martes, 3 de marzo de 2015

Del Cristianismo coptado al Evangelio de Jesucristo - Monografias.com

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Del Cristianismo coptado al Evangelio de Jesucristo













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Partes: 1, 2


Indice1.
Introducción


2. La
coptación.


3. La
pre-monarquía


4. El Reino de Dios: Utopía de
Jesús


5. Cristianismo y
secularización


6. El reino de los
cielos


7.
Santidad


8. El día de
reposo




1.
Introducción




Cuenta la historia que un loro
enjaulado entristecía a un monje que al pasar todos los
días por aquel lugar lo escuchaba cantar

las celebres frases del Himno Nacional Argentino: Libertad,
Libertad, Libertad.

Hasta que un día no aguantó más y al pasar
por el lugar donde el loro gritaba su solicitud de libertad, se
acercó y le abrió la jaula. ¡Ahora sos libre!
-dijo-. Pero el loro asustado de aquel extraño se fue
hasta el fondo y aferrándose de los barrotes gritaba:
Libertad, Libertad, Libertad.

Permítaseme la crudeza: muchos cristianos hoy, como el
loro, predican la libertad en Cristo desde sus jaulas y aferrados
a los barrotes.

La pregunta es inevitable, ¿Qué es ser cristiano?,
¿Es aceptar un conjunto de dogmas denominacionales? ;
¿es hacerse miembros de una estructura? ;
¿es aferrarse a un puñado de leyes religiosas,
de costumbres y formas que nos diferencian y alejan de un mundo
que sufre, proponiéndole como única solución
hacerse parecidos a nosotros?.

Todo movimiento
verdadero tuvo que enfrentarse a dos desafíos que
podían vaciarlo de contenido: 1.- la
falsificación



2. La
coptación.




  1. Falsificación: Sin duda que Dios fundó
    el cristianismo con un propósito, y es lógico
    pensar que su enemigo, trataría de falsificar la verdad
    con el fin de neutralizar sus principios y
    practicas. A lo largo de este estudio trataremos algunas de las
    falsificaciones que el diablo ha logrado hacer de "el Reino de
    Dios".
  2. Coptación: la definición
    práctica de coptación la vemos en la historia del
    cristianismo con Constantino. El imperio romano
    se preocupó sistemáticamente de perseguir al
    cristianismo por su actitud
    antiimperialista. No pudiendo lograr destruirlo por la fuerza,
    Constantino los asimiló como parte del imperio; los hizo
    religión
    oficial, les construyó templos estatales, y así
    quitó del cristianismo el sentido profético que
    tenía, lo hizo parte del enemigo y se acabó el
    peligro: ahora el cristianismo era una religión que
    predicaba las normas
    culturales y éticas del imperio, las mismas que hasta
    ayer criticaba.
Si hasta ayer los cristianos peligraban por rehusarse a
decirlo "Señor" al emperador, ahora lo declaraban "sumo
pontífice".

La pregunta del millón es si hoy el cristianismo
está pasando por alguna de estas etapas: si en el siglo 21
estamos siendo falsificados o incorporados en las filas del
enemigo.

De eso trataremos en este trabajo. Analizaremos los sentidos y
objetivos del
verdadero cristianismo y los movimientos que lo han tratado de
falsificar en los últimos tiempos.



De la confederación a la monarquía

El proyecto
más extraño de la historia:

Cuando Jehová se le presenta al pueblo esclavo,
éste aún no era una nación;
simplemente, era un pueblo esclavo cuyo únicos lazos eran
la tradición, la historia de pactos, el idioma, y la
esclavitud que
los oprimía.

Doce tribus unidas en torno a pactos en
los que Jehová siempre está presente, no
sólo involucrado sino como el hacedor del pacto, como
aquel que "cumple sus promesas".

Después del éxodo, estos pueblos se fueron
estructurando, debido a su objetivo
común, como una liga de doce tribus. J. Bright la denomina
"liga anfictiónica", Rubén Dri:
"confederación" .

De esta forma, doce tribus liberadas de la esclavitud por un Dios
totalmente diferente que los dioses de la época, pasan a
ser "el reino de Jehová".

Extraño reino este que no admite dominación.
Extraño Dios que no admite imágenes,
que no admite que se lo adore en estatuas y templos (Ex. 20:4;
Deut. 5:8). Extraño Dios que no pertenece a un pueblo o
raza determinada, que no está con los dominadores de
turno, sino con los oprimidos: "el pueblo de Israel
sufría bajo la esclavitud. Gritaban y su clamor
subió hasta Dios". (Ex. 2:24)

Así se forma el proyecto más extraño de la
historia: una confederación de doce tribus llega a
Canaán con un proyecto diferente a todos los pueblos que
lo rodeaban; un pueblo teocrático rodeado de
monarquías absolutistas.



La caída de la teocracia.

El período teocrático de las doce tribus
duró aproximadamente 200 años, según el
autor citado, el colapso de la confederación
teocrática se debió a tres causas
principales:



  1. La amenaza filistea: los filisteos, quienes para el
    siglo Xl monopolizaban el acero, eran
    un peligro militar para la confederación que no
    tenía un ejército profesional. (1Samuel
    13:19-22).
  2. Desigualdad social: En aquella época, las doce
    tribus cultivaban en terrazas; el descubrimiento de la cal,
    impermeable para el agua, los
    ayudó a construir cisternas que ayudaron a algunas
    tribus a producir con más intensidad ocasionando un
    proceso de
    acumulación que llevó a una profunda desigualdad
    social.
  3. Corrupción: Sólo vasta leer 1 Sam. 8:3
    para comprender la corrupción que envolvía a los
    jueces de aquellos días.
3. La
pre-monarquía




De esta forma, es explicable porqué el pueblo
clama a gritos por un rey. Es interesante ver como Dios "contra
su voluntad" se lo concede.

No obstante, el primer rey de Israel, no fue rey en el sentido de
las monarquías autoritarias que lo rodeaban. Muy por el
contrario, Saúl estuvo más cerca de ser un "juez"
que un "rey" en el sentido estricto de la palabra.

La única diferencia notable entre la época de los
jueces y el reinado de Saúl, tal vez haya sido el
ejército profesional que éste
armó.



La monarquía propiamente dicha

Fue después de la muerte de
Saúl que la monarquía se empieza a inclinar hacia
el autoritarismo despótico. Deja de existir de esta manera
la
organización horizontal para comenzar a ser una
monarquía vertical, donde ni siquiera con Dios, el pueblo
podía tratar en forma directa como lo hacía antes.
Ahora a Dios se lo comienza a ver como un rey, y un rey visto con
los ojos de aquellos tiempos, desvirtuaba mucho la imagen que el
pueblo había tenido.

Jehová, fue el que más resistió la
monarquía porque sabía que llevaba al despotismo y
porque sabía que su imagen iba a ser dañada
profundamente ante el pueblo.

Habiendo monarquía, ya Dios no pactaba directamente con su
pueblo como hasta ahora lo había hecho. Los pactos de Dios
son ahora con el rey de Israel. Los sacerdotes que
ofrecían sacrificios de mediación por el pueblo,
ahora pasaban a ser los legitimadores de la monarquía. El
templo de Salomón, es construido "en terrenos de su
propiedad". La
relación del pueblo con su Dios se ve "privatizada" y
supeditada a los deseos del monarca.

La teología cambia de signo. De ser una teología de
liberación que daba sentido y legitimación a las
luchas de liberación y a la sociedad
igualitaria y liberada, pasa a ser una teología de
dominación que legitima el poder real.
Asume las características de la teología
egipcia sobre la filiación divina del rey.



La importancia del templo

Recién aquí podríamos decir que el templo
comienza a tomar preponderancia. El padre se le presenta a
Ezequiel y le dice que allí, en el templo, es donde
Él tiene "su trono" (43.7).

El sistema
monárquico había logrado sacar la morada de
Yavé del seno del pueblo, pero Dios no iba a ceder su
autoridad al
rey y estableció "su trono" en el templo; lejos, fuera del
palacio. Dios nunca es el Dios de la monarquía, no es el
rey en el sentido de monarquías absolutistas, es un "rey"
que se autoproclama "rey" precisamente en oposición al
sistema monárquico.



En cuanto a qué significa ser profeta

Según definiciones populares, podríamos suponer que
un profeta es una persona que
"adivina el futuro". Lejos está este concepto de la
verdad.

El término profeta viene del griego prophetes que
básicamente puede traducirse "alguien que anuncia la
voluntad de Dios". El término hebreo nàbî
tiene la raíz nb´ que significa "llamar". De esta
manera podríamos traducir la palabra profeta como: "uno
que es llamado", o bien "uno que llama".

Por supuesto, iglesias coptadas hacen de los profetas hombres que
revelan cuestiones espirituales individuales y da mensajes para
el futuro de la iglesia. Pero
según la etimología, profeta es mucho más
que alguien que ve el futuro. Es alguien llamado por Dios para
dar un mensaje al pueblo; es un anunciador de Dios.



Tres funciones
básicas cumple el profeta:



  1. Le muestra al
    hombre una
    nueva meta espiritual; 2) le muestra al hombre las alternativas
    entre las que debe elegir, y 3) protesta contra todos los actos
    y actitudes
    que hacen que el hombre se
    pierda a sí mismo y pierda también el camino de
    la salvación.
El profeta, primordialmente tiene la misión de
mostrar al pueblo dos caminos a seguir. El hombre tiene la
libertad de elegir cual de los dos caminos tomar. Hay un claro
ejemplo de lo que venimos diciendo: cuando los hebreos pidieron
un rey, Samuel tenía como objetivo mostrarle las dos
alternativas; la opresión que significaba una
monarquía y la libertad de la confederación. El
pueblo tuvo la oportunidad de elegir entre las dos opciones y ni
aún Dios se opuso a su opción equivocada.

No existe pues un determinismo en la vida de los hombres, lo
determinado no era la conducta humana,
sino las alternativas que estos plantean.

Sabemos que sin un poder espiritual, cualquier época
revolucionaria produce una catástrofe; de ahí la
necesidad profética de una "nueva meta espiritual". Todo
cambió político, social o de cualquier
índole en el pueblo de Dios, debía estar sustentado
en un gran poder espiritual para no fracasar.

Pero no era lo único que los profetas anunciaban. Los
profetas se oponían abiertamente al fetichismo:

Los profetas saben que la adoración de los ídolos
significa la esclavización del hombre

La idolatría no es mala porque "Dios es celoso"; Dios la
prohibe porque sabe que produce esclavitud en el hombre, lo
aliena, lo lleva a la torpeza de poner sus fuerzas y esperanzas
en un trozo de madera.

Pero los profetas no sólo anunciaban y prevenían,
también denunciaban el falso camino.

Esto quiere decir que los profetas tenían un proyecto, un
proyecto que guarda relación directa con el
propósito de la confederación. De hecho, el mensaje
profético es fundamentalmente antimonárquico. El
plan
profético tiene que ver con la propuesta confederada.

Los profetas ven con desagrado que Dios deje de ser soberano para
ser reemplazado por un rey igual en todo a los reyes de las
monarquías vecinas.

Por eso, el ámbito profético no es el palacio real,
tampoco es el templo, sino que el ámbito profético
es "el más estricto ámbito político", en
otras palabras, los profetas no tienen en cuenta al rey como
"representante de Dios", sino que mantienen la firme
convicción de que Dios se revela en el pueblo.

Es así como, cuando se oponen a los reyes, en realidad
están enfrentando dos proyectos
virtualmente opuestos: las monarquías autoritarias versus
la confederación teocrática.

Es por eso que en el pensamiento
mesiánico, el Señor no viene como un monarca sino
como un "Siervo sufriente".



La profecía apocalíptica

Los escritos apocalípticos, que encuentran su
máxima expresión veterotestamentaria en el libro de
Daniel, fueron escritos en circunstancias graves, momentos de
opresión tal que se le hace necesario al profeta usar un
lenguaje en
clave.

Estos escritos, acentúan aún más su
énfasis antimonárquico.

En el llamado Apocalipsis de Isaías leemos cómo los
reyes serán encerrados en un calabozo. (Is. 34: 12-15).
Daniel interpreta el sueño de Nabucodonosor como un
sueño "antiimperialista", donde el proyecto del Reino de
Dios, finalmente vencerá y será restaurado
destruyendo a todos los reinos de este mundo (Dan. Cap. 2)

En última instancia, el mensaje de los profetas
apocalípticos es el mismo pero con un lenguaje diferente,
en una clave que es preciso descifrar con la precaución de
no caer en un falso espiritualismo alegórico.

La iglesia, entonces, como cuerpo de Cristo, tiene en estos
días que valorar sus votos proféticos y llevar un
mensaje comprometido con el hombre integral en radical
oposición con el contenido pietista, que apunta al
corazón
individual olvidándose que el hombre es una integridad
infraccionable hecho por Dios a su imagen y semejanza.



La sumisión al poder

En la era de la modernidad se
construyó una religión de la razón.
Sólo era válido lo que era racionalmente
comprobable, lo demás era absurdo. Así lentamente,
a cada rama de la ciencia se
le otorgó el estudio de algo: El médico se
dedicó a la salud del cuerpo, el
psicólogo a enfermedades mentales, el
sociólogo, el químico, el matemático, cada
científico era sacerdote de esa nueva religión; y
de esa forma se empujó al cristianismo a ocuparse de la
"sin razón".

El cristianismo quedó relegado pues a ocuparse de cosas
metafísicas y de a poco se sintió contento con su
nuevo rol.

De esa forma el protestantismo que había tenido una
participación activa en la constitución de una sociedad moderna,
pronto se vio reducido a comentarios sobre lo que se
denominó "cosas espirituales".

Es interesante ver como el racionalismo,
que en última instancia fue una búsqueda del hombre
por vivir mejor, se transformó en un dios pagano que
subordinó al hombre a su propia razón.



La idolatría contemporánea

Una constante en todo el profetismo veterotestamentario es la
lucha contra la idolatría. Isaías relata el
porqué de la oposición a la idolatría.

La segunda mitad del libro (el llamado Deuteroisaías) es
un canto a la esperanza. Hasta ahora el profeta había sido
duro con la amonestación del pueblo de Dios y en el
capítulo 40 comienza una etapa de esperanza y
consuelo:

Habla al corazón de Jerusalén, dile a gritos que el
tiempo de su
milicia ha terminado, que su pecado está perdonado...
840.1,2)

En este contexto de reconciliación Isaías introduce
una profecía espléndida: nos habla de la venida de
Juan el Bautista y de nuestro Señor Jesucristo (3 al 10).
Y recién después de hablar del amor de Dios y
su grandeza (10 – 18) en un contexto profético, el
mensajero de Dios se dispone a hablar contra la
idolatría.

¿A qué se debe que Isaías hable contra la
idolatría en un contexto profético?. Sin duda que
el mensaje contra la idolatría que tiene la iglesia de los
últimos tiempos, forma parte de su misión
profética. El mensaje contra la idolatría, es un
mensaje específico de Dios para nuestros días.

Pero es notable ver con la ironía que Isaías trata
el tema de la idolatría

El carpintero... corta cedros de él se sirve
después para quemar, calentarse, y cocer el pan.
También hace de él un dios y lo adora...

Este pasaje nos muestra el principio de la idolatría: el
hombre es idólatra cuando se somete a su propia
creación.

De todo lo dicho se desprende que la idolatría no es algo
del ámbito religioso. No podemos decir que hoy la
idolatría está desapareciendo porque no hay tantos
altares familiares con estatuillas de ídolos como en el
pasado. Nuestra sociedad es altamente idólatra. El hombre
crea estructuras
para conservar la verdad; después hace más
importante dicha estructuras y encarcela la verdad en ellas. Esto
es un ejemplo de idolatría.

De allí la importancia de predicar contra este pecado: no
sólo son idólatras los que adoran a Gilda o a
Rodrigo. Muchos cristianos hoy se encuentran bendiciendo a un
sistema político, económico y cultural que forma
las bases de la idolatría contemporánea. Es el
deber profético de cada hijo de Dios amonestar contra las
nuevas formas de idolatría, advertir del pecado de la
deshumanización, que ha hecho de los sistemas algo
más importante que los hombres.



¿Qué tienen que ver estas cosas políticas
con el Reino de Dios?.

Ya hemos visto como la iglesia fue siendo relegada a un plano
netamente místico.

Pongamos un ejemplo: Hace un tiempo atrás, dos
jóvenes mataron a su padre a puñaladas en una
extraña actitud que al parecer incluía cultos
paganos e incesto. Desde todos los púlpitos se
escuchó hablar de cómo actúa el demonio. No
caben dudas de que allí actuó el demonio, sin
embargo, no es la única forma en la que actúa
Satanás: en nuestro país, un país amasado
con harina y leche, 55
chicos mueren de hambre a diario; ¿No es esto acaso obra
del demonio?. ¿No es diabólico que 40 personas
hayan muerto de frío en el invierno del 2000?. ¿A
quién le atribuimos la desocupación, el hambre, la miseria?
¿No son también cosas de los "dominadores de este
mundo"?. ¿Tenemos que luchar los cristianos contra estas
potestades, o sólo debemos preocuparnos cuando estos
"espíritus de los aires hacen cosas
paranormales?.



4. El Reino de Dios:
Utopía de Jesús




Hasta aquí alguno dirá: bueno, entonces
cambiemos de gobernantes; pongamos a nuestros pastores a dirigir
el mundo y se solucionó el problema... Como chiste es
divertido. Tampoco se trata de "capitalistas versus socialistas",
sino de algo más profundo. ¿Nos olvidamos acaso que
somos embajadores de un reino muy superior a cualquier sistema
político imperante?

De hecho, la proclamación del evangelio es ruptura con las
ideas de la sociedad contemporánea, mientras las
estructuras de este mundo son verticalistas, "Jesús
reveló que la autoridad de su reino estaba basada en la
solidaridad y el
servicio
desinteresado. Su poder era ajeno a todo espíritu de
dominación".

Suponer que ser cristiano es hablar de cosas sobrenaturales nos
hizo olvidar que el Reino de los Cielos es paradigma de
una sociedad que los cristianos debemos predicar. Una sociedad
que no está estructurada de acuerdo a jerarquías
humanas, una sociedad que no es piramidal ni autoritaria sino que
el que quiera ser el primero, deberá servir a los
demás; porque allí está la clave del "poder"
del Reino: el servicio amoroso y desinteresado.

Jesús no vino a este mundo a salvar almas sino a rescatar
hombres. No un fragmento del ser humano; muy por el contrario,
vino a que podamos ser "hombres nuevos": física, mental,
espiritual, cultural y socialmente nuevos. De esta forma el Reino
de los Cielos no es algo solamente metafísico, sino muy
por el contrario es algo de aquí y ahora; es la construcción de una nueva sociedad que no
se basa en la sumisión a ningún poder, ni en la
idolatría al dios de mercado ni al
dios Estado, sino
en el amor de
Dios que es en Cristo Jesús.cerca de qué es "ser
cristiano"



Tener una opinión es una cosa, y otra es tener
una convicción

Tal es la diferencia entre un cristiano "convertido" y uno
"convencido". Cualquiera puede adquirir una opinión que lo
acerca más a su círculo de pertenencia o tener una
convicción que emane de la cultura o la
tradición, pero esa convicción sirve sólo
cuando esta enraizada en la energía más profunda de
su carácter.

En otras palabras: un hombre convertido, no es simplemente un
hombre con ideales, sino un hombre comprometido con todas sus
fuerzas con el Reino de Dios y su justicia .

Para hacer referencia a continuación al concepto de
carácter cristiano nos es menester comenzar enumerando
qué cosa no es ser – cristiano para luego sí,
enunciar lo que verdaderamente es el ser – cristiano.

En primer lugar podríamos decir que un cristiano No es una
persona que participa en el culto. Ya lo dijo Cristo: "el trigo y
la cizaña crecen juntos", por eso es lógico deducir
que mucha gente que se congrega y participa de los cultos de sus
congregaciones van a pasar un rato agradable mirando el
espectáculo cúltico dominical.

En segundo lugar podríamos decir que un cristiano no es un
fanático. El fanático es alguien que a simple vista
nos puede parecer un hombre muy comprometido con su
denominación: No se pierde un culto, es el primero en
llegar y el último en irse, participa en todas las
actividades que su congregación propone, etc. Pero a su
vez es un hombre que le cuesta aceptar una postura diferente, que
se irrita cuando alguien piensa distinto, que está
decidido a creer que todo aquel que no entra en su molde, que no
comparte algún aspecto de su doctrina, es un pobre hombre
que necesita tener un encuentro con el Señor. (Encuentro
que seguramente lo haría más parecido a
él).

Creo que es posible definir clínicamente al
fanático como una persona excesivamente narcisista, en
realidad, alguien muy próximo a la psicosis.

Si cambiamos los términos psicológicos de la cita
de Fromm para definirlo más teológicamente
podríamos decir sin lugar a dudas que un fanático
es un idólatra, alguien que está propenso a tener
dioses ajenos.

Pero definamos ahora qué cosa es ser un cristiano:

1. En primer lugar un cristiano es un hombre libre:

Donde está el espíritu de Dios hay libertad.

Ser libres es romper todo lazo de dependencia; es decir no a los
vínculos autoritarios que nos generan dependencia. Es
tener una relación con Dios pensada y decidida por uno
mismo. Cuando otro hombre guía nuestra vida sin
permitirnos ser nosotros mismos; cuando las instituciones
o las personas le dicen al hombre hasta cómo se tiene que
vestir; estamos, sin duda, frente a un vínculo insano.
Cristo nos hizo libres del pecado y de la muerte y ahora
nos pide NO que busquemos cambiar una dependencia por otra ni que
busquemos otros vínculos de dependencia dogmática o
institucional. Nos pide que sigamos libres en la libertad.

El ser cristiano no está atado a ningún tipo de
autoridad ajena a Su Señor.

Durante un largo período de tiempo, la humanidad estuvo
sujeta a una autoridad que le decía lo que debía
hacer. El rey o el Papa, eran los que definían la moral del
pueblo; gracias a Dios que mandó a un Martín Lutero
y tantos hombres más que nos hicieron comprender que el
cristianismo no es verticalista. Ningún cristiano
está obligado por el Señor a doblegarse al
pensamiento de otro hombre, sino que por el contrario,
está obligado a escudriñar por el mismo sin la
intervención de ningún "hombre superior" o
"representante de Dios en la tierra" que
quite su libertad de decidir, pensar y actuar desde su libertad
en Cristo.



2. El hombre cristiano está plenamente
identificado con la humanidad.

No es un religioso, no es un místico, es un hombre que
comprendió que Dios amó tanto la vida que dio a su
hijo unigénito. Todo hijo de Dios está comprometido
con el hombre: con su dolor, su sufrimiento, sus angustias,
pesares y alegrías.

Vemos en Génesis 4:9 a Caín haciendo la pregunta
básica del pecado: "¿Soy yo guardián de mi
hermano?". Durante más de un siglo se estuvo predicando el
individualismo como un beneficio de la humanidad: "es mi vida",
"es mi problema", "es mi salvador personal". Sin
embargo, ser cristiano es algo superador del "Yoismo". Es estar
comprometidos con la humanidad, es honrar la vida, es comprender
en toda su dimensión que significa ser cuerpo.



3. El cristiano tiene reverencia por la vida.

La tuya, la mía, de un perro de un gato De un
árbol, de toda la gente

Honrar la vida, como dice el poema, y en todas sus dimensiones.
No se trata de honrar una "vida espiritual" en desmérito
de una vida social, material o política. Todo el
hombre está integrado en el plan de salvación,
todas las dimensiones de la vida están contempladas por
Cristo y, en su plan de establecer un Reino, no pensó
sólo en un reino espiritual sino en el hombre integral:
espíritu – Alma – Cuerpo y ser
social.



4. El verdadero cristiano está dotado con un
espíritu crítico. No hay cristiano si no hay
espíritu crítico.

Eso es lo que dice Hechos 17:10,11; Los bereanos eran más
nobles que los de Tesalónica porque no se quedaron con lo
que Pablo les decía, sino que iban a la Biblia a
comprobarlo.

El hombre religioso tiende a creer lo que dice la autoridad: "Lo
dijo el pastor... Palabra de Dios". Pero recordemos a los de
Berea, ellos en ningún momento dijeron: "Lo dijo Pablo";
sino que buscaban e investigaban a ver si coincidía con
las escrituras.



5. El ser cristiano, es capaz de "ser desobediente".

El autoritario es verticalista y supone que la obediencia es
santidad y la desobediencia es pecado. Claro, esto es cierto
cuando hablamos de obedecer o desobedecer a Dios. Pero:
¿Se acuerda de la "obediencia debida"?.

Hay en este mundo más cosas para desobedecer que para ser
obedientes. Hay más dioses falsos que el único y
verdadero Dios. ¿Recuerdan a ese botón rojo que nos
tuvo pendientes de una bomba nuclear durante décadas?. Si
Ud. siendo cristiano el presidente le decía "apriete el
botón"; ¿Qué hubiese hecho?. Hay
desobediencias que preservan la humanidad.

Recordemos siempre que nuestra vida es una elección. Para
creer en Dios, tenemos que saber ser ateos a los dioses paganos
que el mercado nos ofrece a diario. Para ser obedientes a los
principios de vida, debemos saber ser desobedientes a los
principios que los dioses paganos de este mundo nos quieren
imponer.



5. Cristianismo y
secularización




Cuentan que los fundadores del socialismo
religioso europeo sostenían que Dios en un momento
podía hablar con mas fuerza a través de un
movimiento no religioso e incluso anticristiano, que a
través de su iglesia.

El teólogo Bonhoffer admitía en sus cartas enviadas
desde la prisión nazi que a veces veía como El
Señor se manifestaba con más facilidad fuera que
dentro de la iglesia. "a veces -decía- me siento mas
cómodo en la prisión que en el templo".

Podemos estar o no de acuerdo, pero es nuestro deber analizar el
porqué de esta afirmación.

En primer lugar, es necesario recordar qué es ser
protestantes. La iglesia protestante se considera la portadora de
la Gracia de Dios. Pero no solamente protesta contra el
catolicismo por haber dogmatizado esa gracia, sino que es, como
portadora de la gracia, una iglesia que vive en una
autocrítica constante debido a que ninguna forma puede
contener dicha Gracia.

El principio protestante admite que Dios se manifiesta en el
mundo secular. Esto es lo que afirma Pablo en Romanos
capítulo uno cuando dice que "los gentiles conocen a Dios
porque El mismo se lo ha manifestado" (Romanos 1:19,20,21). Lo
que nos lleva a pensar que la Gracia es independiente de formas
humanas e incluso no se subordina a dogmas ni formas religiosas
ni aún a la iglesia. La Gracia "sopla como y donde
quiere".

Lo expuesto hasta aquí nos hace pensar que el
protestantismo, entra en diálogo
con la realidad secular como parte de su protesta a las formas
sacralizadas: "El protestantismo niega la seguridad de los
sistemas sacramentales que ofrecen formas inviolables, leyes
sagradas, estructuras eternas"

En resumen: El protestantismo niega la soberbia religiosa que
dice que sólo en el marco eclesiológico Dios puede
manifestarse. El señor se hace presente en la historia
como y donde mejor le place. Y precisamente éste es el
mensaje del apóstol Pablo en los primeros cuatro
capítulos de Romanos: Dios se ha manifestado fuera de la
soberbia institucional. Ni los judíos, ni los gentiles, ni
nadie puede atribuirse para sí la exclusividad de la
revelación divina. Dios se ha manifestado a los gentiles
de modo que no tienen excusa. (ro. 1:20). Y también a los
judíos por medio de una ley que han
desobedecido. (cap. 2). Dios se le ha manifestado a Abraham antes
de ser circuncidado. (4:10).

Existe, es necesario expresarlo, una diferenciación entre
lo que se ha dado a llamar "secularismo" y lo que es la
"secularización". Lo primero, como la palabra lo indica,
es un "ismo" de lo secular; lo segundo un proceso
histórico que involucra también la iglesia en su
dialéctica protestante.

"Nos ayuda hacer una diferenciación clara entre
secularización y secularismo. La primera es un proceso
histórico continuo, y el segundo una ideología fija y absoluta que tiene una
tendencia al totalitarismo pagano o nihilista".

No debe temer pues la iglesia a la secularización porque
también ejerce una protesta contra las formas seculares.
La iglesia, como ya dijimos, se pronuncia constantemente contra
la sacralización de las formas; sean estas seculares o
cristianas.

La secularización forma parte de la autocrítica del
protestantismo. Es aquello que constantemente la aleja de la
tentación de erigirse como aquel fetiche que ella misma ha
derribado en las religiones paganas. La
iglesia debe ser un instrumento de Dios en la historia y no un
elemento de poder institucional.



Hombre nuevo – Mundo nuevo

No hace mucho fui invitado a una reunión de jóvenes
en la cual se preguntaba qué tengo que hacer para ser un
cristiano más consagrado. Las respuestas no se dejaron
esperar: "orar más", dijo uno; "leer más la
Biblia", replicó otro. Y un sinnúmero de respuestas
más que, si bien eran todas válidas, me
llamó la atención que todas apuntaban a lo
individual. Nadie dijo nada del prójimo, ni de la sociedad
en la que vive, como si la santidad fuera algo exclusivamente
"hombre adentro".

De hecho, en la actualidad, hay una fuerte tendencia a
subjetivizar el Evangelio al punto que lo único que
importa en algunos núcleos evangélicos es lo que
Cristo hace en el interior del individuo. La conversión
llega de esta forma a ser una cuestión individual sin
influencia en la sociedad. La única injerencia que el
cristiano fundamentalista tiene en la sociedad es haciendo a
otros que se conviertan a su subjetividad.

Pero si bien es cierto que la conversión produce un
cambio
interior, no menos cierto es que el evangelio transforma
también las objetividades. En otras palabras, el evangelio
no sólo me transforma "a mí", cambia todo lo que
toca: al cristiano, a la iglesia, pero también al mundo
entero.

La conversión no representa sólo "un mero cambio
interior, la aceptación de una nueva religión, sino
una re – orientación total, el Nuevo Testamento se
refiere a ella como una transformación del entendimiento,
es decir, de la comprensión, de los criterios de juicio,
de la razón por la cual nos ubicamos con respecto a
nosotros mismos y al mundo.

Ser cristiano es pues, superador de un simple cambio interior. Un
cristiano no puede ser ignorante de las cosas que pasan en este
mundo porque todo le ocupa a Su Señor.

La Biblia habla claramente de un hombre nuevo, pero
también dice que ese hombre se construye con cada uno de
nosotros. Todos estamos interrelacionados, todos nos necesitamos
y somos miembros unos de otros.

La predicación de Cristo del Reino de los Cielos nos
demuestra como el Maestro buscaba, no sólo un nuevo hombre
sino también una nueva sociedad.

El Evangelio no trata de producir individuos buenos que persigan
su propia perfección moral,
perturbándose unos a otros lo menos posible, sino una
totalidad, un modo de vivir y ser de toda la humanidad.

Cuando decimos que el cristianismo no es una religión
¿sabemos bien las consecuencias de lo que decimos?. Pues
bien, sólo las religiones dividen al mundo en "sacro y
profano" (nosotros y ellos). Pero nosotros hacemos esta brecha
con mucha frecuencia. Dividimos entre "corporal" y "espiritual",
entendiendo lo primero como la materia, el
cuerpo, etc. Y lo espiritual como una realidad mística. De
esta forma llegamos a la conclusión de que el cristiano
interioriza su ética en
lo "espiritual" y se desentiende de todo lo que sucede en "este
mundo" porque no le corresponde, no es espiritual y por ende es
anticristiano. Así a los cristianos que alguna vez se
preocupan por algo más de lo que pasa los domingos de 10 a
12 los llamamos con frecuencia "carnales".

Esto lleva a encoger el evangelio hasta hacerlo entrar en un
ropaje individualista: Evangelio es lo que me pasa a mí,
dentro de mí. La ética cristiana ha sido llevada
con frecuencia al ámbito de lo privado, quitándole
importancia a todo lo que sucede alrededor. Así por
ejemplo, múltiples usurpadores del poder político
han hecho estragos en el mundo entero y en particular en nuestra
América. Han matado, torturado, violado
mientras muchos cristianos miraban para otro lado, no tuvieron
compromiso alguno con la realidad imperante, y fueron vistos como
hombres de Dios con una "moral cristiana intachable" (entendiendo
moral cristiana como conducta
individual).

Este es el tema que tenemos que releer en las escrituras para
comprobar que no hay cristiano sin un compromiso con el mundo;
que la vida cristiana abarca todos y cada uno de los aspectos de
la vida.



6. El reino de los
cielos




¿Realidad actual o escatológica?

El judaísmo tardío, ya había desarrollado
una teología del reino de Dios a la cual, sin dudas,
Jesús hizo mención como vértice de su
predicación del Reino.

El evangelista Mateo, utiliza la frase "Reino de los cielos" en
alusión al Reino de Dios. Esta sustitución de la
palabra Dios por "cielos", se debe, como es sabido, al rechazo de
los judíos de su época a evocar a Jehová por
temor a hacerlo en vano.

Es necesario comprender pues, que al decir "Reino de los Cielos"
estamos refiriéndonos literalmente al Reino de Dios. Es de
vital importancia tener en claro esto, ya que en nuestra cultura
la palabra cielo, nos remite a un concepto místico del que
debemos desempolvar a las Escrituras. En otras palabras:

La frase reino de los cielos debe ser sustituida por la de "reino
de Dios", ya que en el uso lingüístico actual el
reino de los cielos designa únicamente el dominio
trascendente de Dios y no también, como en el hebreo, el
dominio terrestre"

También sería interesante, pero no es nuestro tema,
que algún día buscáramos un sustituto de la
palabra reino ya que en la actualidad y en nuestras tradiciones
democráticas, nos es muy difícil imaginarnos a un
rey sin confundir su carácter con un déspota,
autoritario y absolutista distorsionando así, el verdadero
carácter divino.

De hecho, en el Antiguo Testamento, no se lo conoce a Dios como
rey sino hasta momentos bastante tardíos. No podía
el pueblo del Antiguo Pacto, considerar a Dios un rey sabiendo lo
que eran los reyes de su época. Muy por el contrario, lo
vemos a Dios presentando un proyecto totalmente diferenciado al
de las monarquías vecinas. No podía entonces,
aplicársele a Jehová el título de Rey sin
que se distorsionara en el concepto de su carácter.

Los profetas, sobre todo los del octavo siglo, muestran
más que precaución al hablar de Jehová como
rey debido a que ellos se oponían a la realeza humana
presentando una vuelta al sistema comunitario del Israel pre
– monárquico:

De este modo quería darse a entender que la soberanía absoluta de Dios es algo muy
diferente del capricho despótico de un tirano

No es el reino de los cielos el lugar donde van los muertos,
tampoco un lugar geográfico que se implantará en el
futuro con los redimidos. Jesús dijo: "el reino de los
cielos está entre ustedes". Así que, si bien el
reino de los cielos tiene una realidad escatológica,
también tiene una en nuestro presente: el Reino de Dios,
del cual somos ciudadanos, se encuentra aquí y
ahora.



Apártate de mi Satanás

Dijimos que corría el peligro de interpretar la palabra
reino con el contenido ideológico de los reinos de este
mundo: los reinados humanos son déspotas, autoritarios,
absolutistas. El Reino de Dios es virtualmente opuesto.

De hecho, cuando Jesús comienza su ministerio, y es
tentado en el desierto, estas tentaciones tienen que ver con el
modelo de
reino. El demonio representa el poder verticalista y autoritario
donde se ve al ser humano como un simple instrumento.
Jesús encarna el poder como servicio desinteresado: el
Reino de los cielos no es vertical sino horizontal,
democrático.

Jesús es tentado tres veces a utilizar el poder como
demostración de que él era el rey. Las tres veces
el Maestro se negó porque "está escrito" que no es
el poder que domina y subyuga la constitución del
reino.



La Constitución del Reino

Jesús, en el sermón del monte, siembra las bases
del Reino de los cielos. No es un reino que domine, no es un
imperio que subyugue, no se basa en el poder como los imperios de
este mundo entienden. Muy por el contrario; el Reino de los
cielos, es el reino de los desposeídos: Los pobres, los
que no tienen justicia, los perseguidos. Extraño reino que
no se basa en el poder de dominación sino que elige a los
desahuciados de los demás reinos como sus más
preciados súbditos.

Revolucionario es el concepto de Jesús de la
Constitución de su Reino; en Mateo 20: 20 – 28 el
Maestro plantea una nueva forma de poder. Santiago y Juan,
suponiendo que en la brevedad se daría un golpe de Estado
en el que Jesús reinaría le piden un puesto de
relevancia en el nuevo imperio. Jesús simplemente
responde: "no sabes lo que pedís". E inmediatamente:

"Los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y
los que son grandes ejercen sobre ella potestad. Más entre
ustedes no será así".

No será mi reino, dice Jesús, como las naciones de
este mundo. No será mi gobierno una
pirámide donde los de arriba se aprovechen de los de
abajo, el Reino que vengo a implantar, es totalmente opuesto a
este concepto.

El poder del reino está en la horizontalidad del servicio,
es un poder de base, lo otorgan los bienaventurados del reino: el
pobre, el oprimido, el desposeído, el que tiene hambre y
sed de justicia.



Del reino como abstracción a la realidad del
reino

Ya desde Aristóteles y Platón se
plantea la contradicción entre la experiencia como base
del conocimiento o
la meditación abstracta y metafísica.

El debate se
siguió planteando hasta nuestros días: ¿los
conceptos fundamentales del pensamiento tienen su origen
independientes de la experiencia como una realidad a priori?.

Marx, se
burlaba de los místicos diciendo que "los
metafísicos cuanto más se alejan de los objetos,
tanto más los perciben.

De hecho sabemos que los escritores bíblicos,
principalmente los del Antiguo Testamento, pero también
(tal vez en menor grado) los del Nuevo, tienen una estructura del
pensamiento totalmente ajena a una conceptualización
netamente teórica y abstracta. En la Biblia, todo
conocimiento surge de la experiencia, y no hay conocimiento sin
experiencia.

Corremos el riesgo hoy en
día, de espiritualizar tanto el Reino de Dios, al punto de
abstraerlo de toda practicidad. "El reino de los cielos es algo
escatológico (algo del futuro)"; "es un lugar donde para
llegar primero hay que morirse", "es parte de la geografía celeste,
donde van las almas descarnadas".

Estos y otros falsos conceptos hacen del reino de los cielos una
fábula más que una realidad en la que debe
insertarse YA cada hijo de Dios.

El Reino de Dios y su justicia, es el lugar de donde somos
embajadores. Es un sistema político social que se opone
constantemente a los reinos de este mundo. Un sistema divino que
devuelve la dignidad al marginado de los otros sistemas; un reino
que promueve la justicia, la igualdad y la
equidad aquí y ahora para todos los hombres del mundo que
quieran habitarlo.



Ecología integral

La naturaleza es
una imagen de la Gracia

Porque el anhelo de la creación es aguardar la
manifestación de los hijos de Dios... Porque
también la creación misma será liberada de
la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de
los hijos de Dios, (Romanos 8:19.21)

Contra el Docetismo que divide entre cuerpo y espíritu
enfatizando este último en desmedro de lo material, la
Biblia tiene un énfasis ecológico muy marcado. La
Palabra de Dios nos habla de una naturaleza que gime esperando
ser redimida y libertada para bendición de los hijos de
Dios.

Espiritualidad es aquella actitud que coloca la vida en el
centro, que defiende y promueve la vida contra los mecanismos de
muerte, disminución o estancamiento. Lo opuesto al
espíritu en este sentido, no es el cuerpo, sino la muerte
y todo lo que estuviera ligado al sistema de muerte
biológica, social y existencial.

Esto pone al cristiano en un serio compromiso ecológico.
Claro que cuando hablamos de ecología no estamos
preocupados solamente por las ballenas del sur, estamos
enfatizando algo mucho más profundo; porque hablar de
ecología es hablar de una profunda relación del
todo y entre todos. Ya hemos comprendido por la experiencia del
error que todo está relacionado entre sí como el
eslabón de una cadena. Dañar al ser más
"insignificante" (de acuerdo a nuestra jerarquización,
porque el reino natural niega jerarquías) es dañar
a toda la creación.



Ecología y capitalismo

El ser humano coexistió bastante equilibradamente con la
naturaleza hasta la explosión de la sociedad industrial,
donde, se la empezó a explotar indebidamente en busca de
mayores ganancias. Por eso, la explotación indebida de la
naturaleza, no es otra cosa que la explotación del hombre
por el hombre, siendo la naturaleza su medio.

El Inglés
Adam Smith,
uno de los pilares fundamentales de la filosofía
capitalista, consideraba a la naturaleza como un material
sometible a la razón humana. Justifica pues, el
sometimiento económico del medio
ambiente; un sometimiento que "el hombre ejercería en
nombre de la evidencia y al servicio de un plan de desarrollo
progresivo de la sociedad humana".

La explotación desmedida de la naturaleza con fines
económicos, es pues una realidad reciente en la historia
de la humanidad. Podemos decir que surge con la revolución
industrial apoyadas en la filosofía iluminista del
siglo XVlll de la mano de filósofos como Smith y el francés
Quesnay

Ser ecologista, entonces, es ser profundamente humanista. Y ser
cristiano, es buscar la humanización del ser humano. Es
hacer del hombre algo más que un engranaje del sistema de
producción y consumo
ilimitado.

En un círculo religioso donde se acostumbre a hablar de
temas espirituales y metafísicos, seguramente
podrían preguntar: ¿Qué tiene que ver esto
con el Señor?. Es que en realidad, como comenta Boff, Los
desafíos ecológicos provocan a la teología.
Hacer teología es preguntar siempre: ¿Cómo
se relaciona todo esto con Dios?. Y el mismo se responde: Si el
alma pudiese conocer a Dios sin el mundo, el mundo jamás
habría sido creado.

Es necesario que el pueblo de Dios adopte su compromiso con una
ecología integral, que mira al hombre como imagen y
semejanza de su creador, pero que dicha imagen se da siempre en
el contexto de la naturaleza en la que se desarrolla.



Breve Aproximación hermenéutica

Imago Dei

El libro de Génesis tiene dos relatos de la
creación. En el capítulo 1, Dios prepara todo el
escenario en seis días, y terminando la sexta jornada
exclama: "Hagamos al hombre a nuestra imagen".

Si hacemos caso a la pluralidad del verbo hacer (hagamos),
podemos arribar a la conclusión que tenemos aquí a
un ser humano hecho a la imagen y semejanza de la "pluralidad"
divina. Un Dios trino, un Dios que interactúa consigo
mismo, crea a un hombre a la imagen de ese modelo.

En el segundo relato de la creación, no se nos habla del
hombre como imagen de Dios, sino que se utiliza un lenguaje mas
personalizado y poético. Pero en el capítulo 5 de
Génesis versículo 1 se nos vuelve a decir que Dios
creó al hombre "a su semejanza", y luego agrega:
"Varón y hembra los creó" (vs.2). Es interesante
notar que Dios creó a su imagen y semejanza al ser humano
entero: Al hombre y la mujer; no a
uno de ellos sino a los dos.

El hecho de haber creado al hombre y la mujer, en
conjunto como su imagen, nos lleva a la conclusión que
dicha imagen se genera en la relación de los dispares.
Sólo el otro me complementa, pero el otro que me
complementa desde sus diferencias.

Busca a tu complementario

Que marcha siempre contigo

Y suele ser tu contrario.

Esto nos deja una enorme enseñanza, el hombre es imagen y semejanza
de Dios cuando se relaciona con Dios, con su par y consigo mismo.
No hay imagen de Dios en soledad, sólo somos semejanza de
nuestro creador en sociedad.

El hombre a llegado a ser un elemento alienado de su hogar, su
cultura, su niñez.



Pero:

El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si
vive como autómata será aniquilado...

Ya nada anda a paso de hombre... Pero el vértigo no
sólo está afuera, lo hemos asimilado a la mente que
no para de emitir imágenes, como si ella también
hiciera zapping; y, quizás, la aceleración haya
llegado al corazón que ya late en clave de urgencia para
que todo pase rápido y no permanezca.

El hombre no es hombre fuera de un contexto social sano y
equilibrado. Entonces no estaría mal decir que el hombre
es un ser físico – mental – espiritual y
social. Y que cada uno de estos factores forman parte de lo que
llamamos Imagen de Dios. En otras palabras, el hombre, no es un
ser metafísico sino complejo. Los humanos somos seres
espirituales, sociales, políticos, culturales, etc. Y todo
ello sin excepción es lo que nos asemeja a nuestro
Dios.

Es pues, parte del ser cristiano, el deseo de compartir y de
crear una sociedad justa y equitativa, con una sana y
ecuánime distribución de sus riquezas, una sociedad
donde nadie sea superior ni inferior sino complemento de su
prójimo.








Partes: 1, 2



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