Estudio bíblico: Las bodas de Caná - Juan 2:1-12
Serie: El Evangelio de Juan
Autor: Luis de Miguel Email: estudios@escuelabiblica.com
Las bodas de Caná - Juan 2:1-12
(Jn 2:1-12)
"Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí
la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen
vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi
hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. Y
estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la
purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres
cántaros. Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron
hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala.
Y se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin
saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado
el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen
vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has
reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús
en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en
él. Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus
hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días."
Introducción
En el pasaje anterior consideramos el primer
encuentro que Jesús tuvo con Natanael, y la promesa que le hizo: "Cosas
mayores que estas verás" (Jn 1:50). Ahora nos encontramos que Jesús está con sus discípulos en Caná de Galilea, precisamente la ciudad de Natanael (Jn 21:2),
y vamos a ver que el Señor hizo allí un milagro que sirvió para
ilustrar de forma práctica lo que le acababa de decir: que Jesús trae lo
mejor al final (Jn 2:10).
"Se hicieron unas bodas en Caná de Galilea"
El motivo por el que Jesús fue a Caná de Galilea,
tenía que ver con la asistencia a una boda. En este punto, tal vez
tengamos curiosidad por saber quiénes eran los novios, cuál era el menú,
cómo iba vestida la novia, u otros muchos detalles que todo el mundo
comenta en cualquier boda, pero nada de esto aparece en nuestro relato,
porque el objetivo del evangelista es otro, como él mismo explicará al
final: manifestar la gloria de Jesús (Jn 2:11).
"Fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos"
Algunos de los detalles acerca de esta boda que sí
conocemos, es que juntamente con Jesús, asistieron también sus
discípulos, su madre y sus hermanos. Esto es interesante, porque esta es
la primera señal pública que Jesús hizo y el evangelista la escoge para
establecer un punto de transición entre lo que habían sido sus
relaciones habituales con su familia hasta ese momento, y las que a
partir de entonces iba a tener con sus discípulos. Por lo tanto, veremos
que a lo largo del desarrollo del pasaje, Jesús pasa de ser el hijo de
María, para convertirse en el Señor al que sus discípulos siguen y
admiran.
Por otro lado, aunque no sabemos quiénes eran los
novios ni la relación que tenían con Jesús, podemos notar que el hecho
de invitarle a su boda cambió por completo aquella celebración. De esto
podemos sacar ciertas lecciones también para todos nosotros:
- Cristo asistió a esa boda y con su presencia
demostró cuán honroso es a los ojos de Dios el matrimonio. Y es muy
importante recordar esto en los tiempos en que vivimos, porque en gran
medida nuestra sociedad moderna se desmorona por el desprecio que
manifiesta hacia la institución divina del matrimonio. - También notamos que es importante invitar a Cristo a
nuestro matrimonio, sobre todo si queremos que éste acabe bien y sea la
experiencia feliz con la que Dios dio esta bendición al hombre y a la
mujer. Esto no significa únicamente que la pareja que se casa debe hacer
una ceremonia religiosa para pedir la bendición de Dios, por supuesto
que esto está muy bien, pero de nada servirá si cada uno de los cónyuges
no entrega su vida al Señor y toma la decisión firme de formar un hogar
donde Cristo tenga el lugar más importante.
"Y faltando el vino"
Es evidente que en aquella boda a la que Jesús
asistió había vino. Somos conscientes de que este es un tema delicado,
en torno al cual hay división de opiniones entre los creyentes. Podemos
entender la negativa de muchos cristianos a admitir cualquier consumo de
vino, sobre todo, si por causa de su abuso han visto a su alrededor o
en sí mismos las trágicas consecuencias que esto genera. Por esta razón,
aunque no es el tema de nuestro estudio, nos vamos a detener por unos
momentos para considerar lo que la Escritura dice acerca del vino.
- Es frecuente encontrarlo como un símbolo del gozo y la alegría (Jer 9:13).
- También se utilizaba como una alimento de uso general (Gn 14:18) (Nm 6:20) (Dt 14:26) (Neh 5:18).
- A veces se empleaba con fines medicinales .
- A causa de su carácter tóxico, su uso estaba
restringido y quedaba prohibido en relación con el desempeño de ciertas
funciones y siempre se condena su uso excesivo: (Lv 10:9) (Pr 31:4-5) (Ec 10:17) (Is 28:7) .
En vista de todo esto, ¿cuál debería ser la actitud de los cristianos para con el vino hoy?
- Con respecto a su consumo en las comidas, los
cristianos deberían actuar con prudencia, buscando ante todo la gloria
del Señor y no la gratificación egoísta de sus propios deseos. - Siempre debemos recordar también las advertencias de la Escritura en contra de la embriaguez (Ro 13:13) (Ga 5:21) (Ef 5:18) .
- Y por supuesto, el cristiano debería estar dispuesto a privarse de todo aquello que pueda ser causa de tropiezo para otro (Ro 14:21).
Ahora, volviendo a nuestro texto nuevamente, el
evangelista nos dice que en algún momento de la boda comenzó a faltar el
vino. Tal vez llegaron más invitados de los previstos, o los novios
habían calculado mal, o no tenían suficientes recursos económicos...
realmente no lo sabemos. En cualquier caso, este era un problema grave.
Y no podemos decir que la situación no nos resulte
familiar. ¡Cuántos han ido al matrimonio pensado que llevaban todo lo
necesario, y a la mitad del camino se han encontrado sin fuerzas para
seguir adelante! Ese es el momento de darse cuenta de que el único que
puede sacar fuerzas y ánimo de donde no hay es el Señor Jesucristo.
"La madre de Jesús le dijo: No tienen vino"
Ya hemos visto que María también estaba en aquella
boda, y aunque tampoco en cuanto a ella se nos dice nada acerca de su
relación con los novios, sin embargo, observamos que se movía con
bastante libertad, como si fuera alguien cercano a la familia. De hecho,
vemos que estaba al corriente de lo que ocurría y en algún momento
hasta daba órdenes a los criados (Jn 2:5).
María también sabía perfectamente que Jesús podía
solucionar aquel problema y no dudó en dirigirse a él. Es evidente, que a
pesar de todos los años que habían pasado, ella seguía guardando en su
corazón todas aquellas cosas milagrosas que habían rodeado el nacimiento
de Jesús, y las promesas que se habían hecho en cuanto a él (Lc 1:26-38).
Es probable por lo tanto, que María estuviera pidiendo a su hijo que
hiciera un milagro y comenzase a manifestarse públicamente.
"Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora"
La contestación de Jesús a María implicaba cierto
desacuerdo entre ambos, aunque en ningún momento se mostró descortés con
su madre.
Es cierto que Jesús no le llamó "madre", sino
"mujer", y aunque esto nos pueda sonar extraño, de ninguna manera
implicaba una falta de respeto. De hecho, fue la misma expresión que
Jesús utilizó cuando estaba muriendo en la cruz y encomendó el cuidado
de su madre a Juan: (Jn 19:26) "Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he aquí tu hijo".
En realidad, lo que Jesús quería enseñar a su madre
es que había llegado el momento en que ella debía dejar de pensar en él
como si únicamente fuera su hijo, y tenía que comenzar a considerarlo
ante todo como su Señor. Y era importante que lo asumiera cuanto antes,
porque mientras lo siguiera viendo como su hijo, más sufriría cuando él
sufriera.
No obstante, no podemos negar que el Señor sí que
manifestó cierto desacuerdo con ella. ¿Por qué razón? Porque aunque
María sólo se limitó a mencionar una necesidad en el transcurso de
aquella boda, Jesús interpretó el detalle como un intento de lanzar a su
hijo en su carrera mesiánica. Así que, la reprensión del Señor tuvo su
origen en el hecho de que María estaba colocando su relación maternal en
conexión con su obra, y el Señor no podía aceptar esto. Ella no podía
ser quien indicara la "hora" en que debía manifestarse, eso era algo que
sólo le correspondía a su Padre en el cielo.
Es curioso que de este hecho, la iglesia Católica
deduce la intercesión celestial de María, de tal manera que las
peticiones que ella reciba en este tiempo de los creyentes que están
vivos, las hará efectivas en el cielo. Pero notemos que no hay ningún
indicio en el pasaje de que Jesús le confiriera tal autoridad a María ni
en el cielo ni tampoco en la tierra. El relato deja claro que el hecho
de que fuera su madre no le revestía de ninguna autoridad especial. Es
más, fue censurada por el Señor por la única súplica que le hizo. Y por
último, señalar también que desde el momento en que Jesús comenzó su
ministerio, la trató como "mujer", no como "madre", si bien, como buen
hijo, nunca olvidó sus deberes familiares.
"Aún no ha venido mi hora"
¿A qué "hora" se refería el Señor? Aquí
aparentemente significaba la hora de la manifestación pública de su
condición mesiánica. Pero en otras ocasiones se refiere a la hora de su
sufrimiento en la Cruz que precedería a su triunfo y glorificación (Jn 7:30) (Jn 8:20) (Jn 12:23) (Jn 12:27).
En nuestro pasaje, aunque Jesús finalmente hizo caso
a lo que su madre le sugirió, sin embargo, la discreción con la que
llevó a cabo el milagro puso en evidencia que todavía no había llegado
la hora de manifestarse abiertamente.
Con todo esto, lo que Jesús quería dejar claro es
que tenía que hacer cada cosa en el momento preciso que el Padre le
indicase, sin consentir que nadie, ni aun su propia madre, se
interferirse en ello.
Esto nos enseña una vez más, que hay que poner los intereses y el llamamiento de Dios por encima de los lazos familiares.
"Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere"
María tomó la actitud correcta ante la censura que
le dirigió el Señor: se abstuvo de discutir, reconoció el derecho de
Jesús como Mesías a su independencia en cuanto a ella, y manifestó su fe
en él poniéndose a sus ordenes.
Las palabras con la que María manifestó esta actitud
deberían ser tenidas en consideración siempre por todos nosotros:
"Haced todo lo que os dijere".
"Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos"
Seguramente estas tinajas de piedra son mencionadas
aquí como un elemento accesorio para la realización del milagro que
Jesús se disponía a hacer. Sin embargo, nos llama la atención que no
sólo menciona las tinajas, sino también el uso que se hacía de ellas:
"para el rito de la purificación de los judíos".
La "purificación" era uno de los puntos principales
de la santidad judía. Jesús tuvo diferentes controversias con los judíos
por su insistencia en los lavamientos, aclarándoles que estos ritos
externos de ninguna manera podían limpiar el corazón (Mr 7:1-23).
Tal vez debamos considerar estas tinajas vacías como
un símbolo de la vaciedad del judaísmo, y el milagro que Jesús hizo,
como un anticipo de la nueva vida transformada que se disponía a dar a
todo aquel que creyera en él.
"Llenad estas tinajas... y llevadlo al maestresala"
El Señor mandó que se llenaran aquellas tinajas de
agua para después transformarla en vino. Este detalle nos llama la
atención, porque Jesús podría haber hecho vino sin necesidad de que
hubiera agua. Pero aunque el Señor es completamente auto suficiente, sin
embargo, habitualmente usa de seres humanos para llevar a cabo sus
propósitos. Y por supuesto, cuando obedecemos a los mandatos divinos,
aunque estos nos puedan parecer a veces incomprensibles o imposibles,
podemos estar seguros de que él siempre cumplirá su propósito.
Así que, como consecuencia de su obediencia, ellos
fueron testigos privilegiados de la maravillosa transformación del agua
convertida en vino.
"El agua hecha vino"
Alguien ha dicho que "el agua, consciente de la situación, vio a su Dios y se sonrojó".
Tanto el agua como el vino son líquidos, pero al
convertir el uno en el otro, hubo una transformación tanto de su
carácter como de su sustancia. Es algo similar a lo que ocurre en el
nuevo nacimiento, tal como Jesús intentó explicar a Nicodemo en (Jn 3:1-15).
Otro detalle interesante es el carácter del milagro.
En la mayoría de las ocasiones, los milagros de Jesús consistían en
restaurar física o espiritualmente a los hombres necesitados, pero este
milagro es diferente en este sentido, ya que se preocupa de ciertas
necesidades materiales. De esto aprendemos que cuando el Señor viene a
nuestras vidas, tiene interés en cada aspecto de nuestro ser. Y en
aquella ocasión, proveer vino para un banquete de boda, sirvió para
evitar mucha tristeza y humillación a aquellos novios y a su familia.
Notemos también que el Señor tiene interés por todos
los detalles de la vida humana y que participa activamente en ellos. No
debemos pensar por lo tanto, que el verdadero cristianismo sea la
negación de todos los placeres humanos. Este es el pensamiento que el
diablo ha introducido en la mente de los hombres, pero el deseo de Dios
es que disfrutemos de los placeres legítimos de la vida en comunión con
él. Sin embargo, debemos tener cuidado de que nuestro disfrute de
ciertos placeres lo hagamos sin estar en comunión con Dios. En ese
momento, habremos traspasado la línea de lo permitido y deberíamos
volver atrás.
"Tú has reservado el buen vino hasta ahora"
Cuando el maestresala probó el agua convertida en
vino, no pudo ocultar su sorpresa: "Tú has reservado el buen vino hasta
ahora".
Como decíamos hace un momento, el Señor no ha venido
para robarle a los hombres su alegría y felicidad, sino a todo lo
contrario. Es el diablo el que da lo mejor al principio y cuando ya el
apetito está algo saciado, entonces pone lo peor. Una buena ilustración
de esto es la parábola del hijo pródigo, que después de un breve tiempo
disfrutando de los placeres mundanos que el diablo le ofrecía, se
encontró comiendo algarrobas con los cerdos (Lc 15:11-16). Esta debería ser una seria advertencia para todos aquellos que viven un vida frívola y mundana sin el Señor.
Pero el milagro sirve para ilustrar también la verdad de que en Cristo todo es mejor.
- La revelación de Dios que recibimos en Cristo es infinitamente superior a la que vino por los profetas y la ley (Jn 1:16-18) (He 1:1-2).
- Cuando nos entregamos a Cristo, la nueva vida es mucho mejor que la vieja.
- Si Cristo está presente en el matrimonio, cada día será mejor.
- Las bodas del Cordero serán mucho mejores que las bodas de Caná de Galilea.
- La vida eterna será mucho mejor que la presente.
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