viernes, 18 de diciembre de 2015

el conflicto yugoslavo el caso palestino todo el punto

el conflicto yugoslavo el caso palestino todo el punto


el caso palestino

introducción

Las primeras migraciones judías
a la Palestina integrada en el Imperio Otomano se produjeron a partir de 1880,
cuando la ola de antisemitismo que recorrió Europa central y oriental vino a
reactivar lo que se ha dado en llamar el "sionismo místico" y a promover
el nacimiento del "sionismo político". Aquel hace referencia a la
aspiración ideal por parte de las comunidades judías, dispersas y a menudo perseguidas
a lo largo del mundo y de la historia, al retorno" a la Tierra
prometida
, de la que la mayoría de sus antepasados habían sido expulsados
definitivamente hace 2000 años. El sionismo político alude al movimiento que
pretendió poner los medios, y de hecho los puso, para conseguir la implantación
de un Estado judío en el territorio de la Palestina histórica. Entre 1897, fecha
del Primer Congreso Sionista Mundial, y 1947, fecha de la propuesta de
partición de Palestina realizada por Naciones Unidas, el sionismo desarrollaría,
primero en el exterior y luego también en Palestina, una cada vez más compleja
y poderosa red de instituciones organizativas, financieras, comerciales, agrícolas
y, finalmente, militares y paramilitares, destinadas a promover la emigración,
la colonización del territorio y, en última instancia, la constitución del Estado
de Israel. No obstante, no cabe duda de que los flujos migratorios a Palestina
no habrían sido los mismos sin el apoyo internacional que encontró la actividad
sionista y sin el mantenimiento de las actitudes antijudías en Europa, ferozmente
culminadas por el nazismo.

Así, si en 1880 había en Palestina
unos 25.000 judíos junto a 600.000 árabes (es decir, menos de un 4% del total
de la población), entre 1882 y 1914 los primeros movimientos migratorios llevaron
a ella tan sólo varias decenas de millares de judíos (sin que con ello alcanzarán
el 10% del total de la población). El fin de la Primera Guerra Mundial trajo,
sin embargo, el asentamiento del control británico -que en 1922 se institucionalizará
como Mandato- sobre Palestina, y a la traición de la promesa de independencia
hecha por las potencias vencedoras a los árabes vino a unirse la de la Declaración
Balfour
(1917), que prometió a los sionistas la formación de un "hogar
judío" en Palestina. Este hecho animó los movimientos migratorios judíos,
si bien estos fueron fluctuantes, e incluso parcialmente negativos, hasta 1932.
Fue la llegada de Hitler al poder, en 1933, el factor que aceleró brutalmente
el ritmo de la inmigración. Mientras que en 1932 la población judía de Palestina
era de 174.000 personas (de un total de 1.035.000), entre 1933 y 1940 llegaron
a Palestina 217.000 judíos más.

El estallido del conflicto

Ya a lo largo de los años 20 la
inquietud de los palestinos ante el volumen de la inmigración judía, y ante
la determinación y vigor con que ésta se establecía en el país, comprando tierras
y organizando estructuras socioeconómicas generosamente financiadas por las
instituciones sionistas, había ido creciendo y produciendo esporádicos actos
de violencia. Pero será en los años 30, especialmente por medio de la revuelta
armada árabe de 1936-1939 contra los británicos, y de la prohibición a la población
árabe en 1939 de vender tierras a los judíos, cuando planten cara abiertamente
al proyecto sionista. La actitud árabe obligó a los británicos a adoptar una
política menos favorable a dicho proyecto, y a buscar fórmulas de compromiso
entre las dos partes, como la propuesta de división del territorio de 1937 y
la redacción de un denominado Libro Blanco, ese mismo año, destinado
a controlar y suspender la inmigración. La primera fue rechazada por los palestinos
y la segunda por los judíos.

En los años 40 la situación se haría
progresivamente insostenible para los británicos a causa del clima de violencia
que se desataría en general, y en particular contra ellos de parte de organizaciones
terroristas judías como el Irgún y Stern, entre cuyos líderes
se encontraban, respectivamente, Begin y Shamir, y Rabin, todos ellos futuros
presidentes de gobierno de Israel. Las acciones de estos grupos fueron verbalmente
rechazadas, pero a menudo consentidas y estimuladas por el oficioso ejército
sionista, la Hagana.

La creación de Israel

En febrero de 1947 Gran Bretaña
declaró su intención de abandonar Palestina, y el 29 de noviembre de ese año
NNUU propuso un nuevo plan de división de Palestina que fue rechazado por los
palestinos. El 14 de mayo de 1948 las fuerzas británicas abandonaron el país,
y ese mismo día el gobierno sionista provisional declaró la creación del Estado
de Israel. Inmediatamente, los países árabes vecinos le declararon la guerra.
A principios de 1949 habían sido totalmente derrotados, pero mucho antes, en
los primeros meses de guerra, había nacido la cuestión de los refugiados palestinos.

En 1947 la población judía de Palestina
era de 600.000 personas, y la árabe -entre la que se contaban menos de un 10%
de cristianos, drusos y personas de otros credos, siendo el resto musulmanes-
de 1.400.000 personas. Si el plan de partición del territorio propuesto por
la NNUU en 1947 asignaba a los judíos el control del 55% del territorio, la
guerra de 1948 les dio el dominio sobre un porcentaje sensiblemente superior,
el 78%, y añadió al Estado de Israel todo el norte de Palestina, Jerusalén Este
y el área situada entre ella y el mar, y el sur de la franja de Gaza. Tan sólo
ésta y Cisjordania quedarían en manos árabes; la primera bajo la administración
de Egipto, la segunda bajo la de Jordania.

A consecuencia de la guerra, entre
700.000 y 800.000 palestinos (el 50% del total de los habitantes de los territorios
que pasarían a constituir Israel) abandonaron sus hogares, desplazándose a varias
decenas de kilómetros con la esperanza de volver lo más pronto posible. Este
retorno nunca se produciría porque Israel siempre se opondrá a él, a pesar de
la resolución 194 de NNUU, de 11 de diciembre de 1948, y otras posteriores instándole
a aceptarlo.

Una organización de la ONU especialmente
creada a tal efecto, la UNRWA, se hará cargo de ellos a partir de 1949-50).
Esta organización censará en esta época 726.000 refugiados así distribuidos:
190.000 en Gaza, 280.000 en Cisjordania, 70.000 en Jordania, 110.000 en El Líbano
y 76.000 en Siria.
Para completar el cuadro de la primera
dispersión de la población árabe palestina hay que señalar que 150.000 palestinos
permanecieron dentro de las fronteras de Israel, y que su suerte se distinguiría
netamente de las del resto de las comunidades palestinas, ya bastante diferentes
entre sí.

La versión oficial israelí a lo
largo de casi 40 años sobre el éxodo de la población palestina, tan sólo contradicha
por excepcionales voces discordantes, defendía que la inmensa mayoría de los
palestinos desplazados lo hicieron voluntariamente o respondiendo a la incitación
de sus líderes; la versión de los historiadores árabes era que lo hicieron empujados
por las tropas pararregulares judías y, especialmente, a causa del terror infundido
por las acciones de los grupos paramilitares terroristas judíos, y que todo
ello formaba parte del plan premeditado de expulsión de los árabes de Palestina
que había incluido siempre el proyecto sionista.

El trabajo de los historiadores
revisionistas israelíes, apoyado en la apertura de los archivos oficiales
y privados israelíes relativos a la época, ha dejado fuera de dudas la responsabilidad
de las acciones de los grupos armados judíos en el éxodo de la mayoría de los
refugiados palestinos, así como la intencionalidad política y la "premeditación
-como mínimo- inmediata" por parte del máximo dirigente judío, Ben Gurión,
que guió dichas acciones a partir de un temprano momento de la guerra.
Por encima de los matices de cada
uno de los "nuevos historiadores" a esta aseveración general, y de
las divergencias entre ellos, su labor supone un mazazo, de trascendentes implicaciones,
a uno de los mitos fundacionales del Estado israelí

En la mayor parte del país existe
una relación directa, a lo largo de los meses, entre el ataque judío y la partida
árabe. No hay un solo ejemplo de población abandonada por otra razón que no
fuera un ataque judío". Ha sido la política de represalias de la Hagana
[tropas regulares judías] a finales de los 30 y el terrorismo del Irgún
en los 30 y los 40 había infundido ese miedo que condujo al éxodo. Cuando la
guerra empezó, pensaron que sus pueblos serían destruidos, la gente masacrada
y las mujeres violadas. Y, de hecho, los judíos les dieron una amplia gama de
ejemplos sobre los que construir ese miedo. Cada atrocidad generó -como una
piedra en un estanque- pequeñas oleadas [de desplazamientos] a las localidades
vecinas. Según el historiador Morris, "Las atrocidades judías fueron mucho
más generalizadas de lo que decían los antiguos libros (sionistas) de historia".
En un intento de contabilizar las causas de la partida de cada una de los 369
pueblos y ciudades árabes de Israel (en sus fronteras de 1949), en 45 casos
declara ignorarlas, en 228 establece que partieron en el curso de asaltos judíos
(y, de ellos, en 41 forzados por las tropas), en 90 habrían huido aterrados
ante la caída de una población vecina.

La colonización judía de Palestina
fue, pues, producto de una limpieza étnica en base al terror y el aniquilamiento
por parte del ejército regular israelí y bandas paramilitares organizadas a
ese efecto, no sólo con el consentimiento sino con el apoyo activo de las mismas
potencias imperialistas que hoy están sembrando el terror y la muerte en numerosas
ciudades yugoslavas. El principio ideológico que presidió la acción política
aparece sintetizada en la coincidencia de pensamiento de los dos líderes máximos
enfrentados en la segunda guerra mundial. Hitler y Churchill:
Según reporta el historiador Magoya,
en 1944 Hitler se dirigió a sus tropas en el frente del Este y les dijo:



<<A lo largo de la
historia los débiles, que claramente no han contribuido en nada, se han
visto dominados, eliminados y a veces exterminados por las naciones fuertes.
El concepto de humanidad, la idea de que el débil debe ser siempre apoyado
y ayudado incluso con la amenaza de la continuidad del fuerte, es desconocida
en la naturaleza... Tales nociones de humanidad solamente se pueden albergar
en la mente deformada de una persona que ha perdido el juicio.>>



En 1937 el intangible y venerado
Winston Churchill se dirigió a la Commisión Peel para apoyar al asentamiento
sionista comparando a los árabes de Palestina con un perro en un comedero:



<<No creo que un
perro en un comedero tenga al fin todo el derecho sobre el comedero, aunque
haya estado atado a él mucho tiempo... (...) no admito que se haya cometido
ningún error con respecto a esa gente por el hecho de que una raza superior,
una raza más evolucionada o en último caso más amplia de horizontes, haya
llegado y se haya instalado en Palestina>>.




Desde los tiempos de la dominación
británica en la India, la idea de superioridad de una raza sobre otra sirvió
a los burgueses durante el capitalismo temprano para justificar las mayores
tropelías llevadas a cabo en sus colonias ante las exigencias de la ley del
valor. La etapa tardía hasta mediados de este siglo, también está presidida
por el mismo darwinismo social que siempre caracterizo al capitalismo, sólo
que tras la terrible experiencia del nacionalsocialismo, la opinión pública
mundial parece haber superado los prejuicios raciales como justificación de
conquista y/o agresión de un país o alianza de países sobre otros, de modo que
a la sinceridad de los dirigentes políticos de hace 50 años, le ha debido suceder
la hipocresía y el cinismo rebuscado que exhiben los de ahora. Una prueba elocuente
de las contradicciones cada vez más insalvables del sistema -en este caso a
nivel de la superestructura ideológica y política- entre el desarrollo de las
fuerzas productivas y las relaciones de producción.

Desde su creación en 1948, la historia del Estado
de Israel ha venido estando esencialmente unida a la violación sistemática de
numerosas resoluciones de la Asamblea del Consejo de seguridad de las Naciones
Unidas. En la mayor parte de estas resoluciones la ONU deplora, advierte,
censura, exige y condena acciones de Israel, uno de sus
Estados miembros. El número de resoluciones asciende a varias docenas, aunque
los asuntos de que se ocupan son siempre los mismos, que a continuación se verán.
Esta prodigalidad y repetición permite a primera vista destacar dos notas de
estas resoluciones. 1) que Israel hace caso omiso de ellas; 2) que las resoluciones
se suceden sin que por ello se aprecie un avance en el cumplimiento de los fines
de la Carta de Naciones Unidas.



La expansión territorial
de Israel

y los asentamientos

Resolución 242 del CS, de 22 de
noviembre de 1967: esta brevísima resolución comienza "expresando su
constante preocupación por la grave situación de Oriente Medio
" y "enfatizando
la inadmisibilidad de la adquisición de territorio mediante la guerra, y la
necesidad de trabajar por una paz justa y duradera en la que cada Estado de
la zona pueda vivir con seguridad
". A renglón seguido pide "la
retirada de las fuerzas armadas de Israel de los territorios ocupados en el
conflicto reciente
" y "la consecución de una solución justa
al problema de los refugiados
".

Resolución 33/71 de la Asamblea
General, de 14 de diciembre de 1978, prohibiendo la cooperación militar con
Israel: en ella se expresa "grave preocupación por el continuo y rápido
crecimiento militar de Israel
", y "alarma por el empleo por
parte de Israel de bombas de fragmentación contra campos de refugiados y objetivos
civiles en el sur de Líbano
". A continuación "reconoce que
la continua escalada del armamento israelí constituye una amenaza para la paz
y la seguridad internacionales y subraya el persistente desafío de Israel a
las resoluciones de la Asamblea General y su política de expansión, ocupación
y negación de los derechos inalienables del pueblo palestino
". También
repite anteriores "condenas de la intensificación de la cooperación
militar entre Israel y África del Sur
". Concluye solicitando a "todos
los Estados, bajo el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, que se
abstengan de suministrar armas, munición, equipos y vehículos militares, o repuestos,
a Israel, sin ninguna excepción
".

Resolución 446 del CS, de 22 de
marzo de 1979, sobre los asentamientos: "Determina que la política y
las actuaciones de Israel de establecimiento de asentamientos en los territorios
palestinos y árabes ocupados desde 1969, no tienen validez legal y constituyen
un serio obstáculo para la consecución de una paz justa, global y duradera en
Oriente Medio
".

Los derechos humanos y la seguridad
de Israel

Resolución 2443 de la Asamblea General,
de 19 de diciembre de 1968, para establecer un comité de investigación sobre
las actuaciones israelíes. Esta resolución "se guía por los fines y
principios de la Carta de las Naciones Unidas y por la Declaración Universal
de los Derechos Humanos
". En ella se recuerda a Israel que "desista
de destruir las casas de la población civil Árabe en las áreas ocupadas
",
y "expresa su grave preocupación por la violación de los derechos humanos
en los territorios árabes ocupados
".

Resolución 3379 de la Asamblea General,
de 10 de noviembre de 1975, que califica al sionismo como una forma de racismo.
Se recuerda que la Asamblea General condenó la alianza entre el racismo de África
del Sur y el sionismo (14 de diciembre de 1973), y "determina que el
sionismo es una forma de racismo y discriminación racial
". Eta resolución
ha sido revocada recientemente.

Resolución 471 del CS, de 5 de junio
de 1980: "Horrorizado por el intento de asesinato de los alcaldes de
Nablus, Ramala y Al Bire, gravemente preocupado porque se autoriza a los colonos
judíos en los territorios árabes ocupados llevar armas, lo que les permite perpetrar
crímenes contra la población civil árabe, condena el intento de asesinato
"
y "manifiesta honda preocupación porque Israel, potencia ocupante, no
ha facilitado la protección adecuada a la población civil en los territorios
ocupados
".

Resolución ES-7/9 de la Asamblea
General, de 24 de septiembre de 1982, que condena la masacre de civiles palestinos
en Beirut: "Recuerda las resoluciones del CS 508 (1982) de 5 de junio
de 1982, 509 (1982) de 6 de junio de 1982, 513 (1982) de 4 de julio de 1982,
520 (1982) de 17 de septiembre de 1982 y 521 (1982) de 19 de septiembre de 1982
",
"reafirma en particular su resolución 194 (III) de 11 de diciembre de
1948
" y "condena la masacre criminal de palestinos y otros
civiles en Beirut el 17 de septiembre de 1982
".

Resolución 904 del CS, de 18 de
marzo de 1994, respecto de la masacre de Hebrón: "Condena fuertemente
la masacre de Hebrón y sus secuelas, lo que costó la vida a más de cincuenta
civiles palestinos e hirió a varios centenares más; pide a Israel, la potencia
ocupante, (…) la confiscación de las armas, con el fin de impedir las acciones
violentas ilegales por parte de los colonos israelíes
".

(Las citas entrecomilladas corresponden
a los textos oficiales de las resoluciones aprobadas por los distintos órganos
de la ONU.)

Pues, bien, todas estas resoluciones
han sido sistemáticamente incumplidas por el Estado de Israel. ¿Por qué unas
resoluciones siguen a otras y casi siempre con el mismo contenido, sin que se
produzca un cambio en las acciones de Israel? Porque su principal aliado, EEUU,
veta oportunamente en el Consejo de Seguridad las que son desfavorables a esos
intereses coligados. Pero con la intervención en Yugoslavia, el capitalismo
ha dado un salto cualitativo, porque su gendarme internacional que hoy arrastra
al resto de países de la cadena imperialista, no sólo utiliza la legalidad de
las naciones unidas vetando en el Consejo de Seguridad las resoluciones que
le obligan a actuar en contra de sus intereses, sino que pasa con es el caso
de la actual intervención en Yugoslavia- por encima de esa misma legalidad cuando
no encuentra en ella legitimidad alguna para proceder según sus propósitos.
De modo que desde el mismo momento en que el representante del PSOE a cargo
de la Secretaría General de la OTAN dio la orden de intervenir militarmente
en Yugoslavia, el derecho internacional inspirado en la filosofía del contrato
social de Rousseau quedó automáticamente convertido en papel mojado, haciendo
realidad la máxima de Hobbes según la cual, bajo el capitalismo "homo hominis
lupus" (el hombre no es más que un lobo para otros hombres.)



8 de abril de 1999

La actitud de los revolucionarios
ante la crisis del capitalismo y el conflicto yugoslavo

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  1. Introducción
  2. El caso palestino
    (todo el punto 23 kb)

    1. introducción
    2. el estallido del conflicto
    3. la creación de Israel
    4. la expansión territorial de Israel
      y los asentamientos
    5. los derechos humanos y la seguridad
      de Israel
  3. El caso kurdo (todo
    el punto 29 kb)

    1. introducción
    2. países implicados
    3. el nacionalismo kurdo
    4. presión regional
    5. presión internacional
    6. propuestas de negociación
  4. Las verdaderas causas de la
    guerra en Yugoslavia
  5. La táctica de la imprevisión
    y el desconcierto
  6. La autodeterminación
  7. Soberanía nacional y antiimperialismo
    revolucionario
gpm@nodo50.org
  http://www.nodo50.org/gpm apdo
20027 Madrid (España)






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