su padre en 1454, Isabel fue enviada con su madre y su hermano Alfonso a la villa de Arévalo,
donde vería los ataques de locura de su madre. Ésta es una época de
dificultades, incluso económicas. En esta época Isabel se dedicó a leer
libros religiosos. También trabó amistad con Beatriz de Silva (1424-1491), a la que luego ayudaría en la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción
y a la que donó los palacios de Galiana en la ciudad de Toledo. Otros
personajes importantes en este momento y en general en su vida fueron,
en el ámbito toledano, Gutierre de Cárdenas, su esposa Teresa Enríquez y Gonzalo Chacón.
En 1461, Isabel y su hermano Alfonso son trasladados a Segovia, lugar donde se emplazaba la Corte, por estar cercano el nacimiento de la hija de los reyes, doña Juana de Castilla. Pronto los enemigos del rey la apodaron Juana «la Beltraneja», propagando el rumor de que el padre era Beltrán de la Cueva.
Una parte de los nobles se enfrentaron al rey Enrique, formaron un
bando alrededor de su hermanastro Alfonso, de solo 12 años, y llegaron a
deponer a Enrique en la «farsa de Ávila». Isabel permaneció al lado de Alfonso durante este tiempo. Sin embargo, en 1468, Alfonso murió en Cardeñosa, quizás envenenado.
A pesar de las presiones de los nobles, Isabel rechazó proclamarse
reina mientras Enrique IV estuviera vivo. Por el contrario, consiguió
que su hermanastro le otorgase el título de Princesa de Asturias, en una
discutida ceremonia que tuvo lugar en los Toros de Guisando, el 19 de
septiembre de 1468, conocida como la Concordia de Guisando.
Isabel se constituyó así como heredera a la corona, por delante de
Juana, su sobrina y ahijada de bautismo, a quien parte de la nobleza no
consideraba legitimada para ocupar el trono por las dudas que había
sobre su paternidad. A partir de este momento, Isabel pasa a residir en Ocaña, villa perteneciente a don Juan Pacheco,
marqués de Villena. El rey inicia contactos diplomáticos con otras
casas reales para lograr un acuerdo matrimonial que le reporte
beneficios.
Sin embargo, Enrique IV rompió este acuerdo, seis años más tarde, para comprometerla con Carlos, príncipe de Viana. El matrimonio no llegó a consolidarse, por la férrea oposición de Juan II de Aragón. También fueron infructuosos los intentos de Enrique IV por desposarla con el rey Alfonso V de Portugal, primo en segundo grado de Isabel y casi 20 años mayor que ella. En 1464, logró reunirlos en el Monasterio de Guadalupe, pero ella le rechazó, alegando la diferencia de edad entre ambos.
Más tarde, cuando contaba 16 años, Isabel fue comprometida con don Pedro Girón, de 43 años, Maestre de Calatrava y hermano de don Juan Pacheco; pero Girón murió por causas desconocidas mientras realizaba el trayecto para encontrarse con su prometida.
El 18 de septiembre de 1468, Isabel fue proclamada Princesa de Asturias por medio de la Concordia de los Toros de Guisando, revocando Enrique IV de este modo el anterior nombramiento de su hija Juana. Tras la ceremonia, Isabel pasó a vivir en Ocaña,
en contacto estrecho con la Corte. Enrique IV convino de nuevo el
enlace entre Isabel y el rey Alfonso V de Portugal, ya que en el Tratado
de los Toros de Guisando se había acordado que el matrimonio de Isabel
debía celebrarse con la aprobación del monarca castellano. La propuesta
entrañaba también el proyecto de casar a su hija Juana con el príncipe
heredero Juan,
hijo de Alfonso V de Portugal. De esta manera, Isabel sería trasladada
al reino vecino y, a la muerte de su esposo, los tronos de Portugal y de
Castilla pasarían a Juan II de Portugal y su esposa, Juana. Isabel se
negó.
Tras esto, el rey trató de que se desposara con el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia;
de nuevo Isabel se negó. El monarca francés pidió entonces la mano de
Juana para su hermano, el duque de Guyena; Luis XI quería alejar al
duque de su entorno por suponer una amenaza para él. Los esponsales se
realizaron en Medina del Campo (1470), pero el duque murió en 1472 de tuberculosis,[cita requerida] antes de conocer a la novia.
Mientras tanto, Juan II de Aragón trató de negociar en secreto con Isabel la boda con su hijo Fernando.
Isabel y sus consejeros consideraron que era el mejor candidato para
esposo, pero había un impedimento legal, ya que eran primos segundos
(sus abuelos, Fernando de Antequera y Enrique III,
eran hermanos). Necesitaban, por tanto, una bula papal que les
exonerara de la consanguinidad. El Papa, sin embargo, no llegó a firmar
este documento, temeroso de las posibles consecuencias negativas que ese
acto podría traerle al atraerse la enemistad de los reinos de Castilla,
Portugal y Francia, todos ellos involucrados en negociaciones para
desposar a la princesa Isabel con otro pretendiente.
Personas del entorno de Isabel falsificaron una supuesta bula emitida en junio de 1464 por el anterior Papa, Pío II,
a favor de Fernando, en la que se le permitía contraer matrimonio con
cualquier princesa con la que le uniera un lazo de consanguinidad de
hasta tercer grado. Isabel aceptó y se firmaron las capitulaciones
matrimoniales de Cervera, el 5 de marzo de 1469.
Para los esponsales y ante el temor de que Enrique IV abortara sus
planes, en mayo de 1469 y con la excusa de visitar la tumba de su
hermano Alfonso, que reposaba en Ávila, Isabel escapó de Ocaña, donde era custodiada estrechamente por don Juan Pacheco. Por su parte, Fernando atravesó Castilla en secreto, disfrazado de mozo de mula de unos comerciantes.11 Finalmente el 19 de octubre de 1469 contrajeron matrimonio en el Palacio de los Vivero de Valladolid.
El matrimonio costó a Isabel el enfrentamiento con su hermanastro el rey. En 1471 el papa Sixto IV envió al cardenal Rodrigo de Borja a España como legado papal para arreglar diversos asuntos políticos en la península, entre ellos este enlace. Con él trajo la Bula de Simancas, que dispensaba de consanguinidad a los príncipes Isabel y Fernando.c Borja negoció con ellos: les daría la bula a cambio de que ellos le concedieran la ciudad de Gandía a su hijo Pedro Luis. Isabel y Fernando cumplirían su parte del trato en 1485.12
Instruyó a sus hijos en que tenían unas obligaciones por su rango de
hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo. Los
llevó consigo durante las campañas militares, pero también veló siempre
por su bienestar, como lo prueba su valor ante el motín que tuvo lugar
en el alcázar de Segovia en 1476.14 Allí tenían instalada los reyes la corte y allí vivía, en el alcázar su primogénita Isabel bajo la protección y cuidado de su amiga Beatriz de Bobadilla y de su esposo, el alcalde Andrés Cabrera.
Éste era de origen judío, lo que en aquella época era fuente de
tensiones raciales, y se le acusaba de querer aprovecharse de la
confianza que los reyes le tenían, además de acusarle de malversación de
fondos y de tiranía. El tumulto se convirtió en motín cuando unos
provocadores, disfrazados de campesinos y con armas ocultas, arengaron a
la población para destituir al alcaide. Hacia el Alcázar se dirigió una
masa de gente furiosa, armada con herramientas de campesinos, palos y
piedras. La reina se encontraba con el cardenal Mendoza
cuando se enteró de lo ocurrido, pero ni uno ni otro tenían tropas
suficientes para defender la plaza. Temerosa del riesgo que podía correr
su hija, la reina subió a su caballo y, acompañada por tres guardias,
cabalgó 60 kilómetros hasta Segovia. A la entrada, el obispo intentó
detenerla por el gran peligro que corría, pero Isabel desoyó el consejo y
avanzó hasta el Alcázar. Entró y dejó las puertas abiertas para que
entraran todos los amotinados para exponerle sus quejas. Tras estudiar
las quejas, mantiene en el puesto a Andrés Cabrera. El pueblo de Segovia
le guardó fidelidad a partir de ese momento.15
Durante las campañas militares de Fernando, la reina estuvo siempre
en la retaguardia, acompañada de sus hijos y pendiente de proveer lo
necesario. Su ayuda fue decisiva para la victoria castellano-aragonesa
en la Guerra de Granada,16 como lo demuestran los hechos de la rendición de Baza (Granada).
Sucedió que la ciudad llevaba cercada bastante tiempo pero la población
no quería rendirse y los soldados cristianos comenzaban a
desmoralizarse por el largo asedio. El rey Fernando
pide a su mujer que se presente en el campo de batalla para levantar la
moral de las tropas. Así lo hace Isabel, haciéndose acompañar de varias
damas y de su primogénita Isabel. El impacto de su presencia fue
inmediato, no sólo para las tropas cristianas, sino para la población
asediada que inició su rendición, pero no ante el rey guerrero, sino
ante la valerosa reina.17 Además, Isabel fue la precursora del Hospital de campaña, al hacerse acompañar de personal médico y ayudantes para atender a los heridos en el campo de batalla.18
Creyó en los proyectos de Cristóbal Colón,
a pesar de las muchas críticas y reacciones políticas adversas de la
Corte y los científicos. Es sin embargo falsa la leyenda que dice que
financió con sus joyas el viaje que llevaría al descubrimiento de
América. Durante el reinado común con Fernando se produjeron hechos de
gran trascendencia para el futuro del reino, como el establecimiento de
la Santa Inquisición (1480), la creación de la Santa Hermandad, la incorporación del Reino nazarí de Granada,
así como la unificación religiosa de la Corona Hispánica, basada en la
conversión obligada de los judíos, so pena de muerte o expulsión (Edicto de Granada, 1492) y más tarde de los musulmanes.
Tras el descubrimiento de América en 1492 comenzó el proceso de evangelización de los indígenas nativos confiándole esta tarea a los monjes paulinos húngaros que se marcharon a las nuevas tierras en los próximos viajes de Colón.19 Los reyes se preocuparon por la conversión y el trato justo de los amerindios. Limitaron la esclavización
de los indígenas iniciada por Colón a los casos previstos en las leyes
castellanas de la época y prohibieron, con poco éxito, el repartimiento de indios entre los españoles asentados en el Caribe. Tras el fallecimiento el gobernador Ovando aprovechó el vacío de poder para instaurar la institución de la encomienda en la isla Española.20 Isabel y Fernando firmaron con Portugal el Tratado de Tordesillas (1494) que delimitó sus esferas de influencia en el océano Atlántico. Por deseo de los comerciantes urbanos creó la Santa Hermandad, cuerpo de policía para la represión del bandidaje, creando unas condiciones mucho más seguras para el comercio y la economía.
Para sus campañas militares contó con el servicio de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), que intervino en la conquista de Granada (1492), en las dos primeras Guerras de Italia y en la toma de Cefalonia (1500).
Dada la histórica implicación de la Corona de Aragón en Italia y por otra serie de razones21
(sus virtudes cristianas, la conquista de Granada, la expulsión de los
judíos y la cruzada contra los musulmanes), Fernando e Isabel recibieron
el título de Reyes Católicos otorgado por el Papa Alejandro VI, mediante la bula Si convenit,
de 19 de diciembre de 1496. Dicho título fue heredado por los
descendientes en el trono (tanto austrias como borbones), poseyéndolo
actualmente el rey Felipe VI de España.d El papa Alejandro VI le concedió la distinción honorífica de Rosa de Oro de la Cristiandad en 1500.
Al final de sus días, las desgracias familiares se cebaron con ella.
La muerte de su único hijo varón y el aborto de la esposa de éste, la
muerte de su primogénita y de su nieto Miguel (que iba a unificar los
Reinos de los Reyes Católicos con el de Portugal), la presunta «locura»
de su hija Juana (que desafió abiertamente a su madre en Medina del
Campo) y los desaires de Felipe el Hermoso, y la incertidumbre de su
hija Catalina tras la muerte de su esposo inglés, la sumieron en una
profunda depresión que hizo que vistiera de luto íntegro.
en una sencilla sepultura, según su deseo. Poco después, sus restos
mortales, junto con los de su esposo Fernando el Católico, fueron
trasladados a la Capilla Real de Granada. Su hija Juana I y el marido de ésta, Felipe el Hermoso, también reposan allí. Asimismo se enterró en este lugar a su nieto Miguel de la Paz, hijo del rey Manuel I de Portugal y la infanta Isabel de Aragón, quien falleció poco antes de cumplir los 2 años de edad.
En el museo de la Capilla Real se encuentran la corona y el cetro de
la reina, quien además dotó a la Capilla de un importante grupo de
cuadros (aún in situ), de Botticelli, Dirk Bouts, Rogier van der Weyden y Hans Memling, entre otros, y muchas de sus pertenencias personales.
Sin embargo la nobleza castellana no apoyó a Fernando y este optó por
retirarse a Aragón. El gobierno de Castilla quedó entonces para el rey Felipe I, esposo de Juana, pero a los pocos meses murió repentinamente y ello llevó a que Fernando fuese nombrado de nuevo regente.24
Juana fue encerrada en Tordesillas por su padre, que gobernó Castilla
hasta su muerte en 1516. Le sucedió Carlos, hijo de Juana y nieto de
Isabel y Fernando.
Por otra parte en su testamento Isabel les pidió a sus sucesores que
se esforzasen en conquistar para el cristianismo el Norte de África
continuando la reconquista peninsular 25
y que se convirtiese al cristianismo a los habitantes de América («las
yslas y Tierra Firme del Mar Oçéano») y se les tratase justamente.22
El testamento original de la reina se conserva en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Una copia se envió al monasterio de Santa Isabel de la Alhambra de Granada. Y otra, a la catedral de Toledo, aunque desde 1575 pasó al Archivo General de Simancas.23
En 1864 Eduardo Rosales representó el momento en el que la reina dicta su testamento en el cuadro Doña Isabel la Católica dictando su testamento.26
eclipsada en la memoria histórica por la de su marido, el rey Fernando,27
al que los cronistas de aquellos tiempos pintaban de magnánimo, afable,
templado y dispuesto a negociar, en contraste con el rigor e
inflexibilidad que se proyectaba en los retratos de Isabel.28 A principios del siglo XIX Diego Clemencín escribió un Elogio de la Reina Católica
que por primera vez se centró en la figura de la reina, a la que colmó
de virtudes, relegando a su marido a un segundo plano. Esta obra influyó
en todos los historiadores siguientes hasta al menos mediados del siglo
XX.27 29 En 1815 el rey Fernando VII, tras regresar a España y restaurar el absolutismo, creó la orden de Isabel la Católica, alta condecoración que sigue otorgando en la actualidad el gobierno español. Más tarde, los liberales y románticos
españoles del siglo XIX tendieron a tener una imagen positiva de los
Reyes Católicos, a los que consideraban los últimos monarcas nacionales.27 A partir de 1938, la dictadura de Francisco Franco utilizó profusamente en su propaganda la figura y los símbolos de Isabel «la Católica» (véase Simbología del franquismo).
En 1952 fue publicado por vez primera el texto de la bula Si convenit que otorgaba a Isabel y Fernando el título de «católicos».30
En 1958 José García y Goldaraz, arzobispo de Valladolid, inició el proceso para la beatificación
de Isabel. Creó un equipo de historiadores españoles a los que encargó
escribir sobre los puntos más conflictivos de la biografía de la reina. Luis Suárez Fernández se encargó de la expulsión de los judíos y como resultado de su trabajo publicó varios libros. Otros miembros del equipo fueron Antonio Rumeu de Armas y Miguel Ángel Ladero Quesada.31 El historiador István Szászdi ha denunciado que los partidarios de la beatificación o algunos nacionalistas españoles han hecho desaparecer documentos históricos de los archivos que podían comprometer la legitimidad de Isabel como reina.22
El proceso de beatificación sigue su curso en la actualidad,
sostenido por el apoyo económico de los herederos del empresario
mexicano Pablo Díaz.32 Los partidarios de Isabel achacan que el Vaticano no la haya beatificado a la oposición de un «lobby judío».32
Se casó en 1469 con el príncipe Fernando de Aragón. Por el hecho de ser primos segundos necesitaban una bula papal de dispensa que solo consiguieron de Sixto IV a través de su enviado el cardenal Rodrigo Borgia en 1472. Ella y su esposo Fernando conquistaron el reino nazarí de Granada y participaron en una red de alianzas matrimoniales que hicieron que su nieto, Carlos, heredase las coronas de Castilla y de Aragón, otros territorios europeos y se convirtiese en emperador del Sacro Imperio Romano.4
Isabel y Fernando se hicieron con el trono tras una larga lucha, primero contra el rey Enrique IV (véase Conflicto por la sucesión de Enrique IV de Castilla) y de 1475 a 1479 en la Guerra de Sucesión Castellana contra los partidarios de la otra pretendiente al trono, Juana. 5
Isabel reorganizó el sistema de gobierno y la administración,
centralizando competencias que antes ostentaban los nobles; reformó el
sistema de seguridad ciudadana y llevó a cabo una reforma económica para
reducir la deuda que el reino había heredado de su hermanastro, y
predecesor en el trono, Enrique IV. Tras ganar la guerra de Granada los Reyes Católicos expulsaron a los judíos de sus reinos6 y, años más tarde, también a los musulmanes.
Isabel concedió apoyo a Cristóbal Colón en la búsqueda de las Indias occidentales, lo que llevó al descubrimiento de América.7 8 Dicho acontecimiento provocaría en el futuro la conquista de las tierras descubiertas y la creación del Imperio español.
Isabel vivió 53 años, de los cuales gobernó 30 años como reina de Castilla y 26 como reina consorte de Aragón al lado de Fernando II.
Índice
Biografía
Primeros años
Isabel de Castilla, hija de Juan II de Castilla y de su segunda mujer, Isabel de Portugal (1428-1496), nació en Madrigal de las Altas Torres (Ávila) el 22 de abril de 1451, Jueves Santo, en el palacio que hoy ocupa el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia.El lugar y la fecha de nacimiento han sido históricamente discutidos,
toda vez que cuando nace, nadie es consciente de la importancia que esa
niña iba a tener en el futuro.b Madrigal era entonces una pequeña villa de realengo donde circunstancialmente residía su madre, Isabel de Aviz, y de ella recibe el nombre que entonces no era frecuente en España.
Dos años después, en Tordesillas, nació su hermano Alfonso. Con anterioridad, fruto del matrimonio entre Juan II de Castilla y María de Aragón, y por lo tanto hermano de Isabel por parte de padre, había nacido Enrique, que accedería al trono en 1454 como Enrique IV.
A la muerte de su padre en 1454, Isabel fue enviada con su madre y su hermano Alfonso a la villa de Arévalo,
donde vería los ataques de locura de su madre. Ésta es una época de
dificultades, incluso económicas. En esta época Isabel se dedicó a leer
libros religiosos. También trabó amistad con Beatriz de Silva (1424-1491), a la que luego ayudaría en la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción
y a la que donó los palacios de Galiana en la ciudad de Toledo. Otros
personajes importantes en este momento y en general en su vida fueron,
en el ámbito toledano, Gutierre de Cárdenas, su esposa Teresa Enríquez y Gonzalo Chacón.
En 1461, Isabel y su hermano Alfonso son trasladados a Segovia, lugar donde se emplazaba la Corte, por estar cercano el nacimiento de la hija de los reyes, doña Juana de Castilla. Pronto los enemigos del rey la apodaron Juana «la Beltraneja», propagando el rumor de que el padre era Beltrán de la Cueva.
Una parte de los nobles se enfrentaron al rey Enrique, formaron un
bando alrededor de su hermanastro Alfonso, de solo 12 años, y llegaron a
deponer a Enrique en la «farsa de Ávila». Isabel permaneció al lado de Alfonso durante este tiempo. Sin embargo, en 1468, Alfonso murió en Cardeñosa, quizás envenenado.
A pesar de las presiones de los nobles, Isabel rechazó proclamarse
reina mientras Enrique IV estuviera vivo. Por el contrario, consiguió
que su hermanastro le otorgase el título de Princesa de Asturias, en una
discutida ceremonia que tuvo lugar en los Toros de Guisando, el 19 de
septiembre de 1468, conocida como la Concordia de Guisando.
Isabel se constituyó así como heredera a la corona, por delante de
Juana, su sobrina y ahijada de bautismo, a quien parte de la nobleza no
consideraba legitimada para ocupar el trono por las dudas que había
sobre su paternidad. A partir de este momento, Isabel pasa a residir en Ocaña, villa perteneciente a don Juan Pacheco,
marqués de Villena. El rey inicia contactos diplomáticos con otras
casas reales para lograr un acuerdo matrimonial que le reporte
beneficios.
Acuerdos matrimoniales
Ya desde los tres años, Isabel había estado comprometida con Fernando, hijo de Juan II de Aragón.Sin embargo, Enrique IV rompió este acuerdo, seis años más tarde, para comprometerla con Carlos, príncipe de Viana. El matrimonio no llegó a consolidarse, por la férrea oposición de Juan II de Aragón. También fueron infructuosos los intentos de Enrique IV por desposarla con el rey Alfonso V de Portugal, primo en segundo grado de Isabel y casi 20 años mayor que ella. En 1464, logró reunirlos en el Monasterio de Guadalupe, pero ella le rechazó, alegando la diferencia de edad entre ambos.
Más tarde, cuando contaba 16 años, Isabel fue comprometida con don Pedro Girón, de 43 años, Maestre de Calatrava y hermano de don Juan Pacheco; pero Girón murió por causas desconocidas mientras realizaba el trayecto para encontrarse con su prometida.
El 18 de septiembre de 1468, Isabel fue proclamada Princesa de Asturias por medio de la Concordia de los Toros de Guisando, revocando Enrique IV de este modo el anterior nombramiento de su hija Juana. Tras la ceremonia, Isabel pasó a vivir en Ocaña,
en contacto estrecho con la Corte. Enrique IV convino de nuevo el
enlace entre Isabel y el rey Alfonso V de Portugal, ya que en el Tratado
de los Toros de Guisando se había acordado que el matrimonio de Isabel
debía celebrarse con la aprobación del monarca castellano. La propuesta
entrañaba también el proyecto de casar a su hija Juana con el príncipe
heredero Juan,
hijo de Alfonso V de Portugal. De esta manera, Isabel sería trasladada
al reino vecino y, a la muerte de su esposo, los tronos de Portugal y de
Castilla pasarían a Juan II de Portugal y su esposa, Juana. Isabel se
negó.
Tras esto, el rey trató de que se desposara con el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia;
de nuevo Isabel se negó. El monarca francés pidió entonces la mano de
Juana para su hermano, el duque de Guyena; Luis XI quería alejar al
duque de su entorno por suponer una amenaza para él. Los esponsales se
realizaron en Medina del Campo (1470), pero el duque murió en 1472 de tuberculosis,[cita requerida] antes de conocer a la novia.
Mientras tanto, Juan II de Aragón trató de negociar en secreto con Isabel la boda con su hijo Fernando.
Isabel y sus consejeros consideraron que era el mejor candidato para
esposo, pero había un impedimento legal, ya que eran primos segundos
(sus abuelos, Fernando de Antequera y Enrique III,
eran hermanos). Necesitaban, por tanto, una bula papal que les
exonerara de la consanguinidad. El Papa, sin embargo, no llegó a firmar
este documento, temeroso de las posibles consecuencias negativas que ese
acto podría traerle al atraerse la enemistad de los reinos de Castilla,
Portugal y Francia, todos ellos involucrados en negociaciones para
desposar a la princesa Isabel con otro pretendiente.
Personas del entorno de Isabel falsificaron una supuesta bula emitida en junio de 1464 por el anterior Papa, Pío II,
a favor de Fernando, en la que se le permitía contraer matrimonio con
cualquier princesa con la que le uniera un lazo de consanguinidad de
hasta tercer grado. Isabel aceptó y se firmaron las capitulaciones
matrimoniales de Cervera, el 5 de marzo de 1469.
Para los esponsales y ante el temor de que Enrique IV abortara sus
planes, en mayo de 1469 y con la excusa de visitar la tumba de su
hermano Alfonso, que reposaba en Ávila, Isabel escapó de Ocaña, donde era custodiada estrechamente por don Juan Pacheco. Por su parte, Fernando atravesó Castilla en secreto, disfrazado de mozo de mula de unos comerciantes.11 Finalmente el 19 de octubre de 1469 contrajeron matrimonio en el Palacio de los Vivero de Valladolid.
El matrimonio costó a Isabel el enfrentamiento con su hermanastro el rey. En 1471 el papa Sixto IV envió al cardenal Rodrigo de Borja a España como legado papal para arreglar diversos asuntos políticos en la península, entre ellos este enlace. Con él trajo la Bula de Simancas, que dispensaba de consanguinidad a los príncipes Isabel y Fernando.c Borja negoció con ellos: les daría la bula a cambio de que ellos le concedieran la ciudad de Gandía a su hijo Pedro Luis. Isabel y Fernando cumplirían su parte del trato en 1485.12
Reinado
Véase también: Conflicto por la sucesión de Enrique IV de Castilla
Al morir Enrique IV, Isabel se proclamó Reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 en Segovia, basando su legitimidad en el Tratado de los Toros de Guisando. Estalló entonces la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479) entre los partidarios de Isabel y los de su sobrina Juana. El Tratado de Alcaçovas puso fin a la contienda, reconociendo a Isabel y Fernando como reyes de Castilla a cambio de ciertas concesiones a Portugal. Tras la guerra Isabel mandó construir el Monasterio de San Juan de los Reyes.13Instruyó a sus hijos en que tenían unas obligaciones por su rango de
hijos de reyes, y que debían sacrificarse mucho por ese motivo. Los
llevó consigo durante las campañas militares, pero también veló siempre
por su bienestar, como lo prueba su valor ante el motín que tuvo lugar
en el alcázar de Segovia en 1476.14 Allí tenían instalada los reyes la corte y allí vivía, en el alcázar su primogénita Isabel bajo la protección y cuidado de su amiga Beatriz de Bobadilla y de su esposo, el alcalde Andrés Cabrera.
Éste era de origen judío, lo que en aquella época era fuente de
tensiones raciales, y se le acusaba de querer aprovecharse de la
confianza que los reyes le tenían, además de acusarle de malversación de
fondos y de tiranía. El tumulto se convirtió en motín cuando unos
provocadores, disfrazados de campesinos y con armas ocultas, arengaron a
la población para destituir al alcaide. Hacia el Alcázar se dirigió una
masa de gente furiosa, armada con herramientas de campesinos, palos y
piedras. La reina se encontraba con el cardenal Mendoza
cuando se enteró de lo ocurrido, pero ni uno ni otro tenían tropas
suficientes para defender la plaza. Temerosa del riesgo que podía correr
su hija, la reina subió a su caballo y, acompañada por tres guardias,
cabalgó 60 kilómetros hasta Segovia. A la entrada, el obispo intentó
detenerla por el gran peligro que corría, pero Isabel desoyó el consejo y
avanzó hasta el Alcázar. Entró y dejó las puertas abiertas para que
entraran todos los amotinados para exponerle sus quejas. Tras estudiar
las quejas, mantiene en el puesto a Andrés Cabrera. El pueblo de Segovia
le guardó fidelidad a partir de ese momento.15
Durante las campañas militares de Fernando, la reina estuvo siempre
en la retaguardia, acompañada de sus hijos y pendiente de proveer lo
necesario. Su ayuda fue decisiva para la victoria castellano-aragonesa
en la Guerra de Granada,16 como lo demuestran los hechos de la rendición de Baza (Granada).
Sucedió que la ciudad llevaba cercada bastante tiempo pero la población
no quería rendirse y los soldados cristianos comenzaban a
desmoralizarse por el largo asedio. El rey Fernando
pide a su mujer que se presente en el campo de batalla para levantar la
moral de las tropas. Así lo hace Isabel, haciéndose acompañar de varias
damas y de su primogénita Isabel. El impacto de su presencia fue
inmediato, no sólo para las tropas cristianas, sino para la población
asediada que inició su rendición, pero no ante el rey guerrero, sino
ante la valerosa reina.17 Además, Isabel fue la precursora del Hospital de campaña, al hacerse acompañar de personal médico y ayudantes para atender a los heridos en el campo de batalla.18
Creyó en los proyectos de Cristóbal Colón,
a pesar de las muchas críticas y reacciones políticas adversas de la
Corte y los científicos. Es sin embargo falsa la leyenda que dice que
financió con sus joyas el viaje que llevaría al descubrimiento de
América. Durante el reinado común con Fernando se produjeron hechos de
gran trascendencia para el futuro del reino, como el establecimiento de
la Santa Inquisición (1480), la creación de la Santa Hermandad, la incorporación del Reino nazarí de Granada,
así como la unificación religiosa de la Corona Hispánica, basada en la
conversión obligada de los judíos, so pena de muerte o expulsión (Edicto de Granada, 1492) y más tarde de los musulmanes.
Tras el descubrimiento de América en 1492 comenzó el proceso de evangelización de los indígenas nativos confiándole esta tarea a los monjes paulinos húngaros que se marcharon a las nuevas tierras en los próximos viajes de Colón.19 Los reyes se preocuparon por la conversión y el trato justo de los amerindios. Limitaron la esclavización
de los indígenas iniciada por Colón a los casos previstos en las leyes
castellanas de la época y prohibieron, con poco éxito, el repartimiento de indios entre los españoles asentados en el Caribe. Tras el fallecimiento el gobernador Ovando aprovechó el vacío de poder para instaurar la institución de la encomienda en la isla Española.20 Isabel y Fernando firmaron con Portugal el Tratado de Tordesillas (1494) que delimitó sus esferas de influencia en el océano Atlántico. Por deseo de los comerciantes urbanos creó la Santa Hermandad, cuerpo de policía para la represión del bandidaje, creando unas condiciones mucho más seguras para el comercio y la economía.
Para sus campañas militares contó con el servicio de Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), que intervino en la conquista de Granada (1492), en las dos primeras Guerras de Italia y en la toma de Cefalonia (1500).
Dada la histórica implicación de la Corona de Aragón en Italia y por otra serie de razones21
(sus virtudes cristianas, la conquista de Granada, la expulsión de los
judíos y la cruzada contra los musulmanes), Fernando e Isabel recibieron
el título de Reyes Católicos otorgado por el Papa Alejandro VI, mediante la bula Si convenit,
de 19 de diciembre de 1496. Dicho título fue heredado por los
descendientes en el trono (tanto austrias como borbones), poseyéndolo
actualmente el rey Felipe VI de España.d El papa Alejandro VI le concedió la distinción honorífica de Rosa de Oro de la Cristiandad en 1500.
Al final de sus días, las desgracias familiares se cebaron con ella.
La muerte de su único hijo varón y el aborto de la esposa de éste, la
muerte de su primogénita y de su nieto Miguel (que iba a unificar los
Reinos de los Reyes Católicos con el de Portugal), la presunta «locura»
de su hija Juana (que desafió abiertamente a su madre en Medina del
Campo) y los desaires de Felipe el Hermoso, y la incertidumbre de su
hija Catalina tras la muerte de su esposo inglés, la sumieron en una
profunda depresión que hizo que vistiera de luto íntegro.
Muerte
Estaba la corte en Medina del Campo (Valladolid), cuando se declaró la grave enfermedad, una hidropesía, dijo como testigo Pedro Mártir. Consciente del desenlace, mandó que las misas por su salud se tornaran por su alma, pidió la extremaunción y el Santísimo Sacramento. Habiendo otorgado testamento a 12 de octubre, falleció poco antes del mediodía del 26 de noviembre de 1504, en el Palacio Real:Mi cuerpo sea sepultado en el momasterio de S. Francisco que es enPrimeramente fue inhumada en el monasterio de San Francisco de la Alhambra, el 18 de diciembre de 1504,
el Alhambra de la ciudad de Granada (...) en una sepultura baja que no
tenga bulto alguno, salvo una losa baja en el suelo, llana, con sus
letras en ella. Pero quiero e mando, que si el Rei eligiere sepultura en
otra cualquier iglesia o monasterio de cualquier otra parte o lugar
destos mis reinos, que mi cuerpo sea allí trasladado e sepultado junto
(...). Diego Clemencín, 1821.
en una sencilla sepultura, según su deseo. Poco después, sus restos
mortales, junto con los de su esposo Fernando el Católico, fueron
trasladados a la Capilla Real de Granada. Su hija Juana I y el marido de ésta, Felipe el Hermoso, también reposan allí. Asimismo se enterró en este lugar a su nieto Miguel de la Paz, hijo del rey Manuel I de Portugal y la infanta Isabel de Aragón, quien falleció poco antes de cumplir los 2 años de edad.
En el museo de la Capilla Real se encuentran la corona y el cetro de
la reina, quien además dotó a la Capilla de un importante grupo de
cuadros (aún in situ), de Botticelli, Dirk Bouts, Rogier van der Weyden y Hans Memling, entre otros, y muchas de sus pertenencias personales.
Testamento y sucesión
En su testamento la reina estipuló que, si bien la heredera del trono era su hija Juana, el rey Fernando administraría y gobernaría Castilla en su nombre al menos hasta que el infante Carlos, primogénito de Juana, cumpliera veinte años.22 Después de los hijos de Juana la línea sucesoria pasaría a María, la hija menor de Isabel, y solo después a Catalina.23Sin embargo la nobleza castellana no apoyó a Fernando y este optó por
retirarse a Aragón. El gobierno de Castilla quedó entonces para el rey Felipe I, esposo de Juana, pero a los pocos meses murió repentinamente y ello llevó a que Fernando fuese nombrado de nuevo regente.24
Juana fue encerrada en Tordesillas por su padre, que gobernó Castilla
hasta su muerte en 1516. Le sucedió Carlos, hijo de Juana y nieto de
Isabel y Fernando.
Por otra parte en su testamento Isabel les pidió a sus sucesores que
se esforzasen en conquistar para el cristianismo el Norte de África
continuando la reconquista peninsular 25
y que se convirtiese al cristianismo a los habitantes de América («las
yslas y Tierra Firme del Mar Oçéano») y se les tratase justamente.22
El testamento original de la reina se conserva en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Una copia se envió al monasterio de Santa Isabel de la Alhambra de Granada. Y otra, a la catedral de Toledo, aunque desde 1575 pasó al Archivo General de Simancas.23
En 1864 Eduardo Rosales representó el momento en el que la reina dicta su testamento en el cuadro Doña Isabel la Católica dictando su testamento.26
Posteridad
Durante los siglos XVI y XVII la figura de Isabel fue relativamenteeclipsada en la memoria histórica por la de su marido, el rey Fernando,27
al que los cronistas de aquellos tiempos pintaban de magnánimo, afable,
templado y dispuesto a negociar, en contraste con el rigor e
inflexibilidad que se proyectaba en los retratos de Isabel.28 A principios del siglo XIX Diego Clemencín escribió un Elogio de la Reina Católica
que por primera vez se centró en la figura de la reina, a la que colmó
de virtudes, relegando a su marido a un segundo plano. Esta obra influyó
en todos los historiadores siguientes hasta al menos mediados del siglo
XX.27 29 En 1815 el rey Fernando VII, tras regresar a España y restaurar el absolutismo, creó la orden de Isabel la Católica, alta condecoración que sigue otorgando en la actualidad el gobierno español. Más tarde, los liberales y románticos
españoles del siglo XIX tendieron a tener una imagen positiva de los
Reyes Católicos, a los que consideraban los últimos monarcas nacionales.27 A partir de 1938, la dictadura de Francisco Franco utilizó profusamente en su propaganda la figura y los símbolos de Isabel «la Católica» (véase Simbología del franquismo).
En 1952 fue publicado por vez primera el texto de la bula Si convenit que otorgaba a Isabel y Fernando el título de «católicos».30
En 1958 José García y Goldaraz, arzobispo de Valladolid, inició el proceso para la beatificación
de Isabel. Creó un equipo de historiadores españoles a los que encargó
escribir sobre los puntos más conflictivos de la biografía de la reina. Luis Suárez Fernández se encargó de la expulsión de los judíos y como resultado de su trabajo publicó varios libros. Otros miembros del equipo fueron Antonio Rumeu de Armas y Miguel Ángel Ladero Quesada.31 El historiador István Szászdi ha denunciado que los partidarios de la beatificación o algunos nacionalistas españoles han hecho desaparecer documentos históricos de los archivos que podían comprometer la legitimidad de Isabel como reina.22
El proceso de beatificación sigue su curso en la actualidad,
sostenido por el apoyo económico de los herederos del empresario
mexicano Pablo Díaz.32 Los partidarios de Isabel achacan que el Vaticano no la haya beatificado a la oposición de un «lobby judío».32
Descendencia
Isabel tuvo cinco hijos con Fernando (el cual había tenido otros hijos antes de su matrimonio):- Isabel (1 o 2 de octubre de 1470 – 1498), princesa de Asturias (1476–1480; 1498), contrajo matrimonio con el infante Alfonso, pero a su muerte se casó en 1495 con el primo del fallecido, Manuel, que fue rey de Portugal con el nombre de Manuel I, el Afortunado. Fue reina de Portugal entre 1495 y 1498, muriendo en el parto de su primer hijo Miguel de Paz.
- Juan (30 de junio de 1478 – 1497), príncipe de Asturias (1480–1497). En 1497, contrajo matrimonio con Margarita de Austria (hija del emperador germánico Maximiliano I de Habsburgo);
murió de tuberculosis poco después. Tuvo una hija póstuma que nació
muerta. Margarita se fue de España y se encargó por un tiempo de su
sobrino Carlos, futuro emperador Carlos V. - Juana I de Castilla (6 de noviembre de 1479 – 1555), princesa de Asturias (1502–1504), reina de Castilla (1504–1555) con el nombre de Juana I. En 1496, contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso de Habsburgo
(también hijo del emperador Maximiliano I). Con él entró una nueva
dinastía en España, la de los Habsburgo, que formaban la Casa de
Austria. Su primogénita fue Leonor de Austria (1498-1558). En 1500 Juana
fue por segunda vez madre, esta vez de su primer hijo varón, el futuro Carlos I, quien la sucedería y sería también emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V. En 1503, dio a luz a Fernando, sucesor de Carlos en el Sacro Imperio como Fernando I,
y restauró la rama austríaca imperial de la Casa de los Austrias.
Mentalmente afectada por la muerte de su marido, fue recluida por su
padre Fernando en Tordesillas, donde murió. - María (29 de junio de 1482 – 1517), contrajo matrimonio en 1500 con el viudo de su hermana Isabel, Manuel I de Portugal, el Afortunado. Fue madre de diez hijos, entre ellos: Juan III, Enrique I de Portugal y la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V.
- Catalina (16 de diciembre de 1485 – 1536), contrajo matrimonio con el príncipe Arturo de Gales en 1502, que murió pocos meses después de la boda. En 1509 se desposó con el hermano de su difunto marido, que sería Enrique VIII. Por lo tanto se convirtió en reina de Inglaterra; fue madre de la reina María I de Inglaterra, María Tudor.
Ancestros
16. Enrique II de Castilla | ||||||||||||||||
8. Juan I de Castilla | ||||||||||||||||
17. Juana Manuel de Villena | ||||||||||||||||
4. Enrique III de Castilla | ||||||||||||||||
18. Pedro IV de Aragón | ||||||||||||||||
9. Leonor de Aragón | ||||||||||||||||
19. Leonor de Sicilia | ||||||||||||||||
2. Juan II de Castilla | ||||||||||||||||
20. Eduardo III de Inglaterra | ||||||||||||||||
10. Juan de Gante | ||||||||||||||||
21. Felipa de Henao | ||||||||||||||||
5. Catalina de Lancáster | ||||||||||||||||
22. Pedro I de Castilla | ||||||||||||||||
11. Constanza de Castilla | ||||||||||||||||
23. María de Padilla | ||||||||||||||||
1. Isabel I de Castilla | ||||||||||||||||
24. Pedro I de Portugal | ||||||||||||||||
12. Juan I de Portugal | ||||||||||||||||
25. Teresa Gille Lourenço | ||||||||||||||||
6. Juan de Portugal | ||||||||||||||||
26. Juan de Gante | ||||||||||||||||
13. Felipa de Lancaster | ||||||||||||||||
27. Blanca de Lancaster | ||||||||||||||||
3. Isabel de Portugal | ||||||||||||||||
28. Juan I de Portugal | ||||||||||||||||
14. Alfonso I de Braganza | ||||||||||||||||
29. Inés Pires | ||||||||||||||||
7. Isabel de Barcelos | ||||||||||||||||
30. Nuño Álvares Pereira | ||||||||||||||||
15. Beatriz Pereira de Alvim | ||||||||||||||||
31. Leonor de Alvim | ||||||||||||||||
Semblanza de la reina
De ella, los cronistas contemporáneos dijeron:- Pedro Mártir de Anglería:
«Su modestia personal y mansedumbre admirables»; «del rey no sorprende
que sea admirable... pues leemos en las historias incontables ejemplos
de hombres justos, fuertes, dotados de virtud, incluso sabios. Pero
ella... ¿quién me encontrarías tú entre las antiguas, de las que
empuñaron el cetro, que haya reunido juntas en las empresas de altura
estas tres cosas: un grande ánimo para emprenderlas, constancia para
terminarlas y juntamente el decoro de la pureza? Esta mujer es fuerte,
más que el hombre más fuerte, constante como ninguna otra alma humana,
maravilloso ejemplar de pureza y honestidad. Nunca produjo la naturaleza
una mujer semejante a esta. ¿No es digno de admiración que lo que
siempre fue extraño y ajeno a la mujer, más que lo contrario a su
contrario, eso mismo se encuentre en ésta ampliamente y como si fuera
connatural a ella?». - Hernando del Pulgar:
«Muy buena mujer; ejemplar, de buenas y loables costumbres... Nunca se
vio en su persona cosa incompuesta... en sus obras cosa mal hecha, ni en
sus palabras palabra mal dicha»; «dueña de gran continencia en sus
movimientos y en la expresión de emociones... su autodominio se extendía
a disimular el dolor en los partos, a no decir ni mostrar la pena que
en aquella hora sienten y muestran las mujeres»; «castísima, llena de
toda honestidad, enemicísima de palabras, ni muestras deshonestas»;
«muger muy cerimoniosa en los vestidos e arreos, e en sus estrados e
asientos, e en el servicio de su persona ; e quería ser servida de omes
grandes e nobles, e con grande acatamiento e humiliaçión. (...) por esta
condiçión le era inputado algúnd viçio, diziendo ser pompa demasiada».33 - Lucio Marineo Sículo:
«Y no fue la reina de ánimo menos fuerte para sufrir los dolores
corporales... Ni en los dolores que padecía de sus enfermedades, ni en
los del parto, que es cosa de grande admiración, nunca la vieron
quejarse, antes con increíble y maravillosa fortaleza los sufría y
disimulaba»; «aguda, discreta, de excelente ingenio»; «habla bien y
cortésmente». - Andrés Bernáldez:
«Fue mujer muy esforzada, muy poderosa, prudentísima, sabia,
honestísima, casta, devota, discreta, verdadera, clara, sin engaño.
¿Quién podría contar las excelencias de esta cristianísima y
bienaventurada reina, muy digna de loa por siempre? Allende de ella ser
castiza y de tan nobilísima y excelentísima progenie de mujeres reinas
de España, como por las crónicas se manifiesta tuvo ella otras muchas
excelencias de que Nuestro Señor la adornó, en que excedió y traspasó a
todas las reinas así cristianas que antes de ella fueron, no digo tan
solamente en España mas en todo el mundo, de aquellas por quien (por sus
virtudes o por sus gracias o por su saber o poder) su memoria y fama
vive... de aquellas por sola una cosa que tuvieron o hicieron vive y
vivirá su memoria; pues cuanto más ha de vivir la memoria y fama de
reina tan cristianísima, que tantas excelencias tuvo y tantas maravillas
Nuestro Señor, reinando ella en sus reinos, por ella hizo y obró». - Fernández de Oviedo:
«Verla hablar era cosa divina; el valor de sus palabras era con tanto y
tan alto peso y medida, que ni decía menos, ni más, de lo que hacía al
caso de los negocios y a la calidad de la materia de que trataba». - Diego Enríquez del Castillo: «Prudente y de mucho seso».
- Diego de Valera: «Llena de humanidad».
- Alfonso de Palencia: «Bondadosa»; «Mujer de pudor y pureza en sus costumbres»; «Inteligente».
- Alonso Flores (Flórez): «De mirar gracioso y honesto».
- Fernando el Católico, en su testamento, declaró que «Era ejemplar en todos los autos de virtud y del temor de Dios».
- Fray Francisco Jiménez de Cisneros, su confesor, alababa «Su pureza de corazón»; «Su gran corazón y grandeza de alma».
Filmografía
Cine
Año | Película | Director | Actriz |
---|---|---|---|
1945 | La carabela de la ilusión | Benito Perojo | Pilar Muñoz |
1946 | El doncel de la Reina | Eusebio Fernández Ardavín | Mary Carrillo |
1949 | Christophe Colomb | David MacDonald | Florence Eldridge |
1951 | Alba de América | Juan de Orduña | Amparo Rivelles |
1951 | Hare We Go | Robert McKimson | |
1976 | La espada negra | Francisco Rovira Beleta | Maribel Martín |
1982 | Cristóbal Colón, de oficio... descubridor | Mariano Ozores | Fiorella Faltoyano |
1983 | Juana la loca... de vez en cuando | José Ramón Larraz | Lola Flores |
1992 | Cristóbal Colón: El descubrimiento | John Glen | Rachel Ward |
1992 | 1492: la conquista del paraíso | Ridley Scott | Sigourney Weaver |
2000 | Isabel of Castille: The Royal Diaries | William Freud | Lisa Jakub |
2001 | Juana la Loca | Vicente Aranda | Susi Sánchez |
2006 | La reina Isabel en persona | Rafael Gordon | Isabel Ordaz |
Series de televisión
Año | Serie | Canal | Actriz |
---|---|---|---|
1985 | Christopher Columbus | RAI | Faye Dunaway |
1990 | Réquiem por Granada | TVE | Marita Marschall |
1992 | True Adventures of Christopher Columbus | BBC | Miranda Richardson |
2004 | Memoria de España | TVE | Marita Marschall |
2012-2014 | Isabel | TVE | Michelle Jenner |
Predecesor: Alfonso de Castilla |
Princesa de Asturias (de 1470 a 1474 en paralelo con Juana de Castilla) 1468 - 1470/1474 |
Sucesora: Isabel de Aragón |
Predecesor: Enrique IV |
Reina de Castilla (junto a Fernando V desde 1475) 1474 - 1504 |
Sucesora: Juana I |
Predecesora: Mohammed XII Boabdil |
Reina de Granada (incorporado a la Corona de Castilla) 1492 - 1504 |
Sucesora: Juana I de Castilla |
Predecesora: Juana Enríquez |
Reina Consorte de Aragón, Mallorca, Valencia, Sicilia y Condesa Consorte de Barcelona 1479 - 1504 |
Sucesora: Germana de Foix |
Predecesora: Ana de Bretaña |
Reina Consorte de Nápoles 1504 |
Sucesora: Germana de Foix |
Véase también
Notas y referencias
- La titulación
completa era: Reina de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de
Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, del Algarve, de Algeciras, de
Gibraltar y Señora de Vizcaya y de Molina. - Algunos autores sitúan su nacimiento en Ávila o Madrid. Foronda y Aguilera, 1920
- Así lo afirma el cronista Zurita pero no hay sin embargo constancia documental de ello, según Fernández de Córdova Miralles (2005, p. 231)
- Artículo 56-2. Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona.
Artículo 57-1. La Corona de España es
hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón,
legítimo heredero de la dinastía histórica. (...)
Referencias
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Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Isabel I de Castilla.
- Comisión para la Canonización de Isabel la Católica, Arzobispado de Valladolid
- Capilla Real de Granada
- Isabel la Católica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
- López Poza, Sagrario, «Empresas o divisas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (los Reyes Católicos)», Janus, 1, 2012, págs. 1-38.
- Codicilo de la Reina Isabel la Católica, otorgado en Medina del Campo, el 23 de noviembre de 1504 , manuscrito. Digitalizado en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España
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