29 de Diciembre de 2014

Amor y mariposas en el… ¿Cerebro?

Cuando
Cupido nos flecha todo parece más hermoso, el tiempo fluye con calma y
nuestro ser amado es perfecto. Sin embargo, ¿esto es real? ¿Cuál es la
importancia del rol de los neurotransmisores y las hormonas en el efecto
de enamoramiento?


Artículo de uso libre, sólo se pide citar autor y fuente (Asociación Educar).



Cuando recibimos el flechazo de Cupido notamos que algo cambia:
nuestro corazón palpita más fuerte, transitamos por la vida totalmente
distraídos y nuestra atención y pensamientos se fijan en la persona de
la cual nos enamoramos.


Sentimos mariposas en nuestro estómago, algo que suena muy poético…
Sin embargo, corriendo el riesgo de resultar poco románticos, lo que
realmente sucede es que nuestro cerebro y cuerpo son bañados por una
lluvia de diversos neurotransmisores y hormonas.


Mediante este maravilloso coctel nos podemos transformar en personas
pacientes ―cuando en realidad la calma no es una de nuestras virtudes―
casi por arte de magia. De hecho, hasta podemos disfrutar de acompañar a
nuestra pareja durante varias horas a probarse ropa en el shopping o
sentarnos gustosos a ver la totalidad de un partido de fútbol
mundialista entre Argelia vs. Rusia.


Seguramente, las personas que nos rodean observarán que algo está
distinto en nosotros sin poder comprender del todo qué nos cambió de
forma tan drástica. Afortunadamente, ahora podremos darles algunas
explicaciones sobre nuestra manera de proceder.


En las primeras fases del enamoramiento la glándula
suprarrenal aumenta la liberación de cortisol; esto no sólo nos lleva a
sentirnos más ansiosos y eufóricos, sino también a transformar nuestra
percepción, algo que podría llevarnos a disminuir nuestra capacidad de
discernir las cosas negativas y aumentar la visión positiva de la
persona que tanto nos atrae.


En el caso de los hombres, disminuyen los niveles de testosterona
–entre 20 y 40 veces mayor que en las mujeres–, lo que nos permite
centrar nuestra atención en esa mujer que tanto nos atrae, además de
volvernos más “tranquilos y pacientes”. En el caso de las mujeres, los
niveles de testosterona aumentan, incrementándose la libido y la
desinhibición. Digamos, metafóricamente hablando, que los hombres nos
volvemos más femeninos y las mujeres, más masculinas, algo que ayuda a
reducir las diferencias.


Asimismo, entran en juego otros neurotransmisores, entre los que
podríamos destacar la dopamina, la oxitocina, la adrenalina, la
serotonina y la vasopresina. Ellos son los responsables de la hermosa
sensación de estar enamorados –aumentando la empatía, la confianza, el
estado de ánimo, y el apego–, pero también “desconectan” parcialmente
nuestra conciencia. Por lo cual nuestro cerebro tendrá dificultades para
evaluar los contrastes, pudiendo llevarnos a cometer algunas
imprudencias. Por ejemplo, la dopamina será la responsable de esa
gigantesca motivación de ir al encuentro de la persona amada sea como
sea, aunque ésta viva muy lejos. No obstante, luego de un tiempo, los
niveles de dopamina descienden, lo que permite que nuestra conciencia
pueda volver a evaluar nuestras acciones y a veces hacernos notar
nuestro modo de actuar, llevándolos a plantearnos lo que estamos
haciendo.


Asimismo, las zonas cerebrales involucradas en los períodos de amorío
–entre las que podemos destacar: hipotálamo, amígdala, núcleo
accumbens, tegmental ventral, núcleo estriado e ínsula–, estimuladas por
los neurotransmisores mencionados anteriormente, también se encuentran
vinculadas con los estados emocionales de ansiedad, depresión y
obsesión, por lo que los cambios de humor y ánimo pueden ser muy
espontáneos y frecuentes.





Esta combinación de neurotransmisores, tan magnífica y gratificante,
pero también un arma de doble filo, comienza a decrecer con el pasar de
los meses. A medida que transcurre el tiempo, influidos por la
testosterona, nuestros niveles de “paciencia”, evaluación positiva del
otro individuo, apego, etc., tienden a disminuir, al igual que nuestro
acercamiento en las conductas y emociones.


Aquí es el momento en el cual nuestra conciencia e inconsciencia
comienzan a tener fuerzas equiparables: las diferencias surgen y la
capacidad de observarlas también. Por consiguiente, muchas parejas
terminan peleándose o sintiéndose engañada por el otro.


Pero, ¡atención!: no está todo perdido. Si bien nuestra biología
siempre cumple un rol apreciable en nuestro estado emocional, con
conocimiento las cosas cambian y podemos llevar adelante estrategias que
nos permitan mantener los neurotransmisores y las emociones de nuestro
lado.


Como mencionaba anteriormente, la dopamina tiene un papel muy
relevante en la motivación, además de ser la responsable de convertir
una actividad en un hábito positivo, pero al lograr los objetivos que
estimularon su liberación tiende a decrecer rápidamente. Lo importante
como pareja es conseguir establecer desafíos o proyectos en conjunto, en
los cuales la motivación que pueda traernos un “baño” de dopamina no
sólo dependa de actividades de corto plazo, sino, todo lo contrario,
podamos establecer objetivos y metas, tanto finales como parciales, para
poder ser un equipo que no sólo festeje los logros finales sino todo el
proceso.


Algo que estimula la liberación de adrenalina y cortisol son las
actividades en conjunto que puedan ser compartidas y hagan creer a toda
nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente) que se enfrenta a una
situación de peligro en donde tener aliados nos brinda seguridad,
fomentando el apego (una montaña rusa o una película de terror lo
producen). También puede liberarse en situaciones donde salgamos de
nuestra “zona de confort”, como ir a lugares donde desconozcamos
costumbres o idiomas, y superar los escollos que se presenten en el
camino brindará una gran satisfacción, al igual que practicar un estilo
de baile o ejercicio, que además liberará endorfinas, llenándonos de
felicidad y aumentando el estado de ánimo.


A esto se le pueden sumar cientos de estrategias que descubriremos
con el avanzar de la vida en pareja, sabiendo que principalmente toda
situación que compartamos junto al otro nos brindará mayor seguridad y
podremos sentir que todo desafío puede ser superado si trabajamos en
equipo: esto creará memorias emocionales muy positivas con esa persona,
además de lazos muy fuertes y duraderos en el tiempo.


Lo importante es siempre compartir desafíos y proyectos, sabiendo que
las dificultares aparecerán en el camino. Con conocimiento todos
tenemos la capacidad de comprender las diferencias para ser el pilar de
nuestro ser amado, ayudándolo a eludir cualquier dificultad con un
proyecto principal de corto, mediano y largo plazo, para ser felices
juntos :).


Bibliografía:


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