Jan
23
La liturgia diaria meditada - Síganme, y yo los haré pescadores de hombres (Mc 1, 14-20) 25/01
3º durante el año
Verde
(Conversión de san Pablo, apóstol).
Antífona de entrada Sal 95, 1. 6
Canten al
Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra. En su presencia hay
esplendor y majestad, en su santuario, poder y hermosura.
Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra. En su presencia hay
esplendor y majestad, en su santuario, poder y hermosura.
Oración colecta
Dios
todopoderoso y eterno, ordena nuestra vida según tu voluntad para que,
en el nombre de tu Hijo amado, podamos dar con abundancia frutos de
buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
todopoderoso y eterno, ordena nuestra vida según tu voluntad para que,
en el nombre de tu Hijo amado, podamos dar con abundancia frutos de
buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Recibe con
bondad nuestros dones, Señor; y al santificarlos, haz que se conviertan
en causa de salvación para nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
bondad nuestros dones, Señor; y al santificarlos, haz que se conviertan
en causa de salvación para nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Sal 33, 6
Miren hacia el Señor, y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
O bien: cf. Jn 8,12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida
Oración después de la comunión
Dios
todopoderoso, concédenos, a los que somos vivificados por tu gracia,
alegrarnos siempre con el don recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
todopoderoso, concédenos, a los que somos vivificados por tu gracia,
alegrarnos siempre con el don recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura Jon 3, 1-5. 10
Lectura de la profecía de Jonás.
La palabra
del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
“Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje
que yo te indicaré”. Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del
Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres
días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó
durante todo un día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será
destruida”. Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se
vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más
pequeño. Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su
mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y
no las cumplió.
del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
“Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje
que yo te indicaré”. Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del
Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres
días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó
durante todo un día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será
destruida”. Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se
vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más
pequeño. Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su
mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y
no las cumplió.
Palabra de Dios.
Comentario
Jonás,
obediente a Dios, predica en un lugar pagano que nada tiene que ver con
la tradición de Israel, y cuyos habitantes no conocían la Ley de Yavé.
Sin embargo, reconocen que Dios es el Dios de todo el mundo, de todos
los hombres. Y Jonás logra que Dios se manifieste con su perdón.
obediente a Dios, predica en un lugar pagano que nada tiene que ver con
la tradición de Israel, y cuyos habitantes no conocían la Ley de Yavé.
Sin embargo, reconocen que Dios es el Dios de todo el mundo, de todos
los hombres. Y Jonás logra que Dios se manifieste con su perdón.
Salmo 24, 4-5b. 6. 7b-9
R. Muéstrame, Señor, tus caminos.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador. R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí
según tu fidelidad. R.
porque son eternos.
Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí
según tu fidelidad. R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres. R.
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres. R.
2ª Lectura 1 Cor 7, 29-31
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Lo que
quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los
que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si
no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que
compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si
no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.
quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los
que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si
no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que
compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si
no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.
Palabra de Dios.
Comentario
“Todo estado
es vocación... la misma situación social es el marco de la santidad de
cada uno. En la segunda lectura, cuando Pablo, hablando a las
situaciones concretas en que viven los hombres: unos casados, otros sin
compromisos matrimoniales, unos esclavos, otros señores, les dice que
ese marco concreto en el cual viven, es donde Dios los quiere
santificar, con tal que ese marco histórico lo purifiquen de todo
pecado. Toda situación en el mundo es buena para ser santo con tal que
el hombre muestre en esa situación que no está de acuerdo con el pecado.
De ahí que la lucha de los cristianos es por convertirse ellos y
convertir al mundo del pecado al Reino de Dios que ya está cerca”.
es vocación... la misma situación social es el marco de la santidad de
cada uno. En la segunda lectura, cuando Pablo, hablando a las
situaciones concretas en que viven los hombres: unos casados, otros sin
compromisos matrimoniales, unos esclavos, otros señores, les dice que
ese marco concreto en el cual viven, es donde Dios los quiere
santificar, con tal que ese marco histórico lo purifiquen de todo
pecado. Toda situación en el mundo es buena para ser santo con tal que
el hombre muestre en esa situación que no está de acuerdo con el pecado.
De ahí que la lucha de los cristianos es por convertirse ellos y
convertir al mundo del pecado al Reino de Dios que ya está cerca”.
Aleluya Mc 1, 15
Aleluya. El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio. Aleluya.
Evangelio Mc 1, 14-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después, que
Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí
proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena
Noticia”. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a
su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran
pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de
hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y
avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan,
que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los
llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los
jornaleros, lo siguieron.
Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí
proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena
Noticia”. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a
su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran
pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y yo los haré pescadores de
hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y
avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan,
que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los
llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los
jornaleros, lo siguieron.
Palabra del Señor.
Comentario
Hoy, como en
otros tiempos, Jesús pasa cerca de nosotros, y nos llama. Nos da una
misión, y cada uno debe descubrirla. Al hacerlo, quedamos para siempre
comprometidos con ella.
otros tiempos, Jesús pasa cerca de nosotros, y nos llama. Nos da una
misión, y cada uno debe descubrirla. Al hacerlo, quedamos para siempre
comprometidos con ella.
Oración introductoria
Señor,
humildemente inicio mi oración pidiendo tu luz. Estoy seguro de que, al
igual que a los 72 discípulos, tu gracia es capaz de encender la llama
de mi amor a la misión que me has dado.
humildemente inicio mi oración pidiendo tu luz. Estoy seguro de que, al
igual que a los 72 discípulos, tu gracia es capaz de encender la llama
de mi amor a la misión que me has dado.
Petición
Jesús, hazme un discípulo misionero y de tu amor.
Meditación
1.- Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el evangelio.
En este evangelio, según san Marcos, Jesús nos dice que debemos
convertirnos y creer en el evangelio para que el reino de Dios pueda
llegar hasta nosotros. La conversión supone siempre un esfuerzo personal
para conseguir que el reino de Dios se haga realidad en nuestra vida.
Necesitamos tomar muy en serio nuestra vida, nuestra lucha espiritual
contra nuestros vicios, pecados y las tendencias desviadas de nuestra
naturaleza. Es más, los cristianos no sólo debemos aspirar a nuestra
conversión individual, sino que debemos luchar para que sea toda la
sociedad la que se convierta. Los valores del reino de Dios son valores
universales: la verdad, la vida, la justicia, la paz, el amor, la
santidad y la gracia. Nuestra lucha para conseguir que el reino de Dios
pueda hacerse realidad en mí y en nuestro mundo no es sólo un consejo,
es un deber de conciencia que nos impone el mismo Jesús en su evangelio.
El no es una
opción entre otras, es un imperativo, una condición necesaria e
imprescindible para que el reino de Dios pueda realizarse entre
nosotros. Dios no quiere avasallarnos, ni derribar violentamente las
murallas de nuestros egoísmos y resistencias interiores y exteriores.
Quiere que le abramos libremente las puertas alma, y de la sociedad,
para que él pueda reinar en nuestras vidas. Nuestra lucha espiritual, no
necesita armas físicas; Jesús no quiere que ninguno de sus discípulos
corte físicamente la oreja de los que intentan prenderle y ejecutarle,
como dicen que hizo un Pedro nervioso y atolondrado en el Huerto de los
Olivos. Quiere que todos nosotros, los cristianos, nos pongamos al lado
de nuestro maestro, defendiéndole a él y proclamando su mensaje, hasta
la muerte, si fuera preciso; con las armas del amor, de la justicia, de
la paz, de la santidad y de la gracia. Es decir convirtiéndonos y
creyendo en el evangelio, como acabamos de leer en el texto evangélico
de este domingo.
En este evangelio, según san Marcos, Jesús nos dice que debemos
convertirnos y creer en el evangelio para que el reino de Dios pueda
llegar hasta nosotros. La conversión supone siempre un esfuerzo personal
para conseguir que el reino de Dios se haga realidad en nuestra vida.
Necesitamos tomar muy en serio nuestra vida, nuestra lucha espiritual
contra nuestros vicios, pecados y las tendencias desviadas de nuestra
naturaleza. Es más, los cristianos no sólo debemos aspirar a nuestra
conversión individual, sino que debemos luchar para que sea toda la
sociedad la que se convierta. Los valores del reino de Dios son valores
universales: la verdad, la vida, la justicia, la paz, el amor, la
santidad y la gracia. Nuestra lucha para conseguir que el reino de Dios
pueda hacerse realidad en mí y en nuestro mundo no es sólo un consejo,
es un deber de conciencia que nos impone el mismo Jesús en su evangelio.
El no es una
opción entre otras, es un imperativo, una condición necesaria e
imprescindible para que el reino de Dios pueda realizarse entre
nosotros. Dios no quiere avasallarnos, ni derribar violentamente las
murallas de nuestros egoísmos y resistencias interiores y exteriores.
Quiere que le abramos libremente las puertas alma, y de la sociedad,
para que él pueda reinar en nuestras vidas. Nuestra lucha espiritual, no
necesita armas físicas; Jesús no quiere que ninguno de sus discípulos
corte físicamente la oreja de los que intentan prenderle y ejecutarle,
como dicen que hizo un Pedro nervioso y atolondrado en el Huerto de los
Olivos. Quiere que todos nosotros, los cristianos, nos pongamos al lado
de nuestro maestro, defendiéndole a él y proclamando su mensaje, hasta
la muerte, si fuera preciso; con las armas del amor, de la justicia, de
la paz, de la santidad y de la gracia. Es decir convirtiéndonos y
creyendo en el evangelio, como acabamos de leer en el texto evangélico
de este domingo.
2.- Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.
El profeta Jonás conocía las intenciones de Dios y por eso no quería ir
a Nínive a predicar la conversión, porque sabía muy bien que, si se
convertían, Dios los iba a perdonar y no serían destruidos. Jonás
pensaba que era conveniente que Nínive fuera destruida, puesto que era
una ciudad enemiga del pueblo de Israel. Pero la misericordia de Dios
era mucho más universal que los intereses políticos de Jonás y, por eso,
Dios le fuerza a Jonás a ir a Nínive y a predicar allí la conversión.
Ya sabemos la historia: Nínive se convierte y Dios se arrepiente de su
amenaza, con gran disgusto del profeta Jonás. Predicar la conversión a
los enemigos, en lugar de destruirlos, eso es lo que quiere el Señor y
así debemos actuar los cristianos. Dios no quiere la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva. Igualmente nosotros, los cristianos, no
queremos matar físicamente a ningún enemigo de nuestra religión; nuestra
predicación debe ir siempre acompañada de las armas del amor y de la
misericordia.
El profeta Jonás conocía las intenciones de Dios y por eso no quería ir
a Nínive a predicar la conversión, porque sabía muy bien que, si se
convertían, Dios los iba a perdonar y no serían destruidos. Jonás
pensaba que era conveniente que Nínive fuera destruida, puesto que era
una ciudad enemiga del pueblo de Israel. Pero la misericordia de Dios
era mucho más universal que los intereses políticos de Jonás y, por eso,
Dios le fuerza a Jonás a ir a Nínive y a predicar allí la conversión.
Ya sabemos la historia: Nínive se convierte y Dios se arrepiente de su
amenaza, con gran disgusto del profeta Jonás. Predicar la conversión a
los enemigos, en lugar de destruirlos, eso es lo que quiere el Señor y
así debemos actuar los cristianos. Dios no quiere la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva. Igualmente nosotros, los cristianos, no
queremos matar físicamente a ningún enemigo de nuestra religión; nuestra
predicación debe ir siempre acompañada de las armas del amor y de la
misericordia.
3.- Porque la representación de este mundo se termina.
Esta recomendación que san Pablo hace a los cristianos de Corinto sigue
siendo válida hoy para nosotros, aunque nosotros hoy vivamos en
situaciones y expectativas muy distintas. El momento presente es siempre
importantísimo, el más importante, pero no pasa de ser sólo un momento
respecto al tiempo total de nuestra vida. “Este mundo es camino para el
otro, que es morada sin pesar”, dijo el poeta, y así es en realidad.
Vivamos cada día con intensidad –carpe diem– pero sabiendo que cada día
es sólo un día más de un tiempo que, inevitablemente, se acabará pronto.
Somos peregrinos, caminantes, y no podemos, ni debemos, perder nunca de
vista la dirección y final del camino. Esforcémonos, luchemos, cada
día, para que el reino de Dios venga a nuestros corazones y a nuestro
mundo. Esta debe ser nuestra lucha, mientras Dios quiera tenernos vivos y
activos aquí en este mundo. Sin perder nunca la paz, ni el amor de
Dios.
Esta recomendación que san Pablo hace a los cristianos de Corinto sigue
siendo válida hoy para nosotros, aunque nosotros hoy vivamos en
situaciones y expectativas muy distintas. El momento presente es siempre
importantísimo, el más importante, pero no pasa de ser sólo un momento
respecto al tiempo total de nuestra vida. “Este mundo es camino para el
otro, que es morada sin pesar”, dijo el poeta, y así es en realidad.
Vivamos cada día con intensidad –carpe diem– pero sabiendo que cada día
es sólo un día más de un tiempo que, inevitablemente, se acabará pronto.
Somos peregrinos, caminantes, y no podemos, ni debemos, perder nunca de
vista la dirección y final del camino. Esforcémonos, luchemos, cada
día, para que el reino de Dios venga a nuestros corazones y a nuestro
mundo. Esta debe ser nuestra lucha, mientras Dios quiera tenernos vivos y
activos aquí en este mundo. Sin perder nunca la paz, ni el amor de
Dios.
4.– Misericordia divina y humana.
Las lecturas ponen todo su énfasis en la misericordia de Dios, cuya
ternura es eterna. Dios es salvador, es bueno y enseña el camino a los
humildes para que caminen con rectitud (salmo 24). Esta misericordia de
Dios ya se había hecho realidad en tiempos de Jonás, cuando Dios se
compadece y se arrepiente de la catástrofe con que había amenazado a
Nínive. Estoy seguro que se consigue más con la persuasión y con el
diálogo, que con la amenaza y la ruptura. Frecuentemente los católicos
nos escandalizamos de ciertas cosas que observamos en nuestro mundo, y
surge entonces espontáneamente nuestra condena. Creo que no se consigue
nada condenando, y sí se logra mucho convenciendo con el ejemplo.
Las lecturas ponen todo su énfasis en la misericordia de Dios, cuya
ternura es eterna. Dios es salvador, es bueno y enseña el camino a los
humildes para que caminen con rectitud (salmo 24). Esta misericordia de
Dios ya se había hecho realidad en tiempos de Jonás, cuando Dios se
compadece y se arrepiente de la catástrofe con que había amenazado a
Nínive. Estoy seguro que se consigue más con la persuasión y con el
diálogo, que con la amenaza y la ruptura. Frecuentemente los católicos
nos escandalizamos de ciertas cosas que observamos en nuestro mundo, y
surge entonces espontáneamente nuestra condena. Creo que no se consigue
nada condenando, y sí se logra mucho convenciendo con el ejemplo.
5. – Llamada y seguimiento. Jesús
llamó a unos pobres pescadores, nuevamente se fija en los pequeños,
para convertirlos en pescadores de hombres. Ellos no entendieron en
aquel momento de qué pesca se trataba, pero poco a poco se dieron cuenta
de la maravillosa y arriesgada misión que Jesús les encomendaba:
anunciar y establecer el Reino de Dios. Esta llamada no sólo se produjo
"en aquel tiempo", ahora mismo te sigue llamando a ti. ¿Serás capaz de
escuchar su voz y dejar en la arena tu barca?
llamó a unos pobres pescadores, nuevamente se fija en los pequeños,
para convertirlos en pescadores de hombres. Ellos no entendieron en
aquel momento de qué pesca se trataba, pero poco a poco se dieron cuenta
de la maravillosa y arriesgada misión que Jesús les encomendaba:
anunciar y establecer el Reino de Dios. Esta llamada no sólo se produjo
"en aquel tiempo", ahora mismo te sigue llamando a ti. ¿Serás capaz de
escuchar su voz y dejar en la arena tu barca?
Propósito
¡Seamos
apóstoles con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestra palabra,
y nunca nos avergoncemos de ser lo que somos: católicos, hijos de Dios,
discípulos de Jesucristo!
apóstoles con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestra palabra,
y nunca nos avergoncemos de ser lo que somos: católicos, hijos de Dios,
discípulos de Jesucristo!
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